La boda y el duelo
Advertencia
Compuse esta comedia, algunos años ha, por mero desahogo en una temporada de baños, y sin ánimo de que se representase, por hallarme a la sazón ausente de mi patria; aun después de volver a ella, no varié de propósito, ya porque las alteraciones, y controversias políticas alejaron mi atención del teatro, y ya también por el gusto que predominaba en él, recientemente importado de naciones extrañas.
Era, por tanto, de recelar que tal vez no encontrase favorable acogida una composición muy sencilla, falta de pompa y de boato, reducida a una acción meramente doméstica, encerrada entre cuatro paredes, y que nace y fenece en el término de pocas horas; circunstancias todas que si hubieran sido títulos de excesiva recomendación en otra época, se hubieran quizá convertido no hace mucho en otros tantos motivos de reprobación y desaire. Achaque común en los hombres: ser extremados en sus opiniones, y más si el atractivo de la novedad las ha puesto en moda.
Afortunadamente ha empezado ya a pasar la que amenazaba inficionar nuestro teatro no sólo en la parte literaria, sino en otra de más importancia y trascendencia: fenómeno digno de notar, como otra prueba más de la sensatez española; pudiendo tal vez afirmarse que en esta tierra, aun antes que en otras, la razón acaba siempre por tener razón.
En tanto que permanecía esta comedia sepultada entre mis borradores, se estableció en el Liceo de esta capital la Sección dramática, dedicada al laudable propósito de resucitar las glorias del antiguo Teatro español y de fomentar el moderno, ya que no faltan en la actualidad aventajados ingenios capaces de acrecentar el renombre y lustre de su patria.
El deseo que siempre me ha animado de contribuir, en cuanto de mí ha dependido, al cultivo y fomento de nuestra literatura, me sugirió el pensamiento de ofrecer alguna composición mía para que se representase por primera vez en el Liceo; y aun cuando vacilé por el pronto, al fin me decidí, al ver el cumplido éxito que acababa de tener en aquel teatro la comedia titulada El café, a pesar de haber cambiado tan notablemente los tiempos y las ideas desde que se estrenó en las tablas.
Concebí, pues, esperanzas de que pudiese agradar una comedia de la escuela de Moratín, si así puede llamarse, aun cuando no reúna las singulares dotes que recomiendan las de aquel célebre maestro; esperanzas que no han salido fallidas en la representación de este drama; si bien es harto probable que una parte del aplauso se deba a la urbanidad y cortesanía de tan escogido auditorio, y otra aún mayor a la suma naturalidad y exquisito gusto con que ha sido ejecutada por los socios, del Liceo, que se han esmerado a porfía en el desempeño de sus respectivos papeles.
Ahora que esta composición se presenta al público sin ningún arrimo ni apoyo, es cuando aquel juez imparcial habrá de calificarla por lo que en sí valga; y como fuera inútil alegar razones en su abono si es que no agrada, estando todas de más, si es que gusta, me limitaré a decir que no me he determinado a imprimirla hasta tener en su favor un fallo, y dado por un tribunal que reputo muy competente.
LA MARQUESA DEL ROBLE. |
DOÑA LUISA, su hija. |
LA CONDESA, viuda. |
EL BRIGADIER DON JUAN. |
EL TENIENTE DON JOAQUÍN, su sobrino. |
DON CARLOS, hermano de la condesa. |
DOÑA JUANA, antigua dueña, aya de doña Luisa. |
DOÑA TERESA. |
CRIADOS |
MÚSICOS. |
UN DEMANDADERO. |
La escena es en Burgos, en casa de la marquesa.
Acto primero
El teatro representa una sala con muebles ricos, pero viejos; una puerta en el foro, que conduce a la calle; otras a los lados, que dan paso a las demás salas y aposentos; y una, con cristales y cortinillas, que se supone de una alcoba o gabinete. | |
DOÑA LUISA, DOÑA JUANA, ambas cosiendo un vestido de gala y otros adornos de boda. | |
JUANA. | Vamos, ánimo, hija mía. |
¿A qué viene esa tristeza? | |
Si te ve así la señora, | |
¡no tendremos mala fiesta! | |
LUISA. | ¿Pues qué he de hacer? |
JUANA. | ¿Qué has de hacer? |
Estar alegre y risueña, | |
como quien se va a casar, | |
yo me acuerdo..., hará cuarenta | |
años, poco más o menos, | |
