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ArribaActo quinto


Escena I

 

DOÑA TOMASA y DON SEVERO.

 
DOÑA TOMASA
Señor, vuestra desconfianza
al desaliento os entrega,
y os arruina porque os ciega.
El amor ¿no os da confianza?
DON SEVERO
Él es toda mi esperanza. 5
DOÑA TOMASA
Pues bien, si confiáis en él,
a su culto sed más fiel,
y no ofendáis su respeto.
DON SEVERO
¿En qué?
DOÑA TOMASA
Es dudar de mi afecto;
que si yo no soy infiel 10
a la fe que prometida
os tengo, no sé lo que
podáis temer.
  —149→  
DON SEVERO
Yo lo sé;
temo mi opinión perdida
y el grito de una ofendida 15
conciencia; temo, también,
el merecido desdén
del anciano don Fermín,
y temo a todos; que en fin,
teme bien, quien no obra bien. 20
DOÑA TOMASA
Nunca comprender pudiera
vuestro extraño sentimiento,
si una parábola o cuento
su explicación no me diera.
Dicen que allá en la Baviera 25
cierto quídam se encontró
un pendiente, y que le halló
tan fino, terso y brillante,
que desde luego diamante
y bueno le pareció. 30
Por su desgracia un platero
hizo pronto conocer
a este pobre caballero,
que su valor era cero;
y a pesar de su jactancia, 35
confesó al fin, que en sustancia
la joya tan ponderada
era (si usted no se enfada)
—150→
sólo una piedra, y de Francia.
En vano se desespera, 40
llora, se queja y maldice
hallazgo tan infelice.
Nunca consolado fuera
si la fortuna no hiciera
que a su lado reparó, 45
cuando menos lo pensó
un pequeñuelo inocente
jugando con el pendiente
compañero del que halló.
¡Hola! Dijo él aburrido, 50
este niño se complace,
y alegre se satisface
con un diamante fingido:
pues si no hubiera tenido
por fino, terso y brillante 55
a mi soñado diamante,
también con él jugaría;
luego la culpa fue mía,
y no del hado inconstante.
DON SEVERO
¡Ay, Flora! Tenéis razón: 60
ya conozco mi flaqueza.
DOÑA TOMASA
Perdonad a mi franqueza
hija de mi estimación.
  —151→  
DON SEVERO
Agradezco la lección,
que ingeniosa me habéis dado; 65
la violencia de mi estado
la debo a mi necio error,
pues quise darme un valor
demasiado exagerado.
DOÑA TOMASA
¿Lo conocéis?
DON SEVERO
Sí, señora.
70
DOÑA TOMASA
Probadlo.
DON SEVERO
Decid, ¿en qué?
DOÑA TOMASA
Lo diré, y no tardaré;
pero no puede ser ahora.
DON SEVERO
Entonces, amable Flora,
satisfaceros no puedo. 75
DOÑA TOMASA
Tengo una especie de miedo...
  —152→  
DON SEVERO
¿En qué fundáis tal engaño?
DOÑA TOMASA En
que a vuestro desengaño
todavía no concedo
toda la fe que pudiera. 80
Quedad, Severo, con Dios.
DON SEVERO
Qué, ¿os vais?
DOÑA TOMASA
Sí, que con vos
más arriesgo que debiera.
DON SEVERO
Señora, daros quisiera
esa prueba que pedís. 85
DOÑA TOMASA
¿De buena fe lo decís?
DON SEVERO
¿Lo dudáis?
DOÑA TOMASA
¡Ay, don Severo!
Si el desengaño es sincero
más sabréis que presumís.

  —153→  

Escena II

 

DON SEVERO, solo.

 
DON SEVERO
Se va y me deja entregado 90
a la incertidumbre fiera,
sin que pueda mi cuidado
verse jamás aliviado
de un mal que le desespera.
¿Qué será lo que tendrá 95
que decirme esta mujer?
Ignoro lo que será;
mas si el tiempo lo dirá
dejémosle, pues, correr.


