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61

Citado por Pedro Laín Entralgo, La generación del 98, pág. 81 de la ed. Austral (Buenos Aires, 1947). Todo el capítulo de Entralgo sobre Madrid es de gran interés.

 

62

La noria, publicada en 1952, de técnica panorámica como La Colmena, es, quizá, más caótica (a pesar de tener solamente treinta y seis personajes) y menos satisfactoria. Ello se debe, en parte, a que el problema del enlace entre los personajes está resuelto en forma superficial: pasamos de un personaje a otro por simple asociación fugaz (visión, contacto, recuerdo).

 

63

Rafael Sánchez Perlosio, El Jarama, Barcelona, 1956.

 

64

Quizá la típica novela unanimista de Romains sea Mort de Quelqu'un. Para el movimiento unanimista, véase Marie-Louise Bidal, Les Écrivains de l'Abbaye, París, 1949. El unanimismo francés es un movimiento muy complejo, influido por el simbolismo y por el naturalismo, por Tolstoy y por Whitman, por Nietzsche y por Bergson. Dos Passos, que estudió algún tiempo en España, tenía también presente, en algún momento de su carrera literaria, la forma de la novela picaresca (véase, por ejemplo, su Adventures of a Young Mart.) Es difícil precisar hasta qué punto el experimentalismo de Dos Passos parte del unanimismo según la fórmula de Jules Romains (Barbusse y Romain Rolland, escritores «de izquierdas,» muy conscientes de lo colectivo, y ambos herederos en parte de Zola, interesaban también a Dos Passos) y hasta qué punto se inspira en la técnica cinematográfica de noticieros y fotomontajes.

 

65

Véase la introducción de Barca a la traducción al inglés, The Hive (Farrar, Straus and Young, Nueva York, 1953), XV.

 

66

Jerónimo Mallo, «La novela española contemporánea,» Hispania, XXXIX, (marzo de 1956), pág. 52.

 

67

Citado por Arthur Mizener en su introducción a District of Columbia. Houghton Mifflin, Boston, 1952, VII.

 

68

Sobre la generación del '36, véase el interesante número de Ínsula, de julio-agosto de 1965, con artículos de Ricardo Gullón, Guillermo de Torre, y otros. Desde el punto de vista de una estricta ordenación biológico-cronológica la generación del '36 no tiene, en realidad, derecho a la existencia: sí partimos de 1898, habría que contar otra generación treinta años más tarde, en 1928, y la siguiente en 1958. Guillermo de Torre comenta en su ensayo de Ínsula: «¿Por qué tanto empeño en agrupar a los escritores del presente en generaciones?... Este método que Ortega, con proyección de radio superior al puramente literario, definió como «el concepto más importante de la Historia, y, por decirlo así, el gozne sobre el que ésta ejecuta sus movimientos», parece llegar ahora a ciertos confines abusivos... Si antes, al menos, teníase en cuenta los naturales lapsos de espaciamiento -quince, treinta y cuarenta y cinco años como respectivos períodos de la vigencia, duración y relevo- de las generaciones... ahora se inventan en cuanto el humor de cualquier grupo -especialmente de poetas-, tanto en España como en América, experimenta tal ocurrencia... Advertiré en seguida que la anterior reserva en nada disminuye la legitimidad del concepto y el método de las generaciones». Sobre tan delicado tema véase el excelente libro de Henri Peyre, Les générations litéraires (París, 1948). Una aplicación rigurosa del método generacional a las letras hispanoamericanas la encontramos en el estudio de J. J. Arrom, Esquema generacional de las letras hispanoamericanas (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1963). Homero Serís, en un ensayo publicado en Books Abroad en el otoño de 1945, fue el primero en agrupar, en forma no siempre exenta de arbitrariedad, a un grupo de escritores españoles bajo el marbete de «The Spanish Generation of 1936».

 

69

Literatura española contemporánea, antología compilada y anotada por Ricardo Gullón y George D. Schade, Nueva York, C. Scribner's Sons, 1965, p. 584.

 

70

J. Cano Ballesta, tít. cit., Madrid, Gredos, 1962, p. 45.