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ArribaAbajoDescripción geográfica e histórica de la Montaña Real del Perú; noticia de los trajes, supersticiones y ejercicio de los indios que la habitan, y estado de sus conversiones

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Confinando la Intendencia de Tarma por el E con las montañas de indios infieles, en cuya conversión se ocupan los misioneros del colegio de Ocopa, en Jauja, parece oportuno insertar en este lugar las noticias que se han adquirido hasta ahora de aquellos inmensos países.

Aunque desde el año de 1533 se sujetó el imperio del Perú a la dominación española, solo teníamos una noticia muy general y confusa de aquella América Meridional conocida con el nombre de Montaña; y aun, en los tiempos posteriores a la conquista, nos ha faltado mucho que conocer para llegar a poseer las maravillosas producciones de aquel fértil pueblo, y que disfrutasen los consuelos de la conversión los bárbaros que lo habitan, sin que el especial privilegio de haber reunido la Sabiduría Eterna, en aquellos ignotos países, casi todas las riquezas del Orbe, haya podido despertar el profundo letargo de nuestros antepasados.

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Ya dimos, en otro capítulo de esta obra, una breve pero exacta idea de la forma en que se distingue la Montaña Real de la otra Sierra y de los valles del Perú, siendo su linea divisoria una cadena de elevados cerros, desde cuya eminencia parece tan llana la tierra que imita en su superficie al dilatado Océano.

El perpetuo verdor de sus campos alegra el ojo más dormido, y en algunas horas del día es tan grande la niebla que aparece sobre sus altas arboledas que se equivoca el cielo con la tierra, y siendo el país donde más llueve, es también donde los truenos y rayos son más frecuentes, uniendo el estrépito y espanto que es consiguiente a los devastadores efectos que producen.

Lo áspero de la selva impide que el sol caliente el suelo con sus rayos, y sobre ser oscuro por lo común, por la suma frondosidad de los árboles, en todo el espacio que comprenden sus montañas y bosques, la tierra que se mantiene húmeda es causa de innumerables insectos y reptiles, algunos de tan extraordinario tamaño que se han encontrado culebras de cuarenta varas de largo y cuatro de grueso, excediendo a las que se crían en la India Oriental.

En el reino vegetal de esta montaña se contienen muchas rarezas que el carácter de esta obra no nos permite detallar. Por ahora, baste decir que las maderas olorosas sólidas, y de colores variados, enteros y mixtos, alegran la vista y convidan a su posesión, viendo que sus árboles y arbustos, después de rendir diferentes frutos sin cultivo ni beneficio, destilan bálsamos, aceites aromáticos, gomas, resinas e inciensos admirables, siéndonos ingrata o poca provechosa su fertilidad.

La canela, aunque no parece tan fina como la de Ceylán, es superior a la bastarda de Java, y acaso igualaría a la primera si la industria beneficiase las óptimas producciones de la naturaleza. El cacao, la cascarilla, el pucherí, que es una pepita equivalente a las varias especies del clavo y la pimienta son tan abundantes como la cera y otros productos de que haremos mención más adelante.

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En medio de estas maravillas, es este país (en algunas partes poco sano, por lo húmedo y cálido de su terreno) propenso, como todos los de su clase, a epidemias, que disminuyen la salud y acortan la vida de sus moradores, siendo ésta la principal causa de hallarse despoblado tan inmenso territorio, porque fijando los indios sus hogares a las orillas de los ríos, viven sujetos a sus influjos, siendo por esto muy raro el que pasa de cincuenta años.

Todas las vertientes que, descendiendo de las montañas peruanas, contribuyen luego a formar el asombroso río de las Amazonas, llegan, después de multitud de confluencias, a reducirse a cinco ríos principales que son: el de la Madera, el Yavari, el Ucayali, el Huallaga, y el Marañón. El río de la Madera, y casi todos los que lo forman, con sus naciones, minerales y pueblos pertenecen a la corona del Portugal. Debe su origen a varios ríos caudalosos, como son: el Huapore que se le une cerca de 6 1/2º de latitud S; el Iraibi, del cual están posesionados los españoles con todos sus pueblos, mucho antes que los portugueses; el río Ubai, Aperé o de San Miguel; el Baures, en cuya confluencia tenían los españoles el pueblo más oriental de lo Moxos llamado Santa Rosa, que les usurparon los portugueses, formando en él después una estacada; el río Serere y el río Verde. También se nombran los vecindarios de Moxos y el río Itines que desagua en el de la Madera, y se une con el Marañón o de las Amazonas cerca de 19º de longitud oriental de Lima. Es navegable mucha parte de él con medianas embarcaciones, y casi todo con canoas y balsas. Sus últimas cabeceras distan muy poco de la provincia de Chiquitos, perteneciente a España, y situada al oriente de Santa Cruz de la Sierra, la cual contiene, en 9 pueblos, 1.854 almas. Tienen los portugueses en este río minerales de oro, el asiento de minas llamado Cayaba, y el pueblo de Matagroso; y siguiendo aguas arriba, por el río Marañón, continúan sus poblaciones bien provistas hasta la fortaleza de Sabatinga, que es la más inmediata a la de España, con su competente artillería, situada a cinco leguas sobre la boca del río Yavarí.

La confluencia del Yavarí con el Marañón se halla cerca de los 10 1/2º de latitud austral. Es navegable con canoas   —211→   hacia sus cabeceras, hasta quedar a distancia de dos jornadas por tierra del paraje en que también empieza a ser navegable con canoas y balsas el río Pilcomayo, que está a la parte del S de la provincia de Tarma, el cual se dirige por los 14º de longitud, y por países de los indios cristianos, al Paraguay y Buenos Aires.

Contiene este gran río 20.758 almas, en los 13 pueblos de Moxos; y 4.710 en el río Piray, al N de Santa Cruz de la Sierra, según el padrón formado en la visita que verificó el Ilmo. señor don Juan Domingo de la Reguera, siendo Obispo de Misque; y en distintos parajes, por donde corre el Yavarí, lo nombran los naturales de Moxos río de Mamoré, Huapi y río Grande.

El río Ucayali es el mayor y más recomendable de cuantos descienden de las montañas peruanas. De su reconocimiento, verificado por orden del señor Virrey de Lima el año de 1794, por el reverendo padre Francisco Girbal, que lo navegó desde su desembocadura en el Marañón hasta la confluencia del río Pachitea, habiendo subido por éste unas cincuenta leguas, resulta ser todo de una corriente serena muy provisto de caza y pesca, y está rodeado de lo más precioso que producen las montañas; pueblan sus orillas muchas naciones gentiles y pacíficas que poseen todas casi el mismo idioma. En el brazo mayor de su confluencia con el Marañón tiene cien varas de profundidad y de diez a doce cuadras de ancho, por lo común. En el rigor del verano baja desde lo interior del río Beni, navegable con medianas embarcaciones más de cuatrocientas leguas, por medio del dilatadísimo valle o pampa montuosa del Sacramento hasta desaguar en el río Marañón.

Se forma de ocho ríos navegables de mucha consideración, que descienden de sus correspondientes cordilleras nevadas, que son: el río Beni, que baja de La Paz; el Quillabamba o Paucartamil; el Apurimac; el Abancay o Andahuaylas; el de Pampas o Cocharcas; el de Jauja o Mantaro; el de Tarma o del Cerro de la Sal; y el delicioso Pachitea,   —212→   que igualmente se forma de otros muchos ríos que son inferiores a éstos, aunque navegables casi hasta sus cabeceras, y de otros infinitos que apenas son vadeables.

Desde el Pachitea hasta desembocar en el Marañón, comprende el río Ucayali noventa y cinco caracoleos o vueltas extrañas dirigidas a todos rumbos, por cuyo motivo comprende en esta distancia trescientas leguas de giro calculadas por la práctica que los misioneros tienen en la navegación de los ríos; y desde el Pachitea al Beni apenas hay cien leguas.

Asimismo contienen en el curso de estas trescientas leguas, ciento treinta y dos islas. Desaguan en él dieciséis ríos conocidos de consideración; tiene por el E 68 caños o ensenadas y 88 por el O y subiendo del Marañón al Pachitea se gastan unos treinta días, y diez de bajada.

El río Huallaga, caudaloso y navegable, tiene muchos pasos peligrosos. Baja desde las cercanías de Pasco y se une con el Marañón unas veinte leguas más abajo de la laguna de la Gran Cocania. Entre los varios ríos que lo forman hay trece copiosos, y son: el de Huánuco: el Monzón; el Tucumayo, que tiene salinas y muestras de oro; el Tocachi con oro y piedrecitas de cristal finas y, muy duras, y asimismo el camino real del Inca; el Misello, con mucho oro en sus cabeceras; el Huancabamba, con abundancia de oro; el Moyobamba; el Luna; el Chipurana; el Caymarach; el Sanusi; el Paronapuras y el Aypena; en éste tiene sus principales conversiones el colegio de misioneros de Ocopa.

El río Marañón nace en la laguna Lauricocha, como unas ocho leguas al NO de Pasco, y atravesando con rapidez por el occidente de las provincias de Pataz, Cajamarquilla y Chachapoyas, va circulando hasta unas diez leguas al O del meridiano de Lima, y luego entra del O al E en la montaña cerca de los 4 1/2º de latitud, en donde se halla el pongo en que acaba la última serranía, y por consiguiente termina la violencia de su giro, desde cuyo paraje ya es navegable hasta el mar del N con el nombre de río Marañón   —213→   o de las Amazonas. Su ancho se aumenta por instantes, recibiendo por el S al río Huallaga, uniéndose después con el Ucayali, e incorporándose los demás ríos abundantes que descienden de todas las montañas peruanas; y por el N recoge los caudalosísimos ríos que bajan de la parte de Quito.

Acompañan las solitarias riveras del Marañón 10 pueblos, cuyos nombres y distancia a la fortaleza de Sabatinga son como sigue: Loreto o la fortaleza española, dista de Sabatinga doce leguas; el pueblo de Tebas, setenta y cuatro; el de Napo, diez; el de Iquitos, ciento treinta y dos; el de Omaguas, ciento cincuenta y cuatro; la boca del Ucayali, ciento setenta y cinco; el pueblo de San Regis, ciento ochenta y tres; el de Unarinas, doscientas veinticuatro; la boca del Huallaga, doscientas treinta y cuatro.

Además de la cordillera Real de los Andes (que está entre la montaña y la sierra que sigue desde Potosí hasta el Marañón) al N de Chachapoyas, y asimismo la que corre toda nevada entre la costa y la sierra desde el Collao sobre el Cuzco hasta el cerro de Huaylas, hay en Huamachuco otras cordilleras particulares que, descendiendo de la principal de los Andes, se internan y atraviesan lo más recóndito de las montañas algo frías, aunque no están cubiertas de nieve, y las principales son las siguientes:

Primera: la cordillera que se halla al E del Ucayali, que sin embargo de lo que dista de la principal aún es bastante montuosa, desciende de los altos orientales de la provincia de Sicasica por entre el Yaravi y el Ucayali o entre el Beni y los Moxos.

Segunda: otra que corre como unas cien leguas del O al E entre las cabeceras de Pachitea y el río de Tarma, desde los altos de Reyes hasta cerca de la unión del Beni con el Apurimac, de donde varía su dirección hacia el N como unas sesenta leguas hasta los cerros de San Carlos. En esta dirección última acompaña de cerca al Ucayali,   —214→   que corre por la parte del E y sigue esta cordillera hasta cerca de la boca del Pachitea, en cuyo río termina el gran Pajonal.

Tercera: otra que desciende de S a N de entre el Collao y Carabaya, dividiendo el Beni del Quillabamba hasta el desagüe del río Tarma hacia el E.

Cuarta: otra que corre entre el río Huallaga, el Pachitea y el Ucayali, de la cual descienden a este último todos los ríos occidentales de Manoa; y otra de infinitas ramas de cordilleras menores van descendiendo casi por todas partes, más o menos dilatadas, de las cuales se forman los ríos particulares.

Por todo el río Apurimac y Quillabamba, hasta los 13º de latitud, y en el río Mantaro está dispersa, y sin mayor unión entre sí, la nación de los Antis. Los antis que eran partidarios del rebelde Atahualpa son muy desunidos. En las riberas del Ucayali, entre el Pachitea y el Beni, están los Conivos, señores del Ucayali, muy unidos, y a quienes respetan en esa montaña los indios de las otras nacioncillas. Desde el río llamado Manoa hasta el Pachitea en las riberas y tierras adentro por el O están los Chipeos, que son nación numerosa. En el Pachitea y en lo interior del río Aguaitia se hallan los falsos Casivos y los Carapachos. En su respectivo país están los Manoas o Panos, y por el E de todo el río Ucayali, tierra adentro hasta el país incógnito, se hallan los Mayorunas, Capanachuas, Rentus, Vinasis, Sentis, Sinabis, Chuntis, Hormigas &.

Bosquejados ya los vastísimos países que siguen al oriente de la parte habitada del Perú, según lo han permitido las escasas noticias adquiridas hasta el día, resta solo que digamos algo de la famosa Pampa del Sacramento, comprendida entre el Huallaga y el Ucayali, en donde tiene sus principales misiones el colegio de misioneros de Ocopa.

Descubriose este gran llano el 21 de junio de 1726 por los neófitos del Pozuzo y por las misiones de Panataguas, pertenecientes a la provincia de los Doce Apóstoles, y se   —215→   tituló del Sacramento por haber caído la fiesta de Corpus el día de su descubrimiento. En cuanto a sus límites no están conformes todos los autores, queriendo también algunos que se entienda por Pampa del Sacramento la inmensa llanura que sigue por el oriente, entre la Cordillera del Brasil y los Andes; en cuyo caso tendría por la parte que menos seiscientas leguas de N a S y trescientas de E a O que son ciento ochenta leguas cuadradas de una superficie plana y feroz, y atravesada de ríos, en la que podrían habitar la mitad de los moradores de la Europa, quedando suficiente terreno para bosques y pastos. Pero lo cierto es que los más de los misioneros antiguos solo reconocen por Pampa del Sacramento la parte que confina por el S con los ríos Pozuzu y Mairo, por el O con el Huallaga, por el N con el Marañón y por el E con el Ucayali.

Acaso no hay en las dos Américas un país más ventajosamente situado ni que goce de igual fecundidad. Rodeado por los ríos más opulentos del orbe, que se comunican con el mar y con las principales provincias de los tres virreinatos de la América Meridional, atravesada de otros muchos caudalosos que desaguan en los primeros, figura una península desde cuyo centro podía hacerse un comercio náutico con casi todos los puntos del globo. Su mayor extensión corre NS entre los 4 y 9'57 desde la confluencia del Ucayali con el Marañón hasta el embocadero del Mayro. Su ancho es vario por las grandes vueltas del Ucayalí; pero computando por mayor estas varias dimensiones resulta una superficie de cerca de ocho leguas cuadradas, en las que podrían habitar con descanso cinco millones de almas que mantuviesen con vigor el contrato y giro comercial.

Su fecundidad equilibra las prerrogativas de su ventajosa situación. La rama oriental de la cordillera de los Andes que, mediando entrar el Huallaga y el Mairo, la unen con el Perú, y los varios cerros que, originados de aquél, descienden por algunos estrechos a su llanura, están coronados de ricas minas de oro que, precipitado por las lluvias, se halla entre las arenas de los ríos, mezclado con guijarros y conchas de perlas, las cuales se pescan también cerca de la confluencia del río Moyobamba.   —216→  

No es menor la multitud y variedad de peces que surcan sus aguas. Entre ellos sobresale la vaca-marina, que también nombran el manati o pepe buey, que pesa por lo regular de cuatro a cinco quintales, y las tortugas de tres a cuatro arrobas. Éstas o las chaparras son notables en la clase de anfibios que se encuentran de cerca de dos varas de largo y una de ancho, en especial en las playas del Ucayali, en cuyas arenas anidan y ponen al pie de doscientos huevos. Habitan también en estas playas el caimán y el tigre, siendo éste el único animal que osa acometer a aquel feroz anfibio.24 Las infinitas y vistosas aves que pueblan el aire, sorprenden y admiran al pasajero, y es indecible la cantidad de cuadrúpedos que pacen por sus campiñas. Ojalá no abundasen tanto los insectos y sabandijas. De éstos son espantosos la culebra yacumana y otras análogas, llamadas cazadoras, porque se sirven de varios artificios para asaltar al hombre y a los animales.

El reino vegetal, en competencia con los otros, explaya también su fertilidad formando bosques dilatados de soberbios y frondosos árboles, de flores olorosas, de bálsamos y gomas salutíferas que, derretidas con el continuo calor del clima ardiente, llenan la atmósfera de fragancia suavísimos olores.

Con el descubrimiento y conquista de la América se levantó tal enjambre de aventureros en aquel continente, que si fueran reales cuantos Imperios y ciudades opulentas soñaron, sería necesario colocar parte de ellos en la Luna, por no caber en el globo terrestre.

Suficiente prueba nos da de esta verdad el imaginario imperio del Dorado y ciudad de Manoa, llegando a tanto la credulidad sobre su existencia que se destinaron armadas en Europa y tropas de aquellas Américas en su busca, siendo las primeras víctimas del naufragio, y las segundas de los climas, con otras desgracias más dignas de lamento.

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El opulento Enim, que figuró con arte Francisco de Bohórquez por el año de 1635, fue otro móvil de la ambición humana, dando origen a grandes y varias providencias, aunque no tardó mucho en recibir este impostor el premio debido por sus ficciones.25 Fingió su historia asegurando que al transitar por aquellas incógnitas regiones tuvo noticias del soberano que las mandaba, y que habiéndole despachado embajada a su corte se le hizo conducir a ella con la mayor ostentación; y llegando a describir su grandeza, refiere los soberbios edificios y lo numeroso de sus habitantes, asegurando que conducido al alcázar imperial reconoció ser de ébano, cedro, pórfido y alabastro, en donde, recostado el monarca en un trono de marfil, era acompañado de los grandes de su nación.

