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711

Narrativa española fuera de España (1939-1961), Madrid, Guadarrama, 1963, p. 7.

 

712

«Hacia un más allá del realismo novelesco», Revista de Occidente, 4 (1963), p. 106.

 

713

«Charlas en Ínsula. Guillermo de Torre», Ínsula, 193 (1962), p. 3.

 

714

Narraciones de la España desterrada, edición de R. Conte, Barcelona, EDHASA, 1970, p. 16.

 

715

«Sobre el exilio (1939-1964)», Revista de Occidente, 12 (1964), pp. 345-348.

 

716

«Una tarea a cumplir», en «La flecha en el tiempo», Ínsula, 209 (1964), p. 2.

 

717

Larrea comenta en su ensayo (Rubén Darío y la nueva cultura americana, Valencia, Editorial PreTextos, 1985, p. 17): «No son hoy raros los pensadores que, después de dar vueltas y más vueltas en torno a la llaga viva del Ser, acaban por derivar su interés hacia los poetas, e incluso al de los poetas que, sintomáticamente, perdieron la razón, como en el caso de Hölderlin a que se acogió Heidegger».

 

718

Según la catalogación de Giambattista Vico, corresponde a una de las fases de la evolución de las civilizaciones, en la que Homero es el principal recaudador de mitos. Este pensador italiano del siglo XVIII fue quien primero cayó en la cuenta de que la poesía fue el factor original de las culturas. José María Valverde, por otra parte, se ha percatado de que el inconsciente colectivo de Carl Gustav Jung debe mucho a la valoración de la herencia del pasado de Vico, y se anticipa a la modelación de un extraño lenguaje: «desde la noche de los tiempos nos llegan oscuros mensajes poéticos que enriquecen la seca razón moderna» (Vida y muerte de las ideas, Barcelona, 1980, p. 139).

 

719

Un sinfín de ejemplos insólitos (el significado de la paloma o el sueño de la apuesta hípica en el caballo Baccarat IV) ilustrarían estas reflexiones sobre la conmovedora experiencia interior de Larrea. El 'caso Brauner' plantea una de estas implicaciones simbólicas, que tiene que ver con la imagen del ojo vaciado en la película Un chien andalou de Luis Buñuel: «Víctor Brauner es un pintor surrealista nacido en Rumania y domiciliado desde hace bastantes años en París. El día 27 de agosto de 1938 fue víctima por casualidad del impacto de un vaso disparado contra otra persona, el cual le arrancó literalmente y para siempre el ojo izquierdo. El percance ocurrió del siguiente modo. Estando reunidos aquella noche varios amigos surrealistas en el taller de uno de ellos, el pintor español Óscar Domínguez, éste, sin saberse a punto fijo por qué, se enfureció de súbito contra otro de los allí presentes, lo maltrató de palabra y se disponía a agredirle cuando se interpusieron los demás para impedir la reyerta. Fuera de sí, Domínguez logró en sus forcejeos alcanzar un vaso, que disparó con ímpetu contra el objeto de sus iras. Víctor Brauner formaba parte del grupo que sujetaba a este último. Medio vuelto no pudo ver la llegada del proyectil ni precaverse, recibiendo el golpe en el ojo izquierdo, que, herido de refilón, saltó fuera de su órbita.

»Lo muy notable del caso es que este Víctor Brauner padecía desde tiempo atrás una obsesión centrada en los órganos visuales a tal punto que siete años antes había tenido la extrañísima ocurrencia de pintar su autorretrato representándose tuerto del ojo derecho» (Juan Larrea, Del surrealismo al Machu-Picchu, México, Joaquín Mortiz, 1967, pp. 41-42).

 

720

En Eugenio Trías, Lo bello y lo siniestro, Barcelona, 1988, p. 31 y ss.