que en tal noche como ésta | |
al arreglarse el casorio | |
con mi Pedro..., bien que era | |
como un, sol... ¡Si vieras, hija, | |
qué muchacho! Donde quiera | |
se llevaba la atención | |
por su donaire y sus prendas... | |
No es decir que tu futuro | |
en nada le desmerezca; | |
eso no; si le quitaran | |
treinta años muy bien pudiera | |
dar dentera al más pintado. | |
¡Qué caballero! ¡Qué buena | |
conversación! Franco, noble, | |
enemigo de etiquetas | |
y melindres, militar | |
de los que ya no se encuentran... | |
¿Qué decías? | |
LUISA | ¿Quién?... ¿Yo?... Nada. |
JUANA. | Es lástima que naciera |
tan temprano... ¿No es verdad? | |
LUISA. | Verdad. |
JUANA. | ¡Y la diferencia |
es tan grande!... Pero al cabo | |
la señora ceba sus cuentas | |
y tiene razón; tu padre, | |
el marqués, que gloria tenga, | |
hizo lo que hacen los más: | |
os dejó pleitos y deudas; | |
tu hermanito, el mayorazgo, | |
cargó con toda la hacienda, | |
y una escasa viudedad | |
a su madre regatea... | |
Por otra parte, las cosas | |
tan caras... Ya nadie presta | |
a un usía, aunque lo maten... | |
La casa es toda goteras, | |
los criados sin pagar | |
y las mulas medio muertas... | |
Yo mil veces se lo he dicho | |
a la señora; aunque fuera | |
andar a pie... ¡Pero hay | |
en Burgos tan malas lenguas! | |
Y lo que dice tu madre: | |
«Ya los hombres no se prendan | |
del talle y los negros ojos, | |
de la virtud y nobleza, | |
sino que ajustan las bodas | |
como chalanes en feria...» | |
No hay muchos como don Juan: | |
ni una palabra siquiera | |
ha hablado de dote... Sabe | |
el atraso en que se encuentra | |
la casa ¡y como es tan rico! | |
Ya se ve, lo que él desea | |
es pasar como Dios manda | |
lo que de vida le queda, | |
cansado ya y aburrido | |
de rodar por esas tierras. | |
Halla una mujer bonita, | |
que le cuide en sus dolencias, | |
recogida y bien criada, | |
no casquivana y resuelta, | |
como se ven hoy en día... | |
Sin ir muy lejos, pudiera | |
citar un ejemplo al canto... | |
LUISA. | ¿Quién dice usted? |
JUANA. | La condesa, |
tu vecinita y amiga... | |
Yo no he visto una veleta | |
mayor que la tal viuda: | |
ya se enoja, ya se alegra, | |
ya llora, ya canta y ríe; | |
y según las malas lenguas, | |
antes de cumplirse el año | |
ya diz que le galantea | |
el sobrino de don Juan, | |
que es una linda pareja; | |
tal para cual... ¡Virgen Santa! | |
¡Si levantara cabeza | |
el que pudre! Hizo muy bien | |
en morirse tan apriesa; | |
y aunque esté en el Purgatorio, | |
mejor está que estuviera. | |
LUISA. | Calle usted, que suena gente... |
JUANA. | ¿Quién será? No sino ella. |
CONDESA. | ¿Cómo estás, Luisita mía? |
Tan aplicada y tan bella | |
como siempre. | |
LUISA. | Es favor tuyo. |
¿Y tú? | |
CONDESA. | (Sentándose a su lado.) |
¡Yo...! No ando muy buena; | |
y además traigo un humor... | |
Desde que puse en la puerta | |
el pie, todo ha sido azares: | |
un entierro, una pendencia, | |
un abogado hablador, | |
los muchachos de la escuela | |
y mi bendita cuñada | |
para coronar la fiesta. | |
LUISA. | Yo ha un siglo que no la veo... |
CONDESA. | ¡Ojalá que yo pudiera |
decir otro tanto, amén! | |
Pero a mí, por penitencia, | |
tres visitas de a tres horas | |
por semana me receta; | |
y hoy cabalmente la tengo | |
que sufrir, quiera o no quiera, | |
toda la noche a mi lado. | |
LUISA. | ¿Pues no sales? |
CONDESA. | ¡Buena es ésa! |
Si hoy es el cabo de año, | |
y ya está la parentela | |
quitando el polvo a los lutos | |
y estudiando las arengas. | |
LUISA. | No me acordaba que es hoy... |
CONDESA. | Ni yo... |
JUANA. | (Aparte.) |
¡Miren qué cabeza! | |
CONDESA. | Mas mi bendita cuñada |
rabia por dar malas nuevas. | |
JUANA. | (Aparte.) |
Por no oír a este molino, | |
recogeré la tarea... | |
(Levantándose y tomando el tabanque de la costura.) | |
LUISA. | ¿Dónde va usted? |
JUANA. | A mi cuarto. (Aparte al irse.) |
¡Dios ponga tiento en su lengua! | |
CONDESA. | ¡Sobre que tiemblo al pensar |
lo que esta noche me espera! | |
Póngase usted al testero | |
del salón, casi en tinieblas; | |
cubierta como una chía | |
de lana y de gasa negra; | |
entrambas manos cruzadas, | |
