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El P. Gamero, que residía en el Colegio de San Pablo de Granada, había nacido en Osuna el 23 de mayo de 1698. Durante el exilio estuvo viviendo en Rávena y murió en Rímini el 26 de octubre de 1775.

 

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El P. Francisco Montes pertenecía a la provincia de Castilla, pero residía en Roma, donde era el responsable de la Asistencia de España. Sus cartas tuvieron un importantísimo ascendente en los expulsos, pues, además de animarlos en todo momento y mantenerlos informados y conectados con sus máximos superiores, supo hacerles recomendaciones de considerable importancia. Les advirtió, por ejemplo, de que bajo ningún concepto dejasen sus pensiones bajo la custodia de los jesuitas boloñeses, de los que desconfiaba sobremanera dado el pésimo trato que habían dado a sus hermanos desterrados de Portugal años antes. El P. Montes, al poco de extinguirse la Compañía, fue detenido y confinado en el castillo de Sant Angelo. En 1775 fue puesto en libertad, y falleció en 1783. Luengo comentaba estos hechos y daba algunos datos sobre el carácter del P. Montes. Puede localizarse en el T. VII de su Diario. Véase FERNÁNDEZ ARRILLGA, I., El legado del P. Luengo, Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», Alicante 2003, 2 vols.

 

43

LUENGO, M., op. cit., Alicante, 2002, p. 186.

 

44

Sobre la circunstancias en Nápoles en aquel momento véase BATLLORI, M., «Los jesuitas en tiempos de Carlos de Borbón y de Tanucci», Archivum Historicum Societatis Iesu, n.º 116, Roma, diciembre 1989, pp. 354-371.

 

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La situación de los jesuitas lusos era especialmente difícil, ya que no contaban con ninguna ayuda económica procedente de su país. Ahora bien, Luengo aseguraba que Clemente XIII, al tener que recibir a estos jesuitas tras su expulsión en 1759, comunicó al general de la Compañía que se pasaría una limosna de unos cuatro o cinco mil escudos por la Reverenda Cámara para auxilio de los jesuitas lusos. La entrega de esa limosna estuvo vigente hasta finales de 1772, es decir, hasta escasos meses antes de la extinción de la Compañía, momento en que Clemente XIV envió una notificación al P. Ricci informándole de que a partir de ese momento se anulaba dicha ayuda para los jesuitas de Portugal. Sobre este tema: MILLER, S., Portugal and Rome (17481830). An aspect of the Catholic Enlightenment, Universitá Gregoriana Editrice, Roma, 1978. CAEIRO, J., Història da Expulsao da Companhia de Jesús da Provincia de Portugal, Ed. Verbo, Lisboa / Sao Paulo, 1991. GIMÉNEZ LÓPEZ, E., «Portugal y España ante la extinción de los jesuitas», en Coloquio Internacional Los jesuitas españoles expulsos: su contribución al saber sobre el mundo hispánico en la Europa del siglo XVIII, Berlín, abril de 1999, M. Tietz y D. Briesemeister (eds.), Vervuert, Iberoamericana, 2001.

 

46

LUENGO, M., op. cit., Alicante, 2002, p. 191.

 

47

LUENGO, M., op. cit., Alicante, 2002, p. 205.

 

48

«En los tensos y largos consejos celebrados en San Florencio por los tres comandantes, Argote, Vera y Lombardón, únicamente este último se manifestó partidario de efectuar el desembarco sin esperar instrucciones de Madrid, ni hacer consideraciones sobre la difícil situación en que podían quedar los jesuitas en tierra». AGS, Marina, leg. 724: Lombardón a Arriaga, San Florencio, 4 de julio de 1767. En GIMÉNEZ LÓPEZ, E., «El viaje a Italia de los jesuitas españoles expulsos», en Quaderni di filologia e lingue romanze, 7, Macerata 1992, p. 47.

 

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Aunque Carlos III no envió orden directa sobre desembarcar a los expulsos en Córcega, esta decisión sí contó con su aprobación y aplauso. «Por carta de V.M. escrita en Calvi con fecha de 21 de julio último y otras dos en Génova con la de 27 del mismo se ha enterado el Rey de todas las ocurrencias de su navegación, y han sido de la aprobación de S.M. las providencias con que V.M. contribuyó, según de ellas expresa, al mejor desempeño de la expedición de los Regulares de la Compañía a su cargo». Y en otra misiva puede leerse: «D. Juan Cornejo, Ministro plenipotenciario de S.M. Católica en esta Serenísima República de Génova. Certifico y atesto como el Exmo. Sr. Marqués de Grimaldi, en carta de 21 de julio, me escribió lo siguiente: "Incluyeme V.S. en su carta de 6 de julio número 2, la que le había escrito D. Juan Antonio Enriquez y el Rey aplaude el celo de este sujeto en las útiles noticias que comunica. Y en carta sucesiva de 11 de agosto S.E. me escribió también acerca de los primeros desembarcos de extrañados en Córcega. La relación que hace Enriquez ha parecido al Rey muy individual y muy propia de su celo". Todo lo cual para que conste donde convenga, doy la presente firmada de mi mano y sellada con sello de mis Armas. Génova a 6 de octubre de 1767. D. Juan Cornejo». Ambos documentos en Real Academia de la Historia (RAH), 9/5949, f. 178.

 

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LUENGO, M., op. cit., Alicante, 2002, pp. 263-264.