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En un ensayo sobre literatura y ciudad Tomás Harris escribe: «Es dentro de este contexto de indeterminación como las ciudades hispanoamericanas entran, homologadas, a un ámbito de despliegue literario y artístico, donde la urbe y la industria comienzan a funcionar estructuralmente en la sincrética realidad hispanoamericana como presencia y fantasmas a la vez; los manchones de concreto, de neón, la polución, el objeto sintético, la fibra sintética que oculta e insinúa perversamente a los cuerpos, la comunicación de masas, el imperio de la imagen y la publicidad llegan como desechos, a nuestro mundo, llega 'el otro mundo', el Mundo». En: «Notas acerca de literatura y ciudad», Extremos, 2, Concepción, 1986, pág. 126.

 

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Una interesante lectura de este poema es la que realiza Jaime Giordano en «Tomás Harris: macrorrelato con carrozas», Revista Iberoamericana, 168-169, julio-diciembre de 1994.

 

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Una actitud similar, ante el lenguaje y la realidad, es la que encontramos en A partir de Manhattan de Lihn: «Creo ver lo que vi: es una creencia / y de improviso, es cierto, lo estoy viendo / pero en otro lugar. Y ¿por qué en otro? / más bien todo es un sitio sin lugares / ni estables perspectivas ni, en fin, nada. La ciudad es hermosa ciertamente / pero debo inventarla al recordarla» («Voy por las calles de un Madrid secreto»). Demasiadas dudas como puede verse habitan estos mundos.

 

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Primera edición, Casa de las Américas, 1979. Cito por la de Plaza & Janés, 1984. Toma el nombre de La mer de Lentille, de Guillaume Le Testu, marino y cartógrafo francés (1509-1572) autor también del atlas llamado Cosmografía universal según los navegantes antiguos y modernos. Es de suponer que el gran número de islas que salpican el mar Caribe dio lugar a la imagen que proyecta el sobrenombre de «mar de las lentejas».

 

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V. la Introducción de La isla que se repite. El Caribe y la perspectiva posmoderna, Hanover, Eds. Del Norte, 1989.

 

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Con la excepción de los últimos, los asiáticos, ya que lo limita al carpenteriano diálogo entre Europa y América, sin duda el más determinante.

 

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De una entrevista a Carmen Dolores Trelles publicada en El Nuevo Día de San Juan de Puerto Rico. citado por Juan Manuel García Ramos en Por un imaginario atlántico, Ed. Montesinos, 1996. págs. 71-72.

 

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No debió se fácil la tarea ya que por someterse al azar, el autor se encontró «obligado» a escribir sobre asuntos que «revelaran» la unidad de sentido que quiso imponer a la novela. Para establecer los nexos entre las secuencias buscó motivos y personajes que, real o verosímilmente, fueran enlazando sutilmente los episodios. Por ejemplo, en cuanto a los personajes, es sabido que el pirata y almirante John Hawkins (1532-1595) fue el primer inglés que inició, en 1562, la trata de esclavos entre África y las Indias occidentales y como tal aparece en la secuencia de Pedro del Ponte, el judío de origen genovés afincado en Canarias. Pero también comandó, según dice, una de las naves inglesas que venció, en 1588, a la Armada Invencible, en la que según la novela combatieron asimismo (siendo víctimas de su rivalidad, ya ostensible en tierras americanas) los primos Pedro de Valdés y Diego Flores de Valdés, personajes de la secuencia que tiene lugar en La Florida contra los hugonotes franceses. Este sutil entramado de personajes convierten a la novela en una especie de conjunto de iceberg o islas flotantes, en el que los puntos espaciales «visibles» esconden bajo la superficie un gran entramado de conexiones que van dotando al texto de sentido.

 

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El aislamiento del poder tiene su mejor imagen en el círculo que en torno a él hacía trazar el coronel Aureliano Buendía para que nadie se le acercara a menos de unos metros de distancia.

 

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Aunque no sea cierto que Felipe II fuera un monarca que ejerció un poder de las características que se le atribuyen en el texto, es una premisa necesaria en el planteamiento de la tesis que plantea la novela. Como ya he dicho en este tipo de novela no interesa la verdad histórica, sino que se juega desenfadadamente con los hechos para adecuarlos a los intereses globales que plantee cada texto. De ahí que sea inútil plantear un análisis que fuera detectando los errores históricos.