Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

En el fiel de la balanza

Pilar Altamira


Publicado el 25 de Marzo 2003 en La Nueva España Oviedo, en el diario Información Alicante y Norte de Castilla



Para el mundo occidental no ha constituido ninguna sorpresa el conflicto armado provocado en Irak. Desde bastantes meses atrás venían percibiéndose los preparativos y podía escucharse el retumbar bajo nuestros pies de los cascos del primer Jinete de la Apocalipsis. Ahora, ya entre nosotros, pronto acudirán a la cita sus compañeros: la Muerte, el Hambre y la Peste.

Cualquier guerra siempre es motivo de dolor y preocupación para el resto de seres humanos pero, por supuesto, cada una de ellas presenta sus propias características. La que nos ocupa en estos momentos supone un mal comienzo para este milenio 2003, una Nueva Era en la que todos nos las prometíamos muy felices. En los días preliminares al comienzo de la guerra he sentido un dolor muy profundo; cuando observaba la marcha de los acontecimientos, cuando percibía las argucias de los políticos o cómo se colocaban los intereses económicos y de cualquier otro tipo por encima de los humanitarios, mi pensamiento fue más allá de los hechos puntuales y no pude por menos de echar la vista atrás y evocar tanto esfuerzo como ha venido realizándose en Europa, a partir de los comienzos del siglo XX.

Después de la primera guerra mundial, en Enero de 1919, ante la bancarrota del Derecho Internacional se comenzó a trabajar en París, y más tarde en el Congreso de Bruselas, en la creación de una Sociedad de Naciones que arbitrara los conflictos internacionales con la intención de evitar nuevas atrocidades. Los juristas, elegidos en Septiembre de 1921, comenzaron sus reuniones de trabajo para la redacción de los 62 artículos de los Estatutos. Aprobados éstos, bajo los auspicios de la Sociedad de Naciones, se constituyó el Tribunal Permanente de Justicia Internacional.

Es hermoso comprobar hoy que, entre los Jueces Titulares, se encontraran representantes de Dinamarca, Suiza, Yugoslavia, Holanda, Suecia, Rumania, Francia, Inglaterra, el profesor Basset de Estados Unidos y el doctor Yorosu Oda, representante del Japón. Representando a España figuraba el historiador e institucionista Rafael Altamira, reelegido en su cargo de Juez permanente hasta el año 1946, período que no pudo concluir a causa de la invasión nazi de la Europa occidental. En 1951, año de su fallecimiento en México, Altamira había sido propuesto ante la Academia para el Premio Nóbel de la Paz.

Aquellos Jueces pretendieron evitar los conflictos bélicos a través de negociaciones y diálogo. Partiendo de la existencia, en Occidente, de dos grandes grupos: América por un lado y Europa por otro, tuvieron en cuenta las peculiaridades de cada nación evitando todo enfrentamiento entre Oriente y Occidente. En un profundo respeto hacia los derechos humanos y la coexistencia pacífica, intentaron desterrar de ese diálogo internacional el término anti: ni antisemita, ni antiárabe, ni antinorteamericano.

Mi dolor nace del convencimiento de que esta guerra y las posturas de algunos gobernantes traicionan tanto los grandes ideales de aquellos hombres de bien, como los esfuerzos posteriores. En el momento actual la Unión Europea, dividida y silenciada por la fuerza, no puede hacer el contrapeso justo y necesario para frenar la omnipotencia de Estados Unidos que decide el futuro del mundo, que no escucha el clamor mundial de rechazo a su intervención armada, que ataca a determinados dictadores mientras protege a otros. Hoy aquel intento de construir una Europa fuerte y coherente suena a utopía. No se trata aquí de un ataque indiscriminado al pueblo americano sino a los métodos de Estados Unidos y sus aliados que sólo han conseguido despertar el odio del mundo árabe, que violan leyes de Derecho Internacional y que han dejado a la vieja Europa, cuna de nuestra civilización occidental desde Grecia y Roma, prácticamente despojada de voz y voto.

En estos momentos, frente al fiel de la balanza de la Justicia, la Humanidad se juega mucho ¿Cómo conseguir una paz justa y un equilibrio mundial si la balanza se inclina con el peso del poder en un único platillo?





Indice