la cara de Magdalena, | |
los ojos como tomates | |
(gracias a que se refriegan | |
con disimulo) y la voz | |
cual si de un pozo saliera... | |
Y aguante usted en el potro | |
que vengan luego en hilera | |
deudos, parientes, amigos | |
a apurarle la paciencia. | |
Ya uno da el pésame y dice: | |
«Señora, Dios dé a usted fuerzas...» | |
(Para ti las necesito.) | |
Otro pausado se acerca | |
y exclama: «¡Conformidad! | |
Son cosas que Dios ordena; | |
los buenos no viven mucho.» | |
(Por eso tú los entierras.) | |
Esotro dice: «El difunto | |
era un ángel en la tierra...» | |
(Se conoce, gran bribón, | |
que no le tuviste cerca.) | |
Y así siguen uno a uno | |
poniendo el ingenio en prensa, | |
para repetir lo mismo | |
que dijeron a mi abuela. | |
Reina luego un gran silencio, | |
hasta que al cabo resuena | |
ruido de platos y vasos | |
y todo el mundo se alegra. | |
Entran formados en torre | |
azucarillos de a tercia, | |
por no desdecir del duelo, | |
enlutados con canela; | |
chocolate en jicarones | |
de El Escorial, de onza y media, | |
y los panes y bizcochos | |
coronando las bandejas... | |
Sacan todos el pañuelo, | |
no para llorar de pena, | |
sino para que les sirva | |
en lugar de servilleta; | |
y engullendo a dos carrillos, | |
se ahorran en casa la cena, | |
menos la pobre viuda, | |
que, como ve que la observan, | |
apenas gusta un bocado, | |
cuando suspira y lo deja. | |
LUISA. | Siempre estás de buen humor. |
CONDESA. | Pues qué, ¿quieres que me muera? |
Harto he sufrido en el mundo, | |
esclava como una negra; | |
y ya que libre me veo, | |
quiero respirar siquiera. | |
Tú lo sabes: aún muy niña | |
perdí a mis padres, y apenas | |
me vieron huérfana y rica, | |
decretó mi parentela | |
encerrarme en un convento, | |
tal vez con la santa idea | |
de que yo ganase el cielo | |
y gozar ellos mi hacienda. | |
Crecí en años y me hallé | |
entre canceles y rejas, | |
viendo el sol por celosía | |
y vestida de estameña; | |
mas cuando ya me juzgaba | |
por toda la vida presa, | |
con muy poca vocación | |
de ser monja recoleta, | |
pasó por Burgos el conde | |
y le dio la ventolera | |
de visitar el convento | |
por conocer su parienta; | |
me vio, le hube de gustar; | |
y con su cara muy seria, | |
su casacón de faldones | |
y el peluquín con coleta, | |
me ofreció su blanca mano, | |
que yo tomara aunque negra. | |
Me hallé, pues, de veinte años | |
con marido de sesenta, | |
y además los enemigos | |
del alma: cuñada y suegra. | |
Lo que luego padecí | |
tú lo has visto; y si no fuera | |
por mi genio en cuatro días | |
me hubieran muerto mis penas; | |
porque el bendito del conde | |
ya contaba a aquella fecha | |
dos mártires en el cielo | |
y creyó hallar la tercera; | |
mas yo, por no darle gusto, | |
saqué fuerzas de flaqueza; | |
y los meses que duró | |
llevé mi cruz con paciencia. | |
Te he recordado mi historia | |
porque conviene la tengas | |
presente... Pero ¿qué es eso? | |
¿Te afliges?... Afuera penas; | |
ten valor. | |
LUISA. | ¡Ay Leonor mía, |
qué infeliz soy!... Ni aun siquiera | |
puedo llorar y quejarme... | |
¡Todos, todos en la tierra | |
disfrutan de ese consuelo | |
menos yo! | |
CONDESA. | Mas ¿qué aprovecha |
el llorar y el afligirse | |
en vez de ver si se encuentra | |
algún remedio?... | |
LUISA. | ¡Remedio! |
¡Uno, uno solo me queda, | |
y a Dios se lo pido!... | |
CONDESA. | ¡Calle! |
Pues es donosa la idea. | |
¡Nada menos que morirse! | |
Déjalos que ellos se mueran | |
y por allá nos esperen, | |
que a bien que no están de priesa. | |
Pero hablando ahora formal: | |
tú te apuras y atormentas | |
antes de tiempo. ¿Quién sabe | |
cuántas cosas tan diversas | |
pueden suceder, que impidan | |
la tal boda?... A la hora de ésta | |
no es más que un proyecto en ciernes... | |
LUISA. | ¡Cómo, si así que anochezca |
nos van a tomar los dichos | |
y el contrato se celebra! | |
CONDESA. | ¡Esta noche!... Lo repito: |
tu madre, muy santa y buena, | |
pero en viendo unos bordados, | |
pierde al punto la chaveta. | |
¡Qué locura! ¡Una muchacha | |
sin mundo y como una perla | |
casada con un señor | |
