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El mayor encanto, amor

Comedia famosa

Pedro Calderón de la Barca



Personas que hablan en ella:
 

 
ULISES.
ANTISTES.
ARQUELAO.
LEBREL.
POLIDORO.
TIMANTES.
FLORO.
CLARÍN.
ARSIDAS.
LISIDAS.
CIRCE1.
FLÉRIDA2.
LIBIA3.
IRIS.
CASIMIRA.
TISBE.
SIRENE.
[GALATEA.]
[CLORI.]
[BRUTAMONTE.]
[DUEÑA.]
[ENANO.]
[AQUILES.]
[SOLDADO.]
ASTREA.





ArribaAbajoJornada I

 

Tocan un clarín y descúbrese un navío, y en él ULISES, ANTISTES, ARQUELAO, LEBREL, POLIDORO, TIMANTES, FLORO y CLARÍN.

 
ANTISTES
En vano forcejamos,
cuando rendidos a la suerte estamos
contra los elementos.
ARQUELAO
Homicidas, los mares y los vientos
hoy serán nuestra ruina. 5
TIMANTES
¡Iza el trinquete!
POLIDORO
¡Larga la bolina!
FLORO
Grande tormenta el huracán promete.
ANTISTES
¡Ola iza!
LEBREL
¡A la escota!
CLARÍN
¡Al chafaldete!
  —1v→  
ULISES
Júpiter soberano
que este golfo en espumas dejas cano: 10
yo voto a tu deidad aras y altares
si la cólera ablandas destos mares.
ANTISTES
Sagrado dios Neptuno,
griegos ofendes a pesar de Juno.
ARQUELAO
Causando está desmayos 15
el cielo con relámpagos y rayos.
CLARÍN
¡Piedad, Baco divino,
no muera en agua el que ha vivido en vino!
LEBREL
¡Piedad, Momo sagrado,
no el que carne vivió muera pescado! 20
TIMANTES
Monumentos de yelos
hoy serán estas ondas.
TODOS
¡Piedad cielos!
POLIDORO
Parece que han oído
nuestro lamento y mísero gemido,
pues calmaron los vientos. 25
ARQUELAO
Paces publican ya los elementos.
ANTISTES
Y para más fortuna,
que la buena y la mala nunca es una,
ya en aqueste horizonte
tierra enseña la cima de aquel monte 30
corona de esa sierra.
TIMANTES
Celajes se descubren.
TODOS
¡Tierra, tierra!
ULISES
Pon en aquella punta
que el mar y el cielo, hecha bisagra, junta
la proa.
POLIDORO
Ya el espolón toca la playa.
35
ANTISTES
¡Vaya toda la gente a tierra!
TODOS
¡Vaya!
ANTISTES
Del mar cesó la guerra.
ULISES
Vencimos el naufragio.
TODOS
¡A tierra, a tierra!
 

(Llega el bajel y desembarcan todos.)

 
ULISES
Saluda el peregrino,
que en salado cristal abrió camino, 40
la tierra donde llega
cuando inconstante y náufrago se niega
del mar a la inconstancia procelosa.
ANTISTES
¡Salve y salve otra vez madre piadosa!
ARQUELAO
Con rendidos despojos 45
los labios te apellidan y los ojos.
  —2→  
CLARÍN
Del mar vengo enfadado,
que no es gracioso el mar aunque es salado.
LEBREL
No es aqueso forzoso,
que yo no soy salado y soy gracioso. 50
ULISES
¿Qué tierra será esta?
TIMANTES
¿Quién quieres que a tu duda dé respuesta
si siempre derrotados,
mares remotos, climas apartados,
habemos tantos años discurrido 55
el rumbo, el norte y el imán perdido?
POLIDORO
Pues no nuestras desdichas han cesado,
que el monte donde ahora has arribado
no parece habitable
en lo inculto, intrincado4 y formidable. 60
ANTISTES
En él las más pequeñas
ruinas de gente humanas no dan señas.
ARQUELAO
Solo se ve de arroyos mil sulcado,
cuyo turbio cristal desentonado,
parece, a lo que creo, 65
desperdiciado aborto del Leteo.
LEBREL
Que habemos dado, temo,
en otro mayor mal que Polifemo.
FLORO
Quejas son, lastimosas y severas,
cuantas se escuchan de robustas fieras. 70
TIMANTES
Y si las copas rústicas miramos
destos funestos ramos,
no pájaros süaves
vemos, nocturnas sí, agoreras aves.
ARQUELAO
Y entre sus ramas, rotos y quebrados, 75
trofeos de guerra y caza están colgados.
POLIDORO
Todo el sitio es rigor.
FLORO
Todo espanto.
ANTISTES
Todo horror.
ARQUELAO
Todo asombro.
TIMANTES
Todo encanto.
LEBREL
Absorto de mirar sus señas quedo.
¿Creerasme una verdad? Que tengo miedo. 80
CLARÍN
Sí creeré, si es que arguyo
que por mi corazón se juzga el tuyo.
 