No nos detendremos en referir lo relativo al gran Paytiti y otros soñados imperios que hormiguean en nuestras antiguas historias, con que engañada la credulidad pública se dejó arrastrar de la pasión, granjeándose algunos el justo premio de su desmedida ambición.26 Los políticos juzgan que la noticia que dieron los indios del Paytiti fue equivocada, pero nacida del antecedente de haber entrado fugitivo en el tiempo de la conquista Manco Inca, hermano del tirano emperador Atahualpa, con el número de más de 40 hombres en la montaña, a donde fabricó una hermosa población; y aún no falta quien asegure que las tribus de las riveras de las riveras del río Ucayali, a quien llaman también el Apurimac o río del Cuzco, son de los mismos indios que llevó este príncipe. Como quiera, lo cierto es que el imperio del Dorado, cuya situación se fingía en las provincias de los Omaguas, y la decantada Manoa, no son otra cosa que una pequeña población de   —218→   chozas a las orillas del río de su nombre, donde los misioneros de la religión seráfica predican con fruto el santo Evangelio.

El tiempo y la experiencia, que descubren los errores y las quimeras, han hecho fijar en esta última clase aquellos imperios y ciudades en donde brillaba el oro colocado en sus torres y chapiteles, componiéndose de este metal precioso el fondo de los ríos.

Entre los muchos obreros del Evangelio que se han internado en aquellas regiones, es el reverendo padre Narciso Girbal de Barceló, quien más los ha transitado navegando cuatrocientas leguas de N a S y setenta de E a O por el citado río Ucayali, fuera de más de setecientas en círculo, a donde nadie ha llegado. Este virtuoso misionero, no contento con examinar aquellos países, se decidió a su descripción, con el laudable objeto de facilitar por aquel medio el designio de nuestro augusto soberano en la conversión de las muchas naciones bárbaras que la habitan.

Entre otros muchos descubrimientos se han reconocido por aquel medio veinticinco naciones, nombradas Paños, Canibos, Chipeos y Pirus que, reducidos ya por el mismo religioso, habitan las riberas del Ucayali, así como las restantes de los Amachuacas, Omaguas, Sentis, Sinabus, Moyorunas o barbudos, Umobas, Casibos, Carapachis, Anteingas, Chuntaquiros, Sunisinches, y otras que eran conocidas y siguen en sus errores y vida inculta.

Viven éstos esparcidos por los bosques y florestas, congregados en pequeñas tribus, bajo la dirección de uno o dos caciques, de las cuales cada una se reputa nación distinta y aún enemiga de la otra. Son por lo común altos, robustos, y de buen parecer, poniendo todo su cuidado en tener el cuerpo tieso y la frente y colodrillo chatos, por asemejarse, según dicen, a la luna llena. Para conseguir lo primero ciñen a los niños desde su tierna edad la cintura y todas las coyunturas con fajas de cáñamo, y para lo segundo les ponen una tablita   —219→   cuadrada sobre la frente, envuelta en algodón, y otra sobre el colodrillo, y con cordones las van ajustando hasta conseguir su intento.

Muchas naciones de la Pampa del Sacramento creen en un solo Dios, a quien dan figura humana, y hacen autor de la tierra y el cielo, a donde dicen se retiró después de concluida la creación de aquélla; pero sólo creen en él cuando tiembla la tierra, opinando que esto proviene de levantarse del cielo a revistar a los hombres vivos e inferir por el ruido el número de los que existen, y que cada paso suyo estremece el orbe. Imbuidos en la referida creencia, apenas sienten el menor movimiento cuando todos salen de sus chozas, corren, brincan y patean la tierra, gritando: -aquí estamos.

Observan vida común en muchas cosas, y principalmente en sus comidas; pues cuando recogen lo que les proporciona su industria y diligencia en cantidad excedente a la que necesitan sus familias, salen con sus manjares guisados convidando a voces a todo el pueblo, para que concurran a alimentarse, y llevando cada uno lo que ha condimentado resulta siempre abundante provisión de los guisados, aunque sea excesivo el número de los que asisten al general convite.

Puestas en el suelo sus vajillas, que fabrican de barro con colores armoniosos y figuras extrañas, se sientan los hombres separados de las mujeres. Usan la carne a medio cocer, y ésta es por lo general de cuadrúpedos conocidos por el jabalí o safino, la gran bestia, monos, venados, ronsocos y otros diferentes; son desconocidos la vaca, el carnero y el caballo. Aliméntanse también de la prodigiosa abundancia de aves que pueblan aquellos dilatados bosques, pero las comen sin desplumarlas prolijamente, ni quitarles los intestinos, picos y pies.

Siendo tan exquisitos y varios los muchos peces que habitan en sus ríos, los pescan sirviéndose del arpón y la flecha. Entre aquéllos el puaviche o guama, pez mayor que el tiburón, es de un gusto excelente, y tiene de particular que por lo sólido de su lengua les sirve ésta de lima, superando en sus funciones al acero. El arpón y la flecha que, como hemos   —220→   dicho, sirve a aquellos indios para sus pescas, la fabrican de las duras maderas que producen las montañas, supliendo la falta de hierro con el caracol, el cual lo acomodan en la punta de dichos instrumentos, usando también un anzuelo que forman de espinas, dándoles la figura de una saeta. Son sumamente diestros en la pesca, hiriendo con tino las cabezas de los peces grandes desde luego que los descubren.

Sus canoas, que son todas de una pieza, suelen tener de dieciséis a veinte varas de largo y de cinco a siete cuartas de ancho. Para fabricarlas comienzan derribando con las hachas un gran árbol; con éstas y el fuego le quitan todas las ramas, dejándolo en el tamaño que quieran. Luego van con fuego manso abriendo el boquete y raspando con callos de pedernal el carbón; cuando por el plano y costado solo quedan de tres a cuatro dedos de grueso, llenan de agua el tronco cóncavo, y por afuera aplican hojas de palma secas, y sostienen un fuego lento. Con esta operación se va dilatando la anchura del boquete, y ellos van colocando de trecho en trecho atravesaños de madera firme que impida la reunión. La popa la hacen cuadrada, y la proa representa una punta piramidal. Bogan en estas canoas parados, colocándose uno en la popa con un remo para hacer oficio de timonel, y otro en la proa para ir descubriendo los escollos que suelen formar los árboles corpulentos que arrastran los ríos. Desde la edad de cinco años se acostumbran a gobernar la canoa los hombres y mujeres; y así son fortísimos y hábiles en sus maniobras.

Aunque por la falta de herramientas se ocupan poco en la labranza; hay algunas naciones que no pueden pasar sin ciertas raíces que requieren cultivo. La principal es la yuca, de que hacen una bebida que llaman masato. Para cultivarla rozan un pedazo de bosque con hachas de piedra, semejantes a las nuestras, solo que tiene dos orejas con un canal para asegurar el cabo con cordeles; y con una especie de espadas de palo remueven la tierra, para que se seque y afloje, entierran la yuca y queda concluido el laboreo. También cuidan del algodón, cuyos capullos les ministran la mayor parte del material para sus vestidos.

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Éstos son varios, pues en una tribu la cusmahóhusti, que forma una especie de túnica hasta la rodilla, fabricada groseramente del algodón, es el traje de los hombres, no usando las mujeres más que una pampanilla que llaman chitumbi, con la que cubren por delante las partes vergonzosas. En otras tribus, aunque enteramente desnudos ambos sexos, llevan todos adornada la cabeza de vistosos plumajes, teñidos los dientes y los labios de negro, y el cuerpo y rostro con pinturas varias, usando de ellas y de algunas conchas o metales que cuelgan en el labio inferior o ternilla que horadan con este intento, para que, distinguiéndose en las guerras unas tribus de otras, sirva esta diferencia cuando se logra el recobro de los prisioneros, entre cuya clase sólo deben contarse los niños y mujeres, porque los hombres son víctimas del vencedor irremisiblemente.

Hay algunas algo cultas, y por consiguiente poseídas de humanidad y atención; pero también hay otras, como los Casibus y Carapachos, que renovando la memoria de los antiguos antropófagos desconocen la humanidad y se fatigan por su exterminio.

Su gobierno se reduce a no reconocer jefe, a excepción de los casos de guerra, en que es muy amplia su potestad. Es elegido, entre los de cada tribu de las congregadas, el que tiene más crédito de valor y astucia, probando lo primero por el medio con que lo practicaban los belicosos araucanos del reino de Chile; usan de crueles experiencias, siendo una de ellas la del azote, para dar la preferencia en el mando al que, tolerándolo por dilatado tiempo, no llega a proferir la menor queja.

Sus astucias en la guerra consisten en tener sembrado el centro de sus pueblos de agujeros profundos o de púas de palo y piedras durísimas, cubiertas de tierra y hojas de palma, que atravesando de una parte a otra los pies de los incautos los imposibilitan avanzar con celeridad. Tienen también a cierta distancia, sostenidos en los árboles, algunos tambores hechos de troncos huecos, que afianzados levemente   —222→   en el suelo, al pasar el enemigo hacen saltar la cuerda, se precipitan, causan estrépito y avisan del peligro; pero como por ambas partes se usan semejantes estratagemas, las entienden y burlan unos y otros.

Cuando triunfan en los lances de la guerra, adelantan un mensajero que avisa a la nación de sus victorias, y al punto que éstas se anuncian se congregan todos los que habían quedado, en especial las mujeres, y salen al encuentro dándoles mil parabienes y elogios, según el número de cabezas enemigas que cada uno trae consigo, reprendiendo y mofando al que viene sin ellas, lo que enardece tanto el corazón de aquellos bárbaros que morirían antes de entrar en sus casas sin la cabeza de un enemigo, u otra insignia señal de sus esfuerzos. Acostumbran los Itucalis, a proporción que van descabezando enemigos, ir dividiéndose el pellejo que cubre el filo de la nariz y forman unos verrugones, como hoyuelitos de palma, que introducen en la división de modo que, creciendo el número, se les forma un caballete desde el entrecejo hasta la punta de la nariz, que los desfigura en extremo. Lo primero que ejecutan con las cabezas que han conducido es coserlas y sacarlas el pellejo entero, el cual lo rellenan de paja y lo secan al humo formando una mascarilla; los dientes los extraen para sus collares, y las calaveras las cuelgan en los techos en señal de trofeo.

Los cautivos que conducen son tratados con suma humanidad como si fueran sus hermanos, cualidad que observan entre sí mismos, pidiéndose perdón cuando se han ofendido, igualmente con todos sus huéspedes a quienes saludan besándose la punta de los dedos, pasándolos de allí a la barba, y extendiendo luego la mano a semejanza nuestra.

Del conocimiento que tienen estos indios de un ser maligno, autor de todas sus desgracias, han tomado motivo los más advertidos para hacerse respetar, suponiéndose sus delegados bajo el nombre de mohames o agoreros. A éstos consultan hasta en los asuntos más pequeños; ellos rigen las intrigas del amor, la salud de los hombres y el éxito de las campañas, la que, siendo muchas veces desgraciada, recae   —223→   sobre el agorero que suele pagar muy caro sus engaños; pero la principal potestad, la suerte y la desgracia de los mohames, está en la curación de los enfermos. Todo mal lo atribuyen a sus encantos, y al instante se procura averiguar cual ha sido el maleficio. Para ello toma el pariente más cercano una cantidad de zumo de floripondio (datura arborea) y cae al instante embriagado por la violencia de la planta; y volviendo en sí al cabo de tres días, aquel hechicero que en sus sueños se le presentó más al vivo debe hacer la cura, o si ha muerto el enfermo suelen ejecutar con él lo mismo. Cuando no ocurre al pariente hechicero alguno, topan con el primero que tuvo la desgracia de parecerse a su imagen.

No puede negarse que los mohames han adquirido, con la práctica y tradición, gran conocimiento de muchas hierbas y venenos, con que hacen daños y curaciones pasmosas; pero la manía de atribuirlo todo a virtud sobrenatural les hace mezclar mil ensalmos y supersticiones.

Sobre el destino del alma tienen varias opiniones: creen unos que va al otro mundo a vivir como en éste, aunque con más descanso; otros viven persuadidos de la transmigración, no sólo a los cuerpos humanos, sino también al de los brutos, y aún algunos juzgan que algunas ánimas voltejean por el aire, y aun en la otra vida, por ciertos delitos, hasta que encuentran cuerpo en quien acomodarse; pero, generalmente, para ellos no hay pecados ni infierno. A un jesuita que reprendía a un viejo sobre los pecados y persuadía sobre la existencia del infierno, le respondió éste en tono muy serio: -mientes, no hay nada de eso; mis pecados son muy buenos, yo me hallo con ellos, y no iré ni quiero ir a quemarme.

Desde que en el pobre enfermo asoman indicios de que va a expirar, carga sobre él una multitud de mujeres, una de las cuales le cierra la boca y los ojos; otras lo envuelven y echan sobre él cuanto encuentran, haciéndole expirar antes de tiempo; otras finalmente corren a apagar el fuego y disipar el humo, para que libre de todo obstáculo ejecute el   —224→   alma su salida con ligereza y no vuelva más a aquella choza. Con este intento rodean todas sus entradas con inmundicias, a fin de que su hedor la destierre.

Luego que el moribundo es sofocado, se llega el indio o india de mas circunspección y lo levanta entre los brazos, envuelto en sus mantas, dando al mismo tiempo un grito, al que sigue llanto descompasado de los parientes inmediatos y de las viejas congregadas para el caso. Estos primeros gemidos terminan con buenas jarras de masato y haciendo grande destrozo en los ajuares del difunto; unos quiebran las ollas, otros los cántaros, otros queman las cusmas, para que se vaya olvidando su memoria. Cuando el difunto es un cacique o un fuerte guerrero dura esto muchos días, llorando a coro el pueblo por un buen rato al alba, al mediodía, al anochecer y a medianoche.

En estas ocasiones entonan sus hazañas, y cada uno responde desde su casa imitando al graznido o bramido de algunos animales y bebiendo masato, siendo el incendio del rancho del difunto lo que concluye todas las ceremonias. Entre algunos indios, los parientes inmediatos suelen cortarse el cabello en señal de sentimiento.

En el propio día del fallecimiento meten el cadáver con sus insignias en una tinaja u olla pintada, enterrada en uno de los ángulos del cuarto, lo cubren con una tapadera de barro y echan tierra hasta el nivel del pavimento, y terminadas las exequias no se vuelven a acordar ni de su nombre. Los boamaynas los exhuman cuando consideran que se habrán consumido las carnes, limpian los huesos, forman un esqueleto, y lo colocan en un ataúd de barro adornado con varios retratos de la muerte, y los conducen consigo para recordar su memoria al cabo de cierto tiempo, que parece ser de un año; entonces lo soterran otra vez y lo olvidan para siempre.

Los cauaypaguas, que viven entre los límites de los ríos Magué e Incógnito, tienen la extraordinaria costumbre de asar y comer a sus difuntos, convidando a toda la parentela   —225→   y reservando la cabeza para mayor banquete en días posteriores; creen aquéllos que con esto les hacen a sus difuntos un gran sufragio y beneficio.

Los que habitan el caudaloso río Yapura, después de sepultar a sus difuntos, los exhuman en determinado tiempo, para que convertidos los restos de sus cuerpos en ceniza a impulsos del continuado fuego, sirvan éstas de condimento a sus manjares; y regalando en las prisiones a los que tienen asegurados como cautivos en la guerra, los sacrifican después a su gula, pasando entre ellos el manjar de carne humana como el plato más regalado.

El Brigadier don Francisco Requena, destinado gobernador de los Maynas y comisionado a la línea divisoria entre las cortes de España y Portugal, es uno de los testigos de la inhumana costumbre de estos antropófagos, añadiendo la extraordinaria ocurrencia de que, habiendo podido rescatar dos de estos prisioneros destinados a ser víctimas de la barbarie, el uno de ellos, aprovechándose de la fuga, volvió a entregarse a las manos tiranas de que había sido generosamente libertado, teniendo en más la corta vida regalada que la muerte cierta, persuadido quizás que éste era un medio para disfrutar otras superiores ventajas, trasmigrando su alma, opinión conforme a la superstición de su carácter.

En todas estas naciones del Ucayali y sus colaterales se acostumbra romper con un caracol, de filo tan sutil como el de una navaja, las barreras de la virginidad, acercándose así a los ritos de la circuncisión observada con los varones entre los israelitas. Casan las mujeres a la corta edad de siete a nueve años, imitando en parte a las tribus de la Arabia, aunque en éstas suple la estatura a la falta de tiempo, cuando en aquéllas es obra de la lascivia.

Usan de la poligamia, originándose por esta causa continuas discordias en las familias. El repudio entre ellos es frecuente de parte de los hombres, y cuando repudian a alguna de sus mujeres es libre para casarse con otro; no tienen   —226→   embarazo de contraer matrimonio con dos hermanos, y últimamente es el antojo la única ley de estos contratos nupciales.

Para encender el amor se sirven del peripiri, nombre genérico de varias suertes de composiciones deducidas del reino vegetal; una de ellas, tragada, creen que disminuye el volumen de ciertas partes del sexo femenino y mejora su conformación. La planta guayanchi, traída por el hombre en el husti, y por las mujeres en la pampanilla, o untada en las piernas o brazos, enlaza los corazones y proporciona buen éxito en cuanto se emprende. Hay también otra especie de peripiri que mascan y arrojan al aire, acompañado de ciertos recitados y conjuros para dañar a unos, beneficiar a otros, excitar la lluvia, y por el contrario para causar la serenidad y logro de los frutos.

La fecundidad se mira sin aprecio en aquellos países, sucediendo por eso que procurando muchas el aborto después que han parido dos, tres o más hijos, toman el agua cocida con cierto bejuco tan eficaz y activo que, contribuyendo al fin que se proponen, las esteriliza. Pero si por alguna casualidad se elude el designio y llegan a parir contra su voluntad, arrojan a los ríos la criatura, la cual perece si alguna otra estéril, apeteciendo tener familia, no la saca para adoptarla como propia.

Estas tribus, y las que habitan la Pampa del Sacramento, carecen de poblaciones semejantes a las nuestras; pero fabrican casas tan grandes que, divididas regularmente en tres naves con sus ventanas en los tejados, tienen de largo una o dos cuadras de América, habitando, con separación, en ella las familias que equivalen a un pueblo. Se establecen a la distancia de una o media legua unos de otros, y se distinguen por los apelativos de culebras, pájaros, pescados, cuadrúpedos, maderas, yerbas y otros que adopta cada tribu para diferenciarse de las demás.