que ser su abuelo pudiera!... | |
Pero ¿qué dice tu madre, | |
qué dice? | |
LUISA. | La infeliz piensa |
que así voy a ser dichosa... | |
CONDESA. | ¡Bravo! ¿Y por qué no recuerda |
lo que pensaba a tu edad?... | |
¿Cómo imagina que puedas | |
ser feliz unida a un hombre | |
que es imposible que tenga | |
costumbres, hábitos, gustos | |
que con los tuyos convengan?... | |
De inclinación no se hable. | |
¿A qué es eso? Que se quieran | |
o no marido y mujer, | |
han de estar juntos por fuerza. | |
Y luego tu linda madre, | |
en corro con otras viejas, | |
hablan de la corrupción | |
que en los matrimonios reina, | |
sin mirar que muchas veces | |
la culpa tuvieron ellas. | |
Perdona, Luisita mía, | |
pero en tocando esta tecla | |
no puedo hablar con frescura... | |
Y ahora menos, porque media | |
tu dicha en ello, y también | |
porque trabajo me cuesta | |
renunciar a una esperanza... | |
¿A qué bajas la cabeza? | |
¿Es acaso algún delito | |
el que cariño le tengas | |
a mi hermano, cuando sabes | |
el amor que te profesa?... | |
¡Cuántas veces os vi juntos | |
y noté con complacencia | |
que sin saberlo vosotros | |
ya os amabais! Donde quiera | |
os buscabais con los ojos: | |
una palabra, una seña, | |
una sonrisa bastaba | |
a vuestra dicha completa... | |
¿Lo has olvidado? | |
LUISA. | ¡Olvidarlo! |
¿Puedes hacerme esa ofensa? | |
No, Leonor, dentro del alma | |
tengo ahora más impresa | |
esa memoria que nunca; | |
y aunque arrancarla quisiera, | |
sólo con mi corazón... | |
Pero al fin ya estoy resuelta | |
a obedecer a mi madre, | |
a sacrificar por ella | |
mi libertad y mi vida, | |
sin que ni ella misma sepa | |
el valor del sacrificio | |
que su cariño me cuesta... | |
CONDESA. | ¿Lloras? |
LUISA. | ¿Quieren más de mí? |
Mas que me dejen siquiera | |
estar triste y no me hostiguen | |
a que me muestre contenta... | |
CONDESA. | Sosiégate un poco..., mira |
que si alguien te escucha... | |
LUISA. | Deja |
que respire un solo instante; | |
tú no sabes la violencia | |
que me cuesta el reprimirme... | |
¡Si tú, Leonor, lo supieras | |
aún más compasión tendrías | |
de esta infeliz! | |
CONDESA. | Pero es fuerza |
disimular algún tanto... | |
LUISA. | Ya lo sé; y hasta esa idea |
de fingimiento y doblez | |
a mis ojos me avergüenza... | |
Mañana quizá, mañana | |
tendrá que jurar mi lengua | |
amor a un hombre a quien miro | |
con total indiferencia; | |
y un día, y un año, y otro | |
en esta lucha perpetua, | |
sólo en la muerte veré | |
el término de mis penas... | |
CONDESA. | Luisa mía, que te pierdes... |
LUISA. | Sólo esta ocasión me queda |
de abrirte mi corazón; | |
déjame que al menos tenga | |
este consuelo...; mañana | |
no soy mía, y a ti mesma | |
te he de mentir y engañarte... | |
Sólo Dios en su clemencia | |
tendrá compasión de mí; | |
El sólo me dará fuerzas | |
y no me abandonará | |
en los riesgos que me esperan... | |
CONDESA. | (Enjugándose los ojos.) |
Mira, Luisa, lo que has hecho; | |
si alguien de pronto ahora entra | |
nos halla a las dos llorando | |
y asiste a un duelo de veras. | |
Vamos, juicio... | |
LUISA. | (Reprimiéndose.) |
Sí, Leonor, | |
¿no lo ves?... Ya estoy serena; | |
ya nada se me conoce... | |
CONDESA. | Como traigan una venda |
en los ojos, de seguro. | |
¡Pues si estás como una muerta, | |
tan pálida y ojerosa!... | |
LUISA. | Sólo pedirte quisiera |
un favor. ¿Lo harás por mí? | |
CONDESA. | ¿Lo dudas?... Cuanto tú quieras. |
LUISA. | Tú quizá vas a burlarte |
cuando sepas mi flaqueza; | |
pero va en ello mi dicha... | |
CONDESA. | ¿De cuándo acá manifiestas |
esa timidez conmigo?... | |
Di qué quieres y no pierdas | |
esta ocasión. | |
LUISA. | Es que ya |
casi me cuesta vergüenza | |
nombrar a un hombre a quien debo | |
olvidar... | |
CONDESA. | ¿Y qué deseas |
que haga yo por ti? | |
LUISA. | Querría |
que algún pretexto fingieras | |
para que estas vacaciones | |
tu hermano a Burgos no venga; | |
puede estarse en Salamanca; | |
y aun tú sabes que desea | |
ir a la corte, y allí | |
más divertido estuviera... (Con viveza.) | |
Pero no; mejor será... (Reportándose.) | |
Dispón, Leonor, lo que quieras; | |