(Vanse, y quedan los dos.)

 
ULISES
Pues los dos nos quedamos,
por esta parte penetrando vamos.
¿Qué bosque es este, cielos soberanos? 85
CLARÍN
Y aun en eso no para
pues, del obscuro centro
suyo, miro salirnos al encuentro
—2v→
un escuadrón de fieras,
bárbara, inculta güeste, que en hileras 90
mal formadas embiste
a los dos.
ULISES
Defendámonos, ¡ay triste!,
el uno al otro. Pero, ¿cómo es esto?
No solo a nuestra ofensa se han dispuesto
más humildes: postrados y vencidos, 95
los pechos por la tierra están rendidos.
 

(Salen animales y hacen lo que se va diciendo.)

 
Y el rey de todos ellos,
el león, coronado de cabellos,
en pie puesto una vez hacia las peñas
y otra hacia el mar, cortés nos hace señas. 100
¡Oh, generoso bruto,
rey de tanta república absoluto!,
¿qué me quieres decir cuando a la playa
señalas? ¿que me vaya
y que no tale más el bosque donde 105
tienes tu imperio? A todo me responde,
inclinada la testa,
con halagos firmando la respuesta.
Creamos, pues, al hado;
que un bruto no mintiera coronado. 110
Convoca5 a gritos fieros
a nuestros compañeros
para que al mar volvamos
y agradecidos el peligro huyamos.
CLARÍN
Compañeros de Ulises 115
que discurrís los bárbaros países:
deste encantado monte
desamparad su bárbaro horizonte.
ULISES
Al mar volved, al mar; que, tristemente,
con halago las fieras obediente, 120
cuando tus voces nuestras gentes llaman,
quieren quejarse y por quejarse braman.
CLARÍN
Todas con manso estruendo,
repitiendo las señas, van huyendo.
ULISES
Mucho es mi asombro.
CLARÍN
Y mi tristeza es mucha.
125
 

(Sale huyendo ANTISTES.)

