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En este sentido, las palabras de Sancho nos parecen decisivas: «Y díganme, ¿por ventura habrá quien se alabe que tiene echado un clavo a la rodaja de la fortuna? No, por cierto; y entre el sí y el no de la mujer no me atrevería yo a poner una punta de alfiler, porque no cabría. Denme a mí que Quiteria quiera de buen corazón y de buena voluntad a Basilio; que yo le daré a él un saco de buena ventura: que el amor, según yo he oído decir, mira con unos anteojos, que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza riqueza, y a las lagañas perlas» (II, 19). (N. del A.)

 

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Se recordará que el Interés, en la representación quijotesca, reduce toda la protección que tiene la doncella encastillada, y que si el contraataque del Amor y la intervención de los salvajes parece dejar las cosas como estaban, con la doncella en el protegido castillo, el comentario de don Quijote sugiere que ha de interpretarse lo representado como favoreciendo al Interés: «-Yo apostaré -dijo don Quijote-, que debe de ser más amigo de Camacho que de Basilio el tal bachiller o beneficiado...». (II, 20). (N. del A.)

 

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Habría que recordar, asimismo, las palabras con que don Quijote cierra todo el incidente: «Quiteria era de Basilio, y Basilio de Quiteria, por justa y favorable disposición de los cielos». (N. del A.)

 

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El problema conflictivo, así en el Persiles como en el Quijote, es determinar dónde yace la Buena Fortuna, si con el Interés (riqueza) o con el Amor. Ello, aunque resuelto de modo paralelo en ambas obras, resulta más claro en la combinación alegórico/novelesca que ofrecen las Bodas de Camacho: si Sancho, como se ha visto, identifica la Buena Fortuna (ventura) con el Amor, Basilio mismo (aunque no se sabe si irónicamente) identifica a la primera con el Interés («... pero tú, echando a las espaldas todas las obligaciones que debes a mi buen deseo, quieres hacer señor de lo que es mío a otro, cuyas riquezas le sirven no sólo de buena fortuna, sino de bonísima ventura. Y para que la tenga colmada, y no como yo pienso que la merece, sino como se la quieren dar los cielos...».); mas la resolución, en ambos casos interviniendo la Diligenicia (astucia) para impedir la victoria del Interés, es el triunfo de la Buena Ventura y, no accidentalmente, del Amor. (N. del A.)

 

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This is a paper from a symposium on Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, as is explained in the Foreword of this issue of the journal. (N. from the E.)