Escena III

 

COLASA y dicho.

 
COLASA
¿Don Severo?
DON SEVERO
¿Nicolasa?
100
COLASA
Aunque usted siempre está serio
conmigo, yo, sin embargo,
hace dos horas que espero
—154→
la ocasión de hablar a solas
con usted.
DON SEVERO
¡Hola! ¿En qué puedo
105
yo servirte?
COLASA
No, señor,
si la que puede aquí hacerlo,
en favor de usted, soy yo.
DON SEVERO
¿En mi favor?
COLASA
Sí, por cierto.
¿Estamos solos?
DON SEVERO

 (Aparte.) 

¡Dios mío,
110
volvemos a los misterios
y a los tapujos! Sí estamos.
COLASA
Pues sepa usted, don Severo,
que aunque parezco criada,
soy más de lo que parezco; 115
pues soy el único archivo
donde todos los secretos
—155→
de los Peraltas se guardan;
soy además consejero
nato del padre, de la hija, 120
del hermano, de los deudos,
de los amigos de casa,
de los criados, y aun de aquéllos
que llamamos conocidos,
porque conocemos menos. 125
DON SEVERO
Pues, Colasa, en parangón
tuyo, ¿qué hace ese consejo
de Navarra?
COLASA
Yo no sé,
sino sólo que no miento
ni exagero; y para prueba 130
de lo dicho, decir debo
a usted que también conozco
sus pesares y secretos.
Cabalito.
DON SEVERO
¿Los conoces?
COLASA
Sí, señor, ni más ni menos: 135
si no, dígalo el amor
a doña Flora, los celos
—156→
de Carlos, el desafío,
luego la casa de juego,
la noche pasada en claro, 140
el natural sentimiento
por la prisión del amigo,
los temores y recelos
de que se descubra el ajo,
y también ciertos enredos, 145
como mentiras, ficciones,
efugios y...
DON SEVERO
Basta, veo
que estás al cabo de todo
y no es necesario...
COLASA
Bueno
era quitaros la duda, 150
por si acaso.
DON SEVERO
No la tengo,
por cierto.
COLASA
Pues bien, entonces
os diré, sin más rodeos,
que una cierta inclinación
simpática que os profeso... 155
  —157→  
DON SEVERO
¡Calla! ¿También se conoce
en aqueste triste pueblo
la simpatía?
COLASA
Sí, señor.
Si cualquiera en estos tiempos
simpatiza con cualquiera. 160
DON SEVERO
Pues, hija, bendiga el cielo
tales tiempos. Sigue, sigue.
COLASA
Digo yo, que cierto afecto,
cuya causa desconozco,
aunque siento sus efectos, 165
me determina a serviros,
dándoos, señor, un consejo.
DON SEVERO
Venga, pues, aunque no sea
un gran partidario de ellos;
pues dados son arriesgados, 170
y si se reciben, necios.
COLASA
Mire usted, lo que es el mío,
no haya miedo que nos dañe.
  —158→  
DON SEVERO
Vaya, dilo.
COLASA
Os aconsejo
que os quitéis la mascarilla. 175
DON SEVERO
¡La mascarilla!
COLASA
No veo
otro camino que pueda
salvaros.
DON SEVERO
Ni yo comprendo
lo que me quieres decir
con eso.
COLASA
¿No? Pues muy presto
180
lo sabréis si me escucháis:
atención, y va de cuento.
Entre los varios quehaceres
que atosigan a los vicios
el primero y principal 185
es la elección de los yernos.
Mi amo don Fermín, no sólo
por su mal tuvo este empeño,
sino que quiso también
buscar un yerno perfecto; 190
—159→
y eso es, señor, imposible.
¿No es cierto?
DON SEVERO
Cierto, y muy cierto.
COLASA
Cuando al fin se decidió
por usted, fue, por supuesto,
convencido de que había 195
encontrado aquel modelo
de perfección que buscaba,
y ya ve usted si está lejos
de haberlo hallado: ¿no digo
bien?
DON SEVERO
Muy bien.
COLASA
Si sus defectos
200
de usted, sus calaveradas,
y todos sus devaneos
se pudieran descubrir,
no hay duda que nuestro viejo
andana se llamaría. 205
Entonces, usted perdiendo
el engañoso barniz
que ocultaba los remiendos,
se quedara tal cual es,
—160→
y tal cual son entre ciento 210
los noventa y nueve: entonces,
libre del pasado empeño,
pudiera usted contratar
con Flora otro empeño nuevo,
y casarse, y tener hijos, 215
y conseguir luego un...
DON SEVERO
¡Fuego
con el consejo que das!
¿Y quieres tú que yo mesmo
diga y confiese...?
COLASA
¿Qué importa
que sea usted o sea un tercero 220
en discordias, el que cuente
todo? Así siempre es muy bueno
el tomar la delantera.
DON SEVERO
Con todo, tengo recelo;
y después el amor propio 225
padece mucho con estos
desenlaces.
COLASA
¡Ay, señor!
El amor propio y los celos,
—161→
como a los paracaídas
los sostiene sólo el viento. 230
DON SEVERO
Sí, pero yo me conozco
y aunque estuviera año y medio,
estoy seguro, Colasa,
que me faltara el aliento,
si tuviera que decir 235
cara a cara...
COLASA
¿No es sino eso?
Pues bien, corre de mi cuenta:
yo me encargo.
DON SEVERO
Ni por pienso,
no quiero que me descubras.
COLASA
Usted lo que tiene es miedo 240
y pues milagrosamente
nuestro enemigo tenemos
en campaña, verá usted
si merezco o no merezco
la confianza general. 245
DON SEVERO
Calla, por Dios.

