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ArribaAbajoLa República española en el exilio

Por Fernando Serrano Migallón


«...y al llegar ustedes a esta tierra nuestra, entregaron su talento y sus energías a intensificar el cultivo de los campos, a aumentar la producción de las fábricas, a avivar la claridad de las aulas, a edificar y honrar sus hogares y a hacer, junto con nosotros, más grande a la nación mexicana. En esta forma han hecho ustedes honor a nuestra hospitalidad y a nuestra Patria».


General Lázaro Cárdenas.
14 de abril de 1957.
               


«...permítame, General, una afirmación. Me parece que a la generosidad mexicana han correspondido los emigrados lealmente. Sus realizaciones técnicas, culturales y de simple trabajo manual están impregnadas de amor a México. Los emigrados amamos a ese país con el caudaloso y violento amor que amamos al nuestro, sin distinguir ya entre uno y otro, porque si para la gran mayoría España es el sepulcro de los padres, México ha sido la cuna de los hijos».


Diego Martínez Barrio.
Presidente de la República Española.
14 de abril de 1957.
               


El exilio español que se produjo a raíz de que España perdiera la llamada guerra civil en 1939 fue un fenómeno social y político de gran complejidad, pues no fue el éxodo, como otras emigraciones, de una minoría política o una élite social, sino por el contrario se compuso de representantes de toda la sociedad.

Dejaron el suelo español no sólo quienes sentían en peligro su vida o eran partidarios de la democracia como sistema político y de la República como forma de gobierno, sino también todos aquellos que no estaban dispuestos, como diría Ganivet, «a transigir con la injusticia»; al exilio llevarían consigo las instituciones que habían elegido en las urnas, que defendieron en el frente y en la retaguardia; y a las que sin lugar a dudas consideraban legítimas.

Ha habido otros gobiernos en el exilio, gestados principalmente con motivo de la Segunda Guerra Mundial, pero el caso español es el único que comprendió la totalidad del poder ejecutivo, y al legislativo y al judicial en número tal que podían funcionar normalmente.

En febrero de 1939 cruzan la frontera con Francia los Presidentes de las más altas instituciones republicanas: de la República, del Consejo de Ministros y de las Cortes; junto a ellos, los de las regiones autónomas y esos mismos días el del Tribunal Supremo; los fiscales generales y un sinnúmero de gobernadores, jefes militares y líderes de partidos y grupos políticos, iniciándose así un peregrinar que sólo terminaría con las elecciones que se celebrarían 38 años después y en las que el pueblo español reasumiría la legitimidad que ellos encarnaban.

En el largo período de la dictadura, y con objeto de mantener la legalidad y legitimidad republicana, la preocupación fundamental fue la de apegar el funcionamiento de los órganos gubernativos al texto de la Constitución de 1931. Así, la existencia de las Instituciones de la Segunda República en el destierro se puede dividir en etapas, perfectamente definibles:

Primera: De la salida del territorio español al establecimiento de la Junta de Liberación Española.

Segunda: Aglutinamiento de las fuerzas exiliadas. Desde la formación de la Junta, hasta la promesa   —26→   de Martínez Barrio como Presidente interino de la República en el exilio en México en agosto de 1945.

Tercera: De la Constitución del Gobierno Republicano a la admisión del Gobierno franquista en la Organización de las Naciones Unidas.

Cuarta: De la aceptación internacional de la dictadura franquista a la muerte de Martínez Barrio.

Quinta: De la Presidencia de Jiménez de Asúa a la muerte de Francisco Franco en noviembre de 1975.

Y la última, de la asunción al trono de Juan Carlos de Borbón a la disolución del Gobierno Republicano en junio de 1977.