Tienen todos estos indios aquel color de cobre común o general a todos los de su casta; pero la rareza que se nota entre los Capachos merece que hagamos de ello una mención   —227→   particular. Es esta nación, admirable por su color tan blanco como el de los flamencos y tan poblados de barba como los europeos, andan desnudos, habitan las orillas del Pachitea, y son antropófagos. Su pronunciación gutural asemeja al ladrido de los perros, y cuando hablan se dan de palmadas en los muslos con grande ruido. Materia muy fecunda y reservada a otra obra que la nuestra es la que ofrece ese color blanco, que se nota también entre los numerosos Chipeos que habitan a los 7 35', que pueden ser como los albinos de la Etiopia, en unas naciones que por él se diferencian de las otras con quienes confinan, distinguiéndose además por la hermosura del sexo femenino, el cual llevando la cabeza rasurada hasta la mitad, contra la costumbre de las demás naciones, no por eso deja de ser bello, y con razón se harían admirar si el pelo no experimentara ese esquilmo.

Su propio idioma, tan semejante al aullido de los perros, es otra circunstancia rara, igualmente que la del color y la de sus costumbres bárbaras y carnívoras, y aunque algunos pretenden que estas gentes provienen de alguna tribu de españoles retirada a aquella región, no parece probable que hubiesen cambiado tan enormemente las costumbres, cultura, humanidad, religión, idioma y política. Pero dejando reservado el examen de estas circunstancias para cuando el desvelo de los misioneros descubra en el fondo su principio, pasaremos a tratar del estado de las conversiones de los infieles.

Éstas, como hemos repetido muchas veces, corren hoy al cargo de los religiosos franciscos del colegio de Ocopa, los cuales cuentan con el fondo de diez mil pesos con que contribuye la Real hacienda, y perciben sus guardianes con el fin de distribuirlo para la conversión de aquellos infelices.

El número de pueblos redimidos es vario, pues la nación de los Panos compone dos poblaciones, siendo una de ellas el Manao. Los Chipeos, igualmente conversos, habitan cerca de los ríos Pisqui, Abeytia y Tabaja, en las vegas del Beni, que se une con el Apurimac; se consideran en parte   —228→   reducidos; pero conociendo los misioneros apostólicos la crueldad de esta nación, temen internarse en sus territorios, esperando para esto abrir la comunicación del Mayro y Pachitea para verificarlo con seguridad.

Los Conibos, que son numerosos y habitan en las riberas del citado Ucayali, se cuentan como convertidos, aunque el todo de esta tribu no se ha sujetado a la religión cristiana, siendo los Piros los últimos de las cuatro naciones recientemente catequizadas.

Por el río Huallaga hay también diez pueblos de antiguas misiones y por el de Mantaro, en las inmediaciones fronterizas de Huamanga, existen tres lugares de iguales conversiones. De suerte que, entre los neófitos reducidos y sus amigos o aliados, pueden contarse hasta ocho personas de la Montaña Real. La distribución de los religiosos, el número de sus colegios, pueblos, etc., se comprueba por el siguiente

Estado que manifiesta el número de colegios u hospicios de conversiones de Ocopa, el de los religiosos, pueblos y neófitos que en ellos habitan, conforme a la razón presentada en el año de 1794por el presidente de ellas.

Colegios Religiosos Pueblos Neófitos
Lima 2
Ocopa 33
Guailillas 12 9 3.170
Huánuco 7 5 578
Vitoc 3 3 211
Huanta 6 3 162
Manoa y Ucayali 4
Total67 20 4.121

  —229→  

Aunque a estas misiones están también agreadas las que se hallan en la isla de Chiloé y su archipiélago, debiendo tratar de ellas en otra parte evitamos aquí su repetición.

Tal es, en resumen, el estado de nuestros progresos en la conquista espiritual de aquellos bárbaros infieles. La real piedad de nuestro católico monarca, infatigable siempre por la propaganda de la fe, ha dictado cuantas providencias ha creído conducentes a este fin, siendo una de ellas la de construir una población fortificada en la confluencia de los ríos Mayro y Pozuzo, compuesta de las personas de los partidos inmediatos que quieran establecerse en ella, erogándose los gastos necesarios de cuenta de su real hacienda.

Pudiera ser también muy conducente la resolución de formar, en las inmediaciones de los indios, algunas poblaciones que sirvan de antemural para cualquier evento. En este caso las riberas de los ríos Mayro y Pachitea, cuyas aguas conducen, como va dicho, no poco oro, son aparentes para la formación de esta colonia, consiguiendo de este modo poner a cubierto al mismo tiempo el caudaloso Ucayali que sirviendo de puerto a la inmensa Pampa del Sacramento, es también el lugar por donde más se recela puedan introducirse los portugueses a hacerse dueños de aquellas dilatadas llanuras, objeto primordial de todos sus anhelos.

Y se percibe que estas ineditadas poblaciones que exige la seguridad de aquellos países, serían también origen de los progresos de nuestra católica religión. No serían muy costosas haciéndose de tierra sus proporcionados muros (por carecer de piedra toda la montaña); y teniendo igualmente a la mano algunas embarcaciones para las peregrinaciones, fuga y defensa, podrían poblarse con algunas familias de las más pobres del mismo reino que, halagadas con la ventaja que ofrece aquel fértil suelo, y con el estímulo de los privilegios, se prestarían a trasladarse a ellas, fomentando de este modo el comercio recíproco, con beneficio para aquellos gentiles y grandes utilidades para el Estado.

  —230→  

En tal caso, ilustrados estos bárbaros con una religión precursora de la mayor felicidad, respirarían, bajo el yugo de suaves leyes, el aire de humanidad que, por su desgracia, no conocen en el día; y abrazarían gustosos el ventajoso estado del orden y la policía que asegura la propiedad de los bienes, y su abundancia, adorando desde aquellas rústicas chozas el paternal amor de nuestros católicos monarcas que tanto se desvelan por su mejor suerte.



  —231→  

ArribaAbajoIntendencia de Trujillo

Por la parte N de la Intendencia de Lima, siguiendo la costa, se halla la Intendencia de Trujillo, así llamada de la ciudad capital del mismo nombre, fundada por Pizarro en el valle de Chimú el año 1535, en memoria de Trujillo su patria, en Extremadura de España.

Comprende esta Intendencia 5 ciudades, 2 villas, 87 doctrinas y 142 pueblos anexos, habitados por 230.967 almas: 460 clérigos, 160 religiosos, 162 religiosas, 19.008 españoles, 115.647 indios, 79.949 mestizos, 13.757 pardos libres y 4.725 esclavos, distribuidos en 7 partidos, por el orden siguiente:

El Cercado de Trujillo
Saña o Lambayeque
Piura Cajamarca
Huamachuco Chachapoyas
Pataz o Cajamarquilla

I

Partido de Trujillo

El partido de Trujillo, que tiene veinticinco leguas de largo y seis y media de ancho en la misma dirección de la costa, se compone de los tres valles de Chimú, el Chimaca y el de Virú, en el que dieron los españoles a aquel imperio el   —232→   nombre de Perú, que en el día se conserva por una tradición de aquellos naturales. Es el caso que habiendo llegado a aquel valle los exploradores que destinó Blasco Núñez de Balboa a descubrir la tierra, se encontraron con un indio en las riberas del río, el cual asombrado con la vista de los extranjeros prorrumpió en las palabras pelá, pelú que, en su idioma significa río, de donde la tomaron los españoles para nombre de la tierra, disfigurándolo en Perú, según creyeron había dicho el indio.

Hállase situada la ciudad capital del partido de Trujillo en el ameno valle Chimuasi, nombrado en la antigüedad por haber sido señorío de unos régulos que, con este título, dominaron en él hasta los tiempos del inca Pachacutec que lo subyugó. Su latitud, según observación que hizo don Antonio de Ulloa, el año de 1740, es de 8º 6' 3". La situación de la ciudad es hermosa, y sus edificios ocupan en el día una área de tres millas de circunferencia. Las casas muestran bastante aparato y hermosura, construidas de adobes, con vistosas balconería y portadas; las de los barrios se componen de bajareques, y unas y otras son bajas, por razón de los temblores. Está cercada de murallas de adobes, construida en 1686, siendo esta ciudad y la de Lima las únicas que, en el Perú, tienen este adorno y defensa. Está fundada sobre un suelo arenoso, como el de todos los valles, y dista de la playa marítima como media legua.

Reside en esta ciudad el Obispo, cuya jurisdicción se extiende a todo lo que abraza la Intendencia, con el gobierno de Jaén de Bracamoros, que, en lo político y civil, pertenece al Virreinato de Santa Fe. El cuerpo de Cabildo se compone de Deán, Arcediano, Chantre, dos canónigos de merced, dos de oposición (con los nombres de Doctoral y Magistral) y dos Racioneros, con los demás ministros necesarios para el culto. Las rentas de este Cabildo ascienden a 20.769 pesos, y las de la Mitra a 15.475, en cuya suma no se comprenden los derechos de la Curia Eclesiástica, que no son fáciles de regular.

Tiene esta ciudad cinco conventos de religiosos que son: el de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, la   —233→   Merced y un convento hospital de Nuestra Señora de Belén, y dos monasterios de monjas, uno de Santa Clara y otro de Carmelitas.

En el año de 1621 se erigió un Seminario Conciliar con el titulo de San Carlos y San Marcelo, en el cual se enseña la Gramática, la Retórica, la Filosofía y Teología, y cuenta hasta cincuenta y un colegiales de merced. Últimamente se ha establecido un Seminario Eclesiástico del Salvador, con el intento de la instrucción de ordenandos y corrección de clérigos, y en donde se enseñan las primeras letras aunque por falta de renta se hallan en una gran decadencia.

Es también Trujillo asiento de sus Intendentes, los cuales cuidan con sus Tenientes de la administración de justicia, siendo al mismo tiempo Presidente del Cabildo o Ayuntamiento de la ciudad. Éste se compone de dos Alcaldes ordinarios, doce Regidores, escribanos y demás subalternos. Tiene escudo de armas y goza de varias prerrogativas.

Desde el tiempo de la conquista se establecieron en esta ciudad las cajas de Real Hacienda con sus ministros, contador y tesorero. En el día hay también una administración principal con el título de Rentas Reales; y otra particular de Correos sujeta a la Administración de Lima, que es la que da razón de todo el giro y caudales a la Superintendencia General de España.

El vecindario de esta ciudad se compone de españoles, indios y gente de todas castas. En los primeros hay muchas familias de lustre y de conveniencias. Son todos muy agradables, cultos y bien instruidos, distinguiéndose particularmente en su caridad para con los forasteros. Las mujeres son bien parecidas, visten con muy corta diferencia como las de Lima, y convienen, en la mayor parte, en sus costumbres.

Todas las familias de algunas conveniencias estilan allí las calesas, por lo arenoso de las calles que las hace intransitables.

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En el clima hay cierta diferencia sensible del invierno al verano, sintiéndose bien el frío en la primera, y el calor en la segunda. Toda la ciudad se halla rodeada de frondosas arboledas que forman calles y paseos divertidos, huertas y jardines. El cielo es muy alegre, y los vientos que reinan son el S y N; el primero es apacible y templado; y el segundo, aunque recio y tempestuoso, no es muy frecuente en aquella región.

Hállase sujeta esta ciudad, como la mayor parte de las de los valles del Perú, a frecuentes y grandes terremotos, entre los cuales han causado los mayores daños el del año de 1619 que arruinó la ciudad, sin dejar ileso otro edificio que la torre de la iglesia de San Agustín, y los de 1725 y 1759; y aunque no se conoce en este partido otra lluvia que la garúa, en los tres meses desde julio a agosto, cayeron en los años de 1701, y especialmente en el de 1720, unas lluvias bien recias y abundantes que causaron grandes estragos en las casas, las cuales, como sucede en toda la costa, no tienen tejados, pues en los mayores aguaceros apenas penetran las aguas dos pulgadas de la superficie de la tierra.

Riegan y fertilizan a este partido los tres ríos de Virú, de Chimu y de Chicama, según los nombres de los valles que atraviesan. Hay también varios manantiales que contribuyen a este objeto: pero unos y otros son de tan poco caudal que los labradores de aquel país se quejan de la falta de agua para los riegos.

Todas las campiñas de los valles son de suma fertilidad. En ellas se coge mucha caña de azúcar, maíz, verduras, frutas, vinos y aceite; y en los parajes más cercanos a la serranía trigo, cebada y otras semillas de esta especie; pero su comercio activo es muy reducido por la abundancia de los partidos vecinos, y sólo hace algunos cortos envíos a Tierra firme de harina, vinos y algunos otros ramos. También producen anís, arroz, salitre y diversas gomas, estando computado el valor anual de estos efectos en 31.756 pesos.

Los puertos que tiene en su costa, además de algunas otras caletas y surgideros, son tres; pero nada seguros y, por lo tanto, poco frecuentados. El de Malabrigo en 7º 37';   —235→   el de Huanchaco, situado a dos leguas al N de la ciudad de Trujillo, por donde ésta hace su comercio ultramarino; y el de Huanape en 8º 30'. Abundan en pescado de que se abastece la ciudad, y hacen algún comercio salándolo para los países interiores.

A media legua de Trujillo, en un sitio llamado Chanchau cercano al mar, se conservan todavía unos admirables monumentos del poder de los incas, que son las ruinas de un magnífico palacio y los trozos de sus dobles murallas de tierra. De esta materia son también los suntuosos y grandes sepulcros donde se enterraban con sus tesoros y alhajas de mayor gusto y ornato, que han enriquecido a algunos que se han dedicado a desenterrarlos. A estos tesoros llaman allí entierros, y de ellos se han sacado algunos en otros tiempos, cuyo capital, según refiere D. Cosme Bueno, se cree pasó de un millón de castellanos, habiendo cobrado el rey por razón de quintos, en el año de 1550, cerca de cien mil castellanos.

También se ven muchas poblaciones destruidas por el tiempo, y otras fábricas ingeniosas para conducir las aguas. Se admiran muchos indicios de prados artificiales, y señales no equívocas del modo de cultivar los más encumbrados cerros, de lo cual dimos también noticia en el partido de Huarochirí. Y últimamente son muchos los vestigios de sus adoratorios y templos, y otras curiosas antigüedades que se encuentran en sus sepulcros.

Aunque los bosques de estos valles no son tan abundantes en animales cuadrúpedos y volátiles como los de la parte austral de la América conocidas con el nombre de montaña, hay aquí mayor abundancia de ganados y animales domésticos. Entre las fieras ocupa el primer lugar el leopardo, aunque hablando con propiedad es muy distinto del que se conoce en nuestros continentes. Este feroz animal no solo hace estragos en los ganados, sino que también embiste a los hombres cuando se ve aquejado del hambre.

Se encuentra también el gato montés, muchos ciervos que allí llaman venados, de cuya piel han empezado a hacer comercio en Piura y Lambayeque, los zorros, la muca, osos, y algunos reptiles.

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Entre los pájaros abunda el niño, la garza, el pato real y la bandurria, conociéndose en las costas una ave corpulenta a que llaman camanay, cuya carne se vende en la plaza como la de buey o carnero; no sólo se come fresca sino que se hace de ella cecina; sus huesos son de un color blanco que tira a azul, y de ellos se hace igual consumo que de su carne.

Pasando a los marítimos, se encuentran aquí tiburones y otros varios de que hemos dado noticias que se pescan en el partido de Lima; pero se halla aquí el emperador, pez extraño de vara y cuarta de largo y tres cuartas de ancho; tiene una piel negra muy fina, con una lista blanca que le cruza de una aleta a otra por ambos lados; su cuerpo parece un tronco muerto sin movimiento; se ven también dos aletas chicas, a un lado y otro de la cabeza; la boca muy chica como de botija; sus encías de hueso muy cortantes, sin división de dientes, los que ocupan todo el hueco de ellas por arriba y abajo. Éste dicen que anda encima del agua dando vueltas, como un leño; pero cuando siente que le van a pescar da un salto con tanta ligereza que se escapa del que le acomete.

Se encuentra también el peje-sierra, el bufeo o delfín, el llamado pajarito, que tiene en la boca una punta muy aguda como alezna y los ojos inmediatos a la cabeza, y últimamente el cochinito de vara media de largo, enemigo mortal de todo pez, pues los acosa y persigue; encima de la cabeza tiene un agujero que es el conducto por donde respira.

En toda la extensión que comprende este partido no hay más de 15 poblaciones, inclusa la capital, y 91 haciendas, así de azúcar como de panllevar. En ellas habitan 12.032 personas, contándose 1.434 españoles, 4.577 indios, 2.357 pardos libres y los demás mestizos y esclavos.

Los indios de este partido son muy dóciles y obedientes, y todos hablan la lengua castellana. Su principal ocupación es la agricultura y la pesca, con lo que proveen fácilmente a su subsistencia. Han mudado sus trajes usando el del español; y solo las mujeres usan el anaco, que es una especie de túnica   —237→   que usaban antiguamente. Sobre su carácter nada hay que añadir a lo que hemos dicho en otras partes, siendo así que en casi nada se diferencian unos de otros en toda la América.

II

Partido de Piura

Extiéndese este partido en veinticinco leguas de largo por cuarenta y seis de ancho, y se compone parte de valles, parte de sierra.

El primero de estos terrenos es muy fértil en todos aquellos sitios que participan de la humedad de los ríos, cuyo auxilio suple la escasez de las lluvias que experimentan. El temperamento en algunos lugares es muy agradable y benigno, pero en otros contrario a la salud y desapacible, particularmente en lo que toca a sierra y por las vegas de los ríos Morropón y Tangarará. En las estaciones de verano se experimenta bastante calor, desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde; pero el invierno es muy semejante a la primavera de España. Su cielo es claro y despejado, y pocos son los días del año en que no se vea el sol, sucediendo todo lo contrario en los parajes de la serranía. El viento que principalmente reina es el S.

Obsérvase en estos parajes que escaseando las lluvias en seis, ocho o diez años, vienen luego tan abundantes que inundan los campos y corren ríos por las calles de los pueblos; pero en tales casos produce el terreno, sin otro cultivo, melones, sandias, calabazas, arbustos de algodón, flores y yerbas con la mayor profusión.

