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La profesionalización de la periodista y escritora: Clorinda Matto de Turner obrera del pensamiento

Rocío Ferreira



«Mujer, é interesada en todo lo que atañe á mi sexo, he de consagrarle el contingente de mis esfuerzos, que seguramente, en el rol de la ilustración que la mujer ha alcanzado en los postrimeros días del siglo llamado admirable, será un grano de incienso depositado en el fuego sacro que impulsa el carro del progreso, y, aunque éste no producirá la columna de luz que se levanta en los Estados Unidos del Norte, pretendiendo abarcar la América, él dará, siquiera la blanquecina espiral que perfuma el santuario.

[...]

Hoy, puede afirmarse que es ya el arbol fuerte como los cedros bíblicos, bajo cuya fronda trabajan millares de mujeres productoras que, no solo dan hijos á la patria, sino, prosperidad y gloria!

Estas son LAS OBRERAS DEL PENSAMIENTO, de quienes voy a ocuparme en seguida.

[...]

Para ocuparnos de una vez del estado de la ilustración de la mujer americana, la buscaremos en aquella que, porta-estandarte de la legión empeñada en la gran evolución social, han desafiado, desde la ira alta, hasta el ridículo bajo, para ir siempre adelante con la enseña civilizadora.

Me refiero a las mujeres que escriben, verdaderas heroínas que, con el valor de Policarpa Salvatierra, aceptando la muerte antes que delatar los secretos de su patria y con la convicción de los mártires en la verdad de la obra, luchan, día a día, hora tras hora, para producir el libro, el folleto, el periódico, encarnados en el ideal del progreso femenino.

Y ¿con qué aliciente?

La gloria. Oh! la gloria, que casi siempre arroja sus laureles sobre el ataúd, donde han caído derribadas por el hambre del cuerpo ó los supremos dolores del alma!

No importa.

Con la planta herida por los abrojos del camino y la frente iluminada por los resplandores de la fe en los destinos humanos, ellas las obreras del pensamiento, continuarán laborando».



Clorinda Matto de Turner, «Las obreras del pensamiento en la América del Sur»,
Búcaro Americano, 1 feb. 1896, vol. I, n.º 1: 6-8.
               






En el primer número de su revista literaria argentina, Búcaro Americano. Periódico de las familias, Clorinda Matto de Turner publicaría su ensayo «Las obreras del pensamiento en la América del Sur» que presentara en el prestigioso «Ateneo de Buenos Aires» el 14 de diciembre de 1895. En la primera parte de su ensayo -cita que hemos usado como epígrafe del presente estudio-, Matto de Turner consolida su posición como mujer en el campo intelectual decimonónico panamericano y, recordando su experiencia personal y tal vez la de su compatriota Mercedes Cabello de Carbonera, establece las grandes dificultades por las que tiene que atravesar la escritora para cumplir con su misión civilizadora y lograr un lugar en la ciudad letrada. En las páginas que siguen me interesa revelar en la trayectoria personal e intelectual de Clorinda Matto de Turner los enfoques que se van desplegando en su vasta obra desde su inicio como escritora y periodista hasta el final de su carrera.

