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171

El verso final, según se ha señalado, es cercano al último verso del soneto de Góngora («en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada») que comienza «Mientras por competir con tu cabello». Sor Juana utiliza la palabra «cadáver» intensificando así la angustia.

 

172

El epígrafe de ese soneto del retrato dice así: «Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión» IC, 90. Sobre este carácter fenoménico y aparencial, véanse también los ejemplos que nos da en otros sonetos dedicados a la rosa (números 147, 148 y 158 de Noguer).

 

173

La cita se halla en Noguer, 789-90. Véase otro ejemplo también de la Respuesta que remite a su intuición de las teorías de Kepler en cuanto a la relación entre el círculo y la elipse: «Estaban en mi presencia dos niñas jugando con un trompo, y apenas yo vi el movimiento y la figura cuando empecé, con esta mi locura, a considerar el fácil moto de la forma esférica y cómo duraba el impulso ya impreso e independiente de su causa, pues distante la mano de la niña, que era la causa motiva, bailaba el trompillo; y no contenta con esto, hice traer harina y cernerla para que, en bailando el trompo encima, se conociese si eran círculos perfectos o no los que describía con su movimiento; y hallé que no eran sino unas líneas espirales que iban perdiendo lo circular cuanto se iba remitiendo el impulso» Noguer, 790.

 

174

Véase mi artículo «A Feminist Re-reading of Sor Juana's Dream» que se ha publicado en un libro de ensayos dedicado a Sor Juana. La versión en castellano aparece aquí con el N.º 13.

 

175

Véase de Frederick Luciani: «The burlesque sonnets of Sor Juana Inés de la Cruz», 85-95.

 

176

Véanse mis artículos: «Sor Juana y sus retratos poéticos», y «Sor Juana: la tradición clásica del retrato poético» (N.º 9). Véase también el artículo sobre los retratos de la monja, de Rosario Ferré.

 

177

Véanse otros ejemplos, entre los muchísimos, de gramas fonéticos (Noguer, 595 y 600): «Tu espada cortó tu pluma / tu pluma mide tu espada», de la composición cuyo primer verso es: «Tus plumas, que índice infiero» y «y os encargo mucho el ruego, / aunque no es ruego y encargo» (la cursiva pertenece al texto) de la composición que comienza: «Ese brevete mirad». Y en la misma composición de Lisarda: «a las manos y manos a la obra», 680; «que si mancas no son, son mancarronas», 681.

 

178

Anotemos la tradición humanista de las órdenes dominica y franciscana que produjeron personajes ejemplares (el más destacado sería el de Bartolomé de las Casas) y que tanta repercusión tendrían en América. Este «esfuerzo modelo» en defensa del sometido y del pobre, continuó en México representado en las figuras de Gante, Sahagún, Motolinía, Vasco de Quiroga. Mariano Picón Salas se refiere a Francisco de Icaza quien menciona al dramaturgo Cristóbal de Llerena el cual ya hacia 1548 escribía, en Santo Domingo, diálogos religiosos llenos de color, de humanismo y sátira en los que se discutían los derechos de los pobres y los ricos; Picón Salas, 55, 69. Véase también la obra de Marie Cécile Bénassy en la que recalca el humanismo de Sor Juana en favor de las clases populares de su tiempo.

 

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Sor Juana tiene varias composiciones en las que se refiere a la superioridad del Nuevo Mundo. Véanse, por ejemplo, las dedicadas a la duquesa de Aveiro («Grande duquesa de Aveiro», IC, 218-224; Noguer, 449-454) y la que escribe a la marquesa de la Laguna en celebración del bautizo de su hijo («No he querido, Lisi mía», IC, 147-151; Noguer, 418-421).

 

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Sor Juana extiende su parodia al mundo eclesiástico donde se habla latín (véanse, por ejemplo, en MP los números 241, 40-41; 249, 58-59; 258, 71-72). No sólo demuestra su maestría en esa lengua que caracterizaba a los varones intelectuales del tiempo poniéndose así al mismo nivel, sino que utiliza el latín macarrónico en un alarde de conocimiento, en juego de palabras, en el que se desvirtúan conceptos de la Iglesia. Véase el villancico (IC, 339-40) en el que participan un estudiante de clérigo («de bachiller afectado... y de docto reventando») y un «barbado» (un hombre): del vino consagrado, la sangre de Cristo, se pasa al vino que emborracha; la calidad de «hombre honrado» se transmuta pasando a ser propiedad del hombre sencillo, del «barbado», todo ello dentro de una ambigüedad desconcertadora. (Véase el artículo de Raquel Chang-Rodríguez).