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Hablamos de una recuperación en el sentido amplio, pero tras una aguda observación de Claudia Parodi, podríamos afirmar que Sor Juana realmente reinterpreta la cultura indígena en este proceso de recuperación que, hasta cierto punto, se convierte en una reivindicación.

 

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Este objetivo sí habría sido buscado por el llamado teatro evangelizador de los inicios de la sociedad colonial, el cual estaba dirigido al pueblo indígena. Estas obras, generalmente, fueron escritas en las lenguas indígenas. Se trataba principalmente de ilustraciones básicas de pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento a modo de cuadros vivos.

 

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Cabe destacar que la loa de El divino Narciso no es la única ocasión en que Sor Juana trata temas americanos. Basten como ejemplos directamente relacionados las dos loas de sus otros dos autos sacramentales, El cetro de José y El Mártir del sacramento. En efecto, Robert Ricard había señalado, ya en 1935, que el conjunto de las tres loas era un claro ejemplo de literatura mexicana (236).

 

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Según Méndez Plancarte la primera representación de El divino Narciso y su loa correspondiente habría ocurrido en Madrid en las fiestas del Corpus Christi en el año de 1689 considerando las fechas del viaje de la condesa de Paredes en 1688 y de la primera publicación del texto de forma suelta en 1690 (LXXI). Sin embargo, Alexander A. Parker señala que en 1689 no se representó ningún auto y en 1690 el auto de Sor Juana tampoco aparece entre las obras representadas. Por cierto, esta situación no cambia el hecho que Sor Juana tuviera en mente al pueblo y la corte españolas como espectadores de las representación.

 

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Utilizamos las categorías de la intertextualidad, intratextualidad y extratextualidad siguiendo los postulados de Gérard Genette a lo largo de su obra, especialmente en Figures, Figures II, Figures III y Palimpsestes.

 

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En efecto, en su estudio de El divino Narciso, Edmond Cros señala que «[l]a lectura y el análisis de la loa es imprescindible para entender el exacto intento del poeta de un auto sacramental» (82).

 

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Basamos la presente discusión sobre el carácter particular del auto sacramental como forma dramática en el estudio de A. A. Parker titulado, The Allegorical Drama of Calderón, especialmente el segundo capítulo «The Autos as Drama». El párrafo siguiente es una apretada síntesis de las ideas presentadas en ese capítulo. Por otro lado, no es gratuita la mención de los autos sacramentales calderonianos, los cuales sirvieron de ejemplo directo para la monja jerónima. El estudio de las influencias de Calderón en El divino Narciso han sido establecidas por innumerables críticos de Sor Juana, destacando Robert Ricard (215) y el propio Alexander Parker, quienes señalan a El divino Orfeo como el principal modelo de Sor Juana en El divino Narciso. Parker incluso disminuye la importancia de la influencia de Eco y Narciso, comedia de Calderón que se basa en la misma fábula mitológica («The Calderonian Sources» 260-265)

 

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Utilizamos la edición de El divino Narciso incluida en el tercer tomo de las Obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz (3-97). Ya que centramos nuestro análisis en la loa, todas las citas siguientes del texto corresponden a la edición antes señalada y sólo se indicarán la escena con números romanos y los versos correspondientes con numeración arábiga. La presente cita proviene del auto como se ha señalado oportunamente.

 

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La misma problemática es abordada en la loa de El cetro de José de una manera todavía más abstracta ya que los personajes que intervienen son la Fe, la Ley de Gracia, la Ley Natural, la Naturaleza y la Idolatría. Esta última representa al mundo indígena y defiende tanto la continuación de los sacrificios humanos como la práctica de la poligamia aun después de producida la conquista. Llama la atención el nombre que recibe el personaje que representa el mundo indígena en esta loa, hecho que implicaría un juicio absoluto del carácter de las prácticas religiosas, sin embargo «pese a su nombre, no es en absoluto una furia que invade la escena para escandalizar al espectador» (Bénassy-Berling 311). En la loa de El Cetro de José la discusión se centra en la recuperación teológica de aspectos de la cultura indígena sin el ingrediente de la dramatización de la dimensión histórica que sí ocurre en la loa de El divino Narciso. El análisis de las otras loas será materia de una futura investigación.

 

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La discusión directa de los sacrificios humanos y más precisamente la antropofagia ritual sí son abiertamente discutidos en la loa de El cetro de José.

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