Riegan este partido tres ríos caudalosos que recogen las aguas de otros menores. El primero es el de la Chira, que pasa por su centro, y tiene algún pescado y lagartos; sus vegas amenas y frondosas están pobladas de labradores. El segundo que es el Tumbes cae al N y así éste como el anterior bajan de las cordilleras de Loja. El tercero, que es el de Sechura, nace de la laguna de Huarinja inmediata a la Cordillera   —238→   Real, pasa por Piura y abunda más que los otros en peces. Aunque es bastante caudaloso, se seca desde junio a diciembre.

Pertenecen a este partido algunas leguas del desierto de Sechura, comúnmente llamado el despoblado, cuyo camino es de treinta y dos leguas. Hay en él muchas salinas, y se cría también una yerba conocida con el nombre de lito, que es la barrilla con que hacen el vidrio en Europa. La usan los habitantes de Piura y Lambayeque para hacer ceniza de las lejías con que cuajan sebo para fabricar jabón; también la emplean en dar fortaleza a los tintes, y por esta razón es grande su consumo. Mantiénense en este desierto muchos caballos, mulas y burros de unas raíces que llaman yucas de monte, que suplen la falta de hierba y agua; no tienen dueño, y el que quiere se dedica a cogerlos para domesticarlos.

Entre los muchos animales que se crían en este partido se halla el danta o antey, más comúnmente la gran bestia. Este animal, que habita en las riberas del río Chinchipe, en los montes de Huamarca en los confines de Jaén, en Cajamarca y Chachapoyas, es de figura de vaca, pero su estatura menor que la de una ternera de año; tiene en la frente un hueso muy fuerte y sólido, con que se abre camino en la espesura de los montes; no acomete si no lo irritan; su mayor enemigo es el tigre con quien suele pelear en lo llano y descubierto, pero si es terreno donde hay maleza sucede lo contrario. Su carne es comestible, y la aprecian mucho los indios salvajes, quienes la cazan con sus flechas con la mayor destreza.

Conócense también en el partido muchas clases de osos, entre los cuales es el más raro el que llaman hormiguero, porque se alimenta de las hormigas. Tienen al extremo del hocico, que es muy largo, un agujero pequeño que le sirve de boca; por él saca la lengua, que es muy larga y delgada, la mete en los hormigueros, y cuando conoce que está cargada de hormigas, la retira y se las traga.

El animal montaraz más abundante es el jabalí; también hay la taruga, especie de venado, del cual se diferencia   —239→   en tener pelo en las astas; andan siempre en manadas numerosas, y su piel es muy estimada para gamuzas o zapatos, excediendo en suavidad, lustre y duración a los cordobanes de cuero de cabra. Los tigres, sobre ser abundantes en el territorio que corresponde a Tumbes, son los más feroces y corpulentos de todo el reino. Los hay de cuatro clases, pero todos son iguales en su fiereza y propiedades.

Habita igualmente en los bosques y sierras de este partido el león, animal más feroz que el tigre y que, por su ferocidad, degüella a cuantas reses encuentra. Es de tamaño de un asno pequeño y no tiene las melenas que los de África. Acomete de improviso a los viajeros, y es preciso que éstos vayan muy precavidos con armas por los parajes en donde abundan. Se encuentran también ardillas, y el llamado en lengua india alpachala, que quiere decir tigre gallinero, y otros varios que se mencionarán en otras partes, además de los muchos reptiles que se conocen de varias clases y figuras.

Entre las aves se cuenta el carpintero, común también a otros partidos de temperamento cálido y frío; las perdices, divididas en dos clases, unas que llaman de montaña real y habitan las sierras, y otras que andan por los valles, y que son muy raras. Hay unas pavas que llaman arunchas y pihas, de gusto exquisito y de colores agradables, las cuales se mantienen de frutas de árboles. El pajarillo llamado güerequeque, algo parecido a la paloma de monte, se domestica en las casas y las limpia de insectos y sabandijas; y últimamente el quinquinel, cóndor que se haya descrito por don Antonio Pineda, con varias especies de papagayos y loros.

En cuanto a los árboles cuyas maderas son apreciables para las fábricas y obras de adorno, hay el cedro, el naranjo agrio, el boj, el olivo, el yoque colorado, el chacha como, el clizo, el espino, el guayo, el algarrobo incorruptible, la chontilla, el zapote, el cioque, el cocobolo solidísimo, el lúcumo, la palma, el moral, el roble, el sauce, el hualtico, el palillo, el taylis, el huachapelí, el limoncillo, el guayacán, cuya madera es olorosa y dura, y el árbol conocido por el de la tara, con otros varios de virtudes particulares.

  —240→  

Aunque no deja de haber en Piura algunas minas de oro y plata, especialmente de las primeras, es rara la que se beneficia, por la poca afición de los naturales a este penoso trabajo y por la corta ley de los metales. No hace mucho que en Ayabaca, en un cerro que no tiene nombre, se ha descubierto un metal raro, de color verde subido, cuya calidad se ignora. La veta es ancha, y manifiesta que es de caudal.

En el pueblo que llaman Amotape, a dieciséis leguas de Piura, se halla la célebre mina de brea que hasta poco tiempo hace ha abastecido al reino de aquel efecto. En el día está abandonado su laboreo por lo más barato que sale la de la mina de Santa Elena, descubierta recientemente en la jurisdicción de Guayaquil.

El primer artículo de industria, que entretiene continuamente un crecido número de individuos, es el del algodón el cual lo hilan para mantas, camisas, trajes, y extraen de él crecida porción pará Quito, Lima y Chile, siendo un artículo de comercio de bastante importancia.

Ocúpanse igualmente en la cría de ganado cabrío y mular, con el cual trafican por el reino y hacen de él un crecido comercio. De las cabras sacan cordobanes y jabones, de modo que, después de aprovechar la carne, produce una manda beneficiada, en Lima que es el paraje de mayor consumo, tres pesos poco más o menos, deducidos todos sus gastos. También comercian con estos géneros en Guayaquil, Panamá, Chile, Cajamarca y otros partidos; pero el artículo principal de que sacan grandes utilidades es el comercio de la cascarilla que compran en la jurisdicción de Quito, Chachapoyas y Guambos, además de alguna porción que produce su territorio; la encajonan y venden después con mucha ventaja, siendo tan crecido este tráfico que, en los tres años de 1785 al de 88, se remitieron por mar, desde Payta a Lima, 60.000 arrobas de cascarilla. Goza este artículo el privilegio de no pagar derechos reales.

Últimamente produce este partido, además de los artículos mencionados, algún añil y caña ficticia, cuyo valor total asciende a 72.686 pesos.

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El puerto principal por donde gira todo el comercio marítimo es el de Payta, situado a catorce leguas de Piura en latitud de 5º 5' S. Su población consiste en una calle algo larga, formada de ranchos de cañas a uno y otro lado, en los cuales habitan los indios y mestizos y algunos mulatos. Carece enteramente de agua dulce, y la facilita la provisión necesaria el pueblo de Colán, situado a cuatro leguas de Payta, en la desembocadura del río de la Chira. Los indios de este pueblo están obligados a llevar diariamente a Payta una balsa cargada de agua, de la cual tiene cada vecino una porción que se le reparte, pagando un tanto por botija, según está arreglado.

Esta carencia de agua y la falta de lluvias, son causa de que su territorio sea árido y estéril, por cuya razón se provee del mismo pueblo de Colán de verduras y carnes. Hay en este puerto una administración de rentas unidas, con su resguardo, cuyos sueldos suben a 7.800 pesos.

El puerto de Payta viene a ser una rada abierta de bastante capacidad, con buen fondeadero abrigado de los vientos del Sur. Los navíos grandes quedan como a unas cuatro leguas apartadas de la población, por la falta de fondo suficiente para internarse más. Conócese el puerto cuando se llega a la costa por una montaña bien alta que hay inmediata a la población y que tiene la figura de una silla, cuyo nombre le dan, siendo lo restante del terreno bajo e igual.

Se cogen, en la ensenada, muchos y muy sabrosos peces, entre los cuales es grande la cantidad de tollos que se pescan a su tiempo, ocupándose en este ejercicio los indios vecinos de Colán y otros pueblos de la costa. También se emplean algunos en la marinería, y se nota entre esta gente la particularidad de que tan pronto son marineros como arrieros y labradores, hermanando admirablemente estos ejercicios al parecer tan opuestos, por que cuando están vacantes en el de la mar, por no tener viajes ni pesquerías, se aplican a algunos de los de tierra, por cuya razón jamás se encuentran ociosos.

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Los vientos que generalmente se experimentan en Payta son de la parte del S y de éstos se halla resguardada aquella rada por la montaña de la silla. Los del N que son las brisas, no recalan hasta allí; y si alguna vez sucede, al cabo de algunos años, es con irregularidad. Desde Noviembre hasta Marzo, que es la estación de verano en todas aquellas costas, suelen experimentarse algunos terrales, que son vientos por el E y E SE pero muy flojos, y al fin pasan a entablarse al SE y S SE.

Goza este puerto el privilegio particular de que basta para su defensa un pequeño fuerte como el que tenía construido, que monte seis u ocho cañones con las municiones correspondientes, y armas de mano para que lo defienda la gente que habita en él cuando sea atacado por los enemigos. Y aunque el año de 1741 el Vice Almirante Jorge Handson entró en este puerto, invadió y quemó su población, por no hallar en ella las riquezas que buscaba, fue porque carecía enteramente de armas y municiones con que poder jugar la artillería del fuerte.

Corresponden a este partido, además del puerto de Payta, otros dos conocidos con los nombres de Sechura y de Tumbes; el primero es una caleta harto peligrosa y frecuentada solamente por algunas barquillas dedicadas a la pesca del tollo; el segundo se halla situado a los 3º 35" de latitud; es un estero, en donde se embarcó y tomó la primera tierra del Perú el conquistador Francisco Pizarro.

La ciudad de Piura, que hoy es cabeza del partido, fue también la primera población que en ella construyeron los españoles, fundándola don Francisco Pizarro en el año de 1531, en el valle, donde permaneció poco tiempo por la mala calidad del temperamento. Trasladose poco después al lugar que hoy ocupa, muy inmediato al primero, en el cual se conservan las ruinas de ella, bajo el nombre de Piura la vieja o lugar de Santa Ana; pero no sería de admirar que con el tiempo se trasladase también a otro terreno más cómodo, porque ya se experimenta en el día que muchas de sus calles y casas las va cubriendo la arena, y se halla continuamente   —243→   amenazada de las corrientes o del río, que, saliendo de madre, ha hecho varias veces mucho daño a la población.

Compónese esta población de unos 1.500 vecinos, entre los cuales hay familias de calidad muy distinguida. Su temperamento es algo cálido, pero tan sano que se puede asegurar que es de los más saludables de los de las tierras bajas del Perú, siendo el país escogido para convalecer los enfermos, y adonde acuden desde parajes remotos los poseídos del mal venéreo, logrando su restablecimiento, sin otro auxilio que el que les presta la bondad del clima. Su situación es un llano de arena de mediana extensión, las casas de adobes o de quinchas, que por lo regular no tienen altos, y según observación que en ella hizo don Antonio de Ulloa, el año 1740, se halla en 5º 11' 1'' S de latitud.

El río de Sechura, que como ya hemos dicho nace en la laguna de Huaringa, pasa cerca de la ciudad inmediato a las casas de su población; no lleva agua en el verano, ni se conoce en el terreno señal que dé indicios de tal río, pues la poca que baja de la sierra corre oculta por su madre, cuya falta obliga a los vecinos a formar casimbas, donde recogen el agua precisa para su abasto.

Tiene Piura un hospital, al cuidado de la religión belethmítica, muy frecuentado por los forasteros que pasan a curarse en aquella ciudad conducidos de la fama de su clima. Sus rentas fijas ascienden a 2.024 pesos, fuera de algunos cortos censos que cobran y de las limosnas de los fieles. Tiene asimismo una iglesia con la advocación de Nuestra Señora del Carmen, que sirve de colegio o congregación a los clérigos del Salvador; y dos conventos, uno de San Francisco y otro de la Merced, y a más de la iglesia Matriz una parroquia de indios con el título de San Sebastián, y otra vice-parroquia llamada Santa Lucía.

Reside en Piura, como cabeza de partido, el juez sub-delegado que la gobierna, siendo al mismo tiempo jefe o presidente del Cabildo, el cual consta de igual número de vocales   —244→   que el de Trujillo. A los principios se establecieron allí cajas de Real Hacienda; pero se extinguieron en el año de 1778, y corren hoy los ramos principales al cargo de los ministros de la de Trujillo. Tiene también administración de correos y de alcabalas, con interventor y oficiales correspondientes.

Pueblan este partido, según la numeración del último censo, 44.491 almas de todos sexos, edades y condiciones, distribuidas en 23 poblaciones grandes y pequeñas, en 58 haciendas, muchas tan grandes como aquéllas, y en algunas cabañas. Hay en ellas 2.874 españoles, 24.797 indios, 10.654 mestizos, 5.203 pardos libres y 884 esclavos. Y su estado eclesiástico se compone de 12 doctrinas sin incluir las de división, cuyas rentas ascienden a 9.574 pesos 3 1/2 reales.

Las casas de estos pueblos son tan sencillas que sus paredes solo se componen de cañas regulares o carrizos endebles clavados en el suelo, y lo mismo el techo llano, por lo cual se clarean por todas partes, penetrándoles con facilidad el viento. Sus indios moradores usan distinta lengua que la común de los demás pueblos, distinguiéndose no sólo en el fondo de ella sino en su pronunciación, por la cual se comen la mitad de las palabras finales y se producen en un tono triste. Causa admiración esta variedad de sus idiomas. No sólo los pueblos distantes, si no hasta los más cercanos, se diferencian unos de otros en el dialecto y su pronunciación. También se diferencian en las costumbres, notándose más esta variedad entre los de los valles y los de la sierra; pero todos se conforman en las cualidades esenciales que constituyen el carácter de esta raza americana, aunque por el trato más frecuente con los españoles sean los primeros los más cultos. Sus trajes, con corta diferencia, son iguales a los que hemos referido en otras partes.

La clase de gente más díscola y de malas costumbres es la de pardos o mulatos. Su mayor número habita en las vegas e inmediaciones del río de la Chira, en las de Morropón, Tangarará y el Arenal, y también en sus bosques. Allí casi viven sin ley ni religión, subsistiendo de la siembra, del   —245→   ganado y otros trabajos a que los obliga la necesidad. Son de costumbres bárbaras y groseras, preciados de valientes, de lo que resultan muchas muertes ya de ellos mismos, ya de los forasteros. Siempre andan cargados de armas, y son las que comúnmente usan el rejón, el machete y el puñal. Los terrenos que habitan son muy enfermizos, y raro es el forastero que no padezca tercianas. Ellos, como que son nativos de estos lugares, no experimentan tantas epidemias, y esto hace también que no vivan sujetos a la razón y a las leyes.

III

Partido de Saña y Lambayeque

Después de la ciudad y partido de Trujillo al NO siguiendo las orillas del mar, se halla el partido de Saña y Lambayeque, que tiene de largo veinticinco leguas SE NO, y catorce de ancho. Su temperamento es cálido y seco, y sus estaciones de verano e invierno templadas, y benigna la naturaleza.

El terreno es arenoso, defecto común de los valles; y por causa de los Sures que regularmente corren, levantan y traen las arenas de las playas marítimas. Algunas veces se sienten los Nortes, por verano, con bastante perjuicio de la salud, de los edificios y de los campos. En el invierno se perciben unas ligeras neblinas que humedecen la atmósfera, y se hallan abundantes flores y plantas, así de Europa como del país, siendo todo el año una hermosa primavera.

Su capital es la villa de Santiago de Miraflores, conocida por Saña, que es el nombre del valle, fundada por disposición del virrey Conde de Nieva en 1563, y erigida en provincia el de 1565, con ocasión del levantamiento general de los indios, agregándosele poco después el partido de Chiclayo, en cuya forma subsiste en el día.

Ya hemos hablado de los copiosos aguaceros que en el año de 1720 cayeron en todos aquellos valles, soplando al   —246→   mismo tiempo reciamente los vientos del NO y S con continua oposición. En esta ocasión, saliendo el río de madre inundó por la noche la villa, no dejando templo ni casa que no desbaratara en el solo tiempo de cuatro horas; pues a la mañana siguiente ya corría el río por su antigua madre. En tal situación determinaron los habitantes hacer una nueva población; pero las graves discordias que se suscitaron para la elección, hicieron perder mucho tiempo, y al fin se vieron obligados a refugiarse a los pueblos del distrito, quedando la villa en el estado más deplorable.

Antiguamente, en el año de 1686, el pirata Eduardo David, desembarcando en el puerto de Chérrepe, atacó y sorprendió la villa, y permaneció en ella siete días, robando templos y casas, con notable perjuicio de la población. A pesar de esto continuaba este pueblo, hasta dicha época en que fue arruinado totalmente, quedando únicamente algunos religiosos para conservar su memoria.

El pueblo de Lambayeque, situado a dos leguas del mar entre Piura y Lima, se ha hecho, por su situación, temperamento y otras proporciones, el mayor y más opulento de la provincia, y aún de toda la costa. Cuenta en el día con más de 7.000 almas, entre españoles e indios. Fundose por primera vez a una legua del mar, y poco después se trasladó al lugar en que se halla en latitud de 6º 42". Tiene casa secular, administración de rentas unidas y de correos, y una veduría de cosechas, con tenencias y demás oficiales correspondientes, contándose este pueblo por capital del partido, por residir en él el subdelegado.

Riegan a este partido cuatro ríos que mudan de nombre, según los parajes por donde pasan, y todos nacen de las serranías de Cajamarca. Su temperamento es semejante al de Trujillo; y sus frutos, granos, semillas, legumbres, arroz, azafrán, azúcar, tabaco, algodón, ganado mayor y menor, particularmente cabrío de que se hace jabón, se adoban cordobanes y se fabrica crecido número de manufacturas de algodón, lana y junco, constituyen el principal comercio de esta provincia, una de las más ricas del reino, ascendiendo el valor anual de todos estos efectos a 307.797 pesos.

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Antiguamente estaba muy poblado este partido, y por el puerto de Chérrepe extraía sus frutos a Panamá y otros puertos. En el día consta su población de 32.192 almas entre las cuales se cuentan 2.299 españoles y 22.333 indios, siendo los restantes mestizos, pardos y esclavos, repartidos todos en 20 doctrinas y 7 pueblos anexos.

