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1

Es fácil observarlo en -o recordarlo de- el ambiente familiar en que se mueve o se haya movido cada uno. Ahora bien, una comprobación generalizadora (por cuanto los resultados suelen rebasar con mucho la fase ambiental infantil, y aun -a veces- perdurar en toda la vida y en la memoria que de ella quede) la ofrecen ampliamente los antropónimos hipocorísticos originados en las deficientes pronunciaciones de la época de aprendizaje lingüístico: en muchos casos, el parecido con la forma normal del antropónimo es sólo remotísimo, diríase casi «meramente intencional» y, sin embargo, parece que no puede dudarse de tal «intención» de pronunciar tal forma normal por parte del niño que lo hace tan «incorrectamente».

 

2

Las fuerzas en pugna son, en este caso, la tendente a reinterpretar los hechos de la lengua ajena a base de los de la propia (desfonologizaciones, ultrafonologizaciones, transfonologizaciones, aceptaciones de un fonema mediante más de uno; infecciones, polarizaciones, redistribución de categorías morfológicas y léxicas; modificación de fronteras semánticas; alteración de construcciones sintácticas) y la que impulsa a superar los propios hábitos lingüísticos en aras a una mejor integración en la nueva comunidad.

 

3

Incluida la idealista, pese a que sus postulados básicos sobre la índole creativa de cada acto de habla parece que debían haberla orientado más bien en sentido contrario: demostrar un mayor interés por las causas que determinan que tantísimos actos creativos sean tantísimamente parecidos.

 

4

R. Jakobson, «Les lois phoniques du langage enfantin et leur place dans la Phonologie générale», comunicación al V Congr. intern. Ling., aludida aquí según versión apéndice a la trad. de los Principes de Phonologie de N. S. Trubetzkoy por J. Cantineau. París, 1949, pp. 367-379, y el trabajo Kindersprache, Aphasie und allgemeine Lautgesetze, Uppsala, 1941, que allí mismo se menciona.

 

5

Su actuación suele ser tan concorde y lograr un tal grado de eficacia que, por lo común, aun en el estilista más original -y, por el otro extremo, aun en el subnormal mas retrasado, con tal que pueda decirse de él que realmente habla, esto es, se hace entender articuladamente, y no meramente entiende a quienes le hablan-, acaba habiendo muchos más elementos mantenidos que alterados.

 

6

De no haberse originado estas consecuencias perjudiciales, el «contar con ellas» no habría sido más peligroso que lo pueda ser el haber continuado hablando como si realmente el sol diera vueltas en torno a la tierra: «salida», «puesta», etc.

 

7

Entendiendo, por tanto, que «peso» se refiere a la «mayor obligación» de prueba, como es habitual en la locución que le ha dado origen, y que, en consecuencia, cuando la diferencia vaya tendiendo a cero no es que se anula la obligación de probar, sino que se equipara: tanta obligación de probar el cambio como la conservación correspondiente y viceversa.

 

8

Prográmaticamente formulado nada menos que por Meyer-Lübke, cf. Das Katalanische, Heidelberg, 1925, § 143.

 

9

De «rara» califica M. Alvar «la solución bb que aparece en "kalendas Nouebbras, CIL, XII, 9654"», en su traducción castellana de G. Rohlfs, Diferenciación léxica de las lenguas románicas, Madrid, 1960, p. núm. 3.

 

10

Pese a lo fácil que resulta el análisis del adverbio en dos vocablos de tanto uso como son los simples que lo componen; la distancia semántica del compuesto respecto al conjunto de sus componentes es suficiente para dar lugar a la alteración fonética.

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