 
ANTISTES
Dioses, ¿qué tierra es esta?
Atiende, escucha.
Entramos en ese monte,
Ulises, tus compañeros,
a examinar sus entrañas,
a solicitar su centro, 130
cuando a las varias fortunas
—3→
del mar pensamos que el cielo
nos había hallado amparo,
nos había dado puerto.
Mas, ¡ay triste!, que el peligro 135
es de mar y tierra dueño;
porque en la tierra y el mar
tiene el peligro su imperio.
Dígalo allí, coronado
de tantos naufragios ciertos, 140
y aquí lo diga, ceñido
de tantos precisos riesgos,
aunque ni el mar ni la tierra
no tienen la culpa dellos,
pues el hombre en tierra y mar 145
lleva el peligro en sí mesmo
por diversos laberintos
que labró, artífice diestro,
sin estudio y sin cuidado
el desaliño del tiempo. 150
Discurrimos ese monte
hasta que, hallándonos dentro,
vimos un rico palacio
tan vanamente soberbio
que, embarazando los aires 155
y los montes afligiendo,
era para aquellos nube
y peñascos para estos
porque se daban la mano
con uno y con otro extremo. 160
Pero aunque viciosos eran,
la virtud no estaba en medio,
saludamos sus umbrales
cortesanamente atentos,
y apenas de nuestras voces 165
la mitad nos hurtó el eco
cuando de ninfas hermosas
un tejido coro bello
las puertas abrió, mostrando
apacible y lisonjero, 170
que había de ser su agasajo
de nuestros males consuelo,
de nuestras penas alivio,
de nuestras tormentas puerto.
Mintió el deseo. Mas, ¿cuándo 175
dijo verdad el deseo?
Detrás de todas venía,
bien como el dorado Febo
acompañado de estrellas
y cercado de luceros, 180
una mujer tan hermosa
que nos persuadimos, ciegos,
que era, a envidia de Dïana,
la diosa destos desiertos.
Esta, pues, nos preguntó 185
quiénes éramos; y habiendo
informádose de paso
de los infortunios nuestros,
cautelosamente humana
mandó servir al momento 190
a sus damas las bebidas
más generosas, haciendo
con urbanas ceremonias
político al cumplimiento.
Apenas de sus licores 195
el veneno admitió al pecho
cuando corrió al corazón;
y en un instante, un momento,
a delirar empezaron
de todos los que bebieron 200
los sentidos, tan mudados
de lo que fueron primero,
que no solo la embriaguez
entorpeció el sentimiento
del juicio, porción del alma, 205
sino también la del cuerpo.
Pues, poco a poco, extinguidos
los proporcionados miembros,
fueron mudando las formas.
¡Quién vio tan raro portento! 210
¡Quién vio tan extraño hechizo!
¡Quién vio prodigio tan nuevo!
¡Y quién vio que, siendo hermosa
—3v→
una mujer con extremo,
para hacer los hombres brutos 215
usase de otros remedios,
pues destas transformaciones
es la hermosura el veneno!
Cuál era ya racional
bruto de pieles cubierto; 220
cuál, de manchas salpicado,
fiera con entendimiento.
Cuál sierpe armada de conchas;
cuál de agudas puntas lleno,
cuál animal más inmundo, 225
y todos al fin a un tiempo
articulaban gemidos
pensando que eran acentos.
La mágica entonces dijo:
«Hoy veréis, cobardes griegos, 230
de la manera que Circe
trata cuantos pasajeros
aquestos umbrales tocan».
Yo, que por ser el que haciendo
estaba la relación 235
de nuestros varios sujetos,
aún no había al labio dado
el vaso, el peligro viendo,
sin que reparara en mí
Circe, corrí; que en efeto 240
el que se sabe librar
de los venenos más fieros
de una hermosura es quien solo
niega los labios a ellos.
Esto, en fin, me ha sucedido; 245
y vengo a avisarte desto
porque desta esfinge huyamos.
Pero, ¿dónde podrá el cielo
librarnos de una mujer
con hermosura e ingenio? 250
ULISES
¿Cuándo vengada estarás,6
¡oh injusta deidad de Venus!,
de Grecia? ¿Cuándo tendrán
divinas cóleras medio?
ANTISTES
No en lastimosos gemidos 255
la ocasión embaracemos
que tenemos de librarnos:
al mar volvamos huyendo.
ULISES
¿Cómo habemos de dejar
así a nuestros compañeros? 260
CLARÍN
Perdernos, señor, nosotros
no es alivio para ellos.
ULISES
Juno, si en desprecio tuyo
Venus ofende a los griegos,
¿cómo tú no los defiendes 265
quejosa de tu desprecio?
Acuérdate que, ofendida
de Paris, a nuestro acero
le fïaste tu venganza.
Acuérdate que sangrientos 270
por ti abrasamos a Troya,
cuyo no apagado incendio
hoy en padrones de humo
está en cenizas ardiendo.
Si por haberte vengado 275
tantos males padecemos,
remédianos, Juno bella,
contra la deidad de Venus.
 

(Tocan chirimías, y sale en un arco, IRIS, ninfa, y canta la música.)

 
MÚSICA
Iris, ninfa de los aires,
el arco despliega bellos, 280
y mensajera de Juno
rasga los azules velos.
IRIS

 (Cantando.) 

Ya la obedezco; y batiendo
las alas rompe los vientos.7
ULISES
Línea de púrpura y nieve, 285
nube de rosa y de fuego,
verde, roja y amarilla
nos deslumbran sus reflejos.
ANTISTES
Que hermoso rasgo corrido
en el papel de los cielos, 290
bandera es de paz.
ULISES
Y en él
—4→
está la ninfa pendiendo,
embajatriz de las diosas,
reina de dos elementos.
Iris, bellísima ninfa, 295
si tu respuesta merezco,
¿qué, dichosa, vas buscando?,
¿qué, infelice, vas huyendo?
IRIS

 (Cantando.) 

A tus fortunas atenta,
¡oh nunca vencido griego!, 300
Juno tu amparo dispone
y yo de su parte vengo.
Este ramo que te traigo
de varias flores cubierto,
hoy contra Circe será 305
trïaca de sus venenos.
Toca con él sus hechizos:

 (Deja caer un ramillete.) 

desvaneceranse luego
como al amor no te rindas.
Que con avisarte desto 310
ya la obedezco; y batiendo
las alas rompo los vientos.8
TODA LA MÚSICA
Y batiendo las alas rompo los vientos.
 