  —162→  

Escena IV

 

DON FERMÍN y dichos.

 
DON FERMÍN
Don Severo,
estoy contra usted lo mismo
que si fuera ya su suegro.
DON SEVERO
Pues, señor, lo siento mucho.
DON FERMÍN
Dígame usted, ¿qué embelecos, 250
qué enredos, qué trapisondas,
son éstas? ¿Por qué está preso
Carlos? ¿Por qué la Florita
llora? ¿Por qué está usted serio,
cabizbajo y taciturno? 255
Responda usted.
DON SEVERO
Yo me siento
algo mal, y a eso atribuyo
mi tristeza.
DON FERMÍN
¿Es del cerebro
el mal?
  —163→  
COLASA
¡Jesús! No, señor,
si es el mal del descontento, 260
dolencia que solamente
suele cebarse en aquellos
que han estado más robustos,
porque los encuentra menos
hechos a padecer.
DON FERMÍN
Dime,
265
Colasa, ¿y qué sabes de eso?
COLASA
Conque ¿no lo sé? Pues vaya,
preguntadle a don Severo
si no es cierto que padece
una zozobra, un interno 270
disgusto, una comezón
a manera de recelos,
y sobre todo, señor,
un peso en la frente, un peso...
DON FERMÍN
Ese es mal de novios.
COLASA
Suele
275
también muchas veces serlo;
—164→
pero aquí no es mal de novios,
que es sólo...
DON FERMÍN
¿Qué?
COLASA
Descontento
de sí mismo, precisión
de hablar con usted, gran miedo 280
de que se enfade, y por fin,
indigestión de un secreto
que necesita salir,
y no puede.
DON FERMÍN

  (A DON SEVERO.)  