Clorinda Matto de Turner (1852-1909)1, infatigable obrera del pensamiento, empieza su larga carrera escrituraria a mediados de la década de los años setenta, escribiendo y publicando desde el Cuzco, bajo la influencia de la escritora argentina Juana Manuela Gorriti2, su «madre intelectual» y del «maestro» Ricardo Palma, sus tradiciones, leyendas, biografías y hojas sueltas en varias revistas literarias nacionales e internacionales, dirigiendo El Recreo del Cuzco (1876-1877) y organizando tertulias de literatura. Con la fundación y dirección de este quincenario Matto de Turner inicia su larga y prolífica carrera periodística, su profesionalización como escritora y como educadora de un público diverso, y todo con una inflexión feminista, sur andinista y americanista. Durante el período de existencia del quincenario El Recreo -del 8 de febrero de 1876 hasta el 15 de enero de 1877- Matto de Turner informa a sus lectores sobre acontecimientos locales, nacionales e internacionales en su columna titulada «Mosaico». Además de la contribución de sus principales colaboradores cuzqueños -Trinidad María Enríquez y su padre Ramón Mato-, contó con la de varios de los escritores que se reunían en el Salón Literario de Juana Manuela Gorriti, como por ejemplo, la misma Gorriti y sus queridos amigos Mercedes Cabello de Carbonera, Rafael Obligado, Ricardo Palma y Clemente Althaus; así como con las publicaciones de Carolina Freiré de Jaimes y, desde España, la admirada Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero. A través de la cultura literaria impresa que circuló con fluidez, Matto de Turner estrecha lazos de amistad con los intelectuales establecidos en Lima. En 1877 ya se había convertido en una renombrada escritora en el círculo de letrados, y viajaría a Lima por primera vez para asistir a la velada literaria que Juana Manuela Gorriti organizó en su honor. Tanto las palabras de gratitud de Matto de Turner hacia los participantes como los saludos y reconocimiento que recibió de sus hermanas de letras y colegas, y sobre todo, la delicadeza de su madre intelectual servirían para consolidar, en persona, los lazos de reciprocidad que entre ellos mantuvieran a través de la escritura literaria y epistolar. Ya desde esta época, pese a la distancia física entre las tres importantes ciudades peruanas, desde el Sur Andino -primero desde el Cuzco y después desde Arequipa-, Matto de Turner participaría con los contertulios «civilistas»3 en el proyecto de construir la nación peruana. Por un lado, al igual que Juana Manuela Gorriti, Clorinda Matto de Turner inicia su larga carrera escrituraria escribiendo leyendas andinas y biografías, organizando tertulias y dirigiendo una revista literaria, y por otro, como el maestro Ricardo Palma, compone tradiciones pero no sobre la condición criolla de la sociedad peruana, sino más bien privilegia las materias relacionadas con el mundo colonial y regional cuzqueño y de los Andes del Sur enfatizando la condición de la mujer.

La labor literaria de la joven escritora quedaría temporalmente afectada en 1879 con la irrupción del ejército chileno en la costa sureña peruana durante el principio de la Guerra del Pacífico. En estos difíciles momentos por los que atravesaba la nación peruana, Matto de Turner colaboró desde su casa de Tinta instalando en ella un hospital transitorio para curar a los soldados indígenas que fueran heridos defendiendo el sur. De hecho, fue precisamente en su casa que se hospedara, su futuro detractor, Nicolás de Piérola cuando huía de los chilenos. Además, se aprestaría a recaudar fondos para comprar el vestuario y equipo del batallón: «Libres del Cuzco».

A partir de la muerte del 3 de marzo de 1881 de José Turner, Clorinda Matto de Turner se vería obligada a encargarse de los negocios de su esposo y trabajaría arduamente para mantenerse y ayudar a sus dos hermanos en plena ocupación chilena en Lima. La joven escritora tuvo que responsabilizarse de sanear las transacciones comerciales que quedaran pendientes con la casa mercantil Stafford y Cía. de Arequipa. Además, tuvo que sacar adelante el proyecto en vías que dejara inconcluso su esposo de establecer un molino hidráulico harinero en la localidad de Mosoccllacta en sociedad con Fortunato Unda. La sociedad «Matto de Turner y Unda» no fue nada productiva para Matto de Turner y en 1882 tuvo que comprar la parte de su socio al doble del precio que se la había vendido. El molino «La Alianza» continuó funcionando bajo la razón social «Vda. de Turner y hermano» y a través de la molienda de granos, Matto de Turner llegó a comerciar con los vecinos pueblos de Puno y de Bolivia, por lo que en un momento concibió mudarse a Bolivia. Sin embargo, tanto el molino como sus propiedades en Tinta quedaron en manos de apoderados quienes resultaron ser indignos de confianza y abusaron de su difícil situación personal y económica. En este sentido, no está de más establecer que Matto de Turner a pesar de ser una «eficiente empresaria», como mencionan sus biógrafos, sufrió en carne propia los abusos de poder de un sistema judicial corrupto que obviamente no protegía ni a la mujer ni al indígena4. Después de haber saneado sus deudas, perdiendo casi todos sus bienes en manos de sus nefastos acreedores (Tomás Unda el «doctor» y Francisco Masciotti), Matto de Turner se marcharía del Cuzco para no volver más a vivir en su ciudad natal.

