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A La estructura del Quijote, de Knud Togeby. Universidad de Sevilla, 1977.

 

182

Sirva como muestra que no aparece en el Manual de bibliografía de José Simón Díaz, aunque sí en otros lugares, especialmente en las bibliografías Cervantinas.

 

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Nada menos que de Galdós piensa J. F. Montesinos: «Creo indudable que (Galdós) vio en el Ingenioso Hidalgo la representación, la encarnación misma de un modo de ser español causante de todas nuestras citas históricas». Galdós, I (Madrid 1968) p. XVIII.

 

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En su descargo, conviene decir que en su tiempo, y todavía para muchos estudiosos de la literatura, la estructura hacía referencia a relaciones de tipo ideológico, pero sin apoyarse necesariamente en una composición previamente formalizable.

 

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Véanse los artículos correspondientes a Barthes y a Todorov en Communications 8 (1966), y del último su Gramática del Decamerón (Taller Ediciones, Madrid 1973).

 

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He aquí algunos ejemplos de esta tendencia: Moreno Báez, «Arquitectura del Quijote», RFE, XXXII (1948). Maldonado de Guevara, «Apuntes para la fijación de las estructuras esenciales en el Quijote», en Anales Cervantinos, I (1951). A. Parker, «Fielding and the structure of Don Quijote», en Bulletin of Hispanic Studies XXXII (1956). P. Hazard, Don Quichotte de Cervantes (París 1931). El ya citado de Américo Castro y, sobre todo, J. Casalduero, Sentido y forma del Quijote (Madrid 1949), con el que nuestro autor se confronta a menudo.

 

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Idea similar se encuentra en el artículo citado de A. Castro, p. 253 del libro Hacia Cervantes.

 

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Guía del lector del Quijote (Madrid 1926).

 

189

Las tres citas son de «La estructura del Quijote», Op. cit., pp. 243-244, 245 y 256, respectivamente, en Hacia Cervantes.

 

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En este epígrafe sólo pretendemos acercarnos a algunos aspectos de tan difícil asunto, que esperamos poder abordar algún día con mayor extensión. No deje de recordar el lector que, según las múltiples lecturas que sucesivas generaciones han ido volcando sobre Cervantes, existe un Cervantes erasmista (Américo Castro), otro equívoco (Ortega), otro pesimista (Maeztu), otro entusiasta (M. Pidal), otro reformista (Maravall), etcétera, etcétera. Matices todos cuya discusión requiere mucho más espacio.

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