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591

De Elías Trabulse he consultado también Historia de la ciencia en México. Segunda parte. El claroscuro de la ciencia mexicana del siglo barroco; contiene páginas útiles dedicadas al Sueño y a la Respuesta, pp. 116-129.

 

592

Elías Trabulse, La ciencia y la técnica en el México colonial, p. 20.

 

593

Ibidem, p. 47.

 

594

Véase la definición para «mecanicismo» que se halla en el Diccionario manual ilustrado de la lengua española. Las llamadas para palabras relacionadas que se encuentran en el Diccionario de Autoridades remiten, en gran medida, a nociones de desprecio atribuidas a los oficios en los que se utilizaban las manos y, por tanto, serviles e impropios de caballeros. La definición que se halla en el Tesoro de Covarrubias es más mesurada pero no exenta de este significado. Señalemos que en América, el hombre español perdió, al parecer, la repugnancia que en España se sentía por el trabajo que ocupara las manos ya que, fuera en forma directa o indirecta, tomó parte activa en negocios de minas y otros en los que era imprescindible su uso. Véase mi capítulo «Lírica popular y lírica culta» de una Historia de la literatura hispanoamericana en varios volúmenes, que publicará Amos Segala en Francia. Esta nota, que se repite, se halla también en el artículo anterior, nota 564.

 

595

Elías Trabulse, Los orígenes de la ciencia moderna en México (1630-1680), p. 212.

 

596

Elías Trabulse, La ciencia y la técnica en el México colonial, p. 46.

 

597

Elías Trabulse, Ciencia y religión en el siglo XVII, pp. 11 y 116 respectivamente, libro que puede consultarse para este tema.

 

598

Véase a Elías Trabulse, «El universo científico de Sor Juana Inés de la Cruz».

 

599

Sor Juana Inés de la Cruz, el Sueño, v. 413.

 

600

La tan debatida distinción entre Naturaleza y Arte, y la relación entre ellas, está imbricada con este tema. Ya Garcilaso de la Vega habla de la maravilla, del «ingenio» que representan las «altas ruedas», los azudes, que servían para el riego de los campos: colaboración entre Arte y Natura. Y véase a Cervantes -y la distinción explícita que hace entre milagro y artificio- en este pasaje de las bodas de Camacho cuando la burla del «estoque», puñal, que saca el novio: «Quedaron todos los circunstantes admirados, y algunos dellos, más simples que curiosos, en altas voces comenzaron a decir: -¡Milagro, milagro! Pero Basilio replicó: -¡No "milagro, milagro", sino industria, industria!» (p. 200 de la edición de Luis Andrés Murillo). Sor Juana comenta lo que se llamaba astrología judiciaria en este pasaje del Sueño: «ya el curso considera / regular, con que giran desiguales / los cuerpos celestiales / -culpa si grave merecida pena / (torcedor del sosiego riguroso) / de estudio vanamente judicioso-», (vv. 303-308).

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