IV

Partido de Cajamarca

El partido de Cajamarca tiene cuarenta leguas de largo SE NO por treinta y seis de ancho al rumbo opuesto. Su temperamento es vario, aunque en general bueno, especialmente en la capital, el pueblo de Cajamarca. Riéganlo varios ríos, donde se crían pescados muy sanos y sabrosos, y abunda en todo género de frutas y semillas. Se cría ganado por mayor y menor, lanar y de cerda, y se fabrican bayetas, paños, pañetes y otros géneros, y algunas ropas de algodón. Hay minas de cobre y plomo muy finos, de azufre y alcaparrosa, y de plata y oro, de las cuales se trabajan algunas, perteneciendo a esta jurisdicción el rico mineral de Chota, cuyas minas producen cantidades crecidas de plata, y han dado gran impulso al tráfico y prosperidad de todo el partido. A la parte del NO se hallan árboles de cascarilla y muchas yerbas medicinales, entre las cuales es muy alabada la calaguala.

Comprende este partido 17 doctrinas y 29 pueblos anexos, habitados de 62.199 almas, contándose 7.835 españoles, 29.692 indios y 22.299 mestizos. La capital del pueblo de Cajamarca es grande y de figura irregular; sus calles están tiradas a cordel y las casas son de adobes, la mayor parte sin altos. Sus iglesias, las más son de piedra; y la parroquial, fabricada en 1682, tiene la fachada de piedra de muy exquisita talla, aunque por dentro es bastante pobre y desaliñada. Tiene cuatro conventos, uno de monjas, dos hospitales y un hospicio.

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A una legua al E de este pueblo se hallan las termas, que llaman del Inca, y en las orillas del arroyo por donde corren y en sus remansos, se ven una multitud de animalillos que parecen verdaderos camarones mirados con el microscopio. Allí fue degollado el Inca Atahualpa, y todavía existe la piedra donde recibió la muerte. De la casa del Inca se han fabricado la cárcel, capilla y casa de Cabildo, habiendo quedado solo una pieza sin techo, de doce varas de largo y ocho de ancho, en donde dicen estuvo preso Atahualpa.

El anexo nombrado Ichocán, compuesto de más de 800 habitantes, son todos descendientes del español Cristóbal Tapia que en el año de 1760 tenía 140 años, y había sido casado tres veces. En Catache hay un manantial que destila el agua en unas cuevas, y en ella se cuaja piedra blanca y cristalina que llaman catache, y de la que hemos dado idea de sus virtudes anteriormente.

V

Partido de Huamachuco

Este partido que tiene treinta leguas de largo EO por diez de ancho, comprende en su jurisdicción 8 doctrinas y 23 pueblos anexos, habitados por 2.273 españoles, 17.117 indios, 18.367 mestizos y algunos esclavos y pardos libres, hasta el número de 38.150 almas, que pueblan el partido.

Su temperamento es frío en lo general, y sus frutas y su comercio muy semejantes a los de Cajamarca. Fabrica mucha ropa de la tierra, de las lanas, de los ganados, y cogen algunas papas, quina y coca; ascendiendo a 57.853 pesos el valor anual de todos los frutos.

La capital del pueblo de Huamachuco se halla situada en paraje bastante frío y nada ofrece de particular. En él residen el subdelegado y un administrador de tabacos, y otro de correos. Hay varias minas de plata, de las cuales se trabajan algunas, y otras de oro, aunque éstas son pocas. Riéganlo algunos ríos, de los cuales los más considerables son el Tablachaca y el de Huamachuco.

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VI

Partido de Pataz

El partido de Pataz se extiende a lo largo de la ribera oriental del Marañón, teniendo veintiséis leguas de largo NS por seis de ancho, por donde más. Su temperamento es vario, y el terreno tan quebrado que apenas se hallará en todo él una llanura de la extensión de una cuadra; pero con el riego de algunos riachuelos que bajan de las montañas del E produce granos, legumbres, y algunas cañas de azúcar que se benefician en varios trapiches. Se cría bastante ganado de toda especie, y el Marañón da algún pescado, ascendiendo a 35.264 pesos el valor anual de estos frutos.

Hay en todos los cerros de este partido vetas de plata y oro; las de este último se han trabajado siempre, pero el laboreo de las de plata cuenta muy pocos años. En el año de 1795 rendían las de oro 250 libras al año, y 500 marcos las de plata, siendo el valor de ambos metales 35.500 pesos.

Comprende este partido 3 doctrinas y 13 pueblos anexos, habitados por 13.508 almas; 987 españoles, 4.627 indios, 7.678 mestizos, y los restantes esclavos y pardos libres. En el curato de Challas hay un hospicio de misioneros franciscanos para asistir a las conversiones situadas al E que se nombran de Cajamarquilla. En el año de 1753 se componían estas de 2.095 indios de las naciones Ibita y Choloma, repartidos en cuatro poblaciones situadas entre bosques espesísimos, de donde sacan los indios algún incienso, miel, cera, loros y otras cosillas que esparcen por todo el partido. Los religiosos han hecho algunas entradas en lo más interior de la montaña; pero sus éxitos no han correspondido a los anhelos y trabajos de aquéllos.

VII

Partido de Chachapoyas

Extendiéndose la provincia de Chachapoyas más de ciento cuarenta leguas EO y cincuenta de N a S comprende las tres provincias de Luya, Moyobamba y Lomas,   —250→   situadas al N del Marañón, de las cuales la primera es de temperamento templado, aunque pasando por ella una rama de cordillera se nota en algunos parajes un calor excesivo, y en otros bastante frío. Abunda en frutos y semillas, cría bastante ganado, y se cultiva la coca; pero su principal comercio consiste en el tabaco y el algodón el cual, hilado por las mujeres, se teje en lonas para velas de navío, costales y otros usos. Los hombres se emplean en los telares y en los cultivos del algodón y del tabaco, cuyas especies sirven de moneda a precios convencionales, por falta de plata para la compra de comestibles y lo demás que necesitan. Con ellos, pagan también los tributos y derechos; pero se ha empobrecido mucho esta provincia desde el estanco del tabaco y la prohibición de su comercio.

La capital de la ciudad es San Juan de la Frontera; es de las más antiguas del reino y goza el título de muy noble y leal, por haber sido fiel a la Corona en las alteraciones del reino. Existen en ella varias iglesias, dos ayudas de parroquia y los conventos de San Francisco, la Merced y Belén. Antiguamente hacía esta ciudad más papel en el mapa político de la América; pero en el día sólo le han quedado la administración del tabaco y de otras rentas de S. M. estando gobernada por un subdelegado.

La provincia de Luya, que se halla rodeada por los ríos Marañón y Ucabamba, es de figura circular, y apenas tiene dieciocho leguas de SE NO y algo menos de ocho en la dirección opuesta. Su temperamento es bueno, experimentándose en algunos parajes una perpetua primavera, pero en otros se hace sentir el frío, como sucede en Luya la capital, por donde pasa un ramal de la cordillera, y hay también parajes inmediatos al Marañón muy húmedos y enfermizos, especialmente en tercianas.

Críase en esta provincia toda clase de frutas y semillas, algodón y tabaco, del cual, antes del estanco de este ramo, se cogían seiscientos mazos cada año. Hay bastante ganado y crecido número de mulas, y se benefician algunos cueros para zuelas y baquetas.

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Se fabrica azúcar muy blanca, se coge algún cacao, cera negra y zarza, hay muy buenas maderas de cedro, nogales etc., y se saca alguna grana de los muchos tunales que hay.

Los ríos de esta provincia abundan en pescados muy regalados, de muchas clases y tamaños, y su historia natural ofrece algunas particularidades dignas de notarse. Hay un pájaro que llaman órgano, porque imita con su canto el sonido de aquel instrumento, y otro nombrado el trompetero por su semejanza al sonido de la trompeta, el cual pegando la cabeza en tierra y expeliendo el aire por detrás. Se hallan monos de todas clases, entre ellos algunos que veían de noche, culebras, sabandijas y un árbol que llaman itil, y aseguran hincha a todos los que pasan por su lado, por cuya razón dicen que huyen de él los animales, y que sólo se cura con cauterio de fuego. Pero en recompensa, añade don Cosme Bueno, de quien hemos tomado este artículo, se cría una yerba que llaman ajosucha que, estregándola entre las manos y aplicándola al olfato, preserva a todos los pasajeros de fríos y calenturas en los parajes de tercianas.

La provincia de Moyobamba se compone de solo dos curatos: el primero de su nombre, y el segundo es Soritor.

Aquél no tiene más pueblo que la ciudad de Santiago de los Valles, situada en un valle tan dilatado que hace horizonte sin que se distinga cerro alguno. El terreno es montuoso, muy húmedo y lleno de ciénagas, a causa de los muchos ríos caudalosos que lo inundan. Tiene algunas haciendas de poca consideración, no obstante ser la tierra tan fecunda que, sin la menor fatiga, recogen sus naturales tantos plátanos, raíces, semillas, frutas que, además de alimentarse con ellos, cambian por harina, tasajo y cecinas de Chachapoyas, pues ni cosechan trigo, ni pueden conservar algún ganado por los muchos tigres que los devoran y por los subyacuros, especie de gusanos que introducidos entre cuero y carne de las reses las consumen. Por esta razón están siempre ansiosos de carne; de suerte que cuando la consiguen de mono, de los muchos que se crían en aquella montaña, se dan los parabienes de un buen   —252→   día. Hay en dicha ciudad, además del cura, uno o dos eclesiásticos, algunos españoles, mucha gente blanca y pocos indios. Su destino común es extraer caldo de las cañas que siembran, hacer hilados del mucho algodón que recogen, y tejer tocuyos, lonas y listados, pintados con las yerbas de aquellos montes. Se visten con esos mismos tejidos, y sólo apetecen algunos la ropa de Castilla para los días festivos. Su comercio consiste en estos efectos, el almendra, cacao, achiote, aceite de María, bálsamo de canime, veneno para los cazadores, cera de pellique, estoraque y buen tabaco, que les producen cada año de 8 a 10.000 pesos.

Soritor es una doctrina bien infeliz, seis leguas distante de la anterior; tiene por anexos cuatro pueblos y el asiento de Uquihuani, con pocos naturales que cosechan algodón y tabaco, y se mantienen de la cacería de monos, loros y otros pájaros.

La provincia de los Lamas está situada en lo interior de la montaña, cuarenta leguas distante de Moyobamba, de caminos peligrosos y despoblados. Rodean a esta provincia montes ásperos y espesos, llenos de arboledas, como lo está igualmente el territorio de ella. El temperamento es caliente y muy húmedo, y sus frutos el maíz, raíces y todo lo que da la montaña, como plátanos, piñas, guayabas, limones & y se cultiva también algún algodón. Hállanse muchos monos que comen los indios, loros, guacamayos, culebras, víboras y otros ponzoñosos.

La capital de partido, llamada Santa Cruz de los Lamas, yace en una ladera cortada de varias barrancas, que la hacen incómoda y de una figura irregular, estando circundada al mismo tiempo por los ríos de Huánico y Moyobamba.

La población de todas estas provincias está regulada en 25.378 habitantes: los 1.532 españoles, 12.508 indios, 10.954 mestizos, 487 pardos y 13 negros, número a la verdad demasiado corto para tan dilatado terreno.



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ArribaAbajoIntendencia de Huamanga

La Intendencia de Huamanga, comprende 50 doctrinas, 1 ciudad y 134 pueblos, habitados de 111.559 almas; 176 clérigos, 45 religiosos, 82 religiosas, 5.378 españoles, 75.284 indios, 29.261 mestizos, 943 pardos libres y 30 esclavos, distribuidos en 7 partidos, por el orden siguiente:

Cercado de Huamanga Andahuaylas
Anco Lucanas
Huanta Parinacochas
y Cangallo.

I

Partido de Huamanga

La ciudad de Huamanga, capital de este partido y que da nombre a toda la Intendencia, se halla situada en 12º 54" de latitud, en un terreno dilatado, de temperamento benigno, en donde siempre se goza de deliciosa primavera. Fundose en el año de 1539 por don Francisco Pizarro, en el lugar que ocupaba un pueblo de indios llamado Huamanga, al pie de la Cordillera de los Andes, titulándose de San Juan, por haber en este día entrado en él los españoles.

Tuvo por objeto la fundación de esta ciudad, facilitar el tráfico desde Lima al Cuzco, en cuyo dilatado camino no se hallaba otra alguna, padeciendo mucho los pasajeros; por   —254→   las correrías que hacían en ellos los indios del Inca Manco Capac, que entonces hacía la guerra. Pero concluida ésta, se mudó en 25 de abril de 1540 al ameno sitio de Pucaray, que hoy ocupa, dandósele el nombre de San Juan de la Victoria, después de la que consiguió el gobernador Vaca de Castro, contra Almagro el Mozo, en 1542. Llamose también San Juan de la Frontera, por serlo de las montañas donde se refugió el último Manco Capac.

Edificose la ciudad en las vertientes de una serranía no muy alta, la cual corriendo por la parte S abriga un espacioso llano que corresponde al Oriente de ella, y por la misma parte la baña un pequeño río que baja de las sierras vecinas; pero estando el terreno de la ciudad más elevado que el de la quebrada por donde corre el río, se experimenta en ella alguna sequedad, quedando sólo el recurso de proveerse de las aguas que vierten las aguas de su recinto.

Sus edificios son todos de cal, y los techos de madera, y las casas tan espaciosas que, además de sus grandes habitaciones, tienen terreno suficiente para huertas y jardines, los cuales se mantienen con dificultad por la escasez de las aguas. Las calles son anchas, y las entradas de la ciudad muy alegres y vistosas por las muchas huertas y arboledas.

Erigiose en Sede Episcopal la Santa Iglesia de Huamanga el año de 1612, desmembrándose del obispado del Cuzco las provincias que hoy forman el de Huamanga. Su Cabildo Eclesiástico se compone de deán, arcediano, chantre, dos canónigos de oposición, magistrado y penitenciario, ascendiendo las rentas del Cabildo a 14.930 pesos anuales. La Catedral es grande y está bien adornada, y tiene unido a ella el colegio real de San Cristóbal, con el título de Universidad y los mismos privilegios que gozan las de Salamanca y Lima, en donde se enseñan Filosofía, Teología y Jurisprudencia; pero por la falta de rentas se hallan vacantes varias cátedras, teniendo también un colegio Seminario con veintiséis colegiales, y unos cuatro mil pesos de renta, en el cual se enseñan Latín, Filosofía y Teología.

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Hay también en el recinto de la ciudad, además de la parroquia y sus ayudas, los conventos de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, La Merced y San Juan de Dios; y dos conventos de religiosas, uno de Santa Clara y otro de carmelitas. Residen en ella el Intendente con la caja real y los oficiales correspondientes, la administración de rentas unidas de alcabalas y tabacos, y la de correos. El Cabildo secular se compone de los principales nobles de la ciudad, y entre los regidores se eligen alcaldes anualmente para que cuiden del gobierno político y civil. Su vecindario consta de 32.970 habitantes, la mayor parte de la casta de indios, contándose solamente 169 españoles.

La jurisdicción de este partido es muy limitada, y reducida sólo a dos pueblos que comprenden cuatro curatos. En toda su extensión logran las tierras de un temperamento frío, y producen granos y frutos en abundancia, encontrándose muchas culebras, víboras y alacranes y otros insectos molestos que abundan en la montaña. Se fabrica en este partido mucha ropa de la tierra, se hacen algunos tejidos de plata y se adoban baquetas de las que hacen diversos utensilios apreciables. Valor anual 34.268 pesos.

II

Partido de Anco

El partido de Anco, del que es cabeza el pueblo del mismo nombre, se compone de 1 doctrina y 4 pueblos anexos que son: Anchihuay, Rapi, Chinquimilca y Chunguy, habitados por 2.022 almas: 9 españoles, 1.744 indios y 269 mestizos.

Estos pueblos, aunque situados en temperamento frío, gozan de los frutos que produce la montaña de los Andes a donde tienen sus habitantes algunas haciendas. Allí cultivan la coca, el maíz, la caña de azúcar y algunas legumbres, y cogen también los frutos peculiares de la montaña, como plátanos, guayabas, naranjas, limones & ascendiendo a 18.795 pesos.

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El curato o doctrina de Anco se llamó en otro tiempo Mayocamarca, del pueblo principal que estaba en el valle de este nombre dentro de la montaña, y aún subsistía a fines del siglo pasado. Dícese que sus habitantes se retiraron a los otros pueblos ahuyentados por los tigres.

III

Partido de Huanta

La jurisdicción de este partido, que corresponde al O NO de Huamanga, tiene principio a cuatro leguas de esta ciudad y su extensión es de veinticinco a treinta, por donde tiene la mayor longitud. Hállase situado por la mayor parte en altos o medias punas, y lo restante en quebrada; y en él se cultiva todo género de frutos, semillas y cañaverales de azúcar, cuyo producto anual se computa en 57.204 pesos 5 1/2 reales; pero el comercio principal de este partido consiste en la coca que se cosecha tres veces al año, subiendo a 88.000 arrobas de a 32 libras, la que producen los curatos de Huanta, de donde la llevan a vender a Huancavelica y otros pueblos de minas.

También conducen mucha sal de un abundante mineral que tienen, y sirve para el beneficio de la plata en las provincias inmediatas, pues en este partido se encuentran pocos minerales de este metal, y sólo hay una mina de plomo.

La parte de la montaña con que linda este partido ofrece los mismos frutos que ya hemos mencionado en otras partes, como la sangre de drago, canela, aceite de María, miel de abejas que se halla en los troncos de los árboles, tigres de piel mucho más hermosa que los de Europa, osos, jabalíes, y últimamente una cantidad crecidísima de plantas tan raras y variadas que ofrece campo vasto a las útiles indagaciones de un botánico.

El río más caudaloso de todo el partido es el que nace en Tarma de la laguna de Chinchaicocha, el cual, después   —257→   de deslindar este partido del de Angaraes, hace una inflexión del SO al E formando la península que llaman isla Tayacaja; y entra luego en la montaña descargando sus aguas en el Marañón, a 150 leguas de distancia. En él se crían muchos peces, que matan los indios a flechazos, y tiene un puente construido de firme que llaman Izcuchaca, por donde pasa el camino real del Cuzco, y une este partido con el de Angaraes. En el pueblo de Mayoc, al otro lado de la isla, hay también otro puente de criznejas.

