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The University of Iowa
Sin duda, la originalidad del estudio de Sullivan radica en identificar el asunto de la cura psicológica de don Quijote con la noción cristiana de la salvación. Siendo, en principio, dos parámetros de interpretación distintos, este estudio consigue establecer unas relaciones razonables entre un análisis de la locura de don Quijote, en términos lacanianos, y una exposición de la figuración literaria del purgatorio católico. Estas relaciones dan como resultado un trasvase de ida y vuelta entre la simbología sexual y las imágenes de una acción de la Providencia. A esta conexión, Sullivan la denomina como resultado de una estética 'grotesca'.
El centro de la argumentación reside en un análisis
del episodio de la cueva de Montesinos. Sullivan entiende que en este episodio
el texto nos introduce en una simbología del inconsciente que despliega
la fragmentación de lo corpóreo y su reorganización
onírica: «the presence of the grotesque
signifies an encounter with the strange world of putting together and taking
apart that is the unconscious mind, functioning according to a logic of its
own»
(63).
La fragmentación corporal que se ofrece en el sueño
de don Quijote remite a una incongruencia propia de la estética del
grotesco. Sin embargo, en términos lacanianos, Sullivan observa que el
grotesco acaece porque los elementos del Imaginario se proyectan sobre el marco
del orden de lo Simbólico: «these
mentions of body parts and bodily extensions are literally denoted in a formal
and heroic context that would normally proscribe them; they intrude the
Imaginary body improperly into a Symbolic framework»
(64). La figuración grotesca, en el
Quijote de 1615, tiene como resultado el
transformar la comicidad de los constantes sufrimientos corporales de don
Quijote en «a solemn theological
thesis»
(65) que establece el significado
religioso de un cuerpo sometido al dolor.
Mediante dos capítulos bien informados sobre el problema
teológico del purgatorio durante la Contrarreforma, y sobre la
enfermedad de don Quijote como psicosis, Sullivan lleva adelante un
análisis pormenorizado del doble significado de los episodios de la
cueva de Montesinos y de la condesa Trifaldi, así como del papel crucial
de Altisidora en la cura del protagonista. En concreto, «the
sexual attentions of Altisidora are harrowing in the extreme. They attack the
very
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heart of Don Quijote's difficulties with
sexuality and conjure up the terrifying prospect of a sensual, desiring
woman»
(148). Pero con ello, la
acción burlesca a la que se somete a don Quijote es también
«a blessing of divine mercy in disguise... She
is a helper of Don Quixote on the road of recovery. She plays her appointed
role adroitly and lives up to her name as proof that Good moves in mysterious
ways and that her gifts of the Most High are a genuine instrument of
Providence»
(149).
La lectura de Sullivan implica, a mi entender, una confirmación del carácter dual del texto de 1615, mucho más contradictorio y paradójico que la primera parte. Es también una apuesta por reconducir el sentido cómico de la creación de Cervantes hacia un horizonte de significados vitales y psicológicos que se articulan desde algunos presupuestos de la época con algunos otros presupuestos de la crítica actual. A este respecto, es crucial el uso de la noción del grotesco. Sullivan ofrece una descripción de su origen tanto figurativo como etimológico desde la antigüedad clásica hasta el Renacimiento, para engarzarlo con el plano del inconsciente. El grotesco es, así, un modo de representación. Sin embargo, la íntima relación entre los elementos corpóreos y escatológicos de esta representación no son, en sí mismos, necesariamente oníricos pues, desde un punto de vista clásico, son quizá más bien los elementos de una estética de lo 'feo'. El que a esta estética de lo feo se le otorgue una dimensión religiosa o psicológica es un asunto de la modernidad.
En ese sentido, el estudio de Sullivan puede plantear
también problemas paralelos sobre el carácter moderno o
pre-moderno del sujeto elaborado por Cervantes. En este estudio, se nos dice en
la Introducción, se apuesta por la 'personalidad' o 'interioridad' del
personaje, la cual sólo es analizable en términos del lenguaje:
«language is the common signifying dimension
through which a subjectivity enunciates itself, whether in real life or in the
written word of literature»
(7). Por
ello, Sullivan considera que un personaje de ficción, como don Quijote,
puede ser sometido a un psicoanálisis de tipo lacaniano, por su
«virtual psychic
reality»
(7). El objeto a debatir
aquí sería si es posible o no identificar tal realidad
psíquica con la 'subjetividad', si el 'yo' psicológico coincide
completamente con el sujeto. Algunas perspectivas críticas aceptan esa
coincidencia, otras no; el argumento importante que estas últimas
esgrimen para no aceptar la coincidencia se centra básicamente en
descubrir las relaciones históricas entre el yo y las instituciones de
su momento, lo cual a su vez remite a los discursos que emanan de esas
instituciones.
Sullivan ofrece una rica información sobre el discurso teológico del purgatorio. Quizá, entonces, se podría también indagar en los intereses institucionales de la Iglesia invertidos en tal discurso, particularmente durante la afirmación dogmática y de poder que, a nivel político, significó la Contrarreforma en la España de comienzos del siglo XVII. La preocupación con la muerte no tiene unas mismas características universales; como se sabe, diferentes culturas y tiempos piensan la muerte de muy distinta manera. Ahora, también se sabe que la Iglesia católica llevó adelante un calculado programa de énfasis en el tema de la muerte, que pasaba por sermones, libros devotos de preparación para el trance final, estandarización de los testamentos según un marco de confesión, divulgación de —135→ imágenes piadosas alrededor del tema, etc., con el fin de acrecentar la 'personalización' de la muerte. Este ángulo también contribuye a la expresión de la subjetividad, y no es algo eminentemente psíquico y universal sino cultural e histórico.
La combinación de la creencia histórica en el purgatorio, por un lado, y los parámetros psicoanalíticos, por otro, hacen del estudio de Sullivan una atractiva propuesta para continuar el debate sobre el tipo irregular de modernidad tanto del sujeto elaborado por Cervantes, como de la España que comenzaba a distanciarse de Europa. El estudio se complementa con unos muy útiles apéndices con el decreto tridentino sobre el purgatorio, referencias textuales al mismo en el Quijote de 1615, y un glosario de términos lacanianos.