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La cuestión de la ortografía


La cuestión de la ortografía en estos momentos se impone más o menos en todas partes. En Lieja dio lugar a uno de los números del programa de un Congreso que tuvo por objeto la extensión de la Lengua Francesa.

En la época -variable según el país- en que las lenguas modernas comenzaron a adquirir conciencia de sí mismas y derecho a la escritura, los primeros escribas se esforzaron en emplear una ortografía fonética, en designar cada sonido por medio de una letra y en no emplear una letra sino para un sonido. A medida que los idiomas evolucionaban, la ortografía, igualmente, se modificaba, hasta el día en que llegaron los gramáticos, ignorantes en su mayoría de las verdaderas leyes filológicas.

Se pretendió entonces dar reglas inmutables y fijar el idioma, so pretexto de que algunos grandes escritores habían escrito obras notables en una lengua «definitiva». Como las leyes del lenguaje no obedecen a la férula de los pedagogos, la evolución continuó, en tanto que la ortografía permanecía inmutable: de donde proviene ahora una diferencia enorme entre el lenguaje y la escritura que lo transcribe. Y no solamente la ortografía de cada lengua es eminentemente arcaica, sino que está asimismo esmaltada de fantasías burlescas, salidas por completo del cerebro de los gramáticos.

Esta es la historia de todas las ortografías. Al griego moderno le ha ido, sin embargo, peor aún: en él la lengua misma ha sido torturada y desnaturalizada por la escritura. El señor Psichari y el señor Pallis han mostrado la importancia capital que tiene para Grecia una reforma lingüística, de la cual la ortografía no constituye más que uno de los aspectos.

Francia e Inglaterra son las naciones más mal libradas con respecto a la ortografía. El hecho es tanto más lamentable cuanto que el francés y el inglés son dos idiomas claros y sencillos dotados de una gran fuerza de difusión.

Desgraciadamente, su ortografía impide singularmente su expansión. ¿Quién no se sorprendería si pensase que la ortografía francesa corresponde poco más o menos en su conjunto a la pronunciación de la lengua en el siglo XIV? De entonces acá no se han introducido más que dos reformas importantes: el cambio de oi en ai en monnaie, etc., y la supresión de la s de beste, etc. En cambio, los «grandes retóricos» han añadido a la lengua letras parásitas que existen todavía, cambiando lais en legs, doit en doigt, pois en poids, etc.

Como el francés, el inglés ha tenido la doble mal aventura de evolucionar muy rápidamente y de ver su ortografía fijada casi por completo hace cinco o seis siglos, cuando Chaucer fue proclamado «clásico».

La distancia enorme que existe ahora entre la pronunciación y la gráfica no parece asustar mucho a la mayoría de los ingleses, que son muy conservadores y tradicionalistas. En Francia parece más probable que en Inglaterra una reforma.

El español y el alemán no vieron su ortografía fijada sino hasta el siglo XVI, la época de Cervantes y de Lutero.

La evolución de estas lenguas es más lenta, circunstancia que les asegura ahora una ortografía relativamente satisfactoria.

Deseamos a la Academia de Madrid, que pretende ser el custodio de la Lengua, que se muestre menos rebelde a las reformas que la Academia Francesa. En cuanto a la ortografía alemana, ha sido mejorada muchas veces. Hace como quince años, especialmente, se suprimió toda una serie de haches parásitas y de letras dobles.

Los italianos, que pueden leer sin aprendizaje a escritores de fines del siglo XIII, como Dante conocen poco los inconvenientes de una mala ortografía. La lengua tan vecina aún del latín no ha evolucionado sino con mucha lentitud a través de los siglos.

Los estudiantes franceses e ingleses encuéntranse, pues, en un estado de inferioridad con respecto a sus vecinos. En tanto que aquéllos pasan años y años en asimilarse una ortografía burlesca, éstos les tornan la delantera cultivando conocimientos que desarrollan la inteligencia: ciencias, historia, geografía, lenguas vivas.

¿Cuándo se desembarazarán Francia e Inglaterra de la superstición de la ortografía, que tanto pesa sobre la escuela?