(Desaparece con chirimías el arco y la ninfa.)

 
ULISES
Hermoso aliento de Juno,
no desvanezcas tan presto 315
tanto aparato de estrellas,
tanta pompa de luceros.
Espera, detente, aguarda
que te sacrifique el pecho
estas lágrimas, que lleves 320
en señal de rendimiento.
CLARÍN
Ya las esparcidas luces
va doblando y recogiendo
hasta perderse de vista
por las campañas del viento 325
ULISES
Ya no hay que temer de Circe
los encantos, pues ya veo
tan de mi parte los hados,
tan en mi favor los cielos.
A sus palacios me guía; 330
verasme vencer en ellos
sus hechizos y librar
a todos mis compañeros.
ANTISTES
No es menester que te guíe
a sus ojos; que ella, haciendo 335
salva a tus peligros, sale
al son de mil instrumentos.
 

(Sale CIRCE, ASTREA, LIBIA9, CASIMIRA, TISBE, CLORI y todas las músicas y músicos. Trae ASTREA un vaso y salva, y LIBIA una toalla, y cantan.)

 
MÚSICA
En hora dichosa venga
a los palacios de Circe
el siempre invencible griego, 340
el nunca vencible Ulises.
CIRCE
En hora dichosa venga
hoy a este palacio hermoso
el griego más generoso
que vio el sol, donde prevenga 345
blando albergue y donde tenga
dulce hospedaje; y atento
a sus fortunas, contento
pueda en la tierra triunfar
de la cólera del mar 350
y de la saña del viento.
Felice, pues, fuese el día
que estos piélagos sulcó;
felice fuese el que halló
abrigo en la patria mía; 355
y felice la osadía
con que ya vencer presuma
en tranquila paz, en suma
felicidad inmortal,
ese monstruo de cristal 360
siempre escamado de espuma.
Que yo, al cielo agradecida
—4v→
pues ya mis venturas sé,
de tanto huésped daré
parabienes a mi vida. 365
Y así, a tus plantas rendida
con aplausos diferentes,
vengo a recibir tus gentes
hurtando en ecos süaves
las cláusulas de las aves, 370
los compases a las fuentes.
Y porque al que el mar vivió
lo que más en él le obliga
a sentir es la fatiga
de la sed que padeció 375
(¡quién sed en tanta agua vio!),
a traerte aquí se atreven
los aplausos que me mueven,
en señal de cuán piadoso
es mi afecto, el generoso 380
néctar que los dioses beben.
Bebe y sin pavor ninguno
brinda la gran majestad
de Júpiter, la beldad
de Venus, ciencias de Juno, 385
de Marte armas, de Neptuno
ondas, de Dïana honor,
flores de Flora, esplendor
de Apolo y, por varios modos,
porque en uno asisten todos, 390
bebe y brinda al dios de Amor.
ULISES
Bellísima cazadora
que en este opaco horizonte,
siendo noche todo el monte,
todo el monte haces aurora, 395
pues no amaneció hasta ahora
que te vi la luz en él:
rendido admite, y fïel,
un peregrino del mar
que halló piadoso al pesar, 400
que halló a la dicha crüel.
Esa nave derrotada
que con tanta sed anhela,
pez que por las ondas vuela,
ave que en los aires nada, 405
a tu deidad consagrada
víctima ya sin ejemplo
de tus aras la contemplo,
pues aquí se ha de quedar
por trofeo de tu altar, 410
por despojo de tu templo.
El néctar con que has brindado
mi feliz venida aceto
 

(Llegan ASTREA y LIBIA.)

 
aunque temor y respeto
me han suspendido y turbado, 415
tanto que, de recatado,
no me atrevo a tus favores
sin que otros labios mejores
lisonjeen tus agravios;
y así, antes que con los labios, 420
haré la salva con flores.
 

(Moja el ramillete y sale fuego del vaso.)