En su ensayo periodístico «Remembranzas» la escritora recuerda el momento de su partida. Esta experiencia establecería el comienzo de su vida como sujeto migrante:

«¡Allá quedaba todo!

El corazón hecho jirones, vertía aun su sangre, comenzando, solo huérfano ya, su amarga peregrinación.

¡Adiós!... balbuceamos entre un sollozo seco, de aquellos que destrozan el tórax. Y entendiendo los brazos, otra vez ¡adiós! dijimos y el corazón quería romper la lápida del pecho.

¿Dios justísimo quién rezarcirá estos dolores cruentos ante un tribunal incohechable, en la hora de la cuenta arbitral?

Era el templo augusto del amor y la resignación cristiana profanado por los mercaderes de vil leyenda, y el Redentor no podía llegar con el látigo de la justicia porque mi país se devastaba con la guerra y el suelo peruano ofrecía a sus hijos, sólo gloriosa sepultura. ¡Templo, rosales y verdura! Allá quedaba todo.

¿Quién ha de detener nunca su mente para contemplar a la pobre mujer solitaria, huérfana y errante que sin asilo, se lanza en un mundo semejante al océano embravecido?»[Énfasis mío].


(Tradiciones... 1997: 282)                


El 23 de agosto de 1883, Clorinda Matto de Turner dejaría Tinta para instalarse en Arequipa por un período de más de dos años. En septiembre de 1883, debido a sus relaciones civilistas y caceristas, además de su reconocida habilidad empresarial y periodística, Francisco Ibáñez, defensor del civilismo en Arequipa, escritor, tradicionista y director-propietario de La Bolsa, le ofrece que se haga cargo de la jefatura de redacción de dicho diario. Matto de Turner dirigió con éxito La Bolsa hasta el 31 de diciembre de 1885, unos meses antes de su partida a Lima del 4 de abril de 1886. Su estadía en la «ciudad blanca» no fue larga pero sí muy productiva para su carrera escrituraria. A partir de 1883, antes y después de la ocupación chilena en Arequipa, durante la Guerra del Pacífico, La Bolsa se esmeró en informar a sus lectoras sobre una amplia gama de temas relacionados con los intereses de la gran población femenina. Durante el período que Matto de Turner dirigió el diario se encargó de difundir la vida cultural y política del país, de poner en contacto a los intelectuales peruanos y americanos y se ocupó de publicar y de continuar las reflexiones y propuestas de las preceptoras sobre la educación. En la primera edición de La Bolsa bajo su dirección, Matto de Turner establece una nueva sección titulada «Los lunes» que, como ella anuncia, sirve para «revisar los sucesos importantes que ocurran en esta capital, en los demás departamentos de la República y en el extranjero, concretándose especialmente en la educación de la mujer. Además, registrará una sección de modas»[mi énfasis] (1 sept. 1883: vol. 23, n.º 2418). Durante los años que Matto de Turner trabajó para este diario, sus artículos periodísticos y páginas editoriales, además de la situación de la población indígena y de la educación de la mujer, abarcaron diversos temas tales como llamados patrióticos a la población mistiana, la agricultura, programas educativos, reseñas literarias, la inmigración y la industria nacional. Dentro del programa nacionalista que se da en respuesta a la Guerra del Pacífico, el 16 de octubre de 1884 se estrena el drama de Matto de Turner Himac-Sumac. Drama en tres actos y en prosa a beneficio de la primera actriz María B. de Pérez en el que la autora exalta el amor a la patria, el sufrimiento de los indígenas y de la mujer en manos de extranjeros. Como parte del homenaje a la actriz, la escritora arequipeña María Nieves y Bustamante y su hermana cantaron el «Dúo de Norma» de Bellini. La función fue exitosa y Matto de Turner fue agasajada por distintos grupos, pero, especialmente, por los cusqueños residentes en Arequipa quienes le enviaron una corona de plata y una tarjeta de oro. El 3 de noviembre se publica la favorable y detallada crítica literaria que escribió María Nieves y Bustamante del drama y de la presentación. Este drama se representó una vez más, seis semanas más tarde, en Arequipa y tres años más tarde en Lima. El 27 de noviembre, en conmemoración del quinto aniversario de la Batalla de Tarapacá, se volvió a escenificar en el coliseo de Arequipa bajo el auspicio del Club Patriótico. La última presentación se llevó a cabo en Lima en el Teatro Olimpo el 14 de abril de 1888. En 1884 Matto de Turner también publicó en la Imprenta de «La Bolsa» su manual de educación Elementos de literatura según el reglamento de instrucción pública para el bello sexo y la recopilación de sus Tradiciones cuzqueñas. Leyendas, biografías y hojas sueltas. La escritora le dedica sus tradiciones a amigos y familiares, y el texto se presentó elogiosamente con un prólogo de Ricardo Palma y una biografía de Julio F. Sandoval. Durante 1885, continuó escribiendo tradiciones y un segundo volumen se publicó en Lima en 1886. Este volumen apareció con un prólogo de José Antonio Lavalle, y Matto de Turner se lo dedicó a Juana Manuela Gorriti. En su primer libro Tradiciones cuzqueñas. Leyendas, biografías y hojas sueltas reunió cinco leyendas: «Cusiccoillor», «Frailes», «La peña del castigo», «Un festín de los Ttampas» y «Cchaska». En estas leyendas, Clorinda Matto de Turner comienza a inscribir y escribir a través del melodrama sentimental la historia del sufrimiento del indígena y de la mujer y, por medio del dolor que las historias «inspiran», intenta, por un lado, explicar las causas de la difícil situación actual, y por otro, reivindicar el lugar de los sujetos marginados en una nación que no los integraba. Los melodramas sentimentales que las leyendas y su drama presentan en las relaciones amorosas de virtuosas mujeres indígenas con hombres indignos «blancos» intentan demostrar que la mujer y el hombre indígena son superiores moralmente al hombre «blanco» y, de este modo, desmentir falsas creencias negativas que circulaban en el siglo XIX sobre la (in)moralidad de los indígenas5.