Comprende este partido 7 doctrinas y 30 pueblos, habitados por 27.334 almas, entre las cuales se cuentan 219 españoles, 1.998 indios y 10.080 mestizos. Hay en este partido un hospital, con dos salas que deben su subsistencia a la piedad del licenciado don Lucas de Medina, su actual administrador; y en el pueblo de Huanta hay un hospicio de misioneros franciscanos, con cuatro religiosos.

IV

Partido de Andahuaylas

El partido de Andahuaylas tiene dos leguas de largo NO SE y quince de ancho. Comprende 10 doctrinas y 18 pueblos anexos, habitados por 12.020 almas. Produce trigo, maíz y demás semillas, y casi todo género de frutas; pero sólo se cultiva lo que basta para el consumo de la provincia, siendo la azúcar el único artículo de su comercio.

Pasa por este partido el camino real de Lima que conduce al Cuzco, y en el río Pampas, único que riega la provincia, hay un puente de criznejas de treinta varas de largo y una y media de ancho, por donde pasan las cargas que van a aquellas capitales. Hay también una laguna de diez leguas de circunferencia, cuyo desagüe es un corto raudal que abastece al pueblo de San Gerónimo; pero lo más particular que ofrece este partido es el magnífico templo del Santuario de Cocharcas, pueblo anexo del curato de Chincheros. Allí se venera una milagrosa imagen de Nuestra Señora, cuya festividad   —258→   se celebra el día 8 de setiembre, para la cual concurren al pueblo innumerables gentes de todas partes, y se celebra una feria que dura doce días.

V

Partido de Lucanas

El partido de Lucanas corresponde entre el O y S del de Huamanga; le dan sesenta leguas de largo por treinta de ancho, y por algunas partes solo doce. Hállase situado entre los empinados cerros de la Cordillera con pocos llanos, y aún éstos de poca extensión. Por consiguiente, su temperamento frío produce sólo los frutos propios de la Sierra; pero en tan corta cantidad que apenas bastan a la subsistencia de los naturales; y tiene que abastecerse de toda clase de víveres, excepto de carnes, de los partidos circunvecinos. Es muy abundante en minas de plata, las cuales dan el ser a esta provincia. Hállanse situadas cerca del pueblo de San Juan, anexo del curato de Lucanas, y producen cada año de 20 a 25.000 marcos de plata, según don Cosme Bueno de quien hemos tomado estas noticias. Se hace en esta provincia el beneficio de los metales con azogue y sal, ayudándole con alcaparrosa a que llaman colpa en aquel Reino. Este beneficio, dicen que lo descubrió don Lorenzo de la Torrebueno que fue dueño de las principales vetas, y se ha establecido en otras muchas minas del reino en que los metales son de la misma o casi igual naturaleza.

Comprende este partido 14 doctrinas y 44 pueblos anexos, habitados por 15.727 almas: 862 españoles, 12.700 indios y 2.076 mestizos y 20 pardos libres.

VI

Partido de Parinacochas

Corresponde el partido de Parinacochas al S de Huamanga y tiene un largo de treinta y cinco leguas NE SO y veintidós de ancho por el rumbo opuesto. Hállase situado en   —259→   la Sierra, y se experimenta en él un frío intenso. Produce, en algunas quebradas, toda clase de frutas de las de aquel reino, menos chirimoyas; y en los parajes restantes trigo, maíz, cebada, muchas habas y otras semillas, y cultivan los palmitos de grana que llaman magno, para matizar con él las ropas que fabrican con las lanas de su ganado. Críanse también muchos huanacos, y éstos sirven de jumentos para las cargas ligeras de los tejidos y otras de otra especie, empleándose muchos de los habitantes de esta provincia en el ejercicio de la arriería para llevar al Cuzco, desde Camaná y otras partes, vinos y aguardientes etc. en cambio de cecinas, sebo, papas, chuño y las ropas dichas. El valor de todos los frutos está computado en 50.000 pesos anuales.

Según un estado que acompaña la guía de Lima del año de 1796, se contaban en este partido, el 4 de Octubre de 1794, seis minas de plata corrientes, que consumían cincuenta quintales de azogue; costaba su beneficio 21.410 pesos, y producían al año 4.800 marcos. Habían también siete minas de oro corrientes, que consumían 450 libras de azogue; costaban 8.000 pesos y producían 1.200 onzas de dicho metal; pero estos productos van disminuyendo diariamente, notándose ya en el día una grande diferencia, con respecto a los años anteriores.

Llegan los habitantes de este partido a 16.011 almas, entre las cuales se cuentan 1.057 españoles, 8.475 indios y 6.451 mestizos repartidos en 14 doctrinas y 16 pueblos anexos. En uno de éstos, llamado Chaypi, se venera una imagen de Nuestra Señora del Rosario, a cuya función concurre mucha gente de todas partes, así como también a otra muy célebre de Nuestra Señora de la Asunción, en el pueblo de Chumbi.

Toma nombre esta provincia de unos pájaros blancos y colorados que se crían en una laguna de siete leguas de circunferencia. Los llaman pamura, de cuya voz corrompida, unida a la genérica cocha, que quiere decir laguna, han formado el de Parinacochas.

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VII

Partido de Cangallo

El partido de Cangallo, conocido también por el nombre de Vilcashuaman, se compone de una quebrada que corre dieciocho leguas del SO al NO, de temperamento templado y sano, aunque en las partes bajas, inmediatas al río Calcamayo que le atraviesa, es demasiado caliente, y se padecen, desde noviembre a marzo, calenturas accesionales que llaman chucho, de las cuales mueren muchos indios por la falta de dieta y curación. Estos parajes dan la caña de azúcar, plátanos y otras frutas de la costa, y en los restantes, según los temperamentos, se crían maíz, papas &; se encuentran vicuñas y hay mucho ganado mayor y menor, de cuyas lanas tejen bastante ropa de la tierra; y en varias partes del Chalcamayno se pescan bagres.

Este partido comprende 10 doctrinas y 31 pueblos anexos, habitados por 12.474 almas: 31 clérigos, 62 españoles, 10.011 indios, 2.363 mestizos y 7 pardos libres.

Se le da el nombre de Cangallo a este partido del pueblo en que reside el subdelegado. Algunos le dan también el de Vilcahuaman, y éste lo toma de un cerro así llamado, en el cual se encuentran vestigios bien claros de una gran plaza de armas cercada por los antiguos habitadores de aquel reino. Enfrente de ella están las ruinas de un templo dedicado al Sol (que después lo fue a San Juan Bautista) de piedra de sillería, que por su enorme magnitud y por la crecida distancia desde el sitio de donde pudieron ser llevadas, parecen obras superiores a los esfuerzos de los indios del tiempo de la conquista. A una legua del citado pueblo de Vilcas se ven también las ruinas de los palacios del Inca, y los vestigios de varios caseríos que se cree servían de alojamiento a la familia y comitiva.

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Hay en este partido una mina de plata en corriente trabajo y cuatro de oro, que producen al año la primera 4.500 marcos, y las otras 30 libras de oro ascendiendo a 22.000 pesos el costo de beneficio. En este cómputo prudencial, según las noticias adquiridas, debe tenerse presente que los mineros de oro apenas trabajan tres meses al año, por las muchas aguas, y que dan a los trabajadores otro tanto de metal como el que estos sacan para los amos.



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ArribaAbajoIntendencia de Huancavelica

Comprendo la Intendencia de Huancavelica 22 doctrinas y una ciudad, una villa y ochenta y seis pueblos anexos, habitados por 30.917 almas: 81 clérigos, 18 religiosos, 2.341 españoles, 23.899 indios, 4.537 mestizos y 41 esclavos, distribuidos en cuatro partidos por el orden siguiente:

Cercado de Huancavelica Tayacaja
Angaraes Castrovirreina

I

Partido de Huancavelica

Hace cabeza de la Intendencia de Huancavelica la villa del mismo nombre, que está situada a los 12º 53' de latitud y 68º 45' de longitud. Fundola don Francisco de Angulo el 5 de agosto de 1572 por orden del Excmo. Sr. Virrey don Francisco de Toledo, hijo segundo del conde de Oropesa, en cuya memoria la tituló Villarrica de Oropesa. Dista del mar por donde menos cuarenta leguas, y ocupa una media quebrada que hace la Cordillera, bajo un cielo tan inconstante que unos días llueve, otros hiela, y aún se experimentan otras alteraciones en un mismo día, a veces con tempestades, granizos y rayos. Sus edificios se componen de una piedra más o menos porosa, en que se congela el agua caliente de unos manantiales que hay en sus contornos, de modo que la emplean sus vecinos en la fábrica de sus casas.

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Baña esta villa un arroyo bastante caudaloso en tiempo de lluvias, porque se le agregan otros que descienden del cerro inmediato. Para comunicarse los barrios unos con otros hay varios puentes que los unen, siendo uno de ellos con tres arcos hechos de cantería. Consta su vecindario de 5.156 almas; tiene un hospital y tres conventos que son el de Santo Domingo, San Francisco y San Agustín, al cual se le adjudicó el colegio de Jesuitas expatriados con el cargo de enseñar a la juventud las primeras letras.

Residen en esta villa el Gobernador Superintendente de las minas, con la Secretaria y Contaduría General de la real negociación de azogues, la Administración de rentas unidas de alcabalas y tabacos, y el Cuerpo Civil o Ilustre Ayuntamiento de la villa, el cual consta de un alguacil mayor, otro provisional, el depositario general y varios regidores, con un protector de indios y el escribano.

Siendo las minas de azogue que allí se trabajan las únicas de donde se extrae cuanto se gasta en el beneficio de las de plata de todo el Perú, y el único ramo de industria que ocupa a los habitantes de esta villa, sería bien demos aquí una breve noticia de ella y del estado actual de sus laboreos, extractada de la que se halla en el Mercurio Peruano, tomo 1.º página 65, y de otros documentos que hemos podido adquirir.

Descubriose la mina de Huancavelica por los años de 1566, según datos más fidedignos, gobernando el Perú el presidente Lope García de Castro. Es indiferente saber si esto se originó por una piedra de cinabrio cristalizada, que según dicen encontró accidentalmente Enrique de Garcés en manos de algunos indios, o si un tal Navicopa dependiente de Amador de Cabrera, debiese a su fortuna este precioso hallazgo. Lo que tenemos de cierto es que en 1.º de setiembre del año de 1570 lo compró el rey de Cabrera y lo inculcó a la corona; que en 2 del mismo mes y año se empezaron las labores y explotación de los metales por el veedor Pedro de los Ríos, nombrado para este fin por el Excmo. señor Virrey don Francisco de Toledo, y en 1571 Pedro Fernández de Velazco   —264→   fue el primero que puso en práctica el uso del azogue para el beneficio de la plata, cuyo método no se conoció con perfección hasta mediados del siglo XVI, debiendo así la América y todo el mundo a estos dos españoles los progresos que después se han conseguido en la mineralogía, no debiendo tampoco olvidar al insigne mineralogista Alonso de Barba quien, a pesar de la emulación de su siglo, debe ocupar un lugar muy distinguido en nuestra historia.

El primer gobernador que tuvo la mina fue don Francisco de Angulo que, habiendo entrado en el gobierno de ella el año de 1571, lo ocupó hasta el de 1576, en cuyo quinquenio sacó 1.137 quintales. Después de algunas alteraciones, en cuanto a su gobierno, se dirige en el día por gobernadores privativos de ella, contándose 67 hasta don Juan María de Gálvez, que servía este ministerio por los años de 1796.

Prescindiendo ahora de los motivos que dieron lugar a celebrarse contrato de esta real mina, como se verificó con un tal don Nicolás de Saravia, y del modo con que se laboreó mientras la poseyó este sujeto, es constante conforme a expedientes obrados sobre la materia, que los albaceas de Saravia la entregaron después a la real hacienda en un estado muy deplorable por el destrozo que hicieron para extraer los metales de alguna ley, que según el sentir de los prácticos eran necesarios setenta mil pesos de gastos para las obras precisas a evitar su total ruina. Tal era la situación en que se hallaba la mina a principios del año 1782 en que volvió a recibirla la real Hacienda, y aunque se trabajó de su cuenta por espacio de cinco meses y días, bajo la dirección del ingeniero don Mariano Custería, que antes se hallaba de su juez conservador, no se logró que se fundiesen los metales en dicho tiempo, causa por la que destinó el gobierno en su lugar a don Juan Domingo Ordosgoyti, considerándole con Justicia capaz de reparar el deplorable estado de aquel importante mineral.

Este comisionado, a mediados de dicho año, apuró sus arbitrios e inteligencia para desempeñar hasta lo posible la confianza en él depositada. Con efecto, formó reglamento   —265→   para el manejo de los empleados y fundición de los metales, expidió varias providencias arregladas, y ahorró muchos miles que antes se erogaban por falta de la justa economía que él adoptó, labrando así un mérito digno de la real atención.

Concluido su encargo, volvió el gobierno al referido Pustela, siguiendo el método establecido por Ordosgoyti, hasta el año de 1785, en que entran a gobernarla don Fernando Márquez de La Plata, primer Superintendente General privativo de la real mina. En su tiempo acaeció, en 1786, una sensible ruina en ella, para cuya reparación (la cual logró en cuanto le fue posible) fue necesario construir varias obras al tiempo mismo que escaseaban los metales y su ley. Así que fue preciso diligenciar, de cuenta de la real Hacienda, nuevas minas o vetas de cinabrio en aquellas inmediaciones.

Consiguiose esto mediante las activas y esforzadas diligencias de dicho señor La Plata, y habiendo descubierto felizmente metales de buena ley en la mina nombrada Trinidad, que después laboreó él mismo, logró su sucesor don Pedro Tagle destilar algún azogue, que introdujo en la real Contaduría. En 13 de Agosto de 1790 entregó el mando al Conde Ruiz de Castilla. Éste formó varios reglamentos e instrucciones creando la clase de Director descubridor, con cuyo motivo se laborearon con conocida utilidad; pero esforzándose en este tiempo los vecinos de la villa, se logró el feliz descubrimiento de la mina de Silla-Casa, cuya manifiesta riqueza ha convidado a muchos a catear en sus inmediaciones.

Esta apariencia afortunada hizo justo el permiso que, desde el año 1782, propuso Ordosgoyti al Superintendente don Jorge Escobedo de que, permitiéndose a los particulares el libre trabajo llamado pallaque y los necesarios hornos de fundición, se reservase sólo en corto número para las operaciones por cuenta del Rey. De estas laudables disposiciones, aprobadas por el gobierno en el año de 1794, se han derivado ventajas de tanta consideración a la real Hacienda y al Estado, que sólo la de tomarse hoy en abundancia el quintal de azogue a 73 pesos, hace época en la historia de la   —266→   mina, siendo así que sólo en el año de 1795 introdujeron los payaqueadores 4.350 quintales, en circunstancias en que el trabajo por la real Hacienda no rendía sino 375 quintales 4 tomines.

No pertenece a este lugar el entrar en otros pormenores y particularidades que han dado origen a infinitas providencias y alteraciones en el gobierno y sistema económico de la mina; pero sí añadiremos que, desde el 1.º de enero de 1782 en que empezó a laborearse por cuenta del Rey hasta el 30 de setiembre de 1795, experimentó la real Hacienda la espantosa pérdida de más de 11.000 pesos con la corta extracción de 27.804 quintales de azogue, y que de este quebranto y de la escasez de mineral hubo épocas en que costaba el quintal de azogue 170 pesos, y aún llegó a valer 310 pesos el quintal.

En los 219 años corridos desde la citada fecha de 1570, en que se empezaron a fundir los metales de la real mina, hasta el 31 de diciembre de 1789 inclusive, se han extraído y entrado en reales almacenes 1.040.452 quintales de a 52 libras, 2 onzas de azogue, que importan 67.629.396 pesos, promediando en 65 pesos el valor del quintal, con respecto a los diferentes precios a que ha costado en los 291 años indicados. La extracción más abundante que ha habido, con proporción al tiempo, ha sido la del gobierno de don Martín Balancegui quien, en los dos años que corrieron desde fines de 1646 hasta igual fecha de 1648, sacó 17.371 quintales 65 libras de azogue.

Bajo el nombre de ratas y desmontes se han gastado en las refacciones de la real mina, inclusos los materiales desde el año de 1571 hasta el de 1748, según cómputo, 8.283.600 pesos. Desde dicho año hasta fines del de 1789, con arreglo a lo que consta circunstanciadamente en libros reales, 2.304.245 pesos, 4 reales, que todos hacen la total suma de 10.587.845 pesos, 4 reales, cuya cantidad, repartida entre los 219 anos de la cuenta que formamos, corresponde a cada uno 48.346 pesos 2 1/2 reales de gasto.

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Últimamente, con el descubrimiento de la mina indicada y la supresión del trabajo de la de Santa Bárbara, se han aumentado los hornos de fundición de 80 que eran hasta 146, y aún se trabajan 9 más. Se destinan semanalmente al pie de 100 quintales de azogue, que expedidos a 37 pesos el quintal, producen 7.300 pesos, los cuales circulan y se reparten semanalmente entre los solicitadores y trabajadores de este metal; y además del moderado costo a que sale el quintal, como va dicho, y de la abundancia conque se miran los almacenes, atesoran sus moradores 29.478 pesos 2 reales con que anualmente contribuyen en dinero por el ramo de minas los partidos afectos a ella. De este modo es de esperar que se poblará la villa, se fomentarán sus moradores, y florecerá todo el reino con la abundancia de aquel ingrediente tan precioso para el laboreo de las minas.

Dejamos de dar una relación circunstanciada del modo conque éstas se trabajan y se extrae el azogue, para cuando tratemos de las minas de azogue de Punitaque en el reino de Chile.