El inicio del exilio se caracteriza por un profundo desorden producido por la salida de España, agravado por la renuncia de Manuel Azaña a la Primera Magistratura; época dolorosa y sin perspectivas en que, al fracaso de la derrota militar, se sumaba el dolor de dejar la Patria y la desilusión por incomprensión de los países que supuestamente debían haber auxiliado a la República y a sus combatientes... Cae Cataluña; e Inglaterra y Francia se disponen a reconocer el Gobierno de Franco cuando sus fuerzas entren en Madrid; presionan a Azaña para que dimita aduciendo que su renuncia facilitaría una paz justa, él se niega, pues su renuncia no debe servir como justificación para el reconocimiento del Gobierno franquista.

A los pocos meses se desencadena la Segunda Guerra Mundial y las Instituciones se dispersan. El Presidente de las Cortes, Martínez Barrio, llega a México, donde se concentra un gran número de políticos e intelectuales españoles, el Presidente del Consejo de Ministros, Negrín, se establece en Londres, donde residen numerosos gobiernos agredidos por Alemania e Italia entre los cuales está el español. El exilio tendrá pues dos ejes, Londres en Europa y México en América Latina.

Con el avance de los ejércitos aliados el exilio recobra la confianza en el futuro inmediato de España; se deben aglutinar y preparar su próximo regreso a la patria. Diversas reuniones con este fin se inician; la primera tiene lugar en la Universidad de La Habana, y a cargo de los profesores universitarios exiliados, que representan el 50 por 100 de la totalidad de los catedráticos que había en España antes de julio de 1936. Firman un manifiesto que sirve de base para formar en México la Junta de Liberación Española. La reconstrucción Republicana tiene a México como sede.

El Presidente de las Cortes y el del Gobierno convergen en la necesidad imperiosa de unificar el exilio español. Colaborando en este empeño México, por su parte, concede en 1945 derecho a la extraterritorialidad de los locales en que se reúnen las Cortes Españolas, dispersas desde que sesionaron en Figueras en 1939.

Las Cortes acuerdan ratificar los acuerdos tomados por la Diputación permanente en las sesiones celebradas durante esos años, tanto en Francia como en México; en particular los siguientes:

-Prorrogar el período de las propias Cortes hasta que se puedan celebrar elecciones libres;

-Solicitar del Presidente de las Cortes que, de acuerdo con la Constitución, asuma la Presidencia de la República;

-Reinstalar el Gobierno y el resto del aparato gubernativo, y

-Prepararse para la recuperación de España para la República.

El 17 de agosto de 1945 el Salón de Cabildos de la Ciudad de México, en pleno Zócalo, es declarado territorio español. A las diez horas un batallón del ejército mexicano custodia el recinto y saluda con 21 cañonazos el izamiento de la Bandera Tricolor española y el segundo Vicepresidente de las Cortes declara instalada la sesión en la que el Presidente de las Cortes asumiría la Presidencia de la República.

Ocupada la Presidencia de la República por Martínez Barrio, la dimisión del Gobierno se presenta de oficio; se abre el período de consultas y se señala a José Giral para que forme gobierno, que debe ser de amplia composición e incluir las tendencias que conformaron   —27→   el Frente Popular y en que sólo quedarían excluidos los anarquistas y los comunistas.

 
El Ateneo Español de México

El Ateneo Español de México.

Un retrato de Antonio Machado, obra de Cristóbal Ruiz, preside la Sala de Juntas del Ateneo Español de México, la institución más importante de los transterrados españoles, fundada en 1949 a semejanza de la institución madrileña del mismo nombre.

El gobierno de Giral, llamado en aquella época «Gobierno de la Esperanza», fue reconocido oficial u oficiosamente por un gran número de países y organismos e instituciones internacionales; en primer término México, y después los latinoamericanos y algunos europeos. La República española estará desde entonces presente en diversos foros internacionales, de los que después iría paulatinamente desapareciendo.

El Gobierno Republicano despliega intensa actividad diplomática ante los países aliados que están a punto de ganar la Segunda Guerra Mundial; recomienda a las demás instituciones republicanas su traslado al París recién liberado donde establece desde febrero de 1946 su sede. Al partir Martínez Barrio será despedido de México como Jefe de Estado en visita oficial por el Presidente mexicano Ávila Camacho.

