Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

351

A María de Zayas quien también escribió poesía y quién quizá entró monja al final de su vida, se la llamó así. (Deleito y Piñuela, 42). Lo mismo se hizo en los mundos literarios de Inglaterra, Portugal y Estados Unidos entre otros.

 

352

Véase, por ejemplo, la composición a la duquesa de Aveiro (primer verso: «Grande duquesa de Aveiro») donde, después de mencionar a América dos veces y seguir hablando de ésta nos dice:


   Pero, ¿a dónde de mi patria
la dulce afición me hace
remontarme del asunto
y del intento alejarme?


(Sabat de Rivers 1982, 222)                


O la composición que comienza «Cuándo, númenes divinos», donde hallamos, si bien de modo más ambiguo:


¿Qué mágicas infusiones
de los indios herbolarios
de mi patria, entre mis letras
el hechizo desamaron?


(Sabat de Rivers 504)                


En la mención de las composiciones de Sor Juana utilizo mi Inundación Castálida o la edición de Noguer preparada conjuntamente con Elias L. Rivers. Se dará el primer verso para que puedan consultarse también en la edición de Méndez Plancarte.

 

353

Prefiero utilizar la palabra «sonoridad» en vez de «fraternidad», para referirme a los lazos de cariño entre hermanas o amor desinteresado entre mujeres.

 

354

Sobre la tradición pastoril, véanse mi capítulo mencionado de Alhambra o mi trabajo presentado en Moscú: «Contribución...» ambos mencionados en nota 349 a) y b) respectivamente. Remiten a bibliografía sobre el tema.

 

355

Me refiero a lo que todo el mundo sabrá, lo que dice Sor Juana en la Respuesta: «Que yo nunca he escrito cosa alguna por mi voluntad, sino por ruegos o preceptos ajenos; de tal manera que no me acuerdo haber escrito por mi gusto si no es un papelillo que llaman El Sueño» (Sabat y Rivers, edición Noguer, 803).

 

356

Utilizo la edición de Noguer para El Sueño. Se pondrán los números de los versos en paréntesis al final. La cursiva es mía. Pueden consultarse El Sueño en el Tomo I de la edición de Méndez Plancarte o en su edición suelta del poema: Sor Juana Inés de la Cruz. El Sueño, México, Imprenta Universitaria, 1951.

 

357

Véase en la edición de Noguer de Sabat y Rivers, la estructuración, el esquema que hemos propuesto para El Sueño, 718. Los títulos que damos remiten a las divisiones del poema que proponemos.

 

358

Para una interpretación freudo-jungiana de El Sueño y específicamente del personaje de Nictimene, véanse a Ludwig Pfandl en Sor Juana Inés de la Cruz. La Décima Musa de México, México, UNAM, 1963, 214, y Rafael Catalá en «La trascendencia en Primero Sueño: el incesto y el águila», Revista Iberoamericana, XLIV, 421-434. Apuntemos, además, las reminiscencias que Sor Juana puede haber tenido en relación con dioses de la mitología azteca: Huitzilopochtli personificando al sol en su lucha con la luna y las estrellas, y los dioses personificados como murciélagos y búhos y lechuzas.

Agradezco a la profesora Electa Arenal la conversación que tuvimos un día ya lejano, sobre el personaje de Nictimene. La calidad de «natural», que señalamos con respecto a Sor Juana a propósito de Nictimene debemos aclararla. Es cierto, como Asunción Lavrin explicó en su ponencia «Sor Juana Inés de la Cruz: A Woman Among Woman» en el simposio sobre Sor Juana celebrado en Pomona College (en California) en marzo de 1989, que «natural» e «ilegítima» no significan lo mismo. Sin embargo, puesto que no sabemos del estado civil del padre de Juana, así lo dejamos.

 

359

Compárese con la mención a Ascálafo de la Soledad II de Góngora:


   Grave, de perezosas plumas globo,
que a la luz lo condenó incierta la ira
del bello de la estigia deidad robo.


(791-793)                



Con sordo luego, estrépito despliega
-injuria de la luz, horror del viento-
sus alas el testigo que en prolija
desconfianza a la sicana diosa
dejó sin dulce hija,
y a la estigia deidad con bella esposa


(974-979)                


El texto de las Soledades aquí y en notas subsiguientes, se ha tomado de: Luis de Góngora. Las Soledades, tercera edición publicada por Dámaso Alonso, Madrid, 1956, 105 y 111. Véase también el trabajo de Eunice Joiner Gates: «Reminiscences of Góngora in the Works of Sor Juana Inés de la Cruz», PMLA, LIV, 1939, 1041-1058.

 

360

Restituyo el nombre que aparece en las ediciones antiguas, Almone, que se cambió a Alcione por «feliz corrección de Vossler» según apunta Méndez Plancarte. Véanse las notas, textual y explicativa, de este último que aparecen en las pp. 578 y 585 del Tomo I de sus obras completas de la poeta mexicana. Véanse también los trabajos que tratan esta cuestión de Manuel Corripio Rivero, «Una minucia en El Sueño de Sor Juana: Almone o Alcione?», Ábside, 29: 4, 1965, 472-81; y de Audrey Lumsden-Kouvel y Alexander P. MacGregor, «The Enchantress Almone Revealed: A Note on Sor Juana Inés de la Cruz use of a Classical Source in the Primero Sueno», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 2: 1, 1977, 65-71.

El adjetivo que utiliza aquí Sor Juana, «encantadora», ya tenía doble acepción en el Siglo de Oro: la de persona que encanta por su gracia y la de maga.