 
ASTREA
¡En fuego el agua encendió!
LIBIA
¡Qué es lo que mis ojos ven!
CIRCE
¿Quién, cielos airados, quién,
más ha sabido que yo? 425
ULISES
Quien tus encantos venció
deidad superior ha sido;
y pues a tiempo ha venido
que a tantos vengar espero,
verás, mágica, este acero 430
en tu púrpura teñido.
CIRCE
Aunque llego a merecer
la muerte, es bien que te asombre;
que no es vitoria de un hombre
el matar una mujer. 435
Valor tan hecho a vencer,
no ha de ser, no, mi homicida.
Rendida tienes mi vida:
luego de tu acero hoy
dos veces segura estoy, 440
por mujer y por rendida.
  —5→  
ULISES
Por rendida y por mujer
darte la muerte no quiero.
Vida tienes, mas primero
que en la vaina vuelva a ver 445
la cuchilla, has de traer
mis compañeros aquí.
CIRCE
Eso y más haré por ti.
Oíd, racionales fieras,
en vuestras formas primeras 450
trocad las formas que os di.
 

(Salen cada uno de por sí.)

 
TIMANTES
¿Qué es lo que me ha sucedido
este rato que he soñado?
POLIDORO
En un león transformado
mi letargo me ha tenido. 455
FLORO
¿Qué ajeno de mi sentido
me ha usurpado un frenesí?
ARQUELAO
¡Gracias a Dios que te vi,
oh campo azul cristalino!
LEBREL
Vive Dios que fui un cochino 460
y aún me soy lo que me fui.
CIRCE
Ya libres tus gentes ves.
ULISES
Y ya aquí no hay que esperar:
¡alto, amigos, a embarcar!
TIMANTES
A todos nos da tus pies 465
por esta ventura.
CIRCE
Pues
tan seguro estás de mí,
no te ausentes, no, de aquí
sin que llegue a saber yo
más despacio quién venció 470
mis encantos.
ULISES
Oye.
CIRCE
Di.
ULISES
Si caben tantos sucesos
en el coro de unas voces:
la fértil Grecia es mi patria
y Ulises mi propio nombre. 475
Aunque inclinado a las letras,
militares escuadrones
seguí, que en mí se admiraron
espada y pluma conformes.
Cerqué a Troya y rendí a Troya, 480
no me permitas que torne
a la memoria sus ruinas;
basta que Venus las llore.
Heredero de las armas
de Aquiles fui, porque logren, 485
si dueño no tan valiente,
dueño a lo menos tan noble.
Al mar me entregué pensando
volver a mi patria, donde
trocara el bélico estruendo 490
a regalados favores.
Engañome mi esperanza,
mintiome mi amor, burlome
mi deseo. ¡Oh cuánto fácil
su dicha imagina el hombre! 495
Venus, del griego ofendida,
mis venturas descompone;
que es, aunque diosa, mujer
en quien duran los rencores.
La cárcel abrió a los vientos, 500
para mi agravio, veloces;
que para mis esperanzas
aun fueran los vientos torpes.
Ellos, que airados embisten,
la fértil armada rompen, 505
y yo, turbado, perdí
con la confusión el norte.
Huésped viví de Neptuno
seis años, y por salobres
campañas de agua sospecho 510
que he dado una vuelta al orbe.
Entre Caribdis y Escila
me vi, y a las dulces voces
del golfo de las sirenas
basilisco fui de bronce. 515
Llegué al pie del Lilibeo,
ese gigante que opone
al cielo sus puntas siendo
excelsa pira de flores,
donde fui de Polifemo 520
mísero cautivo, y donde
con su muerte rescaté
—5v→
mi vida de sus prisiones,
el trágico fin vengando
de Acis10, generoso joven, 525
y la hermosa Galatea,
hija de Tetis y Doris,
que, lágrimas de un peñasco,
al mar en dos fuentes corren,
cuando... Mas deber no quiero 530
tan poco a hazaña tan noble
que la desluzga en contarla
presumiendo que la ignores;
basta decir que, seguro
de sus11 castigos atroces, 535
tuvimos por agradables
de los vientos los rigores;
porque tan airados fueron
que nos trajeron adonde
el riesgo de una mujer 540
venciese al horror de un hombre,
pues venimos donde tú
mágicas transformaciones
usas: llorando lo digan
esas fieras y esos robles. 545
Y así, pues tan generosas