México deja entonces de ser la sede del Gobierno pero sigue siendo el corazón de la política de los emigrados; es el centro de la actividad cultural y social; cualquier determinación pasaría por México y por los numerosos centros de reunión que han establecido tanto por razones geográficas, como políticas y sociales: Centro Republicano Español en México, Ateneo Español de México, Centro Vasco, Orfeó Catalá y Casa Regional de Valencia, entre otros muchos; y como sede oficial, la casona de la que fue legación española en época de la Monarquía y que la joven República española elevaría a nivel de Embajada en aquel no tan lejano 1931.

En la naciente Organización de las Naciones Unidas, que los ganadores de la Guerra Mundial están formando, la causa de la República tendrá un aliado inmejorable: México. A solicitud de México se interpreta la recién firmada Carta, a fin de impedir el posible ingreso a su seno del gobierno territorial español y recomendar posteriormente el retiro de Embajadores y Ministros Plenipotenciarios de Madrid.

«...La ayuda militar dada a Franco por las legiones de Mussolini y por el gobierno de Hitler es el principal motivo que la República de España no esté representada hoy aquí... como China y Etiopía, la España Republicana fue en realidad nuestro primer aliado. En esta fase de triunfo no debe pasar a ser un amigo olvidado...», diría el Delegado mexicano Luis Quintanilla a una asamblea convencida de lo que oía; al menos en ese momento.

El fin de la Guerra Mundial, el triunfo aliado y el apoyo internacional hacen esperar el restablecimiento, en un futuro próximo, de la República en España. El estallamiento de otra guerra, ésta fría, determinaría otra cosa.

La seguridad en el regreso y la confianza en el éxito hacen que la búsqueda del mejor camino divida la que debió ser una línea única. En México -siempre presente México- el líder del partido socialista español, Indalecio Prieto, propone la alianza con los monárquicos partidarios de Juan de Borbón; las diferencias de opinión largo tiempo latentes entre los grupos encabezados por Negrín y Prieto respectivamente se reflejarán en el seno del Gobierno republicano, lo que produciría la crisis ministerial de enero de 1947.

La crisis del gobierno y el triunfo de los laboristas en Inglaterra hacen que las consultas realizadas por Martínez Barrio señalen a un socialista moderado como Rodolfo Llopis, quien, en consecuencia, es encargado de formar el Gobierno. Los problemas internos del partido socialista y la falta del esperado apoyo de los laboristas ingleses hacen de este gobierno el más corto de todos: de febrero a agosto de 1947. Martínez Barrio, después de desahogar las consultas de rigor de nueva cuenta, encarga a un republicano formar un gobierno exclusivamente con los partidos republicanos nacionales, aunque cuente con el apoyo de la mayoría de los otros grupos parlamentarios. Durante los dos Gobiernos de Álvaro de Albornoz tiene lugar una lenta pero constante incorporación del Gobierno franquista a los organismos internacionales.

Primeramente será la UNESCO. La misma asamblea que un par de años antes en México, a propuesta del mexicano Alfonso Reyes, había aclamado de pie al Gobierno Republicano Español, a la política cultural   —28→   de la República, y, defendido la legalidad de las instituciones desterradas, olvida sus anteriores manifestaciones. El primer Secretario General del organismo, el también mexicano Jaime Torres Bodet, renunciaría manifestando con ello su desaprobación a este acto. Así, poco a poco, va siendo admitido el Gobierno de Franco a los escenarios internacionales. En 1953 le toca su turno a la ONU. La comunidad internacional en su principal organización acepta en su seno y sin derogar sus acuerdos anteriores a quien, según ellos mismos, les era incompatible y había sido impuesto por las potencias del Eje. Las instituciones exiliadas, sin embargo, seguirían siendo recibidas de una u otra forma en casi todos los foros mundiales.

 
Indalecio Prieto

Indalecio Prieto (Oviedo, 1883-México, 1962).

Miembro del Partido Socialista Obrero Español, desempeña diversos cargos políticos hasta ocupar varios Ministerios durante la República y la guerra civil. Su actuación política en el exilio será muy destacada como impulsor de la JARE y como líder socialista.