¿Es eso cierto?
DON SEVERO
Nicolasa se chancea, 285
y su genio placentero
quiere sin duda a mi costa...
COLASA
No, señor, no me chanceo:
usted tiene un secretazo...
DON SEVERO
Nicolasa...
  —165→  
COLASA
Yo no entiendo
290
de señas: harto he callado,
y si ahora no hablo, reviento.
DON SEVERO
Pues mejor será que yo
me retire. Hoy es correo
precisamente y dos cartas 295
tengo que escribir.
COLASA
No quiero
que tales cartas se escriban
hasta salir del aprieto
consabido. Venga usted
acá, señor don Severo, 300
y diga al que en infusión
está para ser su suegro,
cómo ha pasado la noche;
no en su casa ni al sereno,
sino en casa de la Pepa, 305
la mujer del estanquero.
DON FERMÍN
¿Fumando?
COLASA
No tal, jugando
y perdiendo su dinero,
y aun el vuestro de Tafalla.
  —166→  
DON FERMÍN
¿Y qué más?
COLASA
Que si fue al juego,
310
fue sólo por disimulo;
pues estuvo antes riñendo
con Carlos.
DON FERMÍN
¡Con Carlos!
COLASA
Sí;
por unos ciertos requiebros
dichos a doña Florita. 315
DON FERMÍN
¡Qué! ¡También ésa!
COLASA
Y no fueron,
por parte del señorito,
infundados estos celos,
que el señor gusta de Flora
y Flora no gusta menos 320
del señor. ¡Ay!... Ya salimos
del apuro.
DON FERMÍN
¡Qué oigo, cielos!
—167→
Dígame usted, señor mío,
si dar entera fe puedo
a lo que dice Colasa. 325
DON SEVERO
Señor, hay ciertos momentos
en que...
DON FERMÍN
No quiero disculpas:
bien sé que no hay hombre cuerdo
a caballo, y por lo tanto,
sin dilación ni rodeos, 330
sólo exijo una respuesta
categórica.
DON SEVERO
No encuentro
qué decir.
DON FERMÍN
Vamos, ¿sí o no?
DON SEVERO
Pues, señor, yo lo confieso:
es verdad cuanto ella dijo. 335
DON FERMÍN
¿Cierto?
DON SEVERO
Cierto.
  —168→  
DON FERMÍN
Eso supuesto,
dame los brazos y aprieta,
que estoy loco de contento.
DON SEVERO
¿Qué es esto?
DON FERMÍN
¡Válgame Dios,
qué fortuna!
DON SEVERO
¿Estoy durmiendo?
340
DON FERMÍN
¿Un yerno amable, sensible
y enamorado en extremo;
un yerno pundonoroso
y nada cobarde; un yerno
amigo de diversiones, 345
de trasnoches y de juegos?
¡Qué hallazgo! Yo, que esperaba,
teniendo un yerno perfecto
ser mártir de su virtud,
hallarme uno, de quien puedo 350
murmurar, quien sabrá darme
a cada instante pretextos
para reñirle, y quejarme
a los vecinos y deudos.
—169→
Vaya, vaya, ¡qué fortuna! 355
Ahora sí que seré suegro
en forma, sin menoscabo
de mi clase y privilegios.
Mas, ¿qué es lo que me detiene?
¿Por qué no marcho corriendo 360
a buscar un escribano
y un cura, que os casen luego?
COLASA
¡Que los case! ¿Quién con quién?
DON FERMÍN
Mi Tomasa con Severo:
¡buena pregunta!
COLASA
¿Y Florita?
365
DON FERMÍN
Que se vaya a los infiernos.
Adiós, adiós, yerno mío,
ten paciencia. Pronto vuelvo.
DON SEVERO
Esperad, por Dios, señor,
escuchadme.
DON FERMÍN
Ya no hay tiempo,
370
pero cuando estés casado
te escucharé como un muerto.

  —170→  

Escena V

 

DON SEVERO y COLASA.

