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101

Empleamos aquí el concepto de Roland Barthes sobre el intertexto: «Esto es precisamente el intertexto: la imposibilidad de vivir fuera del texto infinito -no importa que este texto sea Proust, o el diario, o la pantalla televisiva: el libro hace el sentido, el sentido hace la vida». El Placer del Texto, México: Siglo XXI, 1989, p. 59. (N. del A.)

 

102

Nos referimos al Caballero del Bosque, una pastora, un músico y a Altisidora. Citas IV, V, X, XIII, XIV y XV respectivamente, de nuestro Apéndice. (N. del A.)

 

103

Sabido es que Cervantes nunca dejó de cultivar la poesía. Desde el temprano poema «A la muerte de Isabel de Valois» (1569) hasta el Persiles (publicado póstumamente en 1617), Cervantes siempre expresó su sincera vocación. De esta manera, Cervantes ya manifestó en el prólogo a la Galatea (1585): «la inclinación que a la poesía siempre he tenido», y casi treinta años más tarde insistió en el Viaje del Parnaso (1614): «Desde mis tiernos años amé el arte / dulce de la agradable poesía» (IV, 31-32). En su bello estudio sobre Cervantes y la Poesía, señala Gerardo Diego que: «Sin la divina vocación no hay poeta legítimo. Y sobre la de Miguel de Cervantes, desde la natural inclinación de su temprana mocedad hasta la constancia conmovedora de su vejez... no podemos albergar sospecha... Miguel, que nació poeta, poeta confesado murió». Gerardo Diego. «Cervantes y la poesía». Revista de Filología Española, XXXII (1948), págs. 214 y 219. (N. del A.)

 

104

«Las reflexiones y prolongados argumentos en torno a la poesía constituyen aquí [los tres capítulos donde aparece el Caballero del Verde Gabán] un holgado tercio del total del pasaje. No constituyen digresión ni paréntesis apreciable, sino que surgen espontáneas en el contexto del diálogo: forman un cuerpo indivisible y sustancial en el conjunto». Alberto Sánchez, «El Caballero del Verde Gabán». Anales Cervantinos, IX (1961-62), p. 193. (N. del A.)

 

105

Ilusión («Mucho prometo con fuerzas tan pocas como las mías; pero ¿quién pondrá riendas a los deseos?») y seguridad («que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana» que quedan reflejadas en el Prólogo al lector de las Novelas ejemplares. (N. del A.)

 

106

Bien anota Avalle-Arce que en este capítulo Cervantes «ha cambiado el destino de la novela» (II, 503, n. 25). Añadamos, por lo tanto, que también el destino de su protagonista. (N. del A.)

 

107

-¡Ay señor! -dijo la sobrina-. Bien los puede vuestra merced mandar quemar, como a los demás; porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y, lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza (I, 119). (N. del A.)

 

108

After the two-chapter break represented by the nocturnal occurrences, this narrative pattern, so necessary for the contrastive effect noted, will again be employed by Cervantes, even into Part II. (N. from the A.)

 

109

For a definition of the Baroque in terms of a specific rejection of the sensorial as a valid representation of the 'real', see Gilman, 22-26. (N. from the A.)

 

110

The translation is ours. (N. from the A.)