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Henrique Urbano tiene una posición muy dura respecto de algunos intelectuales peruanos que no fundamentan desde lo teórico sus posturas respecto del mito y de la utopía. Urbano discrepa también en otros aspectos pero aquí me refiero sólo a estos conceptos. «Esta expresión [utopía andina] designa hechos pasados a través de los cuales se desentierran mentalidades, movimientos sociales y hasta cosas tan esotéricas como «inconscientes colectivos andinos» [...]. Lo que salta a la vista es la falta de rigor en las definiciones mismas de «utopía andina» (XXIX). «En cuanto a la utopía andina, quedó claro que hay que buscar razones a su existencia distintas de las que los estudios muy tradicionales y conservadores y antimodernos de Flores Galindo, de Burga, de la gran mayoría de la antropología y etnohistoria norteamericana y doméstica sugieren. ¿Cuáles serían entonces las posibilidades de lectura de un discurso utópico en los límites de un lenguaje filosófico crítico, moderno, en los Andes? [...]. La noción de utopía dentro de un lenguaje crítico debe ser definida con los rigores que el pensamiento ilustrado impuso a la ideología» (Urbano, 1992, XXXIV).

Sin embargo, Manuel Burga tiene en cuenta lo mítico y lo milenarista y considera que es necesario un estudio de la «historia de las mentalidades» y no «de las ideologías que son cuerpos organizados de ideas y de explicaciones, sino de una serie de ideas heterogéneas, actitudes sociales, emociones colectivas, libros, obras de arte e incluso mitos donde el imaginario se volvía realidad». Advierte sobre las dificultades que deberán sobrellevar quienes adhieran a este tipo de estudio y propone no desechar ninguna aproximación, ni la etnohistoria, ni la historia social, como tampoco, la económica. Agrega posteriormente: «La noción de utopía andina, ese proyecto indígena dirigido a reconstruir sociedades autóctonas desde sus propias tradiciones, que vive fundamentalmente en el imaginario popular andino, permite una lectura diferente de la historia peruana. Una lectura donde se pueden utilizar los mejores y más seguros resultados de la moderna etnohistoria andina con aquellos provenientes de las investigaciones de historiadores peruanos empeñados en descubrir las peripecias de nuestra historia como procesos de conformación de una nación» (Burga, 579-598).

 

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Arguedas, 1987: 11-27. Alberto Escobar aclara: «El documento conocido como «Razón de ser del Indigenismo» no tiene divisiones y se difunde así desde la publicación por Carlos Milla. La copia del original en posesión de la viuda de Arguedas tiene una parte que no apareció en la versión de Milla. Esta porción está integrada por los apartados III y IV que ahora damos a publicidad» (Escobar, 1984, 57).

 

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Arguedas, 1971: 270. Este fragmento es el epígrafe a Entre las calandrias de Gustavo Gutiérrez.

 

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En este texto, Gutiérrez hace un seguimiento textual del pensamiento de Arguedas respecto de la religión católica y lo que ambos llamaron «la religión nueva», que compartiría en gran parte los postulados de «la teología de la liberación». (Gutiérrez, 7).

 

575

«Pachakuti: Los horizontes históricos del colonialismo interno». (Xavier Albo et al., 37).

 

576

Prólogo a Entre las calandrias (Gutiérrez, XV).

 

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Cuando hablo de «dimensión utópica» lo hago en el sentido en que lo utiliza H. Urbano, para ello ver nota 1. Respecto del milenarismo: «La idea del Milenio ha acompañado los sueños, los anhelos y las fantasías de hombres y mujeres en momentos de crisis, persecuciones y conmociones sociales profundas a lo largo de la historia de la humanidad. Con el correr de los siglos y la secularización de las sociedades europeas su papel fue siendo progresivamente cubierto por la utopía, esa imagen de la sociedad ideal construida por los hombres sobre bases eminentemente seculares. Tal ha sido el derrotero de las sociedades modernas cumplido su ciclo, debiendo proclamarse el fin de la idea del final de los tiempos.

Sin embargo, ante las nuevas crisis los hombres vuelven los ojos sobre las viejas ideas. La crisis contemporánea del Perú dio lugar a la emergencia de diversas respuestas. Y entre ellas tanto los muy racionales (o racionalizados) proyectos políticos de reforma o revolución, cuanto las propuestas mesiánicas y milenaristas más encendidas. Aparte de la rica cosecha de almas realizadas por las iglesias evangélicas de vena apocalíptica, cuyo avance angustia a la jerarquía católica, o de la violencia política de Sendero Luminoso, cuya prédica política tiene un claro tono milenarista, aparecieron otros cultos de los cuales el más sugerente es sin duda el de la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto Universal» (Manrique, 1993, 310).

 

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Moreau, Pierre-François, 37.

 

579

Guimarães Rosa, João, «A terceira margen do rio», Primeíras estórias, 1962. Citamos por la traducción de Héctor Olea, aparecida en Quimera, núm. 11, septiembre de 1981, págs. 40-41. El número entre paréntesis remite a la página de esta versión.

 

580

Guimarães Rosa, João, Grande Sertão: Veredas, Rio de Janeiro, Livraria José Olympio, 1958, pág. 210.