sólo te pido por Dios | |
que mis ojos no le vean. | |
CONDESA. | Bien está, lo haré por ti; |
aunque es dura penitencia | |
que después que va a perderte... | |
LUISA. | ¿Qué remedio?... ¡Más me cuesta |
el sacrificio que a él!... | |
¡Quién sabe! Quizá le espera | |
ser más dichoso con otra; | |
mientras yo... ¿Conque me empeñas | |
tu palabra?... | |
CONDESA. | Sí, lo haré; |
mas temo que en cuanto sepa... | |
LUISA. | Ya lo sabe. |
CONDESA. | ¿Que te casas? |
LUISA. | Nada ignora a la hora ésta... |
CONDESA. | ¿Quién se lo ha escrito?... Ya leo |
en tu cara la respuesta. | |
Mas ¿por qué has querido darle | |
tan pronto esa mala nueva?... | |
LUISA. | Porque debí hacerlo así; |
y a mis propios ojos fuera | |
la más vil si un solo instante | |
engañado le tuviera | |
al ir a dar a otro hombre | |
de ser suya la promesa. | |
Es preciso que me olvide; | |
que no se acuerde siquiera | |
de que un tiempo le adoré... | |
CONDESA. | ¿Volvemos a la tarea? |
¡Pues la ocasión es pintada! | |
Y aún me parece que suenan | |
pasos... | |
LUISA. | ¿Si será mi madre?... |
CONDESA. | Cálmate, Luisa, que llegan. |
MARQUESA. | (A su hija.) |
¡Pudiera estarte esperando!... | |
¡Hola, aquí la condesita! | |
¿Tanta dicha y de mañana? | |
CONDESA. | Salí a una cosa precisa, |
y estando a la puerta quise | |
dar a usted los buenos días. | |
MARQUESA. | Muy bien hecho. Yo estoy hoy |
tan cansada y aburrida... (Siéntase.) | |
Todo carga sobre mí... | |
Los vestidos para Luisa, | |
los documentos, las joyas, | |
los convites, las visitas... | |
Más de hora y media he tardado | |
por ver si arreglar podía | |
las papeletas de boda | |
para hacer que las impriman; | |
y mientras más enmendaba, | |
más embrolladas salían... (Leyendo de prisa un papel.) | |
«Doña Gertrudis Cabeza | |
de Vaca Porras Chinchilla, | |
etcétera..., da a usted parte | |
del enlace de su hija, | |
doña Luisa Pimentel | |
Quirós Castro y Bobadilla, | |
hija del marqués del Roble, | |
señor de Peña Partida, | |
maestrante que fue de Ronda | |
y regidor de la villa | |
de Arévalo...» Nada, nada; | |
mejor será, que la siga | |
el ahogado de casa, | |
que sabe esa retahíla. | |
Lo que hago yo como nadie, | |
aunque esté mal que lo diga, | |
es arreglar un ajuar: | |
ni un alfiler se me olvida. | |
En menos de un santiamén | |
le he puesto al novio una lista | |
que da gozo... Ya se ve, | |
como él no entiende ni pizca | |
de esas cosas, me ha rogado | |
que le aconseje y dirija... (Contando por los dedos.) | |
Seis mesas, cuatro sofaes, | |
ocho docenas de sillas, | |
manteles adamascados, | |
espejos, cuadros, cortinas, | |
guarniciones y libreas, | |
batería de cocina, | |
cristal y plata labrada... | |
¡Válgame Dios, y qué envidia | |
van a tener más de cuatro | |
que de reojo me miran! | |
El mundo, amiga, da vueltas; | |
y al sol y a la buena dicha | |
se deben meter en casa... | |
Pero ¿qué tienes, Luisita, | |
que me parece...? | |
LUISA. | Yo, nada... |
MARQUESA. | Tienes cargada la vista, |
como si hubieses llorado. | |
LUISA. | Estaré un poco encendida |
de coser... | |
CONDESA. | A mí me dijo |
no ha mucho, que le dolía | |
la cabeza... | |
MARQUESA. | Yo no sé; |
pero he notado estos días... | |
Parece que lo hace adrede, | |
porque sabe que me irrita | |
verla tan triste y callada... | |
LUISA. | ¿Y qué quiere usted que diga? |
MARQUESA. | ¡Sobre que ya en estos tiempos |
no hay quien entienda a las niñas! | |
Si se les manda que callen, | |
charlan que se despepitan; | |
y cuando deben hablar, | |
aunque las maten, no chistan... | |
Las unas, por no hallar novio, | |
se consumen de ictericia; | |
y otras van a desposarse | |
como al cementerio irían... | |
Mujer hay que diera un dedo | |
por trocarse con mi hija | |
y tener dentro de poco | |
marido, coche y usía... | |
Pero ella..., mírela usted, | |
que parece una novicia, | |
con los ojos en el suelo | |
y la boca refruncida... | |
CONDESA. | No hay que enfadarse, marquesa; |
mientras usted más le diga | |
es peor... ¿No es natural | |
que se halle la pobre niña | |
algo inquieta y cavilosa | |
al irse a unir de por vida | |
con un hombre a quien apenas | |
