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1

El otro Andrés Bello, Caracas, Monte Ávila, 1969, pp. 260-261. Al respecto, véase Norberto Pinilla, La polémica del romanticismo, Buenos Aires, Américalee, 1943; de Norberto Pinilla, Manuel Rojas y Tomás Lago, 1842: panorama y significación del movimiento literario. José Joaquín Vallejo. Sobre el romanticismo, Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 1942; y de María M. Caballero Wangüemert, «Las polémicas lingüísticas durante el siglo XIX», en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 500, Madrid, febrero 1992, pp. 177-187.

 

2

Vean sus Recuerdos literarios, 2.ª edición, Santiago de Chile, 1885, p. 169.

 

3

El Repertorio Americano, Londres, 1826-1827. Edición facsímil de la Presidencia de la República en conmemoración del Sesquicentenario de la Independencia Literaria de Hispanoamérica. Prólogo e índices de Pedro Grases. Dos volúmenes, Caracas, 1973, p. 3.

 

4

Biblioteca Americana o Miscelánea de Literatura, Artes y Ciencias por una Sociedad de Americanos, Londres, 1823. Edición facsímil de la Presidencia de la República en homenaje al VI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua. Ofrecimiento del Dr. Rafael Caldera. Índices por Pedro Grases, Caracas, 1972, p. V. He modernizado la ortografía.

 

5

Ibidem, p. VII.

 

6

«Se ha señalado con bastante insistencia el carácter de declaración poética de la independencia americana que tiene la Alocución, significando por ello no sólo la intención de independencia política, sino también la cultural. Bello aparece ya orientado hacia una creación poética americana original: su texto constituye un verdadero manifiesto político y literario». Véase Rodríguez Monegal, op. cit., p. 70.

 

7

Véase Ignacio de Luzán, Poética, edición de Luigi de Filippo, Barcelona, Selecciones Bibliófilas, dos tomos, 1956, I, pp. 77-78.

 

8

Véase Rene L. Durand, La poésie d'Andrés Bello, Publications de la Section de Langues et Littératures, Dakar, Faculté des Lettres et Sciences Humaines, Université de Dakar, 1960, pp. 228-231.

 

9

Quedó bien claro en el mencionado discurso de 1943: «¡El arte! Al oír esta palabra, aunque tomada de los labios mismos de Goethe, habrá algunos que me coloquen entre los partidarios de las reglas convencionales, que usurparon mucho tiempo ese nombre. Protesto solemnemente contra semejante aserción; y no creo que mis antecedentes la justifiquen. Yo no encuentro el arte en los preceptos estériles de la escuela, en las inexorables unidades, en la muralla de bronce entre los diferentes estilos y géneros, en las cadenas con que se ha querido aprisionar al poeta a nombre de Aristóteles y Horacio, y atribuyéndoles a veces lo que jamás pensaron. Pero creo que hay un arte fundamental en las relaciones impalpables, etéreas, de la belleza ideal; relaciones delicadas, pero accesibles a la mirada de lince del genio competentemente preparado; creo que hay un arte que guía a la imaginación en sus más fogosos transportes; creo que sin ese arte la fantasía, en vez de encarnar en sus obras el tipo de lo bello, aborta esfinges, creaciones enigmáticas y monstruosas. Esta es mi fe literaria. Libertad en todo; pero yo no veo libertad, sino embriaguez licenciosa, en las orgías de la imaginación». Véase Andrés Bello, Antología, selección, prólogo y notas de Pedro Grases, Barcelona, Seix Barral, 1978, p. 109.

 

10

En lengua castellana la más importante del siglo XIX antes de Marcelino Menéndez y Pelayo, en opinión de Amado Alonso y Julio Caillet-Bois, «Heredia como crítico literario», en Revista Cubana, vol. XV, La Habana, enero-junio 1941, pp. 54-62.