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81

Sebastián Cirac Estopañán, Los procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la Nueva (Madrid: Diana, 1942), pp. 212-22. (N. del A.)

 

82

Este era un término vasco, de «akerr» -macho cabrío- y «larre», «larra»- prado. Se le llamaba así debido a que las convocaciones se celebraban en lugares descampados y a que el demonio con frecuencia aparecía en forma de macho cabrío. Según Pierre de Lancre, cuyos escritos le sirvieron de base a Julio Caro Baroja para sus estudios sobre la brujería, el aquelarre reproducía una corte real, con reyes y altos dignatarios. Véase Pierre de Lancre, L'incredulité et Mescreance du Sortilege Plainement Convaincve (Paris: Bvon, 1622), citado por Julio Caro Baroja, pp. 233-44. (N. del A.)

 

83

Francisco Rodríguez Marín, «Las supersticiones en el Quijote», en su edición del Quijote, IX, 212-13. (N. del A.)

 

84

Cirac Estopañán, pp. 131-32, 154. Entre los conjuros que se mencionan se destaca el siguiente: «Marta, Marta, / no la digna ni la santa... / Yo te conjuro / ... que me traiga a N. más ayna, / o me dés hombre que hable / o perro que ladre». Y también: «Venga F. a mis amores, / como el gallo cantando, / como el perro ladrando, / y la obeja balando». (N. del A.)

 

85

Rodríguez Marín, «Las supersticiones...», p. 213. Menciona el conjuro: «tres señales que pido / me la has de otorgar: / Puertas sonar / Perros ladrar y borricos rebuznar». (N. del A.)

 

86

Véase Cirac Estopañán, pp. 93, 181; Jobes, p. 297. Según Jobes, la hechicera griega Hecate se convertía en gato. De ahí quizás el origen de la asociación del gato con las brujas. (N. del A.)

 

87

Florencio Idoate, Un documento de la Inquisición sobre brujería en Navarra (Pamplona: Aranzadi, 1972), p. 63. (N. del A.)

 

88

El proceso más antiguo instruido por el Tribunal de Toledo (1530), y que debió de ser conocido por toda Castilla la Nueva, se llevó a cabo contra la bruja Juana Ruiz, anciana de Daimiel. Resulta curioso notar las semejanzas entre las circunstancias que llevan a don Quijote y a Sancho al cementerio de la iglesia, y una de las historias que recoge Cirac Estopañán sobre Juana Ruiz, en la que se relata como una noche, muy pasada la medianoche, al ir a su trabajo dos cardadores, vieron en el carnero del cementerio un bulto y que al acercarse, llenos de miedo, descubrieron que se trataba de Juana Ruiz, envuelta en un lienzo. Véase Cirac Estopañán, pp. 187-88. (N. del A.)

 

89

Rodríguez Marín, nota 8 al capítulo 9 de la segunda parte de su edición del Quijote, IV, 196-97. (N. del A.)

 

90

Idoate, pp. 63-64. (N. del A.)