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41

O. C., I, 901-2.

 

42

Véase la descripción y el análisis de los contrastes grotescos en Las meninas en el libro de Wolfgang Kayser, del cual sólo tengo a mano la versión inglesa: The Grotesque in Art and Literature, Indiana University Press, Bloomington, Indiana, 1957, pág. 18.

 

43

Cit. por Kayser, pág. 17.

 

44

Explicación notorialmente superficial e insuficiente. Las literaturas más «clásicas», más apegadas a la interpretación «oficial», académica, de la tradición grecoromana, como son la italiana y la francesa, son, quizá, las que menos elementos grotescos contienen al llegar el Renacimiento a su madurez: el «bon goút» parece excluirlos. La cultura alemana y la española, quizá por supervivencias medievales, quizá por combinar lo grecoromano con otros influjos, son más ricas en elementos grotescos. La fantasía y el humorismo ingleses dan también una cosecha de tales elementos, antes y después del romanticismo.

 

45

Edición citada, pág. 17. Recordemos la riqueza del Prado en obras de Bosch, Breughel y Goya.

 

46

A. Alonso, Materia y forma en poesía, Madrid, Gredos, 1955, págs. 366-367.

 

47

Véase, por ejemplo, esta breve descripción: «El cautivo no se movía. Asustado miraba en la pared el tumulto de sombras, el guirigay de brazos aspados, ruedos de catite, mantas flotantes, retacos dispuestos. Intuía el sentido de una gesticulación expresiva y siniestra por aquel anguloso y tumultuoso barajar de siluetas recordadas. La sota de copas, ronca de la disputa, bebía de una pellejuela. La de espadas inscribía en la pared los ringorrangos de un jabeque.» (La Corte de los Milagros, O. C. I., pág. 1177). En Tirano Banderas: «La ciudad, pueril ajedrezado de blancas y rosadas azoteas...» (O. C., I., pág. 909) «El jardín de los Frailes, geométrica ruina de cactos y laureles» (Ibid., 915). «Conforme adelantaba el día, los rayos del sol, metiéndose por las altas rejas, sesgaban y triangulaban la cuadra del calabozo.» (Ibid., 1023). «La luz triangulada del calabozo realzaba en un módulo moderno y cubista la actitud macilenta de las figuras» (1023).

 

48

En La visita de la vieja señora. Cit. por Kayser, págs. 11-12.

 

49

En Kayser, pág. 148.

 

50

15 Ibid., págs. 183-4.