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311

Romance (Revista Popular Hispanoamericana), México, 1 de febrero de 1940 (Cito por la reimpresión anastática «Biblioteca del 36», Detlev Auvermann/Turner, Madrid, 1974). La aventura de Romance fue corta, pues desapareció en mayo de 1941. Escorial tiró su primer número en noviembre de 1940 y, aunque sobrevivió hasta el cuaderno 65 (enero-febrero de 1950), a todos los efectos, la revista planeada por Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo y Luis Rosales, entre otros, mantuvo su espíritu fundacional hasta el otoño de 1942 (Cf., Torrente Ballester, Gonzalo, «Escorial en el recuerdo», AA. VV., Dionisio Ridruejo de la Falange a la oposición, Madrid, Taurus, 1967, pág. 63).

 

312

Cf., Escorial, núm. 6, abril de 1941, págs. 159-160.

 

313

Cf., Mainer, José-Carlos, «La revista Escorial en la vida literaria de su tiempo (1941-1950)», Literatura y pequeña burguesía en España (Notas 1850-1950), Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1972, págs. 241-262.

 

314

Ridruejo, Dionisio, «El poeta rescatado», Escorial, núm. 1, noviembre de 1940, págs. 93-100. Bien conocido es ese prólogo a la poesía de Antonio Machado; no obstante, la recuperación y manipulación del escritor sevillano deben ir siempre acompañadas de la retractatio del propio Ridruejo: «[...] Curiosa experiencia. Vista desde cerca y en plena actualidad, Escorial pareció a muchos españoles que venían de la 'otra orilla', o simplemente del campo liberal, una mano tendida, un alivio, una manifestación sincera de antifanatismo y una tentativa seria de distensión. Así, pues, la lectura del primer editorial de la revista y de mi prólogo a las obras de Machado, escrito bajo la vigilancia del propio hermano del poeta, me proporcionó en aquellos días la amistad de no pocas personas de las que en la España vencedora se encontraban perdidas. La misma lectura, en cambio, me valió la repulsa más viva de hombres que estaban lejos de España o de los que leyeron aquello muchos años después. Y la mía misma cuando volviera a leerlo pasados quince o veinte años. Y es que, visto desde fuera y desde lejos, todo aquello tenía que parecer una farsa, un falso testimonio, un ardid de gentes aprovechadas que querían sumar, y con la suma, legitimar la causa a la que servían y cuyo reverso era el terror. Unos y otros, en definitiva, tenían razón». Ridruejo, Dionisio, Casi unas memorias, Madrid, Planeta, 1976, pág. 224.

 

315

Cf., Fuentes Vázquez, Manuel, «El espejo de obsidiana: En torno a dos colaboraciones de Azorín en la revista Escorial», Anales Azorinianos-4, Fundación Cultural CAM, 1994, págs. 529-547.

 

316

Para este aspecto, Sánchez-Barbudo, Antonio, «Introducción» a la edición citada de Romance.

 

317

Es el caso de Julián Marías, colaborador de Hora de España («Marco Aurelio o la exageración», XII, diciembre de 1937, págs. 37-47 y «La pérdida de Dios», XXII, octubre de 1938, págs. 40-59) o la única entrega de Dámaso Alonso («La injusticia social en la literatura española. Apuntes», II, febrero de 1937, págs. 91-107. La paginación corresponde a la reimpresión de Topos Verlag/Laia, Barcelona, 1977). Recuerda Laín (Cf., Laín Entralgo, Pedro, Descargo de conciencia (1930-1960), Madrid, Alianza Editorial, 1989, pág. 289), la escandalosa reprobación de la tesis doctoral de Julián Marías en 1941. En ese mismo año, el discípulo de Ortega y Zubiri publicaba en Escorial (núm. 11, septiembre de 1941, págs. 433 y sigs.) el ensayo «El problema de Dios en la filosofía de nuestro tiempo».

 

318

Afirma Sánchez-Barbudo: «Queríamos que fuera una revista popular, pero de buena calidad literaria. Una revista de gran difusión, informativa, didáctica, variada y con las mejores firmas. Queríamos que el intelectual se acercase al pueblo y viceversa. Hacer una revista de masas, que a la vez fuese culta». Romance, «Introducción», s/p., ed. cit.

 

319

Una comparación entre los «Propósitos» del primer número de Revista de Occidente (núm. 1, Año I, julio de 1923, págs. 1-3) y el «Manifiesto editorial» de Escorial (núm. 1, noviembre de 1940, pág. 9) arroja significativas coincidencias. Revista de Occidente, al grito de «¡Claridad!», apostaba por el orden, la jerarquía en la información, lo selecto y lo eficaz y la reticencia ante la política; Escorial llamaba «a todos los intelectuales y escritores en función de tales y para que ejerzan lo mejor que puedan su oficio, no para que tomen el mando del país», diseñaba un ambicioso proyecto de europeización, mientras planeaba una concepción de la cultura eficazmente selectiva.

 

320

Sánchez-Barbudo, «Introducción» a Romance, ed. cit., s/p.