deidades más superiores
me aseguran, volveré,
huyendo de tus rigores,
a quebrantar los cristales 550
dese piélago que sobre
sus espaldas tantos años
huésped me admitió. Descoge,
¡oh surto delfín que vuelas,
varado neblí que corres!, 555
las alas porque otra vez
la plata del agua cortes,
o con la quilla la rices
o con el buco la entorches.
Torne, pues, al albedrío 560
de agua y mar la nave, y torne
a llevarme donde fuere
la voluntad de los dioses.
CIRCE
Retórico griego, a quien
este escollo cristalino, 565
ese peñasco de nieve,
esa campaña de vidrio,
náufrago huésped le tuvo
tantos años: pues vencidos
los hados llegas trayendo 570
aquesas flores contigo,
que son antídoto hermoso,
que son conjuro divino
contra mortales venenos,
contra mágicos hechizos, 575
no tan presto a peinar vuelvas
al mar los cabellos rizos,
que canos y ajados son
hermosos con desaliño.
Deja descansar las ondas; 580
y ese bajel que al abrigo
de dos montes surto yace,
permite que, agradecido
a la piedad de los cielos,
de los hados al arbitrio, 585
blanda y no penosamente
bata las alas de lino
en tanto que te reparas
de aquel pasado peligro
que derrotado te trujo 590
a aquestos montes altivos.
Y para que sepas cuánto
asombro es el que has vencido,
darte relación de mí
este instante solicito: 595
esa luminar antorcha
que desde su plaustro rico
el cielo ilumina a rayos,12
el mundo describe a giros.
Ese planeta que corre 600
siempre hermoso, siempre vivo,
llevándose tras sí el día
fue el luciente padre mío.
Prima nací de Medea
—6→
en Tesalia, donde fuimos 605
asombro de sus estudios
y de sus ciencias prodigio;
porque enseñadas las dos
de un gran mágico, nos hizo
docto escándalo del mundo, 610
sabio portento del siglo;
que, en fin, las mujeres, cuando
tal vez aplicar se han visto
a las letras o a las armas,
los hombres han excedido; 615
y así, ellos envidiosos,
viendo nuestro ánimo invicto,
viendo agudo nuestro ingenio,
porque no fuera el dominio
todo nuestro, nos vedaron 620
las espadas y los libros.
No te digo que estudié
con generoso motivo
Matemáticas, de quien
la Filosofía principio 625
fue; no te digo que al cielo
los dos movimientos mido,
natural y rapto, siendo
ambos a un tiempo continuos.
No te digo que del sol 630
los veloces cursos sigo
siendo cambiante cuaderno
de tornasoles y visos;
no que de la luna observo
los resplandores mendigos, 635
pues una dádiva suya
los hace pobres o ricos.
No te digo que los astros,
bien errantes o bien fijos,
en ese papel azul 640
son mis letras: solo digo
que esto, aunque es estudio noble,
fue para mi ingenio indigno,
pues pasando a más empeños
la ambición de mi albedrío, 645
el canto entiendo a las aves
y a las fieras los bramidos,
siendo para mí
agüeros o vaticinios.
Cuantos pájaros al aire 650
vuelan, ramilletes vivos,
dando a entender que se llevan
la primavera consigo,
renglones son para mí
ni señalados, ni escritos. 655
La armonía de las flores
que en hermosos laberintos
parece que es natural
sé yo bien que es artificio,
pues son en planta en que el cielo 660
estampa raros avisos.
Por las rayas de la mano
la quiromancia examino
cuando, en ajadas arrugas
de la piel, el [fin]13 admiro 665
del hombre; la geomancia
en la tierra cuando escribo
mis caracteres en ella;
y en ella también consigo
la piromancia cuando 670
de su centro, de su abismo,
hago abrirse las entrañas
y abortar a mis gemidos
los difuntos que responden
de mi conjuro oprimidos. 675
Mas, ¿qué mucho, si al infierno
tal vez obediente he visto
temblar de mí, si tal vez
sus espíritus aflijo?
Pero, ¿para qué te canso? 680
Pero, ¿para qué repito
