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«Real provisión de S. M. y señores del Consejo, por la cual se mandan recoger los ejemplares de un Breve, que suena expedido en 12 de julio de este año a favor de los regulares de la Compañía, y empieza Calestium, con lo demás que expresa.» -Despacho de Azpuru a Grimaldi, de 31 de agosto. -De Choiseul a Bernis, de 7 del mismo.-De Bernis a Choiseul, del 29.

 

512

Azpuru a Grimaldi: setiembre de 1769.

 

513

Esta supuesta carta apareció en varios periódicos franceses e. italianos a mediados de octubre.

 

514

Despacho de Grimaldi a Azpuru, del 17 de octubre.

 

515

Me ha entregado Su Santidad una carta con sello volante para el Rey, en la cual se contiene la seguridad de que serán extinguidos los jesuitas, aunque con palabras encubiertas. Como la carta está escrita en francés, del que sabe poco, le he hecho presente que debiera haberse explicado de una manera más positiva; a lo que me ha respondido que, debiendo dar un Breve, no le era posible expresarse con más claridad, y que a mí me tocaba dar la clave de sus promesas y de sus intenciones, pues aquella carta no era más que confirmación de lo que yo escribía de su parte. Bernis a Choiseul: 21 de setiembre.

 

516

Azpuru a Grimaldi: 28 de diciembre.

 

517

Después de asentar en esta Real orden que, para atender S. M. a la tranquilidad de los pueblos y a la conservación de la pureza de la fe, verdadera piedad y religión católica, se había visto obligado a extrañar a los jesuitas; después de añadir que se había hecho con plena quietud el extrañamiento y que se procedía con toda justificación en la distribución de sus temporalidades, anunciaba que las cortes borbónicas se habían unido para solicitar la extinción de la Compañía.-Tras esto se indicaba el deseo que tenía S. M. de entender sobre este punto la opinión particular y apreciable de cada prelado, creyendo que su celo, discreción y sana doctrina les habrían hecho observar y reconocer los desórdenes, abusos y perjuicios que habían causado con sus exorbitantes privilegios, con su mundana política, con el empeño de su ambiciosa exaltación y aumento de sus privados intereses, y con sostener en púlpito, cátedra y confesonario sus particulares opiniones, contrarias al común sentir de teólogos y doctores venerados y recibidos por la Iglesia.-Y por fin (continuaba la Real orden), que V. S. I, enterado de esto y de los pronósticos que hicieron varones píos y doctos desde la fundación de la Compañía, y en lo sucesivo continuaron los prelados más virtuosos y sabios, dirigiéndose al Papa y a los soberanos para manifestarles, con la experiencia de la mala conducta de estos regulares, la suma necesidad que había de su absoluta reforma, sabrá discernir y conocer si se han verificado efectivamente en nuestros tiempos los referidos pronósticos y aumentado la necesidad de la extinción y abolición de este Cuerpo.-Concluía la Real orden esperando que sobre tales antecedentes podrían los prelados fundar el más seguro y acertado dictamen con la mayor prontitud y reserva.

 

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En este sentido informaron el arzobispo de Tarragona D. Juan Lario; el de Granada, D. Pedro Antonio Barroeta; y los obispos D. José Franquis Laso de Castilla, de Málaga; fray Tomás del Valle, de Cádiz; D. Francisco Alejandro Bocanegra y Jibaja, de Guadix; D. Cayetano Cuadrillero, de CiudadRodrigo; D. Agustín González Pisador, de Oviedo; D. Francisco Laso Santos, de Santander; D. Isidro Carvajal y Lancaster, de Cuenca; D. Juan José García Álvaro, de Coria; don Francisco Rodríguez Chico, de Teruel; D. Antonio Sánchez Sardinero, de Huesca; D. Manuel Macías Pedrejón, de Lérida; D. Francisco Fernández de Játiva, de Urgel. Ya se sabe que el de Cartagena se llamaba D. Diego de Rojas. Aprobadores del extrañamiento y favorables a la extinción de los jesuitas fueron los prelados siguientes: D. Luis de Córdoba, conde de Teba, arzobispo de Toledo; D. Francisco Solís de Cardona, de Sevilla; D. José Javier Ramírez de Arellano, de Burgos; D. Bartolomé Rajón y Losada, de Santiago; D. Juan Sáenz de Buruaga, de Zaragoza; fray Joaquín Eleta, recién nombrado de Tebas; D. Ventura la Cerda y San Carlos, patriarca de las Indias; y los obispos D. José Climent, de Barcelona; D. Juan José Martínez Escalzo, de Segovia; D. Antonio Jorge y Galván, de Zamora; D. Manuel Rubin de Celis, de Valladolid; D. José Losada y Quiroga, de Mondoñedo; D. Francisco Delgado, de Sigüenza; D. Juan Luermo Pinto, de Calahorra; D. Pascual López, de Jaca; fray Francisco Armañá, de Lugo; D. Manuel Pérez Minayo, de Badajoz; fray Blas Arganda, de Segorbe; D. Martín Barrios, de Córdoba; D. Bernardo Antonio Calderón, de Osma; D. Bernardo Velarde, de Tortosa; D. José González Laso, de Plasencia; fray Bartolomé Sarmentero, de Vique; D. Juan Merino y Lumbreras, de Astorga; D. Manuel Antonio Palmero, de Gerona; fray Francisco Galindo, de Orense; D. Felipe Beltrán, de Salamanca; D. José Laplana y Castillon, de Tarazona; D. José Thormo, de Orihuela; D. José de Molina, de Albarracin; fray José de Mezquia, de Solsona; D. Antonio Gómez de la Torre, de Ceuta, y el obispo auxiliar de Valencia. No se recibieron los dictámenes de los obispos de Avila y León, D. Miguel Fernando Merino y D. Pascual de los Herreros; y por llegar tarde no se enviaron a Roma los de los obispos de Mallorca y Canarias, D. Francisco Garrido de la Vega y fray Juan Bautista Servera, también desfavorables a los jesuitas. No es inoportuno consignar que el año de 1815, solo tres arzobispos, seis obispos y dos gobernadores capitulares sede vacante solicitaron el restablecimiento de los jesuitas en España.

 

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«Excmo. Sr.: Remito a V. E. la Memoria sobre les motivos de la expulsión de los jesuitas de España e. Indias; al mismo tiempo incluyo treinta y cuatro cartas de los prelados que han dado dictamen a S. M. sobre la justicia y necesidad de la extinción de la Compañía, para que uno y otro pueda ir esta noche.» Roda a Grimaldi, 23 de enero de 1770.-Esta Memoria es la que he tenido a la vista para suplir la falta de la Consulta del Consejo extraordinario, elevada al Rey en 29 de enero de 1767 y conservada en el expediente hasta el propio mes del año de 1815, en cuya época desapareció de la manera que se ha dicho. -Se puede asegurar que para redactar la Memoria enviadá al Papa se tuvo presente la citada consulta, y que en las mismas razones se apoyaron ambos documentos; Carlos III no era capaz de consentir en revelar confidencialmente al Papa, para adelantar en la extinción de aquel instituto, motivos diferentes de los que le habían obligado a extrañar a sus miembros de los dominios españoles.

 

520

Azpuru a Grimaldi: 19 de julio de 1770.