Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

11

J. Garber Palache, Gautier and the Romantics. Nueva York, The Viking Press, 1946. Págs. 38-39.

 

12

ibid, pág. 39.

 

13

Carta a Miss Milbanke. 29 de noviembre de 1813. Cit. por Du Bos, Byron and the need of Fatality, Putnam, Londres, 1932, en el prefacio.

 

14

Ibid.

 

15

Mademoiselle de Maupin, ed. Charpentier, pág. 201.

 

16

Barbey d'Aurevilly, fuente de Valle-Inclán, es quizás otro ejemplo de sumisión de valores vitales a necesidades artísticas; «Barbey d'Aurevilly asienta la poesía en la emoción dramática de la blasfemia. La blasfemia es el frenesí de aniquilación que necesita resucitar perpetuamente a la víctima para complacerse de nuevo en yugularla. Así Barbey necesita ser tradicionalista y creyente para poder blasfemar del pasado y de Dios.» (Ortega y Gasset, Obras completas, Revista de Occidente, Madrid, 1947. VI. 228). Barbey es, además, un dandy, es decir, un hombre que sacrifica buena parte del tiempo y esfuerzo que componen su vida al cultivo de una postura estética, decorativista.

 

17

Sonata de Invierno, Madrid, 1905. 183.

 

18

Sonata de Estío. Madrid, 1903. Pág. 155.

 

19

Ángel Zamora Vicente. Las «Sonatas» de Ramón del Valle Inclán. Instituto de Filología románica, Buenos Aires, 1951. Págs 98-99.

 

20

«El estilo esperpéntico en prosa se halla prefigurado en las indicaciones de las escenas de las Comedias bárbaras», indica Pedro Salinas (Literatura española. Siglo XX. 2.ª ed. [México, 1949] 93). «En las mismas Sonatas -apunta Eugenio de Nora- encontramos ya varios rasgos y momentos esperpénticos», y señala varios ejemplos. La novela española contemporánea. I, Gredos (Madrid, 1958) 83. Se trata más bien de detalles destinados a formar contraste con el tempo lento, la sensualidad «maciza», la segura serenidad del resto de estas obras. Refiriéndose a los años 1909-1911, señala Summer Greenfield: «Las innovaciones más significativas del período se encuentran en las farsas La cabeza del dragón y La marquesa Rosalinda -un género nuevo para don Ramón. Aquí se manifiestan numerosos cambios de orientación que se convertirán en características importantes de la literatura valleinclanesca de la postguerra. Sátira, parodia y humor se agregan ahora a la figura humana, un aspecto vital de su arte en todo período; se inclina por primera vez extensiva y sistemáticamente hacia la deformación física mediante una variedad de formas deshumanizantes, notables entre ellas títeres y elementos grotescos. Sin embargo, vale notar que estas estilizaciones físicas se emplean aquí principalmente por sus valores pintorescos y humorísticos y no con la incisiva intención moral con la cual se usarán más tarde». «Vale-Inclán en transición: una brujería dialogada», La Torre, n. 51 (sept-dic. 1965), 177. Y Emma Susana Speratti ha señalado en «Cómo nació y creció "El ruedo ibérico"» «(Ínsula, julio-agosto de 1966) que ya en 1908-9 comienza a cambiar el estilo de Valle, posiblemente al estudiar la guerra civil: «Probablemente el estudio cuidadoso de la historia le mostró que, tanto por el lado del gobierno central como por el lado del bando legitimista, las cosas dejaban mucho que desear. Probablemente advirtió también que la sociedad estaba, en aquella época, carcomida de pequeñeces y superficialidades. Y vio que de esta suma de lacras se estaba muriendo España».