En 1886, una vez que Andrés Avelino Cáceres sube a la presidencia el 3 de junio, Clorinda Matto de Turner se traslada de Arequipa a Lima donde residiría por un período de nueve años. En estos años, la escritora defendió con convicción el Partido Constitucional que dirigía el nuevo líder. Durante la época que Matto de Turner vivió en la capital peruana -el período presidencial de Cáceres (1886-1890/1894-1895) y de Remigio Morales Bermúdez (1890-1894)- su carrera periodística y literaria llegaron a la cúspide. No sólo formuló plenamente en sus ensayos y libros su proyecto americanista de dar a conocer e incorporar el mundo andino a la nación, sino también, su lucha por defender a la mujer y crearle un espacio propicio para su desarrollo en diversos ámbitos. En este contexto, los dos importantes discursos que presentara en los órganos más importantes de la ciudad letrada, «El Círculo Literario» y «El Ateneo de Lima» versaron sobre sus dos ejes temáticos. En 1887, leyó en «El Círculo Literario» su «Estudio histórico» en el que defendería el uso de «nuestra lengua madre», el qquechua, «idioma que debiera ser el vínculo imperecedero de unión para la raza peruana» (El Perú Ilustrado, 1 sept. 1888, vol. II, n.º 69: 303); y el 6 de enero de 1889 presentó su «estudio filosófico-moral para las madres de familia», «Luz entre sombra», en el que promueve la función de la «madre republicana» como la parte más importante del proyecto de reconstrucción nacional. Matto de Turner termina su discurso haciendo responsable a la mujer de esta tarea:

«Mas la labor de disipar aquellas sombras que oscurecen nuestro sol y nuestro día, es de la mujer, de la madre peruana.

Si ella trabaja solícita y constante, asomará la aurora deseada; y la blanca paloma de la libertad con las alas teñidas por la sangre de los que murieron en San Juan, Miraflores, y Huamachuco, volverá á levantar el vuelo, y el pabellón bicolor ondeará galano sobre la Nación, grande y fuerte!».


