Herejes españoles del siglo XVI
Cesáreo Fernández-Duro
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Entre los papeles que he tenido ocasión de examinar en Paris últimamente, se halla aislada, entre otras muchas cartas dirigidas al rey D. Felipe II por las personas que tenía comisionadas al lado de los jefes principales de la Liga, en Francia, una del capitán Pedro de Saravia que trata de la detención de un famoso doctor y aun reformador de las doctrinas de Calvino, y de las gestiones que hacía para alcanzar su extradición y seguro envío á estas tierras.
Está fechada á 15 de Agosto de 1593 en Egullon, cuartel general por entonces del marqués de Villars, que se mantenía por las inmediaciones de Agen en oposición á las fuerzas de Enrique IV, y singularmente de las que tenían por núcleo á Burdeos. Allí cerca, sobre el Gironda, sostenido con el auxilio de las escuadras vizcaínas que regían Pedro de Zubiaur y Villaviciosa, se mantenía por la Liga el castillo de Blaye, cuyo gobernador, el señor de Lussan, nombrado en la carta y no vencido por las armas, vino al fin á sucumbir, quebrantada la fortaleza de su escudo por los escudos de oro del príncipe de Bearn.
El interés que Saravia muestra en el intento de poner en manos del Tribunal de la Inquisición, no tan sólo al doctor Jatés, alejado de largos años atrás de España, sino también al dogmatizador Olaza, que era de aquellos bearneses que en hábitos de mercader ó peregrino pasaban la frontera con propósito de esparcir las semillas reformistas, parece del todo espontáneo y ajeno á las instrucciones que para su misión diplomático-militar había recibido, si otras de carácter general no le estimulaban á cumplir aquella recomendación dirigida al embajador de Londres treinta años justos antes, que nos ha dado á conocer D. Marcelino Menéndez y Pelayo en su Historia de los Heterodoxos españoles (tomo II, pág. 457) y decía:
Otra razón pudo incitar al capitán español en la oficiosa gestión que emprendía. Por entonces alcanzaba en Inglaterra Adrián Saravia1 una notoriedad que sin duda no envidiaba el soldado, acaso deudo y de seguro empeñado en hacer constar que no tenía de común con el entusiasta anglicano otra cosa que el apellido.
Aislada, como queda dicho la carta, no consta en el legajo existente en el Archivo nacional de Paris, caja K, 1586, piezas 116 y 120, que son las que, después de descifradas, se pusieron al despacho del Rey, la resolución adoptada, ni menos lo que fué del doctor en tan crítica situación puesto; pero viene al menos á dar noticia de dos herejes que habían logrado salir por sus estudios y conocimientos superiores de la esfera vulgar y de la rareza de los adeptos en España, después de los tremendos escarmientos de los años de 1559 y 1560.
La carta está copiada á la letra; en la relación de referencia he suprimido las muchas repeticiones que contiene el interrogatorio.
Relación de lo que Pedro Jatés, natural de Uldecona, confesó al capitán Saravia, que por orden de S. M. asiste con el marqués de Villars, gobernador y capitán general de la provincia de Guiena.