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211

Acerca de la fidelidad histórica de esta obra, puede verse Ricardo Doménech, Introducción citada, p. 41, y Luis Iglesias Feijoo, La trayectoria de Antonio Buero Vallejo, Santiago de Compostela, Universidad, 1982, pp. 295-296.

 

212

Vid. Luis Iglesias Feijoo, «Circunstancias y sentido de El concierto de San Ovidio», en A. Buero Vallejo. El concierto de San Ovidio, Madrid, Teatro Español, 1986, pp. 14-16. También, Francisco Ruiz Ramón. «De El sueño de la razón a La detonación (Breve meditación sobre el posibilismo». Estreno, V, I, primavera 1979. Reproducido en Estudios sobre Buero Vallejo, cit., p. 331. En una ocasión precisó Buero: «En la medida en que somos seres históricos, cierto teatro histórico puede servirnos de lección y de meditación. En la medida en que la historia es cambio, la obra histórica nos ayuda a comprender la posibilidad de otros cambios y el significado real de los ya producidos; en la medida en que la historia se repite, la obra histórica nos ayuda a comprender algunos de los problemas que sufrimos actualmente» (Luce Arrabal, «Entretien avec Antonio Buero Vallejo», Les Langues Modernes, LX, 3, 1966, p. 307).

 

213

Antonio Buero Vallejo, «Comentario» a La tejedora de sueños, Madrid, Alfil, Colección Teatro, 16, 1952, p. 89. Citamos por esta edición.

 

214

Enrique Pajón Mecloy, «De símbolos a ejemplos», Sirio, 9, 15 enero 1963, p. 11. Vid. , del mismo autor. «¿Ciegos o símbolos?», Sirio, 2, abril 1962. Reproducido en Estudios sobre Buero Vallejo, cit. pp. 239-245.

 

215

Antonio Buero Vallejo, En la ardiente oscuridad, Madrid, Alfil, Colección Teatro, 3, 1968, p. 16. Citamos por esta edición.

 

216

Vid. Antonio Buero Vallejo, «A propósito de Brecht», Ínsula, 200-201, julio-agosto 1963, p. 14.

 

217

Vid. Mariano de Paco, «Historia de una escalera, veinticinco años más tarde», cit., p. 198.

 

218

Un equilibrio entre ambas actitudes puede percibirse en dos personajes del teatro de Buero que no llegan a aparecer en escena: Carlos Ferrer Díaz (Las cartas boca abajo) y Eugenio Beltrán (El tragaluz). Éste, especialmente, ha sabido actuar, ha podido «triunfar» a pesar de elegir la «indiferencia» ante los valores falsos que a todos obsesionan.

 

219

Antonio Buero Vallejo, Las Meninas, Madrid, Alfil, Colección Teatro, 285, 19611, p. 123. Citamos por esta edición.

 

220

Jean-Paul Borel, «Buero Vallejo, ¿vidente o ciego?», Prólogo a Antonio Buero Vallejo, El concierto de San Ovidio, Barcelona, Aymá, 1962, p. 10, señaló: «La mayoría de los lisiados de Buero Vallejo posee una especie de segunda vista» o «sexto sentido», como si su atención, por fuerza apartada de lo exterior, de lo llamativo, aprendiera a conocer lo profundo, lo esencial». Alfredo Marqueríe había indicado ya en su crítica de En la ardiente oscuridad: «... Por la especial condición moral y física de los personajes, privados de la vista, y, quizá por eso mismo, aguzados en su sensibilidad y en el resto de sus sentidos» (ABC, 2 diciembre 1950, p. 29).