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Para un análisis más profundo de esta obra, puede consultarse el estudio de Castro Claude, Historia y ficción, «Caballero» de Guido Rodríguez Alcalá, Asunción, Don Bosco, 1997.

 

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Juan Bautista Rivarola Matto (Asunción, 1933-1991) colaboró en varios diarios, fundó la editorial NAPA (con Álvaro Ayala), y fue autor de dos piezas teatrales (El niño santo y Vidas y muerte de Chirito Aldama), de la novela corta San Lamuerte, y de novelas de tema histórico Ybypora (1969), Diagonal de sangre (1986) y La isla sin mar (1987). Su última aportación al género novelesco fue El santo de guatambú (1988).

 

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Guido Rodríguez Alcalá (Asunción, 1946) ha dirigido la colección histórica de RP Ediciones, y colaborado en diversos diarios locales y extranjeros, y en la televisión de su país. Actualmente trabaja para el diario ABC. Su actividad literaria, como la de gran parte de los autores paraguayos, comenzó en el ámbito poético con Apacible fuego (1966), Ciudad sonámbula (1967), Viento oscuro (1969), Labor cotidiana (1979) y Leviatán et cétera (1979). En prosa, es autor de tres novelas (Caballero, 1986; Caballero Rey, 1988; y El rector, 1991) y de tres volúmenes de cuentos (Cuentos decentes, 1987; Curuzú Cadete: Cuentos de ayer y de hoy, 1990; y Cuentos, 1993). De entre sus estudios y ensayos, conviene citar Literatura del Paraguay 1970-1980 (1980), Ideología autoritaria (1987), Testimonio de la represión política en Paraguay 1975-1989 (1990), En torno al Ariel de Rodó (1990), Residentas, destinadas y traidoras (1991), Narrativa paraguaya (1980-1990) (1992) y Borges y otros ensayos (1995).

 

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Luis Hernáez (Asunción, 1947) ganó el premio Municipal con El destino, el barro y la corneja (1989). Además, es autor de varias obras teatrales, algunos cuentos, y la novela Donde el ladrón no llega (1996), que trata el tema de los jesuitas en la etapa de la Colonia.

 

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Maybell Lebrón (Córdoba, Argentina, 1923) llegó a Asunción en 1930. Es una de las integrantes del Taller Cuento Breve dirigido por Hugo Rodríguez Alcalá. Además de publicar relatos en las obras que reúnen las creaciones del taller, es autora del volumen de relatos Memoria sin tiempo (1992) y el poemario Puente a la luz (1994).

 

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Renée Ferrer (Asunción, 1944) ha publicado los volúmenes poéticos Hay surcos que no se llenan (1965), Voces sin réplica (1967), Desde el cañadón de la memoria (1984), Peregrino de la eternidad (1985), Sobreviviente (1985), Nocturnos (1987), Viaje a destiempo (1989), De lugares, momentos e implicancias varias (1990) y El acantilado y el mar (1992). En prosa, es autora de la novela Los nudos del silencio (1988), y de las colecciones de relatos La Seca y otros cuentos (1986), Por el ojo de la cerradura (1993), y Desde el encendido corazón del monte (1994).

 

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Helio Vera (Villarrica, 1946) es autor del magnífico volumen Angola y otros cuentos (1984). Además, destacan sus ensayos humorísticos En busca del hueso perdido. Tratado de paraguayología (1990), y Antiplomo. Manual de lucha contra pesados (1997), y su Diccionario Contrera (1994).

 

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Durante casi cuarenta años, Hugo Rodríguez Alcalá (Asunción, 1917) ejerció la docencia universitaria en Estados Unidos, de donde regresó a su país en 1982. En Asunción, dirige el Taller Literario Cuento Breve desde 1983. Tiene publicadas obras narrativas como Relatos del Norte y del Sur (1983) y El ojo del bosque: historias de gente varia / historias de soldados (1985); y poemarios como El canto del aljibe (1973), El portón invisible (1983) y Terror bajo la luna (1983). Es autor de obras críticas y ensayísticas, como El arte de Juan Rulfo (1965), Sugestión e Ilusión (1967), Historia de la literatura paraguaya (1970), Narrativa hispanoamericana (1973) y Ricardo Güiraldes: apología y detracción (1986).

 

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Por ejemplo, Moncho Azuaga (Asunción, 1953), autor de los volúmenes poéticos Bajo los vientos del sur (1986) y Ciudad sitiada (1989); de la colección de relatos Arto cultural (1989); y de las obras teatrales Y no sólo es cuestión de mariposas (1976), En moscas cerradas (1976) y Cuando los animales asaltaron la ciudad (1994), publicó en 1991 Celda 12. Escrita, a excepción del último capítulo, antes de la caída de la dictadura, Celda 12 narra la historia real de un profesor encerrado en la «Celda 12», en un intento de animar al lector a superar el miedo. Como en la obra teatral de Benedetti Pedro y el capitán (1979), los protagonistas de Celda 12 son el verdugo y su prisionero. Como Caballero, la novela desmitifica al máximo mandatario, pone de manifiesto el poder de la escritura polifónica para reconstruir la verdad falseada, usa la ironía, e incluye discursos reales y fragmentos de publicaciones. Como Yo, el Supremo, la obra de Azuaga reflexiona sobre el poder absoluto, y sobre el poder de manipulación del dictador y del escritor. A diferencia de todos ellos, Celda 12 está cargada de experimentalismo que puede observarse en la numeración de diálogos, en las transgresiones de la ortografía, en la fragmentación del discurso...

Jorge Canese (Asunción, 1947), autor de los poemarios Más poesía (1977), Esperando el viento (1981), Paloma blanca, paloma negra (1982), Aháta aju (1984), De gua'u (1986), Kantos del acantilado (1987) y Alegrías del purgatorio (1989) y de las colecciones de cuentos ¿Así-no-vale? (1987), Stroessner roto (1989) y En el país de las mujeres (1995); publicó en 1992 Papeles de Lucy-fer. Esta obra contracultural de difícil definición tiene la finalidad, según el autor, de buscar una vía de expresión para cuestionar la cultura oficial.

Además, Michael Brunotte es autor de la novela Una herencia peligrosa (1994), una narración de base histórica documentada con materiales de archivos, que desemboca en un conflicto argumental policíaco.

 

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Para comprender el valor de esta segunda afirmación, nos permitimos recordar que, todavía 28 de noviembre de 1986, ante la publicación de la desmitificadora novela Caballero, el diario gubernamental Patria publicaba esta reflexión: «hay algunos [...] que escriben en forma irreverente sobre las grandes figuras de nuestra historia. El pretexto es reducir tales figuras a su nivel puramente humano [...] ¿Qué buscan con esta operación que consiste antes que nada en roer los mármoles sobre los cuales se asientan los arquetipos de nuestra patria y de la historia del Paraguay, especialmente el mariscal y el General Caballero? [...] desmitificar tales figuras para quitarles definitivamente cimiento al partido [Colorado] que fundara el General Bernardino Caballero [...]. Lo que nos parece descomedidamente antiparaguayo es tratar de derribar a nuestros héroes y mártires y prohombres del pedestal que ya la tradición y la historia le habían dado [...] la patria es la historia de la patria. Si por desmitificarla terminamos con los cimientos gloriosos de la misma el ser nacional paraguayo quedará reducido a valores utilitarios que los fabricantes de esta nueva modalidad antihistórica y antinacional usan a su gusto y paladar».