 
DON SEVERO
Ahora bien, Colasa,
¿qué podrás decir
de tal aventura? 375
COLASA
Callar y reír.
DON SEVERO
¿Reír?
COLASA
Sí por cierto.
DON SEVERO
¿Te burlas de mí?
COLASA
No tal; pero ¿cómo
podré resistir 380
el flujo de risa
cuando don Fermín
en vez de enfadarse,
te casa?
DON SEVERO
Y por ti,
por ti sólo ha sido. 385
  —171→  
COLASA
¿Y quién presumir
pudiera este lance?
Mas, en fin, decid,
¿os casáis?
DON SEVERO
¿Y cómo
lo puedo eludir? 390
COLASA
Pronunciando un no
en lugar de un .
DON SEVERO
¡Qué extraño suceso!
COLASA
De un viejo mastín
es el tragadero 395
puerta de toril.
DON SEVERO
Colasa, ¿qué haremos?
COLASA
Fuerza es discurrir
un medio.
DON SEVERO
¿Y qué medio?
  —172→  
COLASA
¿Queréis, por San Gil, 400
que os dé otro consejo?
DON SEVERO
Vaya por Dios. Di.
COLASA
Quien es tan cobarde
que teme sufrir,
no busque en los otros 405
lo que no halla en sí;
que el valor ajeno
no puede servir
en darlo tan propio
como el suyo; así 410
sufra su quebranto
o aprenda a vivir.


Escena VI

 

DOÑA TOMASA y dichos.

 
DOÑA TOMASA
Severo, Colasa,
¡ay, triste de mí!
Perdidos estamos. 415
DON SEVERO
¿Qué sucede? Di.
  —173→  
COLASA
¿Qué es esto, señora?
DOÑA TOMASA
¡Ay, que entrar yo vi
al señor don Pedro!
COLASA
¿Solo?
DOÑA TOMASA
Un ministril
420
enjambre le sigue;
y vienen por ti,
sin duda, Severo.
DON SEVERO
Dejadlos subir,
que nunca he temido 425
la cárcel por sí,
sino porque pude
antes delinquir.


Escena VII

 

DON PEDRO y dichos.

 
DON PEDRO
Señor don Severo,
¿prometéis decir 430
verdad?
  —174→  
DON SEVERO
Jamás supe
qué cosa es mentir.
DON PEDRO
¿Sois vos quien con Carlos
hubo de reñir
ayer por la noche? 435
DON SEVERO
Sí, señor, yo fui.
DON PEDRO
¿Qué puede excusaros?
DON SEVERO
Ser hombre, y que en mí
se hallen las flaquezas
que en los otros vi. 440
DON PEDRO
Pues debo prenderos.
DON SEVERO
Prended y cumplid
como juez, que yo
como hombre cumplí.
DON PEDRO
Alguaciles, hola, 445
al punto venid.

  —175→  

Escena VIII

 

DON FERMÍN, DON CARLOS y dichos.