(El Ateneo de Lima, 1889, vol. VII: 16)                


La defensa de Matto de Turner por incluir al sujeto femenino a la nación fue una fuente de inspiración para las jóvenes que recién se iniciaban como escritoras en el campo intelectual de la posguerra bajo su dirección. En noviembre de 1887, cuando Matto de Turner era el centro de la vida cultural peruana, estableció veladas literarias en su casa donde todos los intelectuales de la época se reunieron y ocupó el lugar que una década antes presidiera su querida madre intelectual y maestra Juana Manuela Gorriti. Clorinda Matto de Turner, como Gorriti, promovió la heterogénea cultura nacional y estableció un lugar propicio para que las escritoras mayores que empezaran con Gorriti, y las jóvenes que recién comenzaban su carrera literaria pudieran presentar sus trabajos e intercambiar ideas. En este sentido, como en las tertulias de 1876-1877, en las veladas mattianas se presentaron no sólo trabajos literarios, sino que también se promovió la música y pintura nacional. En las veladas se reunieron, como en años pasados, estadistas, escritores y escritoras tanto de provincias como de Lima para discutir sobre política, cultura, artes y literatura. Las escritoras nuevamente pudieron estrechar lazos de sororidad entre ellas y apoyarse pese a sus diferencias ideológicas, pues, colaboraron escritoras que diferían. Participaron en las veladas de Matto de Turner, tanto escritoras liberales como conservadoras: Mercedes Cabello de Carbonera, Teresa González de Fanning, Carolina Freire de Jaimes, Lastenia Larriva de Liona, Felisa Moscoso, las jóvenes Juana Rosa de Amézaga, Amalia Puga de Losada y la niña Angélica Palma junto con Ricardo Palma, los hermanos Carlos Germán y Emilio Amézaga, Abelardo Gamarra, Carlos Rey de Castro, Alberto Ureta, Eleazar Boloña, Gerardo Chaves, Teobaldo Corpancho, entre muchos otros. Las veladas de Matto de Turner estuvieron ligadas al grupo de escritores y periodistas que publicaban para el diario más prestigioso del momento, El Perú Ilustrado, y las presentaciones giraron en torno a los ejes temáticos que siempre preocuparon a la escritora cuzqueña. El 1 de octubre de 1889 Clorinda Matto de Turner fue nombrada directora de redacción de El Perú Ilustrado que se encontraba bajo la dirección general de Peter Bacigalupi desde su fundación en 1887. Durante el período en el que Matto de Turner asumió la dirección (1889-1891) de este importante órgano de difusión se fomentó el americanismo literario invitando publicaciones de escritores nacionales y latinoamericanos y se promovió las publicaciones de las escritoras. En este contexto, Matto de Turner siguió suscitando incansablemente la incorporación de la cultura andina y la mujer a la nación. En estos años, publicó su renombrada novela Aves sin nido. Novela peruana (1889), Bocetos al lápiz de americanos célebres (1890) y escribió un vasto número de ensayos, de tradiciones y de leyendas en los que resaltan las preocupaciones de su producción global.

La publicación de Aves sin nido fue un verdadero éxito editorial. La novela circuló ampliamente tanto en circuitos nacionales como internacionales a través de las dos ediciones coetáneas que salieron en 1889: la peruana de la imprenta de Carlos Prince, y meses después la argentina del editor Félix Lajouane, a las que se suman la traducción al inglés publicada en Londres por Charles J. Thynne en 1904 y la edición valenciana de Francisco Sempere y Cía.6 Aves sin nido llegó a ser, sin exagerar, la novela más leída y comentada de su época. ¿Qué fue lo que la hizo tan célebre? ¿Por qué ocasionó y sigue ocasionando tantos debates? Creo que, en parte, esto se debe a que fue la primera novela escrita por una mujer andina insertada en el centro de la ciudad letrada que encara abiertamente la abyecta situación de la población indígena, que desafía la corrupción de las autoridades provincianas, y que va a asignarle a la mujer educada el rol civilizador de madre republicana. Por otro lado, al abrir la primera página, el lector se encuentra inmediatamente con un bien elaborado y convincente «Proemio» en el que Matto de Turner establece la función didáctica y moralizante de la novela, valida la veracidad de sus palabras y con el sentimiento apela a la conmiseración del lector. La mejor estrategia que Matto de Turner usa para implorar la complicidad del lector e incitarlo a que participe en el proyecto modernizador de la nación peruana es presentar su testimonio vital. Vale la pena recordar las palabras de Matto de Turner:

«Si la historia es el espejo donde las generaciones por venir han de contemplar la imagen las generaciones que fueron; la novela tiene que ser la fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo, con la siguiente moraleja correctiva para aquellos y el homenaje de admiración para éstas.