El Gobierno Republicano se convierte así en un acusador permanente y en un testimonio vivo de la injusticia que se había cometido con la Democracia en España. Sin embargo, deja de ser un protagonista del escenario internacional; los pocos fondos que tenía se agotaron; la casa que le servía como sede en París le fue retirada; únicamente México y la Yugoslavia del Mariscal Tito serán fieles a su compromiso, a su palabra y a su solidaridad republicana. A pesar de todo el espíritu republicano se mantiene entre los españoles; como una «Numancia errante», como lo calificaría Araquistain.

En 1951, y tras la renuncia de Álvaro de Albornoz, Martínez Barrio encomienda a Félix Gordón Ordás la formación del Gobierno. Durante 10 años será Presidente de un Consejo de Ministros cuya composición será de republicanos libres que contarán a título personal con el apoyo de los grupos que forman la Diputación permanente.

A la renuncia de Gordón Ordás, el honorabilísimo general Emilio Herrera se hace cargo de la presidencia del Gobierno, la que desempeñará desde abril de 1960 hasta la muerte de Martínez Barrio en 1962. La República se queda sin Presidente y sin posibilidad de sustituirlo. Las Cortes disgregadas, y de haber podido reunirse no habrían tenido quórum; Jiménez de Asúa, quien había sido electo en España Primer Vicepresidente de las Cortes, asume las funciones de Presidente de la República, pero sin prometer el cargo. Lo mismo pasaría a la muerte del ilustre jurista cuando ocuparía, ya por última vez, la presidencia José Maldonado.

Con Jiménez de Asúa el Jefe de Gobierno lo fue el insigne historiador Claudio Sánchez Albornoz, quien renuncia a la muerte del primero, para ser sustituido por Fernando Valera, quien ejercerá el cargo hasta 1977, cuando el Gobierno se autodisuelva en un postrer manifiesto que exclama «La República ha muerto. Viva la República».

Si bien la legitimidad, durante todo este tiempo, se mantiene intacta de acuerdo al texto de la Constitución de 1931, es indudable que la representatividad va menguando, las declaraciones, los manifiestos cada vez tendrán menos audiencia. Sólo hechos significativos harán que los ojos se vuelvan sobre ellos; el asesinato de Grimau, las ejecuciones de opositores al régimen, o las declaraciones periódicas de los Presidentes de México señalando su solidaridad con la causa republicana:

Manuel Ávila Camacho: Lo sucedido en España «...fue un golpe de estado internacional contra la República».

Miguel Alemán: En relación con España «El criterio de México está bien determinado».

Adolfo López Mateos: «Si de joven amé a la República Española, de viejo tengo aún más fe en ella».

Gustavo Díaz Ordaz: «Con España todo, con Franco nada».

Luis Echeverría Álvarez: «La República Española tiene un territorio que es el territorio del valor y del coraje, del espíritu de lucha y de la nobleza en la acción y en el pensamiento, del sentido común y del patriotismo».

José López Portillo: «Lamentamos profundamente que una de nuestras raíces no acierte a librarse del fascismo y del garrote vil...».

Con la muerte del General Franco se inicia la última etapa de las instituciones exiliadas y que se prolonga hasta su disolución.

En este último período, y quizás como consecuencia de la poca posibilidad de la restauración republicana en España, se hace evidente para todos lo que antes sólo era para unos pocos: el enorme caudal de valores morales, políticos e históricos que poseía el Gobierno exiliado, acervo que habían recibido de la Nación Española y custodiado celosamente a lo largo de cuatro décadas, período histórico en que los demócratas españoles habían sido representados por él, aun sin saberlo y por consiguiente, muchas veces, sin desearlo.

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General Miaja

General Miaja (Oviedo, 1878-México, 1958).

Conocido fundamentalmente por la defensa de Madrid en 1936, ocupa diversos cargos en la jerarquía del Ejército Republicano durante toda la guerra, siendo jefe de los Ejércitos de Levante, Centro y Andalucía.

