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21

Moratín, 1944, p. XIV.

 

22

«L'abbate Llampillas travedendo o volendo far travedere citò una sognata Storia teatrale delle antiche nazioni e della spagnuola da Agustín de Roxas. Essa altra cosa non era -aduce Signorelli- che certi dialoghi intitolati Viage entretenido, dove si trattava del mestiere de della vita laboriosissima de' commedianti Spagnuoli. Può di ciò vedersi Nicolás Antonio, ed il mio Discorso critico»; SCT, VII, p. 132, nota a.

 

23

Sobre la crítica del autor napolitano al drama aurisecular, ver Pérez-Villamil, 1980, pp. 112-17 y mi estudio, 2002a, pp. 214-38.

 

24

En la Poética, Luzán divide las comedias de Calderón en tres clases: de teatro, con una maquinaria y escenografía portentosas, las heroicas, en los que «los asuntos y los interlocutores son de alta clase» y las de capa y espada (1977, p. 404).

 

25

Checa Beltrán, 1990, p. 30.

 

26

A este respecto Napoli Signorelli recordaba que «il giudizioso Luzán» ya se había ocupado de ambos dramaturgos, orientando sus reproches a los que él define «spropositati groppi gongoreschi di matte metafore» (SCT, VII, p. 7). Es común encontrar en la crítica dieciochista alusión a este aspecto: Napoli Signorelli, después de lamentar que grandes talentos se habían abandonado «al trasporto di una immaginazione calda e disordinata», se habían caracterizado por «un parlar gergone metaforico enimmatico gigantesco», SCT, VII, p. 121.

 

27

Urzainqui, 1983, pp. 1495-96.

 

28

Conviene no olvidar lo que al respecto había observado Nasarre, quien, entre otras acusaciones que movió a Calderón, había declarado que «el artificio y afeite con que hermosea los vicios es capaz sin duda de corromper los corazones de la juventud» (Sánchez de León, 2000, p. 82; subrayado mío). Al aproximarse a los dramaturgos auriseculares, Signorelli en varios pasajes refuta las afirmaciones que Nasarre había vertido en su Disertación (1749). Sin embargo, aunque lo ataque en reiteradas ocasiones o a veces se proponga incluso ignorarlo, en otros, como el recién citado, sigue o repite casi textualmente algunas de sus apreciaciones. Existe ed. moderna del texto de Nasarre: Disertación o Prólogo sobre las comedias de España [1749], ed. Cañas Murillo, 1992.

 

29

Sánchez de León, 2000, pp. 82 y 85.

 

30

Más allá de estas objeciones y de las fuertes diatribas lanzadas por Nasarre, no son pocos los críticos y escritores que reconocen en Lope y Calderón talento natural y capacidad inventiva, destacando en este sentido la agudeza y el ingenio de ambos en la creación de la fábula. Conviene recordar que Lope y Calderón en el XVIII «eran muy apreciados por la acentuada comicidad de sus obras, por la buena pintura de costumbres y caracteres, y por sus innegables cualidades para inventar situaciones y atar y desatar enredos», Checa Beltrán, 1990, pp. 30-31.