[...]

¿Quién sabe si después de doblar la última página de este libro se conocerá la importancia de observar atentamente el personal de las autoridades así eclesiásticas como civiles, que vayan á regir los destinos de los que viven en las apartadas poblaciones del interior del Perú?

¿Quién sabe si se reconocerá la necesidad del matrimonio de los curas como una exigencia social?

Para manifestar esta esperanza me inspiro en la exactitud con que he tomado los cuadros, del natural, presentando al lector la cópia para que él juzgue y falle.

Amo con amor de ternura á la raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres, encantadoras por su sencilléz, y la abyección á que someten esa raza aquellos mandones de villorrio que si varían de nombre no dejeneran siquiera del epíteto de Tiranos. No otra cosa son, en lo general los curas, gobernadores, caciques y alcaldes.

Llevada por ese cariño, he observado durante quince años multitud de episodios que, á realizarse en Suiza, la Provenza ó la Saboya, tendrían su cantor, su novelista ó su historiador que los inmortalizase con la lira ó la pluma; pero que, en lo apartado de mi patria, apenas alcanzan el descolorido lápiz de una hermana.

Repito que al someter mi obra al fallo del lector, hágalo con la esperanza de que ese fallo sea la idea de mejorar la condición de los pueblos chicos del Perú; y aun cuando no fuese otra cosa que la simple conmiseración, la autora de estas páginas habrá conseguido su propósito, recordando que el país existen hermanos que sufren, explotados en la noche de la ignorancia; martirizados en esas tinieblas que piden luz; señalando puntos de no escasa importancia para los progresos nacionales; y haciendo á la vez, literatura peruana».


(«Proemio», Aves sin nido, Imprenta del Universo de Carlos Prince, 1889)                


Inmediatamente después de su publicación aparecieron numerosos artículos críticos en los que tanto se felicitaba a la escritora por su valiente denuncia del abuso que ejercía el patriarcado en poder a cargo de los pueblos alejados peruanos -el juez, el alcalde y el cura-, como se le recriminaba por criticar abiertamente a los representantes de la iglesia católica de abusar y explotar a los indígenas, y a la triplemente marginada mujer indígena por su género, clase y raza. Dado su supuesto anticlericalismo, la brillante carrera escrituraria de Clorinda Matto de Turner y la propia escritora, pese a contar con el apoyo de escritores hispanoamericanos, del entonces presidente Andrés Avelino Cáceres7 y de los miembros del «Partido Constitucional», sería cuestionada y discriminada por el mismo círculo conservador letrado y por los poderosos miembros de la iglesia católica que también relegarían a su querida hermana de letras Mercedes Cabello de Carbonera8. Las protestas y la oposición a la novela y a la escritora explotarían un año más tarde cuando se publicara en El Perú Ilustrado el cuento «Magdala» del escritor brasilero Henrique Coelho Netto en el que narra una supuesta relación amorosa entre Jesús y Magdalena. Irónicamente fue la publicación del cuento la que generó una sostenida polémica en torno a la denuncia que hacía la novela de los opresores del indio y al supuesto anticlericalismo que profesaba. Mientras que muchos políticos e intelectuales liberales abogaban por la defensa de la escritora, la gran mayoría conservadora la condenaría.

A pesar de la fuerte animosidad que se incitó contra la escritora y su novela, Clorinda Matto de Turner defendió la denuncia que presentara en Aves sin nido contra los abusos de los malos curas y su respeto por la misión del «verdadero sacerdote», así como intentó disculparse oficialmente por la publicación del «herético y blasfemo» cuento que fue publicado sin su autorización. En defensa de su difamada persona pública y novela le escribió una carta al Presidente de la «Unión Católica» del Cuzco, Fernando Pacheco en la que enfatiza su misión como intelectual:

«Cuando los escritores se dejan arrastrar por las pasiones y cuando no se desligan de aquellas para entrar en la ciencia y el servicio de la humanidad desnudos de propósitos personales, no cumplen la elevada misión que Dios les ha confiado, pues los escritores son escogidos entre multitud de personas, y por eso son pocos. Esta convicción me acompañó al emprender mi obra Aves sin nido, donde el verdadero sacerdote está exaltado y venerado (ved las páginas 24, 168, 169, 170, 171 y 172 edición de Lima), y el mal sacerdote presentado con el repugnante ropaje del cura Pascual. Si he tenido el valor suficiente para seguir las huellas del digno obispo de Chiapas, Fray Bartolomé de las Casas, al levantar el grito de conmiseración para la raza indígena oprimida y explotada, también me acompaña la entereza necesaria para sostener los principios que en mi citada obra desarrollo. Y si por haber denunciado ante las autoridades eclesiásticas y civiles y ante la sociedad abusos que no tienen razón de ser en el Perú libre, se me persigue y calumnia y se me quema mi busto, no importa señor; la semilla está sembrada y aún cuando me llevaréis a la mazmorra de Galileo, o me hicieras beber la cicuta de Sócrates [...] AVES SIN NIDO dirá ante las generaciones venideras: ¡SALVAD, REDIMIDME LA RAZA INDÍGENA DEL PODER DEL MAL CURA DEL CACIQUE Y DEL ALCALDE!».


(El Perú Ilustrado, 11 oct. 1890, vol. IV, n.º 179: 891)                


La respuesta del sacerdote cuzqueño a la carta de Matto de Turner fue implacable:

«Os comparáis con humildad edificante a los Ochoas y Las Casas, y a la vez, hacéis sin embozo el elogio de Aves sin nido, cuyo espíritu anticatólico no puede ser más pronunciado. Aunque digáis, señora, que Aves sin nido es el grito de conmiseración para la raza indígena, Aves sin nido dirá también a las generaciones venideras, que escarnecisteis a los ministros del Señor, en lo que tienen de más benéfico: el celibato y el ministerio parroquial. La semilla está sembrada realmente, la semilla de la guerra contra Cristo y su Iglesia, contra sus dogmas y sus instituciones; vais tan lejos que queréis la gloria de ser la primera en aquella infernal obra, pero no sois sino una operaría, un instrumento... ¡gloriaos mujer católica!».


(«Carta dirigida a Clorinda Matto de Turner»)                


Este incidente fue la perfecta excusa para que el Monseñor Antonio Bandini, Arzobispo de Lima, junto con los hombres en poder de la ciudad letrada, que sintieran que la denuncia de Clorinda Matto de Turner desafiaba su hegemonía, decidieran eliminar su participación del campo cultural y político decimonónico peruano. La lectura de El Perú Ilustrado y de la novela fue prohibida por Bandini y se consideró pecado mortal su propagación. El Obispo de Arequipa promulgó la interdicción eclesiástica a la lectura de la «infernal obra» y apoyó que se quemara públicamente la efigie de Matto de Turner. Los pobladores de Cuzco siguieron los mismos pasos y quemaron varias copias de El Perú Ilustrado y de Aves sin nido. Las asociaciones «Unión Católica» y el «Círculo de la Juventud Católica» de su ciudad, le escribieron advirtiéndole que no regresara jamás al Cuzco9. Hay que agregar que no sólo fueron sus «fraternales colegas»10 de la ciudad letrada tanto de Lima como de provincias los que la atacaron, insultaron o no la defendieron, su hermana de letras arequipeña María Manuela Nieves y Bustamante que se iniciara en el periodismo cuando Matto de Turner dirigía La Bolsa en Arequipa, hizo pública su desavenencia con dicha publicación y escribió una carta retirando sus colaboraciones de El Perú Ilustrado. Finalmente el 7 de julio de 1891 la iglesia católica levantaría la prohibición de lectura que le impusiera al famoso órgano oficial. Cuatro días más tarde, el 11 de julio, Clorinda Matto de Turner dejaría la dirección de El Perú Ilustrado.