conoce hace cuatro días? | |
MARQUESA. | Pero ¿puede ella pensar |
que su madre se descuida?... | |
Ya estoy yo bien informada | |
de su casa y su familia, | |
de su caudal y sus rentas. | |
Que hasta una reina podría... | |
CONDESA. | Si no es eso... |
MARQUESA. | Emparentado |
con lo mejor de Castilla... | |
CONDESA. | Sí no es eso... |
MARQUESA. | Brigadier |
y el decano de la Guía... | |
CONDESA. | Tanto peor. |
MARQUESA. | Pues de haciendas, |
de casas y joyas ricas | |
no hay que hablar... ¡Como que ha sido | |
gobernador en las Indias!... | |
CONDESA. | ¿Me deja usted...? |
MARQUESA. | Si usted viera |
las sartas de perlas finas, | |
los topacios del Brasil, | |
las pulseras y sortijas... | |
Por traer de todo, hasta trajo | |
un loro y una negrita. | |
CONDESA. | Pero, marquesa, aunque tenga |
más negros que hay en Mandinga... | |
¿Quiere usted que le haga sólo | |
una pregunta sencilla? | |
MARQUESA. | ¿Y por qué no la hace usted? |
CONDESA. | Porque no encuentro cabida |
para meter yo mi triunfo... | |
MARQUESA. | Hable usted... ¡Hay tal porfía! |
CONDESA. | (Después de una corta pausa.) |
¿Es usted la que se casa? | |
MARQUESA. | (Suspensa.) |
¿Y a qué viene...? | |
CONDESA. | Pero diga |
usted sí o no y nada más. | |
MARQUESA. | ¡Pues bueno el mundo andaría |
si una madre!... | |
CONDESA. | Pero, al cabo, |
¿se casa usted o su hija?... | |
MARQUESA. | ¿Y qué sabe ella de mundo |
si ayer salió de la amiga? | |
CONDESA. | Bien está; pero ¿no es ella |
la que ha de vivir unida | |
con su esposo hasta la muerte? | |
¿La que ha de verle de día, | |
por la noche, a todas horas, | |
en la desgracia, en la dicha, | |
con buen humor y con malo?... | |
MARQUESA. | Según eso, usted querría |
que las hijas por sí solas... | |
CONDESA. | No tal; sé que necesitan |
del consejo de las madres, | |
que les preste luz y guía. | |
Pero ¿quién ha de aprobar | |
que las madres se revistan | |
de autoridad y dispongan | |
a su antojo de sus hijas? | |
¿Y si les pesa después? | |
¿Y si se ven reducidas | |
a sufrir al lado a un hombre | |
que ni amistad les inspira?... | |
Con mucho amor hay trabajos... | |
La verdad, marquesa mía, | |
la carga del matrimonio | |
es de suyo harto cumplida. | |
¿Qué será si desde luego | |
la llevamos cuesta arriba? | |
MARQUESA. | Pero ¿piensa usted acaso |
que yo violento a mi hija? | |
CONDESA. | Yo no. |
MARQUESA. | Que lo diga ella. |
LUISA. | ¿Y qué quiere usted que diga? |
MARQUESA. | Lo que sientas. |
LUISA. | ¿Pues no he dicho |
que estoy pronta y decidida | |
a hacer cuanto usted me mande? | |
MARQUESA. | ¿Lo ve usted?... Ven acá, Luisa, |
da un abrazo a tu mamá... | |
Si sabes que en esta vida | |
yo no tengo más anhelo | |
ni más afán que tu dicha... | |
LUISA. | En todo daré a usted gusto... |
¿Quiere usted más?... | |
MARQUESA. | No, hija mía; |
dame un beso y se acabó... | |
Pero vuélvete a tu silla, | |
que oigo gente en la antesala | |
y será tal vez visita. | |
JUAN. | Felices días, señoras. |
MARQUESA. | Téngalos usted muy buenos, |
señor don Juan. Me parece | |
que no viene usted contento... | |
JUAN. | Lo estaba al salir de casa; |
pero tan molido vengo | |
de escribanos y notarios, | |
de papeles y embelecos, | |
que me parece mentira | |
que libre de ellos me veo. | |
¡Jesús! ¡Jesús! Ya no extraño | |
que muchos mueran solteros | |
por no caer en las garras | |
de tanto avechucho hambriento. | |
MARQUESA. | Hoy está usted muy jovial... |
JUAN. | (Sentándose.) |
Sí, señora, como perro | |
con maza... Al llegar aquí | |
aún creía estar oyendo | |
los gritos descomunales: | |
«¡Veinte firmas!... ¡Mis derechos!... | |
¡Los gajes del escribiente!... | |
¡La copia del instrumento!...» | |
¿No hay un ladrillo que tape | |
esas bocas del infierno? | |
CONDESA. | Poca paciencia tenéis; |
y es preciso ir aprendiendo | |
a tenerla. | |
JUAN. | Ya lo sé; |
mas si antes de ser profeso | |
se pasa este noviciado, | |
seguro se gana el cielo. | |
CONDESA. | No es tu novio muy galán, |
Luisita. | |
LUISA. | Yo le agradezco |
por lo menos la franqueza. | |
JUAN. | Como castellano vicio, |
yo digo las cosas claras, | |
