Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Diálogo entre una señorita y un indio1



Indio Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar; güenos días dé Dios a osté.

Señorita Buenos te los dé Dios, Juan.

Ind ¿No lo coge osté el carbó?

Señ.  Entra, hombre; lo dejarás. Dime, ¿qué te ha sucedido que no has venido cuánto ha?

Ind.  Qué lo había de suceder. Tuve miedo de bajar, que andaba siñor Allende moy serquita por allá.

Señ.  ¿De tu casa?

Ind.  ¿Pos qué no? Conque hasta acá quiso entrar.

Señ.  Qué bravo susto nos dió, pensé caerme muerta.

Ind.  Ya; si ostedes las señoritas no son güenas para más...

Señ.  ¿Para qué?, dilo, no temas.

Ind.  Coser so ropa y pasiar, o en el balcón todo el día. Dispenso osté el claridá.

Señ Cierto que eres claridoso y...

Ind Retobado, ¿no es verdad? Lo somo que aquí serquita cuatro leguas la suidá; no los mecos cimarrones que Allende trujo a chillar; o darlos sos alaridos como si jueran acá los soldados pajareros como mi macho alazán, que a gritos y sombrerazos lo jueron desbarrancar.

Señ Pues bien, dime algo de Allende de lo que has oído contar.

Ind Quisque daba un peso en mano de sos soldados; que capaz palito, no lo creyí.

Señ Pues decían que era verdad.

Ind Como tres y dos son ocho, y dicen cuenta cabal.

Señ¿Conque todavía te opones?

Ind Y mochísimo. Ojalá y si osté lo hubiera oyído tres platiquita no más que tube con un jarocho que me lo quiso enganchar.

Señ ¿No lo podrás referir?

Ind Míralo osté, es tarde ya, y agua pasada no muele mulino; como ya están las cosas de otro color, dirán que quiero tirar yo después de los lagrones alcabusazos.

Señ¿No habrá muchos que deseen oírla?

Ind Puede soceder quizás si yo lo echare de ver escribido bendrá acá y que lo lea quien quisiere; con eso conocerán cómo por el justa causa queremos todos pelear2, porque ahora lo es preciso de otras cosas platicar.

Señ.  ¿Sí, de qué?

Ind ¿Conque de qué? De mi madre celestial la virgen de los REMEDIOS que hasta acá quiso bajar para estarse en mediecito de todo este gran suidá, amparándolo sos hijos. Como lo hace dende allá.

Señ Y desde el cielo también su sagrado original.

Ind Ansí lo digo lo mesmo sin siquiera tertuvear, que en creerlo so poder semos apretaditos acá. Ansí lo dije el día once de agosto, cuando a encontrar salí junto al santoguario so divina magestá; lo habrá osté oído decir o leído por acá3. No hay profetas carboneros dirá osté, no lo hay dudar; poro si tienen la fe del carbonero ahí verán complido al pie de la letra lo que yo les anonciar, y si a España favorece, ¿qué espera osté por acá teniendo ese portentoso bultito aquí en Catedral, que como el acampamiento de sos tropas aquí está (quiso como generala) para asegurarnos más, en mediecito de todas vinirlo a poner so rial, y nos dice con mil gracias que biene a vernos acá porque los surgentes malos no nos bengan a dañar? Pues pregunto, Magre nuestra, ¿acaso te faltará poder para convertirlos en una estatua de sal?

Señ No le falta, hijo, más viene a defendernos y a dar con esto la mayor prueba de su afecto maternal, porque ve que no podemos nosotros irla a buscar. La preocupación del día nos hace no reflejar, y ella viene apresurada a mostrarnos su piedad, porque así cualquier peligro puedan todos arrostrar.

Ind Así lo dije ahorita y pues nos amparará, como siempre peliaremos hasta no podemos más.

Señ Mujer soy, hijo, y prometo que nada me arredrará; y en cuanto alcancen mis cortas fuerzas, tengo de lidiar hasta vencer o morir, que así todas tomarán mi ejemplo. Yo daré arbitrios para que puedan pelear mujeres, niños y viejos con valor.

Ind Ya esa está acá, ya lo oyí platicar de eso; dice otro, oiga osté no más: «Cuando piegra sobre piegra no quede en esta siudá, ni lo haya on solo hombre que on fúsil sepa desparar, ni moger que los desmeche; entonces la robarán, y sólo así, Magre nuestra, te podrán de aquí robar».

Señ ¿Y tú que dices, Juanillo?

Ind.  Otro poquito más, que eso de que se la roben ni aun ansí conseguirán cuando ansina socediera; que nonca socederá, porque está en su casa propia y bien la sabrá cuidar. Ni a sos mexicanos hijos no les tocarán jamás on pelo de so cabeza, como osté lo vido ya con los surgentes, que apenas quisieron entrar acá, llevaron on coscorrón que los hizo r[ab]iar. Ya lo vieron moy bien visto, si acá amasamos buen pan; de juerza, sí hay quien nos libre del tercero Barrabás (ya conoce osté el primero: el judío, el original; el segundo Napoleón; tercero Allende, y no hay más).

SeñYa supiste su derrota tan completa.

Ind Eso sí, ya... Ansina lo había yo dicho dende que la vi llegar. Ahora sí de los nuestros se acabó la mortandá. Ahora todas victorias serán, osté lo verá; poro en caso que no fuera, y ellos vinieran acá después de matar a todos, pregunto yo, ¿faltará on sacerdote de Dios, on ministro del altar que la escondiera donde ellos no gueiban ver más, hasta que se apareciera otra vez a otro indio Juan?

Señ Pero no esperemos eso, pues debemos esperar verle hacer otras funciones como la de antier, o más solemnes, cuando nos dé una victoria cabal.

Ind Si eso sólo espera osté, brevecito lo verá, y que en todo el reino entero reina una tranquilidá como [h]a reinado en tres siglos en este reino de paz.

SeñComo entonces, en su obsequio todo México arderá.

Ind Como hoy arde el corazones.

Los Dos Pues digamos a una par «VIVA LA CONQUISTADORA» que así nos libra de mal Viva; y more en nuestras almas por toda una eternidad.




Indice