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351

Escorial, núm. 8, junio de 1941, págs. 425-436.

 

352

Mainer, José-Carlos, Falange y Literatura, Madrid, Labor, 1971, pág. 223.

 

353

Sirva, como ejemplo, el fragmento siguiente: «Y si España nos hizo descubriéndose a sí misma en su guerra o Cruzada y hallando a Guzmán el Bueno en Moscardó, y al Cid en Franco, y la gesta en Oviedo, y el romance en Santa María de la Cabeza, prosiga este descubrimiento que no tiene fin, y otra vez los teólogos, y los pensadores y los poetas y las glorias de El Escorial y las luces de Trento, renueven su epifanía posando su fuego en los hechos actuales para que de allí nosotros derivemos nuestros actos y otra vez florezcan en nuestras venas las hazañas de los navegantes, y de los conquistadores, y de los misioneros y sus obras y fundaciones»: Carta de relación..., Escorial, pág. 435.

 

354

Cuadra, Pablo Antonio, «Dos perspectivas», El Correo (Granada, Nicaragua), 28 de junio de 1931 (Cito por Verani, Hugo J., Las vanguardias literarias en Hispanoamérica (Manifiestos, proclamas y otros escritos), Roma, Bulzoni, 1986, págs. 165-166. Ahí, el escritor nicaragüense escribe: «Una: Nacionalizar. [...] Por la parte primera todo es muy claro. Estamos intervenidos por una raza distinta. Queremos intelectualmente conservar la nuestra. No dejar que se evapore nuestro espíritu latino: indoespañol. Conservar nuestra tradición, nuestras costumbres arraigadas. Nuestra lengua. Conservar nuestra nacionalidad; crearla todos los días» (pág. 165).

 

355

Cuadra, Pablo Antonio, «Rubén Darío y la aventura literaria del mestizaje», Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 398, 1983, pág. 307.

 

356

Cuadra, Pablo Antonio, «El hijo del hombre», Espadaña, núm. 39, 1949, págs. 75-77. El poema pertenece a Poemas con un crepúsculo a cuestas (1949-1956), reproducido también en Cuadra, Pablo Antonio, Poesía. Selección (1929-1962), Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1964, págs. 70-75. El núm. 49 de Espadaña celebraba a César Vallejo y fraguó el intento de unir dos poéticas, si no contradictorias, sí complementarias y aisladas: la representada por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora y la sostenida por Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y Luis Rosales. Entre ambas islas, José María Valverde intentó trazar los puentes de unión, que fracasaron (Vid., para este aspecto, García de la Concha, Víctor, La poesía española de 1935 a 1975, I, (De la preguerra a los años oscuros (1935-1944), Madrid, Cátedra, 1987, (págs. 471-478).

 

357

Fuera del propósito de esta noticia sistematizar alguno de los aspectos de la poesía de uno de los escritores más representativos de la literatura hispanoamericana contemporánea. La bibliografía sobre Pablo Antonio Cuadra crece sin pausa. Puede recordarse ahora: Pablo Antonio Cuadra, La estrella vespertina, Ricardo Llopesa (ed.), Valencia, Edicions Alfons el Magnànim, 1996 y, para una visión de la poesía última nicaragüense: Rovira, José Carlos, «Nicaragua: la destrucción de La sagrada selva», VV. AA., La poesía nueva en el mundo hispánico. Los últimos años, Madrid, Visor, 1994, págs. 218-237.

 

358

Panero, Leopoldo, Antología de la poesía hispanoamericana, T. II, Madrid, Editora Nacional, 1945, págs. 492-493.

 

359

Cf., Rodríguez-Puértolas, Julio, Literatura fascista española 1/Historia, Madrid, Akal, 1986, pág. 458.

 

360

Bien conocido es cómo los intentos de reconciliar la España franquista y la América hispana naufragaron en el invierno de 1949. Cuatro poetas españoles Leopoldo Panero, Luis Rosales, Agustín de Foxá y Antonio de Zubiaurre visitaron América. La consecuencia de aquel viaje fue el Canto personal de Leopoldo Panero y el prólogo a esa obra de Dionisio Ridruejo al que se asociaron los nombres de Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales. Los lazos quedaron en ese momento definitivamente cortados (Cf., Panero, Leopoldo, Canto personal (Carta perdida a Pablo Neruda), Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, «La encina y el mar», 1953, págs. 9-15 y 19-22).