La oposición a la dictadura franquista se mantuvo fundamentalmente por el Gobierno exiliado por encima de cualquier otro tipo de alianza, pactos o grupos; su existencia siempre estuvo apegada al texto y al espíritu de la Constitución de 1931; contó con un procedimiento jurídico-político propio que le garantizaba su existencia y le consagraba al mismo tiempo su origen legítimo y legal. Nadie podía cuestionar su origen, a lo más se podría dudar de su efectividad.

El paso del tiempo acaba a la larga con cualquier grupo exiliado. El efecto destructor del tiempo es más señalado en el caso del hombre político. El político puro, como el militar exiliado, no se pueden adaptar a su nueva realidad como lo pueden hacer en cambio otro tipo de emigrados, el profesionista puede desarrollar su profesión, los profesores dar sus clases, todos los demás, mejor o peor, continúan su vida, y llegan a considerarse como diría Gaos: «Transterrados». El político y el militar sólo son útiles plenamente a su patria en su propio suelo.

Durante estos cuarenta años, los partidos políticos exiliados se extinguían, las instituciones perdían representatividad y ni unos ni otros tenían la posibilidad de renovarse ni en hombres ni en ideas; a pesar de ello, el impacto político y humano que significó la República española y más todavía su defensa durante la guerra civil les sirvió de hálito vital.

La importancia de la lucha por la defensa de la República y la solidaridad de muchos pueblos con su causa se vio como en ningún otro en el caso de México.

México, que sintió en carne propia la agresión del nazismo, se solidarizó con los pueblos que también habían sido agredidos por él: Abisinia, Austria, China, Checoslovaquia, y más que con ningún otro con quien le era más cercano por razones históricas y culturales: España.

México mantuvo una postura invariable y firme respecto a España y a las Instituciones desterradas, tanto por razones políticas, como ideológicas e históricas. Isidro Fabela, Representante de México ante la Liga de las Naciones en la época de la guerra civil, y defensor ardiente de la causa de la República en Ginebra, sintetiza así las razones de esta posición:

1.ª El gobierno de la República representaba la conciencia histórica de su pueblo.

2.ª El cambio de régimen en España se dio contra la libre voluntad del pueblo español. El Gobierno de Madrid profesaba una doctrina cuyas ideas no pueden compartir ni han compartido nunca ni el Gobierno, ni el pueblo mexicano.

3.ª La España de la República necesitaba una reparación ante el mundo, una reparación que siquiera fuese moral.

A las anteriores había que añadir una cuarta, la clara decisión política de la figura señera de Lázaro Cárdenas, quien gobernó México en una de sus épocas más difíciles, pero al mismo tiempo más llenas de realizaciones.

Sin la solidaridad de México, sin la voluntad de Cárdenas, y sin el apoyo dado a todos y cada uno de los exiliados que llegaron a su suelo, y a la República Española en su conjunto, la existencia de las Instituciones desterradas no hubiera sido como fue; la posición mexicana no fue sólo una consideración de filosofía internacional, sino que se convirtió en motivo de política interna.

México, que también sufrió la necesidad de exiliar a su propia República a causa de la invasión del ejército de Napoleón III, comprendió mejor que nadie lo que significaba la legalidad y el derecho. Donde estaba Juárez, estaba la República y estuvo México.

México creyó en la República, la defendió y la apoyó. El pueblo español del exilio está consciente de lo que significó el apoyo mexicano, aun quienes no compartían su posición, reconocen la gallardía de la defensa mexicana.

Cuando cada 14 de abril con la presencia de funcionarios mexicanos se celebraba un aniversario de la República, ahí estaba la Democracia española y la santa intransigencia de quienes la defendían.

Al caer el frente catalán, Antonio Machado, que tenía que dejar España, dijo que indudablemente para los políticos, los militares y los estrategas la guerra estaba perdida, pero para los poetas no. La historia ha demostrado que para el pueblo tampoco. La Democracia se impuso y en su consolidación es indispensable acudir al legado de justicia y libertad que dejó la República Española.

