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El señor que se comió el mundo, de Antoniorrobles

El absurdo y la fantasía en los cuentos infantiles

Diana Soriano Casado


Licenciada en Psicopedagogía, por la Universidad Complutense de Madrid



Los comentarios siguientes pretenden ser un breve estudio de algunos de los aspectos más característicos de la obra de Antoniorrobles, tomando como ejemplo significativo el conjunto de relatos reunidos en el volumen titulado El señor que se comió un mundo y publicados por primera vez hace más de seis décadas. Además del cuento que da título al citado volumen, se han reunido aquí los titulados El caballo Piano, Los árboles del rey, El corazón del gigante, Pueblo de humo, Un loro en el cable del telégrafo, Segundillo cazador de campanadas, Un gallito del cielo y de la tierra, La radio fue la causa de una gran guerra y La Luna conducida por la Guardia Civil. Todos ellos presentan unos rasgos comunes que trataré de valorar en este estudio, y que, sobre todo, participan de un universo lleno de fantasía, de humor, de bondad y de delicadeza.

Es el universo particular de Antoniorrobles. ¡Bienvenidos!


El absurdo y la fantasía en Antoniorrobles

Fantasía y realidad son generalmente dos conceptos contrapuestos y de difícil convivencia. Antoniorrobles, sin embargo, consigue construir en sus cuentos una nueva realidad que se nutre por igual tanto de elementos cotidianos como de los aspectos más inverosímiles.

En unos casos, las historias de Antoniorrobles están referidas a cosas, a personajes y a lugares cercanos para nosotros pero que, de manera inesperada, adquieren unas cualidades fantásticas que les sitúan fuera de la realidad.

En otros casos, son los propios acontecimientos y cómo se van desencadenando lo que nos acerca progresivamente al absurdo, dándose así una ruptura radical con la realidad.

Así, por ejemplo, no tiene nada de extraño un señor de gran glotonería como ocurre con don Bombón, pero todo cambia cuando su insaciable apetito le lleva a comer mesas, diccionarios, paraguas y demás objetos que encuentra a su paso hasta llegar finalmente a devorar el mundo y convertirse él mismo en un planeta.

Sin duda nos parece real la imagen de un caballo que, de noche, bebe de un charco en el que se refleja la luna. No tan creíble resulta saber que con ello, Piano, el caballo, sueña que está lamiendo la luna como si de un dulce caramelo se tratase.

De ningún modo nos resulta ajena la tarea doméstica de sacudir unas alfombras; ahora bien la fantasía se desborda cuando los criados del rey Sillón III deciden hacer lo propio con las sombras que sobre el césped del jardín proyectan los tres árboles preferidos del rey.

Muchos más son los ejemplos de esta forma peculiar que Antoniorrobles tiene de combinar realidad y fantasía: la luna que una noche decide desaparecer antes del amanecer para evitar con este gesto delatar con su luz a unos ladrones buenos; un loro, que lejos de repetir las amables palabras enseñadas por su dueña, inventa motes descalificadores para cada uno de los habitantes del pueblo; la niña que, acostumbrada a alimentar a sus gallos y gallinas, siente profunda lástima de la soledad del gallo de veleta que está en la torre de la iglesia y le lleva trigo y miguitas para comer; o Segundillo, un niño que con su habilidad para cazar con mariposero atrapa algo tan insólito como las campanadas del reloj del pueblo.

Antoniorrobles crea así un mundo que transita entre la realidad y la fantasía, un mundo muy personal del que hace partícipe al lector que se acerca a sus relatos.




Los nombres en Antoniorrobles

Antoniorrobles muestra en este volumen de relatos su maestría a la hora de poner nombre a los lugares donde transcurren sus historias, así como a los personajes protagonistas de las mismas.

Mientras que el humor y la sonoridad fonética son los rasgos más destacables de los nombres atribuidos a los diferentes pueblos donde se desarrollan los cuentos, los nombres dados a los personajes -aun cuando suponen un guiño cómico que refuerza el carácter humorístico de las historias- son más una herramienta utilizada por el autor para su descripción.

Villasón de la Campana, Villasillas de la Mesa, Fuentecilla de las Perlas, Villacaballos de Cartón y Villatapón de la Tinta son todos ellos nombres resultantes de una combinación audaz y simpática de palabras que pone de manifiesto, una vez más, el gusto de Antoniorrobles por el humor que, como en este caso, se traduce en un uso divertido del lenguaje.