grandezas mías, si todas
en esta sola las cifro?
Para que mejor pudiese
entregarme a mis desinios, 685
a Trinacria14 vine, donde,
—6v→
en este apartado sitio
del Etna y del Lilibeo,
estos palacios fabrico,
deleitosas selvas fundo 690
y montes incultos finjo.
Aquí, pues, siendo bandida,
emperatriz de sus riscos,
la vida cobro en tributo
de todos los peregrinos 695
que, náufragos en el mar,
a la ley de su destino,
cerrado puerto de nieve,
osaron abrir caminos.
Y porque fuese mi imperio 700
más raro y más exquisito,
esas fieras y esos troncos
todos son vasallos míos;
que los troncos y las fieras
viven aquí con instinto, 705
pues árboles racionales
son hombres vegetativos.
Esta soy, y con mirar
el sol a mi voz rendido,
la luna a15 mi acción atenta, 710
obediente a mi suspiro
toda la caterva hermosa
de los astros y los signos;
con saber que cuando quiero
el cielo empaño, que vibro 715
los rayos, que de las nubes
aborto piedra y granizo,
que hago estremecer los montes,
caducar los edificios,
titubear todo ese mar 720
y penetrar los abismos;
y, finalmente, trocarse
los hombres sin albedrío
en varias formas, teniendo
ya en las peñas obeliscos, 725
ya en las cortezas sepulcro
y ya en las grutas asilo:
hoy a tus plantas me postro,
hoy a tu valor me rindo
y como mujer te ruego, 730
como señora te pido,
como emperatriz te mando,
como sabia te suplico
no te ausentes hasta tanto
que hayas del hado vencido 735
el rigor con que te trajo
derrotado y perseguido
a inculcar aquestos mares.
Quédate unos días conmigo;
verás trocado mi extremo 740
de riguroso en benigno
con el gusto que te hospedo,
con la atención que te sirvo,
siendo el Flegra desde hoy,
no ya fiero, no ya esquivo 745
hospedaje de Saturno
siempre en roja sangre tinto;
selva sí, de Amor y Venus,
deleitoso paraíso
donde sea todo gusto, 750
todo aplausos, todo alivios,
todo paz, todo descanso.
Y no quieras más indicio
de mi piedad que ser hoy
el primero que ha venido 755
a aquestos montes a quien
con algún afecto miro,
con algún agrado escucho,
con algún cuidado asisto,
con algún gusto deseo 760
y con toda el alma estimo.
ULISES
No fuera Ulises si, ya
que a estos montes he venido,
la libertad no trujera
a cuantos aquí cautivos 765
tiene el encanto. Hoy seré
de aquesta esfinge el Edipo.
ANTISTES
Señor, no de sus lisonjas   —7→  
16te creas, porque es fingido
su halago.
LEBREL
Huyamos de aquí.
770
CIRCE
¿Qué dices, Ulises?
ULISES
Digo
que no pudiera ser noble
quien no fuese agradecido;
y que conmigo he de ser
cruel por ser cortés contigo. 775
CASIMIRA
¡Ay de ti, porque no sabes
a lo que te has atrevido!
CIRCE
Pídeme pues, en albricias,
una merced.
ULISES
Solo pido
que estos dos árboles que hoy 780
a lástima me han movido
porque fue mi acero causa
de aumentarles su martirio,
en pago de aquesto, sean
a la luz restitüidos. 785
CIRCE
Este árbol, Flérida, una
divina hermosura ha sido,
dama mía y mi privanza;
rindió al amor su albedrío
enamorada de un joven, 790
Lisidas es su apellido,
heredero de Toscana
que, de ese mar peregrino,
salió a tierra; y porque osados
profanaron el retiro 795
de mi palacio, así yacen
en árboles convertidos.
Porque aunque yo fiera y monstruo
tan dada soy a los vicios,
solos delitos de amor 800
fueron para mí delitos;
tanto que, Arsidas, valiente
joven y príncipe invicto
de Trinacria, a cuyo imperio
estos montes tiranizo, 805
con saber que enamorado
de mi hermosura ha venido,
no ha merecido tener
más favor que volver vivo.
Pero ya que es la primera 810
cosa que tú me has pedido,
Flérida y Lisidas rompan
las prisiones que han tenido.
 

