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971

Los límites de este trabajo nos impiden examinar el interesante antecedente que, sobre la presencia de esta isla en la literatura, representa la novela La reina de Rapa Nui (1914) del compatriota de Neruda Pedro Prado.

 

972

Sicard, A., El pensamiento poético de Pablo Neruda, Madrid, Gredos, 1981, pág. 247.

 

973

Alonso, A., Poesía y estilo de Pablo Neruda, Buenos Aires, Sudamericana. Cito por la 4.ª ed., 1968, pág. 249.

 

974

En este poema, que complementa los dos anteriores, «Testamento I» y «Testamento II», Neruda solicita ser enterrado en Isla Negra, y se complace en la idea de su fusión con la tierra, con el apoyo de la lluvia: «Quiero ser arrastrado / hacia abajo en las lluvias que el salvaje / viento del mar combate y desmenuza, / y luego por los cauces subterráneos, / seguir hasta la primavera profunda que renace».

 

975

Villegas, J., Escrituras míticas y arquetipos en el Canto General de Neruda, Barcelona, Planeta, 1976, pág. 71.

 

976

Rodríguez, O., «La poesía póstuma de Pablo Neruda: viaje indagatorio al no-ser», en Ensayos sobre poesía chilena, Roma, Bulzoni, 1994, pág. 18.

 

977

Cabe recordar aquí que, según advierte Alain Sicard, una gran parte de la obra de Neruda «fue escrita en los barcos, que el poeta prefería al avión para viajar» (El pensamiento poético de Pablo Neruda, Madrid, Gredos, 1991, pág. 473). El trasatlántico moderno conservaba, probablemente, para el poeta elementos aún asociables al navío legendario, frente a la frialdad y la excesiva rapidez de la aeronave, aniquiladoras de la fruición del acercamiento demorado, sensaciones que habían de resultar más desazonantes cuando el destino del viaje era una isla tan sugestiva como Rapa-Nui.

 

978

Especificando más esta situación, Durán y Safir observan, con razón, marcadas concomitancias entre la descripción del prototipo humano-visitante, con sus agobiantes trajes y equipajes, y el contenido de «Ritual de mis piernas» de la primera Residencia (Durán, Manuel and Margery Safir, Earth tones. The poetry of Pablo Neruda, Bloomington, Indiana University Press, 1981, pág. 151), donde, -recordamos- el poeta abomina de los artificiosos «productos manufacturados» que separan el cuerpo humano de la tierra, es decir, que escinden la vida. Interesa también, aunque es algo obvio, la relación que los mencionados críticos advierten en la valoración de la naturaleza en La rosa separada y otros libros nerudianos.

 

979

Bellini, G., «La poesía póstuma de Pablo Neruda: entre la angustia y la esperanza», AA.VV., Coloquio Internacional sobre Pablo Neruda (La obra posterior al Canto General), Centre de Recherches Latino-Américaines de l'Université de Poitiers, 1979, pág. 29. En el mismo sentido se pronuncia Charles Marcilly, al aflorar esta experiencia: «No recibió la gran contestación a la gran pregunta del destino humano, pero sí recibió una luz, y esto es el papel purificador de la Isla para Neruda» («La meditación nerudiana sobre la Isla de Pascua desde el Canto General hasta La rosa separada», ibidem, pág. 160).

 

980

Rodríguez, O. La poesía póstuma de Pablo Neruda, Gaithersburg, Hispamérica, 1995, pág. 15.