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1171

A esta obra dio origen el decano del Consejo y Cámara de Castilla D. Miguel María de Nava. Quebrantado de salud, la recuperó en Trillo; y solicitó por la conservación de aquellos baños, manifestó al Rey la conveniencia de que se analizaran sus aguas y se hicieran reparaciones para limpieza y mayor comodidad de los enfermos. Carlos III lo puso a su cargo, y todo se realizó prontamente y con escrupulosidad suma, según se lee en la obra de Ortega. Este no se limitó a analizar las aguas, sino que reunió todas las noticias que pudo sobre aquel establecimiento, y hasta describió las plantas y los minerales del contorno. La edición es de Ibarra y del año 1778.

 

1172

Bastantes años después vivía Mociño expatriado y en situación muy aflictiva. Sin darse a conocer frecuentaba la cátedra del famoso botánico Decandolle, quien cierto día tuve ocasión de hacer un grande elogio de Mociño, bien ajeno de tenerle de oyente. Un compatriota suyo se lo dijo, y Decandolle rindióle el más lisonjero homenaje. Le abrazó con grande efusión y le obligó a sentarse en su cátedra para que explicara el asunto a cuyo propósito citó su nombre. Los circunstantes se enternecieron, y Mociño lloraba también sin poder articular una frase.

 

1173

Linneo conoció veinte y una especies; Lamarck treinta y dos, y ochenta y dos Cabanilles, sacando este aumento de los herbarios de Commerson, Jusieu, Dombey, Aublet, Adanson, Sonnerat y otros.

 

1174

Humboldt lo ha dicho; yo lo copio.

 

1175

Gacetas del tiempo.-Sempere, Biblioteca, etc.-Amat, Diccionario de autores catalanes.-Morejón.

 

1176

La obra de O´Scalan se titula: Práctica moderna de la inoculación, con varias observaciones y reflexiones fundadas en ella, Madrid: 1784.

 

1177

Por los años 1770 pidió el príncipe de Maserano, embajador español en Inglaterra, al duque del Infantado algún documento justificativo de conocerse en el pueblo de Jadraque la inoculación de las viruelas. Y, con efecto, de varias declaraciones tomadas a los más ancianos resultó que un cirujano, sabedor sin duda de lo que se hacía en algunas partes de Europa, comenzó a practicar la inoculación unos cuarenta años antes del tiempo en que se averiguaba lo pedido por Maserano. Parece también que, desde la época de aquel facultativo celoso, casi ningún padre dejaba de inocular a sus hijos.

 

1178

Llaguno y Amirola, Noticias de los arquitectos y arquitectura en España, t. IV, cap. 67.

 

1179

Gran parte de las noticias para escribir este capítulo débolas a la fina amistad del Excmo. Sr. D. José Madrazo, así como proceden de su muy rica biblioteca las numerosas obras que tengo a la vista: no digo que todo el capítulo es suyo por la desconfianza que tengo de que no corresponda a su elevada inteligencia en materia de artes, no habiendo yo sabido sacar fruto de sus doctas lecciones.

 

1180

Jovellanos, Elogio de D. Ventura Rodríguez, nota 13.