(Ábrense dos árboles y salen FLÉRIDA y LISIDAS.)

 
LISIDAS
Torpe el discurso, atado el pensamiento,
la razón ciega, el ánimo oprimido, 815
sin uso el alma, el corazón rendido,
muda la voz y tímido el aliento.
Sin voluntad, memoria, entendimiento,
vivo cadáver deste tronco he sido.
Ya, pues, que me quitabas el sentido, 820
quitárasme también el sentimiento.
Si de amar, ¡ay de mí!, a Flérida bella
castigo fue esta forma, en vano quieres
que yo me olvide, porque vivo en ella.
Los troncos aman, luego mal infieres 825
que por ser tronco venceré mi estrella,
pues no la vences tú y más sabia eres.
FLÉRIDA
Racional, vegetable y sensitiva
alma el cielo le dio al sujeto humano;
vegetable y sensible al bruto ufano, 830
—7v→
17 al tronco y a la flor vegetativa.
Tres almas son; si de las dos me priva
tu voz porque amo a Lisidas, en vano
solicitas mi olvido, pues es llano
que, aun tronco, alma me dejas con que viva. 835
No de todo mi amor tendrá la palma
la parte en que has querido conservarme;
de aquella sí, que permitió esta calma.
Luego mudarme en tronco no es mudarme,
porque si no me quitas toda el alma, 840
todo el amor no has de poder quitarme.
CIRCE
Agradeced vuestras vidas
al huésped que me ha venido
y vivid los dos seguros
por él ya de mis castigos, 845
como de vuestros amores
no deis el más leve indicio.
LISIDAS
Siempre Ulises me tendrás
a tus pies agradecido.
FLÉRIDA
Y siempre confesaré 850
que por cuenta tuya vivo.
CIRCE
Pues porque empiecen a ser
desde hoy aplausos festivos,
todo el monte, todo el valle,
todo el mar y todo el sitio, 855
volved a cantar y todos
con él volved y con migo.
MÚSICA
En hora dichosa venga
a los palacios de Circe
el rayo de los troyanos, 860
el discreto y fuerte Ulises.
En hora dichosa venga.
 

(Sale ARSIDAS.)

 
ARSIDAS
No venga en hora dichosa
felice en desprecio mío,
ni el que fue sepulcro a tantos, 865
hoy a uno solo sea alivio.
Peligre en la tierra quien
por aquesos mares vino
en su sombra tropezando
de un peligro a otro peligro. 870
Ese acento armonioso
que le saluda benigno,
airado trueque en endechas
tristes, fúnebres caïstros,
las cláusulas porque sean 875
de sus tragedias aviso;
que no es justo, no, que un griego
extranjero, advenedizo,
de tanto usado rigor
venga a mudar el estilo. 880
¿Desde cuándo, Circe bella,
con tanto aplauso festivo,
con tan alegre aparato,
tanto noble regocijo,
al forastero saludas, 885
recibes al peregrino,
sin que este mar o estas peñas
le sirvan de precipicio,
o ya convertido en fiera
o ya en árbol convertido 890
tenga en las peñas su estancia,
tenga en las grutas su asilo?
Príncipe soy de Trinacria;
no derrotado y perdido
llegué a este puerto, pues vine 895
de más afectos traído,
porque aun aquesto también
debieses a mi albedrío;
que no quiso, no, él: solo
porque le fue fuerza quiso; 900
—8→
ni es sacrificio no siendo
voluntario el sacrificio.
Y en cuanto tiempo estos montes
por solo mirarte vivo,
no he debido a tu rigor, 905
ni a tu crueldad he debido,
una acción a quien me muestre
gustoso ni agradecido,
tanto que aún de tus encantos
libre estos campos asisto, 910
porque en tantos sentimientos
no me faltasen sentidos.
Pues dos hombres solamente
los que nos libramos fuimos,
Ulises y yo, porque 915
todo hoy en desprecio mío
resulte; pues, si los dos
nos reservamos, ha sido
Ulises para gozarlo
y Arsidas para sentirlo. 920
ULISES
Si de mi dicha envidioso,
si de mi suerte ofendido...
CIRCE
Calla Arsidas18, si conoces
que la vida te permito,
porque es la mayor venganza 925
que tomo, como tú has dicho,
dejarte vivir teniendo
sentimientos y sentidos.
Quejarte de mí es decirme
que lo que busco consigo; 930
y así, porque tú te quejes,
yo la causa no te quito.
Cantad, cantad; y tú ven,
Ulises, al lado mío.
LEBREL

 [Aparte.] 

No son muy malas las dos 935
Circecillas de a poquito.
No hay que volver a dar cartas,
que yo las tomo y no miro.
CIRCE

 [Aparte.] 

Habíanme dicho que eran
los griegos, feos y esquivos; 940
y ni esquivos son, ni feos,
tanto como me habían dicho.
LISIDAS
Gracias a Amor que otra vez
Flérida hermosa te miro.
FLÉRIDA
Gracias Lisidas a Amor, 945
que otra vez a amarte vivo.
CIRCE

 [Aparte.] 

Vencerale mi hermosura
pues mi ciencia no ha podido.
ULISES

 [Aparte.] 

Libraré de aquesta fiera
a Trinacria si amor finjo. 950
ARSIDAS

 [Aparte.] 

Solo celos me faltaban:
ya está todo el mal cumplido.
MÚSICA
En hora dichosa venga
[a los palacios de Circe
el siempre invencible griego, 955
el nunca vencible Ulises.]19

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