El aspecto físico, el temperamento y el carácter o la ocupación son algunos de los elementos de mayor peso en la caracterización de los personajes. Consciente de ello, y aunándolo siempre con su vocación humorística, Antoniorrobles escoge cuidadosamente los nombres para sus personajes. Sólo con el simple hecho de nombrarlos podemos adivinar ya cómo son.

Don Bombón es un nombre que recuerda a algo gordo, relleno y que, además, hace referencia directa al chocolate, tantas veces causa de glotonería. Todo ello es perfecto para describir a un hombre que no puede resistir la tentación de comerse todo lo que encuentra a su paso.

Por otra parte, un bombón es siempre dulce, lo que vendría a definir con precisión a este hombre que tiene una sensibilidad y una dulzura especiales, dado que se siente incapaz de alimentarse de seres vivos porque le dan mucha lástima.

Duque del Monte Zapato es un nombre que invita abiertamente a la risa por cuanto que nunca nadie imaginaría que alguien pudiera ser duque de algo tan cotidiano y hasta «vulgar» como un zapato.

El humor en el nombre del Duque de Sol y Sombra no sólo reside en la combinación divertida de estas dos palabras de significados antagónicos, sino que además aumenta en el momento en que a través de la lectura se advierte que la hija del duque se llama Mari-Sol.

¡Y qué nombre se podría poner a un caballo! La propuesta de Antoniorrobles es original: Piano. ¿Por qué? Por la sencilla y a la vez genial razón de tener los dientes tan blancos como las teclas de este instrumento musical.

De igual modo, si hay un rey que posee tres árboles que son tres pinos que proyectan tres fantásticas sombras y tiene tres fieles perros, éste sólo podría ser el tercero de su dinastía y así sólo se podría llamar el rey Sillón III.

Por otro lado, la enormidad del gigante de Solidía se hace evidente en un nombre tan rotundo como es Pisamontañas que, no por casualidad, contrasta con el apelativo de Piñón, nombre al que atiende el pequeño príncipe heredero del reino.

¿Y acaso podría haber un nombre más apropiado que Segundillo para un niño de carácter inquieto, de físico ágil y veloz y que, además, tiene como afición cazar las campanadas que lanza el reloj de la torre de la iglesia?

Antoniorrobles desborda una creatividad y un humor que impregna toda su obra actuando incluso sobre los elementos que pudieran considerarse secundarios -me refiero a los nombres- y que, sin embargo, son cuidados con mimo por el autor en la creación de ése su mundo particular.




Apuntes para la caracterización de los personajes en Antoniorrobles

Ya se ha comentado que el nombre que reciben los personajes de los cuentos de Antoniorrobles se constituye en un instrumento de gran eficacia para su caracterización. Sin embargo, éste no es el único recurso utilizado por el autor. Antoniorrobles se recrea a menudo en las descripciones, aportando gran cantidad de detalles que hablan tanto de la forma de ser como de la apariencia y la indumentaria de cada uno de los personajes.

De acuerdo con ese propósito, el autor cuida detallar que el profesor don Bigote lleva siempre su sombrero de copa y una flor en el ojal, o que las doncellas van convenientemente ataviadas con sus delantales blancos o que, por causa de su trabajo, el esforzado maquinista tiene constantemente la cara tiznada de negro. Son detalles que, sirven así para completar sus respectivas caracterizaciones.

Antoniorrobles, no obstante, no hace un uso abusivo de los detalles por lo que sus descripciones de personajes son muy aclaratorias y no suponen en ningún caso una sobrecarga para la narración.




Comentario final

El Señor que se comió un mundo supuso para mí el primer acercamiento a la obra de Antoniorrobles y, tan grata fue su lectura, que posteriormente le han seguido otros volúmenes de relatos que no han hecho sino acrecentar mi entusiasmo por la literatura de este autor.

Los cuentos de Antoniorrobles son una muestra clara de la literatura infantil de calidad, una literatura que con su fantasía desbordante permite hacer volar la imaginación sin límites, que gracias a su fuerte carga humorística contagia entusiasmo y vitalidad y que con su audacia ofrece una mirada del mundo inteligente y original.

Con todos estos ingredientes, la lectura de las obras de Antoniorrobles no puede, en ningún caso, dejar indiferente al lector. Y es que Antoniorrobles fue «el señor que se comió un mundo repleto de letras y las reinventó para crear y compartir con sus lectores un sueño de magia e ilusión».







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