sin melindres ni rodeos. | |
Así puede usted creer | |
cuando digo que la quiero, | |
y que nada omitiré | |
para ir ganando su afecto | |
poco a poco... | |
MARQUESA. | ¡Poco a poco! |
Señor, si ya está eso, hecho... | |
JUAN. | Yo no tengo veinte años, |
y a fe mía, harto lo siento; | |
pero, a Dios gracias, no soy | |
tullido, cojo ni tuerto... | |
MARQUESA. | ¡Qué tuerto! Si tiene usted |
dos ojos como luceros... | |
JUAN. | En cuanto a genialidad, |
no estoy libre de defectos | |
como cada cual; soy vivo, | |
parece que se hunde el cielo | |
de una tronada, y después | |
pasa el nublado al momento... | |
MARQUESA. | ¡No era así mi buen esposo, |
que Dios haya! Un mes entero | |
se pasaba sin entrar | |
en mi alcoba... | |
CONDESA. | ¡Qué mal genio! |
JUAN. | De bienes, sin ser muy rico... |
LUISA. | ¿Quiere usted no hablarme de eso, |
señor don Juan? | |
JUAN. | Bien está; |
mas no tuve pensamiento... | |
MARQUESA. | ¿Y qué quiere usted, señor, |
si es lo mismo que su abuelo? | |
¡En tocándose a intereses!... | |
El honor es lo primero, | |
hija mía, y aunque pobres... | |
JUAN. | Pero ¿a qué viene ahora eso, |
marquesa? | |
MARQUESA. | Es que yo creí... |
JUAN. | Si nadie habla aquí de abuelos, |
de honor, de pobres ni ricos... | |
Sólo le estaba diciendo | |
a Luisita... | |
MARQUESA. | Y sí ella está |
enterada... | |
JUAN. | Siempre es bueno |
que oiga de mi propia boca | |
cuanto hace al caso; no quiero | |
que luego pueda llamarse | |
engañada, y mucho menos | |
que se sienta arrepentida. | |
LUISA. | (Con abatimiento.) |
No, señor... | |
JUAN. | Yo así lo espero, |
y sólo esa confianza | |
pudiera haberme resuelto | |
a este enlace... Mas con todo, | |
si usted siente en sus adentros | |
la más leve repugnancia | |
dígalo usted, que aún es tiempo; | |
yo nada quiero por fuerza, | |
nada, Luisita... Deseo | |
ser feliz los pocos años | |
que me quedan; mas si advierto | |
que ha de ser a costa ajena, | |
a mi asistente me vuelvo. | |
MARQUESA. | ¿Ha acabado usted, don Juan? |
JUAN. | ¿Por qué? |
MARQUESA. | ¿Pues no está usted viendo |
que a ese angelito de Dios | |
le está usted dando tormento? | |
JUAN. | ¿Y yo acaso he dicho nada |
que pueda ofenderla?... Lejos | |
de ser ésa mi intención... | |
MARQUESA. | Es que ella tiene talento, |
y por más que las disfracen, | |
coge las cosas al vuelo... | |
LUISA. | ¡Madre! |
MARQUESA. | No hay que hacerme señas... |
LUISA. | Señor don Juan, yo no tengo |
de usted ni la menor queja; | |
al contrario, le agradezco | |
tanta bondad... | |
MARQUESA. | ¿Lo ve usted? |
Si es lo mismo que un cordero... | |
LUISA. | ¡Por Dios, madre!... |
MARQUESA. | Tan humilde... |
JUAN. | Ya lo sé. |
MARQUESA. | Ni más ni menos |
que su tía, que esté en gloria, | |
doña Polonia Barrientos... | |
JUAN. | ¿Quiere usted, marquesa mía, |
que este rato aprovechemos | |
para acabar de arreglar... | |
MARQUESA. | No corre prisa. |
JUAN. | Es que luego |
tengo que hacer; y si empiezan | |
visitas y cumplimientos... | |
MARQUESA. | No vendrán... (Suena la campanilla.) Pero ¿quién llama? |
JUAN. | ¿No lo dije?... Dicho y hecho. |
MARQUESA. | Decid que no estoy en casa... |
Venga usted a mi aposento, | |
y allí con satisfacción... (DON JUAN le ofrece la mano.) | |
Siempre galán. | |
JUAN. | Por supuesto. |
¿Hemos de hacer tan temprano | |
el papel de suegra y yerno? | |
LUISA. | ¡Cuánto he sufrido, Leonor!... |
CONDESA. | Calla, que si no me engaño |
es el dichoso sobrino... | |
Pero trabajo le mando, | |
porque ha de pagar hoy juntas | |
cuantas me debe en un año. | |
JOAQUÍN. | Esto se llama fortuna: |
venir tan sólo buscando | |
a un tío y hallar reunidos | |
dos soles... | |
CONDESA. | Y uno nublado. |
JOAQUÍN. | ¡Siempre, condesa, la misma!... |
¿Y cuándo ha de verse claro | |
ese cielo? | |
CONDESA. | Si ahora empieza |
el invierno. | |
JOAQUÍN. | Pues alabo |
la noticia; ni en Noruega | |
se ve un invierno tan largo. | |
Vamos, paz, condesa mía, | |
paz... Luisita, haga usted algo | |
por su futuro sobrino... | |
CONDESA. | ¡Como lo merece tanto! |
LUISA. | ¿Pues qué ha hecho? |
JOAQUÍN. | No lo sé. |
CONDESA. | En su vida ha roto un plato. |
