Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

331

«Estas obras de arte -decía-, que no vienen a ser sino supervivencia del arte indígena, han sido agrupadas en una sola designación: tequitqui, por José Moreno Villa. Es justo y aceptable, pero siempre que su campo se limite a las verdaderas supervivencias y no interfiera el del llamado popular, o las imitaciones populares del arte europeo, que requieren otra clase de estudios» (Toussaint, Arte colonial en México, México D. F., Imp. Universitaria, 1948, p. 51) (la redacción del texto, como se afirma en su prólogo y figura a su pie, data de 1945).

 

332

«Es un fenómeno -decía del tequitqui- muy colonial de mestizaje, que origina obras escultóricas diferentes de las europeas y que para calificarlas de algún modo les llamo «tributarias», es decir, hechas por los que pagaban tributo a los conquistadores, a la monarquía española. Y es, finalmente, un fenómeno muy del siglo XVI americano, pues aunque los siglos siguientes encontramos obras con ese mismo carácter «tributario» o tequitqui, ya no van teniendo rasgos tan arcaicos tan románicos y góticos» (Lo mexicano..., ob. cit., p. 29).

 

333

«Para este estilo -decía-, en que la intervención del indio parece primordial, ha propuesto el español Moreno Villa la denominación de «tequitqui»... Como es natural, no circunscribe su aplicación al siglo XVI, sino que la extiende a todas las manifestaciones que a lo largo de los siglos sucesivos denotan la presencia preponderante de la intervención indígena» (D. Angulo, Historia del arte hispanoamericano, tomo II, Barcelona, Salvat, 1950, pp. 269-270).

 

334

J. Crespo de la Serna, «José Moreno Villa, crítico de arte», Novedades («México en la Cultura» 319), México D. F. (1-V-1995), p. 1.

 

335

Véase, entre otros diferentes empleos, Jorge Alberto Manrique, «El trasplante de las formas artísticas españolas a México» en Actas del Tercer Congreso Internacional de Hispanistas, México D. F., El Colegio de México, 1969; Pedro Rojas, Historia General del Arte Mexicano. Época Colonial, I, México, Ed. Hermes, 1969, p. 32.

 

336

Elisa Vargas Lugo, Las portadas religiosas de México, México D. F., UNAM, 1969, pp. 266-273.

 

337

Arte en América y Filipinas. Ars Hispaniae, vol. XXI, Madrid, Ed. Plus-Ultra, 1973, p. 100.

 

338

«Considero más apropiado -decía- llamar 'estilo Mendoza', como hace Angulo, a ese conjunto de obras pre-renacentistas donde se mezclan elementos góticos y platerescos con dosis de mudejarismo y que, en cuanto a cronología, coincide aproximadamente con la etapa de gobierno 1535-1550 del primer virrey de la Nueva España. Dentro de este periodo, como una modalidad dentro del estilo por su decoración de trépano o a bisel, a veces con temas de origen prehispánico, queda incluido el tequitqui, que, como decía Moreno Villa, se quedó en un conato de estilo» (E. Marco Dorta, «Los indígenas y las artes del siglo XVI», en Simposio Hispanoamericano de Indigenismo Histórico. III Jornadas Americanistas de la Universidad de Valladolid, Valladolid, Universidad, 1977, pp. 1-9). Poco después Marco Dorta volvió a abordar el mismo tema en otro foro («Consideraciones en torno al llamado estilo tequitqui», en La dicotomía entre el arte culto y el arte popular. Coloquio Internacional de Zacatecas, México D. F., IIE-UNAM, 1979, pp. 137-138).

 

339

C. Reyes-Valerio, Arte indocristiano. Escultura del siglo XVI en México, México D. F., SEP-INAH, 1978, pp. 129-165.

 

340

Véase entre otras referencias Ortega Medina, art. cit., pp. 265-266; Souto, art. cit., p. 468; Reyes-Valerio, «El arte tequitqui o indocristiano» y Vargas Lugo, «Sobre el concepto tequitqui», ambos en Historia del arte mexicano, (Arte Colonial I), México, SEP-Salvat, 1982-1986, respec. t. IV, pp. 706-725 y t. V, pp. 710-711; Ulacia, art. cit., pp. 64-65; Silvio Zabala, «Conversaciones con José Moreno Villa», Excelsior, México D. F., 24-VI-1988, pp. 1 y 3; J. A. Manrique, «The Progress of Art in New Spain» y D. Pierce, «The Mission: Evangelical Utopianism in the New World», ambos en México. Splendors of Thirty Centuries, New York, Metropolitan Museum, 1991, pp. 237-242 y 243-249.