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El castigo de Danta



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En el origen del mundo, antes de la existencia del piapoco, del criollo y del pescado, sólo vivían en la selva dantas, pájaros, bachacos y otros pocos animales.

Danta tenía por mujer a su hija. Siempre Danta salía a buscar comida y aunque encontraba nunca le traía a su mujer, bajo la excusa de que no había bachacos. Todos los días era lo mismo. Ella le preparaba el casabe fresco; él se lo llevaba y en la tarde regresaba sin casabe y sin bachacos. La esposa estaba flaca y triste.

Una mañana le dijo el marido:

-Prepárame casabe fresco para ir a buscar al bachaco.

Ella tendió el casabe, lo arregló. Él lo cogió y se fue.

Por esos días al Guanaguanari1 se le había muerto el padre.

Llorando bajaba por el río con una canastilla donde traía los restos.

-Aáaa-Aáaa -lloraba el Guanaguanari.

-«¡Caramba! ¿Qué le pasará al guanaguanari?» -pensaba Danta.

-Bueno bueno, sobrino ¿a dónde va? -le preguntó.

-Venimos del río arriba porque se murió mi papá.

-¡Ah caramba! Se murió entonces mi cuñao2 -dijo Danta.

Se despidieron. Los guanaguanaris volaban río abajo a depositar el cuerpo del padre. Danta iba por la orilla a ver dónde lo dejaban.

Los guanaguanaris llegaron a un barranco alto. Levantaron una trojita, encima de ella colocaron la pequeña cesta en donde estaba el padre muerto.

Danta los observaba. Cuando se fueron, comenzó a comerse los restos. Dejó suficiente para el otro día y regresó a su casa.

-¿Qué me trajiste? -preguntó ella.

-¿Qué te voy a traer si no hay nada en el monte?

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Al día siguiente, Danta se llevó el casabe fresco para terminar de comerse al padre del guanaguanari. En eso se le presentó a la esposa el Dios-de-las-dantas y le preguntó:

-Hija, ¿por qué estás tan triste y tan flaca?

-Mi marido me hace trabajar mucho y no me da comida buena. Todos los días le preparo el casabe fresco y no me trae bachacos.

Yo voy a vigilar a Danta para ver qué le sucede con la cacería. Y se fue por los aires convertido en picaflor.

Desde el aire divisó a Danta y hacia donde se dirigía. Vio la cesta con los despojos del padre del guanaguanari. Se le adelantó, cogió la canastilla y levantó vuelo de nuevo. Danta al no encontrar nada regresó triste con el casabe completo.

Ya en la casa su esposa le contó lo sucedido con el Dios-de-las-dantas. Él comprendió el castigo y desde esa vez compartió con ella toda la comida.





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