JOAQUÍN. | De seguro. |
CONDESA. | Pero yo |
le sé la vida y milagros. | |
JOAQUÍN. | Mire usted lo que es ser bueno. |
Mientras anduve rodando | |
por esos mundos, haciendo | |
travesuras de muchacho, | |
todo me salía bien; | |
y desde que he principiado | |
a tener juicio, me veo | |
perseguido y calumniado. | |
CONDESA. | Sí, es un dolor. |
JOAQUÍN. | Ni yo mismo |
me conozco. | |
CONDESA. | ¿Tan mudado |
está usted? | |
JOAQUÍN. | ¿Pues cabe más? |
Días enteros los paso | |
en casa; si sale el tío, | |
voy con él como un donado; | |
a las once se recoge | |
y le leo el Carlomagno | |
o el Quinto Curcio en romance; | |
Vida del gran Alejandro... | |
(Le aseguro a usted, Luisita, | |
que le esperan buenos ratos.) | |
Sí voy a alguna tertulia... (Tose la CONDESA.) | |
¿Tosió usted? | |
CONDESA. | Me he refriado. |
JOAQUÍN. | Creí... |
CONDESA. | Siga usted el sermón, |
que van a canonizarlo. | |
JOAQUÍN. | Si voy a tertulia, juego |
una malilla de a ochavo | |
por no dormirme; chanceo | |
con algún amigo..., bailo | |
rara vez... | |
CONDESA. | Y con la misma, |
por diferenciar. | |
JOAQUÍN. | ¿Pues cuándo |
he bailado yo con ella? | |
CONDESA. | Se me olvidó el apuntarlo |
en mi libro de memorias; | |
pero usted lo habrá anotado | |
en su almanak... | |
JOAQUÍN. | Maliciosa... |
CONDESA. | Estará con cruz y mano. |
JOAQUÍN. | ¡Paz, condesa! |
LUISA. | Hazla por mí |
siquiera... | |
CONDESA. | ¿Y qué adelantamos |
con hacer las paces hoy, | |
si mañana...? | |
JOAQUÍN. | Ni pensarlo; |
haré cuanto usted quisiere. | |
CONDESA. | ¿Está usted apalabrado |
para muchas contradanzas | |
esta noche?... | |
JOAQUÍN. | No me hallo |
con ánimo de bailar... | |
CONDESA. | Ya, pero en llegando un caso |
de honor, ¿quien se niega a él? | |
Y más estando tan guapo | |
con el uniforme nuevo, | |
sirviendo y agasajando | |
a las damas... | |
JOAQUÍN. | ¡Si no fuera |
por mi tío!... | |
CONDESA. | Pues es claro: |
lo que haga usted en la fiesta | |
al tío se lo achacamos. | |
JOAQUÍN. | Mas ¿qué exige usted? |
CONDESA. | ¿Yo?... Nada; |
antes dejo a usted más franco | |
esta noche que ninguna; | |
retoce usted a su salvo, | |
mientras estoy yo en el duelo. | |
JOAQUÍN. | Le juro a usted... |
CONDESA. | Que es pecado |
jurar... | |
JOAQUÍN. | Pues le ofrezco a usted... |
CONDESA. | Como caballero honrado... |
JOAQUÍN. | Que si bailo con ninguna, |
si algún obsequio les hago, | |
si ni siquiera las miro... | |
CONDESA. | Mucho ofrece usted. ¡Cuidado! |
JOAQUÍN. | El que está pronto a cumplir... |
CONDESA. | Se va al prometer despacio. |
JOAQUÍN. | Usted lo verá... |
CONDESA. | Yo no; |
si estaré entonces llorando. | |
JOAQUÍN. | Pues Luisita... |
CONDESA. | ¿Y a una novia |
le deja usted ese encargo? | |
JOAQUÍN. | Alguien habrá... |
CONDESA. | Puede ser; |
nunca falta en tales casos | |
un alma caritativa. | |
JOAQUÍN. | No lo temo. |
CONDESA. | ¿Qué apostamos |
a que hay luego algún desliz? | |
JOAQUÍN. | Lo que usted quiera... Y sí gano, |
¿qué hará usted por mí? | |
CONDESA. | ¡También |
es usted interesado! | |
JOAQUÍN. | Es que va en ello mi dicha; |
y no vivo ni descanso | |
hasta saber que algún día | |
seré dueño de esa mano... (Va a cogérsela.) | |
CONDESA. | ¿Ha perdido usted el juicio?... |
¡Hoy es el cabo de año | |
y me habla ya de casorio! | |
JOAQUÍN. | Pues déme usted algún plazo... |
¿Mañana?... | |
CONDESA. | Mejor es hoy. |
¿Para qué plazo tan largo? | |
JOAQUÍN. | Oigame usted... |
CONDESA. | No hay lugar, |
que me está el duelo esperando. | |
(Vase corriendo.) | |
JOAQUÍN. | ¿Ha visto usted qué mujer?... |
No es posible que tengamos | |
ni un solo día de paz. | |
LUISA. | Es su genio; mas en cambio, |
i es tan graciosa y tan linda! | |
JOAQUÍN. | Por eso la quiero tanto... |
MARQUESA. | (Desde adentro.) |
¡Luisa.!... | |
LUISA. | Ya voy... |
JOAQUÍN. | Esta es otra; |
no hemos de poder un rato | |
hablar sin que estos señores... | |
MARQUESA. | (Más recio.) |
¡Luisa! | |
JOAQUÍN. | ¡Aprieta!... |
LUISA. | Voy volando... |
JOAQUÍN. | Entre viejos y muchachas, |
con duelo y boda entre manos, | |
si de ésta escapo con juicio, | |
no será poco milagro. |