 
DON CARLOS
Aquí está un cuñado.
DON FERMÍN
Y un suegro está aquí.
COLASA
Dos son sólo, y sobra
más de un alguacil 450
para sujetar
aunque fuera al Cid.
DON SEVERO
Pero señores, ¿qué es esto?
¡Qué dichosa novedad!
¿Carlos puesto en libertad 455
tan impensado, tan presto?
Todos callan: ¡lindo afán!
¿No se me quiere decir
de dónde pudo venir
tanta dicha?... Y ¿dónde 460
están los alguaciles, que preso
debieron ponerme ahora?
Dilo, Carlos; hablad, Flora,
o ¿queréis que pierda el seso?
De una duda tan crüel 465
evitadme los temores.
  —176→  
DON FERMÍN
Y ¿quién le pone, señores,
a este gato el cascabel?
¿Quién le dice la verdad?
DON PEDRO
A vos os toca.
DON FERMÍN
A mí no.
470
DON CARLOS
Yo no lo digo.
COLASA
Ni yo.
DON FERMÍN
Don Pedro, hablad.
DON CARLOS
Padre, hablad.
DON FERMÍN
Habla tú.
DON CARLOS
¿Quién esto vio?
Los hijos deben callar.
DON SEVERO
Conque, ¿nadie quiere hablar? 475
  —177→  
DOÑA TOMASA
Si no quieren, lo haré yo.
Ignoro si me asegura
mi sexo la impunidad;
pero sabed la verdad,
aunque arriesgue mi ventura. 480
Señor don Severo, si
de alguno os podéis quejar,
no tenéis que titubear,
pues debe de ser de mí.
Y en prueba, deciros quiero, 485
aunque a Flora hayáis querido,
que Flora es nombre fingido
y Tomasa el verdadero.
DON SEVERO
Señora, ¿vos sois Tomasa?
DOÑA TOMASA
Sí, señor, de mala gana. 490
DON SEVERO
¿Y sois de Carlos hermana?
DOÑA TOMASA
No tiene otra hermana en casa.
DON SEVERO
Luego ha sido fingimiento
su pasión, vuestro desvío,
sus celos y el desafío. 495
  —178→  
DOÑA TOMASA
No hay duda: todo fue cuento.
DON SEVERO
¿Y qué causa provocó
tal enredo?
DOÑA TOMASA
Vuestra fama.
DON SEVERO
¿Mi fama?
DOÑA TOMASA
Sí, que una dama
siempre un marido temió 500
con la rara cualidad
de perfecto en demasía,
que un necio sólo confía
en la ajena necedad.
DON SEVERO
Luego quisisteis que yo 505
desatinos cometiera.
DOÑA TOMASA
Y quisimos bien, pues era
el camino que se halló
para haceros conocer
el valor de la indulgencia. 510
  —179→  
DON SEVERO
¡Tan bella y con tal prudencia!
DOÑA TOMASA
Siempre es bueno prever.
DON SEVERO
La lección es harto dura.
DOÑA TOMASA
¿Cuándo es blanda una lección?
DON SEVERO
¿Quién a tal conjuración 515
resistiera? La hermosura,
la amistad y la experiencia
se reunieron en mi daño;
por lo mismo no es extraño
sucumbiera mi inocencia. 520
DOÑA TOMASA
Aquestas conjuraciones
sólo os pueden enseñar:
temed las que han de formar
muy pronto vuestras pasiones.
Éstas son, sin duda alguna, 525
las que más debéis temer,
y si las lográis vencer,
bendecid vuestra fortuna,
sin que por eso, señor,
—180→
insultéis al que es vencido, 530
pues él hubiera querido
ser, como vos, vencedor.
DON SEVERO
Conozco, señora mía,
vuestra razón, y la aprecio
de tal modo, que en desprecio 535
de mi orgullo, quiero un día
ser de todos conocido
por tolerante y prudente,
que es lo mismo que indulgente.
DOÑA TOMASA
¡De veras!
DON SEVERO
Nunca he mentido.
540
DOÑA TOMASA
Entonces, ésta es mi mano,
si es que mi padre lo aprueba.
DON FERMÍN
Dios os bendiga y os llueva
más hijos que en el verano
hay chinches. Pero, Severo, 545
no olvides esta lección,
que siempre los buenos son
a perdonar los primeros.
  —181→  
DON SEVERO
¿Olvidar esta lección?
¡Jesús, señor, qué demencia! 550
Y en prueba de mi indulgencia
obtendréis vuestro perdón.
DON FERMÍN
¿Qué dices? ¡Oh, qué delirio!
¡Perdón yo! ¿De qué o por qué?
DON SEVERO
Porque vuestra casa fue 555
donde he sufrido el martirio
de una burla asaz pesada,
siendo los actores de ella
mi anciano, una doncella
con ínfulas de casada, 560
un juez, y en fin, un amigo
a quien conocí en su infancia;
confesad, pues, que en sustancia,
os excedisteis conmigo;
y pues por distintos modos 565
todos, don Fermín, lo erramos,
bueno será que pidamos
INDULGENCIA PARA TODOS.