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Cronología

Cronología
1-II-1939 Última reunión de las Cortes de la República en territorio español.
6-II-1939 Cruzan la frontera con Francia los Presidentes de la República, de las Cortes, del Consejo de Ministros, de la Generalidad de Cataluña y del País Vasco.
27-II-1939 Don Manuel Azaña y Díaz dimite a la Presidencia de la República.
3-III-1939 Reunión de la Diputación permanente de las Cortes en París.
7-III-1939 Reunión de la Diputación permanente de las Cortes en París.
31-III-1939 Reunión de la Diputación permanente de las Cortes en París.
28-VII-1939 Reunión de la Diputación permanente de las Cortes en París.
22-VII-1942 Reunión de la Diputación permanente de las Cortes en México.
10-VIII-1942 Reunión de la Diputación permanente de las Cortes en México.
20-XI-1943 Constitución de la Junta de Liberación Española.
10-I-1945 Reunión de las Cortes de la República en México; en territorio declarado español.
17-VIII-1945 Promesa de don Diego Martínez B. como Presidente de la República en sesión de las Cortes en local declarado territorio español.
- Se plantea la crisis ministerial con la renuncia de Negrín, la que se resuelve con la formación del primer gobierno de José Giral.
- La Embajada de España es sede del Gobierno Republicano.
- El Gobierno Republicano es reconocido por Guatemala, Panamá, Venezuela (Rómulo Bethancourt).
II y III-1946 Se trasladan a París los Presidentes de la República, del Consejo de Ministros del Gobierno Vasco y del Parlamento Catalán.   —31→  
- El Gobierno Republicano es reconocido por el Gobierno de Unión Nacional de Polonia, por Yugoslavia y por Hungría.
15-XII-1946 La Asamblea General de las Naciones Unidas recomienda por 2 tercios el retiro de Embajadores y Ministros Plenipotenciarios de España.
17-XII-1946 Indalecio Prieto propone en México la unión de los socialistas con los monárquicos.
22-I-1947 Dimisión del Gobierno Giral.
9-II-1947 Gobierno de Rodolfo Llopis.
6-VIII-1947 Dimisión Gobierno Llopis.
8-VIII-1947 Gobierno de Álvaro de Albornoz.
16-II-1949 Segundo Gobierno de Álvaro de Albornoz.
4-XI-1950 Derogación del acuerdo de diciembre de 1946 de las Naciones Unidas. Entre los países que votan en contra está México.
30-XI-1950 Gobierno de Félix Gordón Ordás.
22-III-1960 Fallece José Antonio Aguirre, Presidente del Gobierno Vasco, y es sustituido por Jesús de Leizaola.
17-IV-1960 Dimisión del Gobierno Gordón Ordás.
9-V-1960 Gobierno del General Emilio Herrera.
1-II-1962 Fallece en París Diego Martínez Barrio.
II-1962 Asume la Presidencia de la República Luis Jiménez de Asúa.
28-II-1962 Gobierno de Claudio Sánchez Albornoz.
16-XI-1970 Fallece Luis Jiménez de Asúa en Argentina.
XI-1970 José Maldonado Presidente de la República.
28-II-1971 Gobierno de Fernando Valera.
X-1975México rompe todo tipo de relaciones con España tras los fusilamientos de ese mes.
21-VI-1977 Disolución del Gobierno Republicano Español en el exilio.

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Diego Martínez Barrio

Diego Martínez Barrio (Sevilla, 1883-París, 1962).

Después de formar parte del Comité revolucionario que prepara la llegada de la República de 1931, don Diego ocupará diversos cargos ministeriales, llegando a Presidente del Consejo de Ministros y siendo Presidente de las Cortes desde 1936. Su actuación política en el exilio será fundamental como Presidente de la Junta Española de Liberación, como Presidente de las Cortes e impulsor de su primera reunión en el exilio en México, agosto de 1945, y como Presidente de la República en el exilio desde entonces hasta su muerte. Caricatura de Freyre.