II

Partido de Angaraes

Extendiéndose la jurisdicción de este partido a unas veinticuatro leguas de largo EO por doce de ancho, es de figura bastante irregular, y su temperamento es frío, a excepción de una que otra quebrada algo templadas. En general no escasea en semillas, pues sólo en la jurisdicción del curato de Acobamba, cuyo pueblo es la capital del partido, se cogen regularmente 25 fanegas de trigo con las cuales se abastece Huancavelica. Hay también algunas frutas, cañaverales de azúcar y una especie de heno que llaman ichú, el cual sirve de leña en los hornos de donde se saca el azogue y lo pagan bien los mineros. Se crían ganados de todo género, y carneros de la tierra que sirven para acarrear los metales desde el cerro a los hornos; y aunque hay algunas minas de plata producen poco. También las hay de cobre, y por tradición se sabe que las hubo de carbón en el pueblo de Payaya. Encuéntranse también varias tierras útiles para pintar.

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Riegan a este partido varios ríos que entran todos en el Marañón, y en ellos se cogen bagres y pejerreyes. Consta de 3.245 almas: 23 clérigos, 219 españoles, 2.691 indios, 309 mestizos y 3 esclavos, distribuidos en 5 doctrinas y 25 pueblos.

III

Partido de Tayacaja

Este partido comprende 5 doctrinas, y 22 pueblos anexos, habitados por 13.161 almas: 81 clérigos, 1.394 españoles, 9.020 indios, y 2.796 mestizos. Produce granos, legumbres, ganado, y tiene un administrador de rentas unidas, con el sueldo de 350 pesos anuales.

IV

Partido de Castro-virreina.

Tiene este partido veintidós leguas de ancho EO por más de treinta y seis de largo NS, pero es fragoso y estéril; y sus habitantes no pasan de 9.365 almas, entre las cuales se cuentan 8.355 indios, repartidos en 8 doctrinas y 35 pueblos anexos.

Sus frutos son trigo, cebada, papas, y poca fruta que se coge en alguna quebrada. Abunda el ganado por los muchos pastos que tiene, y hay también llamas o carneros de la tierra, vicuñas y huanacos. No tiene minas ni hay caminos abiertos, pues cada uno lo abre donde lo permiten la nieve y las corrientes de los muchos arroyos que se encuentran a cada paso, especialmente en el tiempo de las aguas, que caen desde octubre hasta marzo.

Riegan a este partido varios ríos; unos que bajan al mar del Sur, y otros que siguen por la parte opuesta a la Cordillera, acompañando sus aguas con el Marañón hasta el otro mar. Tiene también algunas grandes lagunas; pero el excesivo frío de aquellos parajes no permite se críe en ellas ningún pescado.



  —269→  

ArribaAbajoIntendencia de Arequipa

El obispado e intendencia de Arequipa se compone de 60 doctrinas, 2 ciudades, 2 villas y 80 pueblos anexos, habitados por 136.301 almas: 326 clérigos, 284 religiosos, 162 religiosas, 5 beatas, 39.357 españoles, 66.609 indios, 17.797 mestizos, 7.003 pardos libres y 5.258 esclavos, distribuidos en 7 partidos por el orden siguiente:

Cercado de Arequipa Moquegua
Camaná Arica
Condesuyos Tarapacá
Collaguas

I

Partido de Arequipa

Hállase situada la ciudad de Arequipa, cabeza de la Intendencia de este nombre, en los 16º 13' 20" de latitud S y 66º 6' 30" de longitud. Fundose, por primera vez, en un sitio que tenía el mismo nombre, por el capitán Pedro Anzueros de Camporredondo, el año de 1540, de orden del marqués don Francisco Pizarro, dada en el año anterior; pero, no logrando allí ventajosas conveniencias, se mudó después al valle de Quilca, donde permanece, distante de la marina veinte leguas. Habían sido conquistados los países de su   —270→   dependencia y unidos al imperio de los Incas, hacia fines del siglo XIII, por Mayta-Capac, cuarto soberano del Perú, quien viendo la admirable disposición del terreno hizo poblar el valle de Arequipa con 3.000 familias, entresacadas de las provincias inmediatas, formando allí cuatro o cinco pueblos. Quieren algunos que su nombre original fuese Arequipa, que quiere decir, según ellos, si os está bien, quedaos, por la licencia que el Inca dio a algunos de sus capitanes para que lo poblasen. Pero el padre Blas Valera interpreta trompeta sonora, pudiendo muy bien haberse deducido el nombre de la voz quepau, que significa el pututu o caracol marino de que usaban los indios.

Es esta ciudad, por su capacidad, una de las mayores que pueblan los vastos países del Perú. Su planta es admirable, por estar en llano, y a esta ventajosa disposición acompaña la hermosura de las casas, que siendo todas de piedra y bovedadas ofrecen a sus habitantes viviendas cómodas, y a la vista un aspecto agradable, por el universal cuidado e inclinación de aquel vecindario para conservarlas con aseo y decencia. Su temple es de lo más lisonjero que se puede apetecer para la vida, pues nunca llega el caso de que se experimente un frío excesivo, ni tampoco causa molestia el calor, siendo todo el año, en la apacibilidad y alegría que ofrecen los campos a la vista, una incansable primavera. Cerca de la ciudad pasa un río, cuyas aguas, conducidas en parte por medio de Arequipa, atraviesan las calles, y arrastrando las inmundicias las mantienen limpias y aseadas. En estos últimos años se ha formado una hermosa alameda que sirve de recreo a los habitantes.

Disminuye tanta excelencia como tiene Arequipa la pensión a que está sujeta, como todas las de aquella América, de los continuos temblores de tierra, los cuales han causado en ella estragos espantosos. Sucedió el primero el año de 1582, y el segundo en el de 1600, reventando al mismo tiempo un volcán que le cae inmediato llamado Huaynaputina, continuando en los años posteriores de 1604, 1687, 1715 y 1784 con grande daño de los moradores y de sus edificios.

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El volcán Huaynaputina tiene de elevación sobre el nivel del mar 3.180 toesas, y es a la verdad uno de los volcanes mas majestuosos y respetables del orbe. Abraza la vista, desde su cima, una distancia inmensa. El cerro se compone, en su cumbre, de una áspera peñolería, y allí tiene tres leguas de circunferencia sobre una de diámetro en donde están abiertas dos bocas formidables. De ellas se ha visto salir, en algunas ocasiones, un denso vapor de más de 400 varas de grueso, a veces en forma de pirámide, y otras en la de nube siempre prolongada y continuada, formando hacia arriba diversas figuras y promontorios globulosos que corrían por la atmósfera a donde las llevaba el viento a manera de nubes, y de la misma especie y color que éstas aparentan. En un reconocimiento ejecutado el año de 1788 (de orden del Intendente de la provincia) sobre el boquerón principal, se explican así los observadores: «Su vista fue de bastante terror, tanto por el vapor denso que exhalaba con ímpetu y violencia aquella concavidad, cuanto por el fuerte ruido que se oía, a manera de un río caudaloso, a ratos muy recio y a ratos algo remiso, según las ondulaciones del aire y la impresión que hace el eco en las peñolerías cóncavas. En esta especulación vimos que las columnas de vapor, no obstante ser de bastante corpulencia, no llenaban toda la oquedad de la expresada boca, y que salía unas veces por un lado y otras por otro, tomando diversas direcciones, pero sin dividirse ni separarse hasta la mayor altura a que se elevaba». Este volcán ha tenido dos erupciones, y es ciertamente el vecino más terrible que puede tener una ciudad.

Consta en el día la población de Arequipa de 23.988 almas, entre las cuales hay gran número de familias nobles, por haber sido allí donde más han subsistido los españoles, tanto por la comodidad del temple y la abundancia de los víveres, como por la oportunidad para el comercio por medio del puerto que solo dista veinte leguas. Su gobierno político y civil está a cargo del Intendente, que hace también cabeza al puerto de la ciudad. Tiene una caja real con los ministros y oficiales dotados para su manejo, una administración de alcabalas, otras dos de tabacos y de correos, una contaduría   —272→   de diezmos, y entre los cuerpos civiles hay establecida una sociedad mineralógica formada de un director, el tesorero, el secretario y cuatro diputados, cuyo instituto tiene por objeto el adelantamiento de la mineralogía y el fomento de las minas de aquel reino.

El Cabildo secular se compone del Intendente, de dos alcaldes ordinarios, de un alférez real, de un alguacil mayor, de un alcalde provincial, un depositario general y siete regidores. Tiene por armas un escudo, y en él un volcán arrojando llamas, rodeado de ríos; a los lados dos árboles, y encima de ellos dos leones de oro en campo rojo; por orla, flores de lis de oro en campo azul; por timbre, un yelmo cerrado, y por divisa un grifo con una bandera en las manos y el lema Del Rey.

Concediole el título de muy noble y muy leal el Virrey don Francisco de Toledo, en 7 de noviembre de 1575 y lo confirmaron después los reyes don Felipe II y don Felipe III, siendo notable la cédula expedida por el primero, a 29 de setiembre de 1587, en la cual compara a las señoras arequipeñas con las matronas romanas, cuyo ejemplo imitaron oblándole hasta sus joyas en un donativo. Arequipa fue fundada con el título de Villa de la Asunción del Valle hermoso; pero el emperador Carlos V la concedió, el 22 de Diciembre, al año de su fundación, el título de ciudad. Ella fue la primera que admitió las alcabalas introducidas en aquellos dominios el año de 1596.

Perteneció la ciudad de Arequipa a la diócesis del Cuzco hasta el año de 1609, en que desmembrándose de ella se erigió en Iglesia episcopal el 20 de julio de aquel año. Ahora se compone su Cabildo, además del obispo, de cinco dignidades que son deán, arcediano, chantre, maestre-escuela y tesorero, dos canónigos de oposición (doctoral y magistral), uno de presentación y dos racioneros. Las rentas de este Cabildo ascienden anualmente a 39.468 pesos 2 1/2 reales, y las de la mitra a 20.153 7 y 1/2 reales. Las capellanías colectivas que hay en todo el obispado son 540, y su principal 1.444.4o6 pesos 6 1/2 reales, reditúa al año a razón del 5%   —273→   72.220 pesos 2 1/2 reales; las cofradías son 10 y producen 5.948 pesos 4 reales. Para el servicio de la Catedral y enseñanza de los que en ella se ocupan, erigió en 1616 un colegio seminario, donde se enseñan Latinidad, Filosofía y Teología.

Hay en la ciudad tres monasterios de monjas que son: Santa Catalina, Santa Rosa y Santa Teresa, y contienen 175 religiosas, con 38.614 pesos de renta. También hay un beaterio de San Francisco, una casa de recogimiento con su abadesa, que sirve para recogimiento voluntario de mujeres españolas y reclusión de delincuentes, fundada en 1745, y una casa de ejercicios de mujeres que se estableció en 1762. Los conventos de religiosos son seis, a saber: Santo Domingo, San Francisco, la Merced, San Agustín, San Juan de Dios y el Hospicio de Buena Muerte. En todo 200 religiosos, cuyas rentas están graduadas en 50.000 pesos. Posteriormente se ha fundado por el señor Obispo una casa provisional de expósitos, y por providencia. del Intendente se trabaja un suntuoso campo-santo en lugar proporcionado, a fin de que los despojos de los muertos no infesten a los vivos ni llenen de podre al santuario.

Para la enseñanza de la juventud religiosa y seglar hay establecidas cinco escuelas gratuitas, en las que les enseñan las primeras letras y la latinidad, y se leen cursos de Artes y Teología. Una de estas escuelas es fundación del ayuntamiento, con el único fin de que sirva para la educación de niñas.

Extiéndese la jurisdicción de Arequipa a todos aquellos arrabales o pueblos de su inmediación, y en todos ellos se goza del mismo temple que en la ciudad, no experimentando en ningún tiempo la esterilidad del estío, porque todo el año anuncian los matices de las flores la hermosura de una igual y benigna estación. Producen estos pueblos, granos, vinos, aguardientes, azúcar, algodón, aceite, ají, alfalfa y raíces comestibles, teniendo pocos árboles frutales, aunque para las fábricas y muebles de casa emplean el sauce. Estos frutos los expenden parte en la misma provincia y parte en las   —274→   inmediatas, principalmente los vinos de Vítor, que reducidos a aguardiente los transportan a Potosí, Oruro, el Cuzco y la Paz, conduciendo de ésta algunos efectos de Castilla, aunque la mayor parte se introducen por Lima. Entre estos renglones, cuyo líquido valor está calculado en 638.800 pesos anuales, el ramo más pingüe y de pronta salida que tiene Arequipa es el maíz, el cual lo expende en tanta cantidad que, según los derechos que rinde, se ve que se consumen al año 68.224 fanegas, únicamente en la bebida que llaman chicha, que, al precio de 3 pesos, que por lo regular tiene la fanega, sube a 204.672 pesos el importe de dichas fanegas.

Los géneros europeos de más consumo en este partido son paños, lencería corriente, y rasos; y el mayor lujo está entre las mujeres en lanas, terciopelos y espolines. Las enfermedades más comunes en los valles son las tercianas, y en los demás pueblos catarros, dolores reumáticos y algunos tabardillos.

Su población comprende 37.721 almas, en esta forma: 98 clérigos, 225 religiosos, 162 religiosas, 5 beatas, 22.687 españoles, 5.929 indios, 4.908 mestizos, 2.477 pardos libres y 1.225 esclavos. Los delitos dominantes de la plebe no son de consideración, por ser toda aquella gente apacible y de buena inclinación.

II

Partido de Camaná

Siguiendo la costa del Sur, aunque algo apartado de sus playas, continúa el partido de Camaná, cuya jurisdicción, si bien dilatada, participa de muchos despoblados que corresponden hacia la parte de mar. Sus tierras se dilatan por el Oriente hasta los primeros cercos de la Cordillera, y se componen de muchos valles, de los cuales los más terminan en la costa. El temperamento es semejante al de Lima; pero hacia la parte de sierra llueve algo, y en aquellos parajes se hallan quince minas de oro, de ley tan escasa que apenas sufragan el costo de su laboreo. El territorio de valles   —275→   produce aceite, ají, azúcar, vinos, trigo, maíz, papas y alfalfa, cuyos ramos se expenden dentro y fuera de la provincia, estando graduado el valor líquido de ellas en 300.000 pesos anuales. Todos estos valles están regados por riachuelos que bajan de la Sierra, y algunos se hacen caudalosos en los meses que llueve en ella; pero lo demás del año escasea el agua, a excepción de algunos pocos que la tienen siempre abundante, como el de Majes y el de Ocoña. En éstos se crían peje-rreyes, que pescan.

La capital de este partido es la villa de Camaná que está situada a dos leguas del mar, en un paraje delicioso a la vista por la fertilidad, amenidad y colocación de sus tierras, a las que riega el río Majes que entra en el mar por aquella parte formando un soto en donde se crían varios pájaros. Antiguamente fue más considerable esta villa. Hay un convento de mercedarios y Cabildo secular, el cual preside el subdelegado. Hay también administraciones de alcabalas, tabacos y correos, pero todas están sujetas a las respectivas de Arequipa. Su comercio principal lo forman, con el ají y aceite que sacan para otras provincias, y consumen entre sí algunos efectos de Castilla. El vicio dominante en el pueblo es la borrachera; y las enfermedades comunes, las tercianas.

Comprende este partido 7 doctrinas y 8 pueblos anexos, habitados por 10.052 almas: 34 clérigos, 9 religiosos, 5.105 españoles, 1.249 indios, 1.021 mestizos, 1747 pardos libres y 887 esclavos. Esta gente se aplica a la labranza, y algunos pocos a la arriería, criándose en la jurisdicción del pueblo de Arequipa crecido número de ganado de toda especie y muchos borricos que sirven para el tráfico.

III

Partido de Condesuyos

Hacia la parte N de Arequipa, y distante de ella cosa de treinta leguas, está el partido de Condesuyos de Arequipa, cuya jurisdicción se extiende como otras treinta leguas.   —276→   Su temperamento es universalmente frío, aún en aquellos pueblos que situados en la falda de la Cordillera están en pa rajes menos altos. Sin embargo, se recoje bastante trigo, maíz, papas y otras semillas en los parajes bajos, y algunas frutas como uvas, peras etc. Abunda en pastos, con los cuales se mantiene algún ganado mayor y menor, y se encuentra también ganados, vicuñas y vizcachas. Críase allí la cochinilla silvestre, principalmente en el pueblo de Chicuas, aunque por falta de cultivo es inferior a la de otras partes: con todo la venden los indios en cambio de coca y bayetas de la sierra, y la emplean en los tintes de lana. Para esto la reducen a polvo, moliéndola y mezclándola cuatro onzas de éste con doce de maíz morado; forman después unos panecillos cuadrados, de cuatro onzas cada uno, a los cuales dan el nombre de magno, y en esta forma lo despachan, siendo el precio regular de la libra un peso de aquella moneda. Está calculado en 26.458 pesos el líquido valor de los frutos principales que se crían en este partido, los cuales se consumen todos dentro de su jurisdicción.

Ésta comprende 9 doctrinas y 18 pueblos anexos habitados por 20.145 almas: 35 clérigos, 3.603 españoles, 12.011 indios, 4.358 mestizos, 34 pardos libres y 44 esclavos. La ocupación principal de estos moradores es la de llevar los efectos desde el valle de Majes, en el partido de Camaná, como vinos, aguardientes etc. a otras provincias de la Sierra. Se ocupan también en el cultivo de sus sementeras, y algunos en la labor de minas. De estas hay varias de oro que dan algún producto, pero tan escaso que apenas basta para costear el trabajo.

Todo el terreno de este partido es muy quebrado y de malísimos caminos, y la capital bastante desapacible, aunque solo dista cuatro leguas de la provincia de Camaná. Cerca de Orcopampa hay unos baños de agua caliente, que aseguran son muy útiles para el gálico y la lepra.

IV

Partido de Collaguas

A la parte NE de Arequipa, y distante de esta ciudad unas treinta leguas, está el partido de Collaguas, llamado   —277→   también de Caylloma por un famoso cerro que tiene el mismo nombre, del cual se sacan, desde tiempos antiguos, crecidas porciones de plata.

