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261

Una junta de generales, de que se hablará a su tiempo, dijo al bailío, Frey D. Julián Arriaga que se sirviera franquear en original o en copia dos cartas que le dirigió D. Juan de Prado, y de las cuales se tenía conocimiento por las minutas halladas en poder de este; una de 8 de julio de 1761, y otra de 20 de mayo de 1762. Hablando en la primera de la invasión posible de la isla de su mando por los ingleses, escribía: No se me da nada; y en la segunda manifestaba lo mismo que se expresa en el texto. Arriaga, en contestación, dijo: «No tengo las cartas que se mencionan, aunque es cierto las recibí; pues acostumbro con todas las confidenciales de virreyes y demás caracterizados individuos el romperlas, enterado y contestados sus asuntos; Que de la última de 20 de mayo me acuerdo positivamente que la rasgué, y de la primera lo discurro; Que de la precisa expresión que se refiere de esta, no puedo asegurar, pero sí del contexto que se expecifica de la segunda; porque siendo el capítulo que más denotaba la preparación, que no se expresaba en los pliegos de oficio, y se recibían cuando se sabía que desde el 29 de mayo habían entrado los ingleses por el Canal Viejo, fui de exprofeso a leérsela a S. M.» Carta al conde de Aranda, de 7 de julio de 1764.

 

262

Carlos III a Tanucci: 27 de julio de 1762.

 

263

Memorial dirigido en 25 de agosto de 1762 a Carlos III por las señoras de la Habana. Contiene una sucinta relación del sitio de la plaza y su entrega. En el encabezamiento se leen estas frases de despecho: «La Habana, nuestra patria, aquella ciudad que V. M. ha ilustrado con tantas honras; aquella que desde su cuna tiene por timbre el blasón de la fidelidad; aquella que en sus moradores encuentra nobles espíritus de amor y rendimiento a V. M., yace, sepultadas sus glorias, bajo del dominio del rey británico, entregada por capitulación. El valor que tuviéramos para ver correr la sangre toda de nuestros inmediatos en sacrificio a Dios y a V. M., nos falta para experimentar atrasos en nuestra católica religión a imperio de un príncipe protestante, con la amargura de ver a V. M. desposeído de una plaza tan importante a su corona.»-Al final trasciende la súplica a ternura: «Esta es la tragedia que lloramos las habaneras, fidelísimas vasallas de V. M, cuyo poder, mediante Dios, impetramos, para que, por paz o por guerra, en el cobro de sus dominios logremos el consuelo de ver en breve tiempo aquí fijado el estandarte de V. M. Esta sola esperanza nos alienta para no abandonar desde luego la patria y bienes, estimando, en más el suave yugo del vasallaje en que nacimos.»

 

264

Dicho de Velasco, según cartas particulares de que se conserva copia en la Academia de la Historia.

 

265

Parte de Velasco a Prado, de 26 de junio.

 

266

«Parece piensan en escalada, cuya operación les ha de ser, si la resuelven, costosísima de sangre, porque el foso del castillo es un Abismo.»-«Y si, como dicen algunos desertores y no es violencia el discurrirlo, se arrestan al asalto sin considerar el Abismo del foso, etc.» Cartas de Prado de 10 y 13 de julio al comandante general Madariaga.

 

267

Esta aseveración, que resulta del examen imparcial de las actas de la Junta de Guerra, se halla resumida en el siguiente final de décima de una composición escrita entonces en tal metro:


«Aunque del hado me quejo,
Que hubo en el sitio reflejo
(Según misterios encierra)
Muchos consejos de guerra,
Y faltó guerra y consejo.»


«Dolorosa y métrica expresión del sitio y entrega de la Habana, dirigida a nuestro católico monarca el Señor D. Carlos III por una poetisa de la misma ciudad.» Mss. de la Academia de la Historia.                


 

268

COXE, t. IV, cap. 61, trae escasísimas noticias del sitio de la Habana. A ellas agrega las que le proporcionó el general D. Gonzalo Ofarril en nota de las páginas 489 y 490, cuya inexactitud sobre algún punto esencial necesita corrección. Allí se supone que Velasco desdeñó tomar las precauciones ordinarias cuando tuvo aviso de que los minadores enemigos adelantaban sus trabajos. y que, al decir del conde de Aranda, Velasco, a pesar de la brillantez de su valor, hubiera comparecido ante un consejo de guerra por razón de aquel descuido, si su muerte gloriosa no hubiera impuesto silencio a todas las acusaciones.-El conde de Aranda no pudo decir lo que el Sr. Ofarril le atribuye y Coxe escribe; porque sabía que el 12 de julio tuvo el gobernador Prado conocimiento de la mina por la vez primera, habiéndoselo manifestado un desertor irlandés enviado por Madariaga; que no hizo caso de este aviso; que Velasco no estuvo en el Morro desde el 16 al 24 de julio; que en este intermedio se reconoció la mina, e informó sobre ella el ingeniero en jefe de la manera expresada en el texto; y sobre todo, que el 29 y 30 de julio, víspera y día del asalto, pidió Velasco al gobernador órdenes escritas acerca del partido que debía abrazar en su situación apurada. De todo lo cual resulta que, aun habiendo sobrevivido a la catástrofe el heroico defensor del Morro, no oscureciera el más leve lunar su fulgente gloria.

 

269

Dicho célebre de Fernando el Católico.

 

270

Cartas de Prado a Madariaga, del 20 y 22 de julio.