El terreno de este partido es una quebrada por la cual se despeña un río de bastante agua, que nace en la misma provincia, y lo llaman Patacapuquio, que quiere decir cien ojos de agua. Cerca del pueblo de Hambo, en la mitad del partido tuerce su curso y entra en la provincia de Condesuyos, desde donde sigue al mar por la provincia de Majes. A las cinco leguas de su origen tiene un puente natural de una sola piedra de ocho varas de largo y cuatro de ancho, y a pesar de ser profundo el cauce del río suele rebalsar el agua por cima en tiempo de lluvias. Además de este río hay otros riachuelos que vierten en él sus aguas, y otros que se unen con el Apurimac. Entre éstos es particular el que riega el valle de Sihuas, adonde baja por una quebrada diversa de la grande. Nace, o por mejor decir, brota a manera de penacho grande de la cima de un pequeño cerro que tendrá diez a doce varas de alto, por ciento cincuenta de circuito. En sus serranías no se ven señales de humedad por estar rodeado de peñas, y parece una cascada hecha por el arte para diversión y recreo.

Su temperamento es frío en lo general, a excepción de aquella parte que confina con el partido de Camaná y de unas cinco leguas que le pertenecen del valle de Sihuas. Sus frutos son cebada, papas, habas, maíz, quinua, alfalfa y los vinos que se cojen en el valle de Sihuas. Todos estos frutos se consumen en el partido y otros de la misma Intendencia, y su valor líquido se computa anualmente en 70.000 pesos que los producen 75 haciendas. Críanse también bastante ganado mayor y menor, carneros de la tierra, vicuñas y algunos animales montaraces; pero la principal ocupación de sus habitantes es la minería, por las muchas vetas del metal precioso en que abundan sus cerros. De ellos se han sacado en otro tiempo muchas riquezas, llegando a dar cada cajón ochenta y cien marcos de plata. En el día han escaseado mucho por la gran profundidad en que se hallan las minas, sin embargo de que se trabajan todavía con bastante utilidad.

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El cerro principal de estas minas, y que como llevamos dicho dio motivo a la fundación del pueblo y asiento de Caylloma, está a dos leguas de este asiento. En sus contornos hay muchas vetas que se trabajan actualmente, y otras que han dado en agua. Este real de minas es uno de los más antiguos del reino, y aunque se han extraído porciones crecidísimas de plata se cree será de larga duración, porque muestran las apariencias de que aún quedan muchas por descubrir. Los metales se muelen en trapiches con el agua de un arroyo que nace a cuatro leguas de este pueblo, y para que no falte agua hay en las cercanías una laguna nombrada Vilafro, de una legua de circunferencia, de la cual por medio de compuertas se deja salir el agua necesaria para las moliendas en tiempo de secas, y se cierra cuando llueve, a fin de que sirva en aquellas necesidades.

El terreno comarcano a este asiento es muy estéril; ni aún pasto produce para los ganados, por estar en medio de dos cerros sumamente áridos y fríos. En el pueblo se venera una cruz bastante perfecta, de cristal opaco y cenicienta que, según tradición, se encontró con otras dos en una mina, a cuarenta estados debajo de tierra, por un tiro que dió un barretero.

Hay en este partido una diputación territorial del real tribunal de Minería, una administración particular de alcabalas, otra de tabacos y una de correos, sujetas todas a las respectivas de Arequipa.

Su población distribuida en 16 doctrinas y 10 pueblos anexos consta de 13.905 almas: 40 clérigos, 212 españoles, 11.872 indios, 1.417 mestizos, 335 pardos libres y 29 esclavos. El vicio dominante de la plebe es la embriaguez, y sus enfermedades comunes tabardillo y dolores de costado. Es muy corto el número de efectos de Castilla que consumen, y el producto de las minas que trabajan se computa en tres mil marcos anuales. Es necesario advertir que todas estas minas son de plata, y aunque las hay también de oro, estaño, plomo, cobre y azufre, no se trabajan porque no producen el costo de su trabajo.

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V

Partido de Moquegua

Corresponde este partido a la parte S de Arequipa y su temperamento es por la mayor parte frío, por estar situado en los altos y faldas de la Cordillera cuyos cerros están siempre cubiertos de nieve, excepto en algunos valles de la Cordillera formado de sus vertientes, en uno de los cuales está situada la capital.

Los frutos que produce son granos, trigo, vinos, maíz, habas y algunas hortalizas y frutas, cuyo importe total está graduado en 70.000 pesos que los producen 218 haciendas. Sus moradores se aplican la mayor parte a la labranza y algunos a la cría de ganados. No hay minas de oro, y sí se hallan seis de plata, que producen al año 2.500 marcos de este metal. También se encuentran algunos árboles, pero especialmente el chirimoyo y el palto.

Fundose la villa de Moquegua, capital de este partido, en el ameno valle del mismo nombre, con el título de Santa Catalina de Guadalcázar, hacia los años de 1606, en tiempo del Virrey marqués de Guadalcázar, aunque en el gobierno anterior del príncipe de Esquilache estaba su población sobre los fragmentos de un pueblo del tiempo de la gentilidad. Tiene tres conventos de religiosos que son: Santo Domingo, un colegio de Propaganda Fide y otro Belethmítico, que sirve de hospital, todos con 17 religiosos y 3.763 pesos de renta. Hay Cabildo secular cuyo presidente es el subdelegado del partido, una administración particular de alcabalas, con su contador y oficiales correspondientes, dotadas competentemente; y otras dos administraciones, una de tabacos y otra de correos, que rinden sus cuentas a las principales de Arequipa. En el año de 1791 han fincado los vecinos de esta villa sobre fondos seguros 12 pesos con que contribuyeron voluntariamente, para que redituasen 600 pesos anuales y sirvieran éstos de propios a la villa; al mismo tiempo contribuyeron también con 3.607 pesos 6 reales para fábrica de las casas capitulares de su Ayuntamiento.

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Fórmase el principal comercio de este partido de la gran porción de vinos generosos que produce el valle de Moquegua, los cuales, unos en esta especie y los más reducidos a aguardiente, los llevan a vender a Potosí, Oruro y la Paz; y aunque los naturales de Moquegua son aficionados al lujo y compostura, se nota sin embargo un corto consumo de los efectos de Castilla, tanto en aquel pueblo como en lo restante del partido.

Riéganle a éste varios arroyos que descienden de la Cordillera; y de muchos de ellos se forman dos ríos. El uno algo caudaloso que baja al mar por el valle de Tambo de la jurisdicción de Arequipa, cuyas aguas son malas por entrarle hacia su origen algunos arroyos de agua caliente y muy fétida. El otro es menor, y se forma principalmente de tres arroyos que pasan por la capital del partido y sus inmediaciones, y después de regar las mejores tierras de ella entra en el mar por el puerto de Ilo perteneciente a los de Arica.

En la parte de Cordillera, que confina con este partido, hay muchos volcanes que casi siempre vomitan fuego. El año de 1600 reventó uno llamado Omate, que cubrió de ceniza casi toda la provincia, dejando inútiles muchas tierras que antes se sembraban. Su estrago llegó hasta Arequipa, causando grandes daños en la capital y otros pueblos con espantosas ruidos.

Comprende este partido 6 doctrinas y 6 pueblos anexos habitados por 28.279 almas: 53 clérigos, 29 religiosos, 5.596 españoles, 17.272 indios, 2.916 mestizos, 887 pardos libres y 1.526 esclavos. La plebe es propensa a pleitos, único defecto de sus moradores. Sus enfermedades más comunes son tercianas malignas en la costa y valles, y dolor de costado en el interior.

VI

Partido de Arica

Compónese este partido de la ciudad de Arica, cabeza de él, y de los pueblos de Belén, Copta Tacna, Sama, Torata, Candarave, Ilabaya, el valle de Locumba y el de Ilo. Esta   —281→   provincia, al modo que otras del Perú, se forma de valles que empiezan en las quebradas y vertientes de las Cordilleras, y finalizan comúnmente en las playas del mar del Sur. Los intermedios de valle a valle se forman por ramales de la Cordillera, todos áridos e infructíferos, donde los ganados hallan algún pasto solamente en aquellos meses en que cae la garúa desde mayo a setiembre.

En estos valles se cultiva el maíz, ají, algodón y aceite; y el valle de Locumba produce vinos y un aguardiente muy estimado con el que comercian en la sierra. En la Cordillera adyacente se crían los ganados y frutos de su temperamento, y nadie ignora la gran utilidad que aquellos naturales sacan del huano que abunda principalmente en la isla de Iquique. Se gradúa en 160.500 pesos el líquido valor de todos los frutos que produce la provincia.

En las inmediaciones de Arica se hallan lavas porosas, granadas de volcán, y muchas piedras alteradas por el fuego. El terreno, según las observaciones de don Luis Nee, no es muy favorable a la vegetación, pues todos aquellos alrededores se hallan cubiertos de arena y sal, sin encontrarse otra cosa que piedras grandes de trecho en trecho. Yendo al valle, que dista de la ciudad como una legua, se halla en varias partes la tierra con costras huecas y muy salitrosas, piedras de diversos colores, y algunos granos de arena cristalizados y muy relucientes. En las quebradas de los arroyos que suelen llevar agua en tiempo de lluvia, hay varias vetas de tierra que sería excelente para tejas, ollas y otros artefactos de esta especie.

La ciudad de Arica está situada a orillas del mar en 18º 28' de latitud, con un buen puerto algo a sotavento. Fue muy opulenta en tiempo que de allí se remitían a Lima los caudales del Potosí y otras provincias; pero empezó a empobrecer desde que cesó este giro, transportándose por tierra dichos caudales. También ha sido abandonada de sus principales vecinos por la ruina que ha padecido en varios temblores de tierra, pasándose muchas familias acomodadas y antiguas al pueblo de Tacna, que dista doce leguas, en paraje   —282→   mas cómodo y pingüe. Hoy tiene tres conventos que son: San Francisco, la Merced y San juan de Dios, el cual sirve de hospital; un Cabildo secular que lo preside el subdelegado; y en el pueblo de Tacna hay una real caja cuyos ministros tienen a su cargo, además de los ramos peculiares de la caja, los de alcabalas y almojarifazgos. Tiene igualmente una administración particular de tabacos y de correos, ambas sujetas a las principales de Arequipa.

Encuéntranse en este partido hasta siete minas de plata corrientes, en la jurisdicción del pueblo de Ilabaya, cuyos productos dejan alguna utilidad a sus dueños. En las costas del mar tiene los dos puertos de Arica e Ilo, ambos habitados desde la franquicia del comercio.

El puerto de Ilo consiste en una rada abierta, y resguardada en parte de los vientos sures por una punta que alcanza al mar. Tiene agua de un río que hace su curso y sale al mar por junto de la misma población de Ilo, aunque suele secarse enteramente en los calores del verano, lo cual sucede cuando han sido escasas las lluvias en el tiempo de ellas en la sierra. El fondeadero es bueno, y las embarcaciones quedan apartadas de la playa media legua, en doce o trece brazas de agua sobre arena fina y lama. El desembarcadero de la playa es malo porque, como todo es costa abierta, aunque llegan quebrados de fuerza los sures, no teniendo obstáculo, la mar entra libremente en toda la playa y causa fuertes resacas. Para que las lanchas y botes puedan atracar a ella sin tanto peligro, hay una caleta cerca del río para desembarcadero, que es a donde llegan comúnmente; pero en tiempo en que la mar está hinchada se hace este atracadero impracticable, como en todos los demás puertos de la costa. La punta que forma esta caleta echa al mar algunas peñas, que se alargan de ellas como medio cuarto de legua. La mar saliente es muy peligrosa, y así es menester tener cuidado con ella cuando se pretende saltar a tierra. El paraje donde fondean los buques está como al O de esta punta, que es algo más para el S que la dirección de este rumbo con respecto al río. Este puerto fue uno de los más frecuentados por los franceses cuando hacían libremente su comercio por aquellos mares.

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El puerto de Arica es también una rada abierta, y con corta diferencia semejante a la de Ilo. El fondeadero dista un cuarto de legua del Morro que forma el desembarcadero del puerto, en ocho y nueve brazas de agua sobre lama dura.

Pueblan este partido 18.776 almas en la forma siguiente: 44 clérigos, 21 religiosos, 1.585 españoles, 12.870 indios, 1.997 mestizos, 985 pardos libres, y 1.294 esclavos. Esta gente se aplica la mayor parte a la arriería, conduciendo a las provincias inmediatas los aguardientes y vinos del partido de Moquegua, y las cargazones que se introducen por el puerto de Arica de los efectos de Chile y los que van de Europa como puerto habilitado. Sus enfermedades comunes son tercianas, y de las más malignas que hay en aquel reino. La plebe, en general, es bien inclinada, y hasta ahora es muy corto el consumo que hace de los efectos de Castilla.

Antes de terminar este artículo diremos algo de las huacas o sepulcros de los antiguos indios que visitó don Luis Nee cerca del arenal de Chocota, media legua distante de la ciudad, y que en nada se diferencian de otros muchos que se hallan esparcidos en varios campos de las Indias. De esta sepulturas, dice, sacamos algunos cadáveres casi enteros; y es fácil creer que se hayan conservado así desde el tiempo que dicen de la conquista, respecto que no hay tierra donde están enterrados, y sí solo arena muy seca e impregnada de sal que, como nunca llueve, se conserva siempre enjuta, sin que pueda disolverse la sal; a más de que estos cadáveres están siempre expuestos al sol, desde las nueve de la mañana hasta la noche, y por esta razón están todos los cuerpos como acartonados, con carne y hediendo. He hallado algunas calaveras con el cabello largo bien conservado, y una tenía el pelo atado con un cordoncito como si se hubiese atado aquel mismo día. Parte de los cadáveres estaban envueltos en unos ponchos de color, de barragán de Cuenca, color pardo y bien conservado, atados con cuerdas de pita. Por lo común como sentados, con algunas cañas que atraviesan por arriba, y algunos pedazos de estera que los cubrían, tapados todos después con arena y cantos.

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Cuentan de estos indios así enterrados, que ellos mismos se sepultaban vivos en horror de una dominación extranjera; pero si se considera que el hoyo en que se hallaban es redondo, a la orilla del mar, colocados de modo que impedían a la arena caer, es claro que esta misma compostura evidencia la falsedad de semejantes historietas. He visto así tres niños enteros, dos de ellos como recogidos con los brazos cruzados, de modo que la mano derecha estaba sobre la tetilla izquierda y la otra sobre la derecha.

En estos sepulcros hemos encontrado varías ollas de barro, un canastillo con algunas mazorcas de maíz, de las cuales aún existían algunos granos, una honda bien hecha, una lanceta de pedernal con que se sangraban armada con un palito del grueso del dedo y atada con un hilo, varias chapas de latón, una tachuela de metal, un alfiler y otras cosuelas, con un medio clavo de hierro. Me hicieron sospechar este alfiler, el clavo y la tachuela, si tal vez estos sepulcros no son tan antiguos como dicen. Sin embargo, nuestras indagaciones sobre este punto no han derramado luz alguna, pues todos los naturales convienen que nunca se han enterrado allí otros cuerpos que los de los indios del tiempo de la gentilidad.

En la cueva de que hace mención el padre Feuillé, en su Diario de las observaciones hechas en las costas orientales de la América Meridional, tomo 2.º, página 627, nada he visto de lo que refiere aquel viajero; y solo he hallado en la entrada algunas piedrecitas, dos de ellas de mina de plata.

Cerca de la orilla del mar he visto también una sepultura bastante capaz para dos personas, abierta en piedra viva, muy bien trabajada; no sé qué instrumentos tenían para labrar la piedra.

Es de advertir que hay más de cuatro sepulturas y que a ninguna de ellas puede llegar el agua del mar.

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VII

Partido de Tarapacá

Este partido se compone del pueblo y real de minas de Tarapacá que es su capital, del pueblo de Pica, del de Cibuya y del de Camina con 22 poblaciones menores anexas a las 4 principales. El terreno de este partido es semejante al de Arica, y el río más caudaloso que lo riega es el Loa, por donde confina con la provincia de Atacama del reino de Chile. Su temperamento, en Tarapacá y Pica, es cálido y seco, y en los demás pueblos es cálido y frío. Los frutos que produce son los generosos vinos de Pica, trigo, maíz, papas y alfalfa, cuyo valor líquido está graduado en 81.400 pesos anuales; pero el trabajo principal a que se dedican aquellos naturales es el laboreo de las minas, las cuales son las más ricas del reino y se hallan en el cerro de Huantajaya. También hay en los altos del curato de Pica algunas vetas de oro y de finísimo cobre; pero éstas no se trabajan por lo rígido del clima.

El cerro de Huantajaya se halla a dos leguas, poco más o menos, distante de la marina. Se cree se trabajó también en tiempos antiguos; pero se empezó de nuevo a principios del siglo pasado, aunque sin método, creyendo que no había vetas fijas sino bolsones de plata, porque se encontraban a trechos unas piedras sueltas que llaman de barra, a causa que sacan de ellas por fundición grandes cantidades de plata. Posteriormente se ha visto que hay vetas fijas, y que semejantes piedras son anuncios de veta cercana. En el día rinden anualmente estas preciosas minas 72.463 marcos de plata; pero no producen a proporción de la subida ley de los metales por lo caro que sale su beneficio, a causa de lo distante de las haciendas y de la carestía de todo lo necesario al trabajo, a la comodidad y a la subsistencia. Han discurrido algunos que si se transportasen sus metales al Callao, y que si se beneficiasen en las inmediaciones de la capital, prosperaría el asiento de minas, y al mismo tiempo todas las provincias comarcanas a Lima.

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Reside en la capital del partido una diputación de minería compuesta de dos diputados y cuatro sustitutos, cuyo tribunal despacha todas las causas de minería y atiende también al fomento y florido estado de las labores. Hay una administración particular de tabacos, y un intendente de los oficiales de real hacienda de Arica que corre con la recaudación de reales derechos. La primera depende de la administración general de Arequipa, y el segundo de las cajas de Arica.

El comercio de este partido se reduce al rescate de piñas de sus minas y a algunos efectos del reino de Chile. Su población consta de 7.923 almas: 27 clérigos, 509 españoles, 5.946 indios, 1.029 mestizos, 528 pardos libres, y 253 esclavos. El vicio dominante de la plebe es el juego, y sus enfermedades comunes, tabardillos. Tiene este partido en su costa al pueblo de Iquique, y en casi todos los pueblos cabeza de doctrina, igualmente que en los demás de la Intendencia, hay cajas de comunidades de los indios establecida por el Intendente en una visita que hizo el año de 1790.