En 1891 sin cambiar su postura política, publicaría su segunda novela sobre los Andes, índole. Novela peruana en la que se diluye «el problema del indio» y ataca con más fuerza aun los peligros de la corrupción de los malos sacerdotes. Matto de Turner evidencia que los curas hostigan sexualmente a las feligresas durante la confesión esclavizándolas tanto psicológica como físicamente. Esta novela se la dedicaría a los tres colegas que la defendieron públicamente del incidente inquisitorial, Ricardo Palma, Emilio Gutiérrez de Quintanilla y Ricardo Rossel. En 1892, con la ayuda de sus hermanos instaura su imprenta «La Equitativa» donde empleó únicamente a mujeres y fue allí donde publicó su drama Himac-Sumac... (1892). En septiembre del mismo año fundaría su bisemanario literario y cultural Los Andes que dirigiría con éxito hasta mayo de 1893. La denuncia de Matto de Turner, que ya aparecía en sus primeras leyendas, tradiciones y drama, y que reaparecería en su primera novela, se despliega repitiéndose y recreándose de forma más aguda, aún, en su nuevo vocero Los Andes:

«Nuestros legisladores no ignoran la clase de vida que lleva esa raza; saben muy bien que, hijos desheredados, no han tenido más patrimonio desde el coloniaje, que el lúgubre y amargo séquito de la pobreza. Esos infelices a quienes llevamos como carneros a los campos de batalla para defender una patria que no es la suya [...]; esos infelices que viven y mueren sin el bautismo de la civilización [...] que no nos piden nada [...] ¡Ah! ¡Y obligarlos por medio de la fuerza a que nos den lo que no tienen, es olvidar que seguimos haciendo el papel del español, su verdugo de tres siglos!» [Énfasis mío].


(15 oct. 1892, vol. I, n.º 9: 34)                


El bisemanario Los Andes se reconocería como defensor del cacerismo y su función primordial sería, como Matto de Turner anunciara a sus lectores, la de escribir:

«[...] para nuestros hermanos de allende las murallas de circumbalación que rodean la ciudad de Pizarro, para los que, en la llanura y en la cima apartada de los Andes, conservan en su corazón el fuego sacro del amor a la patria y en su mente viva la llama de la fe en los destinos de la Nación [...] Los que hemos llegado aquí, y hemos observado de cerca templos e ídolos; los que tenemos en nuestras venas esa rica sangre andina, los que pensamos en nuestros hermanos, los que sentimos para nuestros hermanos, es preciso que seamos fíeles a la consigna y que desde esta alta y dignísima tribuna del pensamiento honrado les gritemos bien alto [...]

Para la verdadera reconstrucción de esta patria necesitamos el cimiento de los hombres de acción, no el torbellino de los hombres de palabra. El labrador que ara los campos, sirve mejor a la familia y a la patria que el poeta gemebundo llorando los desdenes de su adorada».


(Los Andes, 10 dic. 1892, vol. 1, n.º 25: 98)                


En el contexto que he expuesto a lo largo de este ensayo, me interesa subrayar que la crítica que hace Matto de Turner a las estructuras de poder tanto como su visión pro-indígena y su defensa de los derechos de las mujeres de toda clase social no se inicia, pues, cuando se establece en Lima ni nace a partir del famoso discurso que Manuel González Prada presentara en 1888 en el Teatro Politeama, pese a que si cobran fuerza, con la influencia del positivismo, como fuera de esperarse en la evolución de la escritora.

En este orden de cosas, también es importante establecer las diferencias de las propuestas de nación entre González Prada y Matto de Turner11. Pese a que ambos intelectuales defendieran la situación marginal del indígena y de la mujer, sus propuestas tienen distintos matices. Mientras que González Prada tiene una visión exacerbadamente positivista de los indios -piensa que es una raza degenerada- y propone que la tarea de regenerar al país, a través de la educación del indígena y de la mujer, la deben de llevar a cabo los jóvenes letrados; Clorinda Matto presenta al indígena y a la mujer desde una mirada, si bien positivista, no distante -los ve como seres humanos. En su obra, Clorinda, genuinamente, trata de explicar y hacer comprensivo para el lector el sufrimiento y lugar marginal del indígena en la sociedad decimonónica peruana. Además, propone que sea la mujer «madre republicana» desde el espacio de la domesticidad, quien se encargue de la tarea de educar a todos los ciudadanos.

Entre 1892 y 1895, Clorinda Matto de Turner continuaría fiel a la importante labor que comenzara en el Cuzco con la fundación de su quincenario El Recreo como periodista y escritora. En este período, además de dirigir su bisemanario, publicaría Leyendas y recortes (1893) y su tercera novela Herencia. Novela peruana (1895) -la continuación de Aves sin nido-, en la que criticaría la falsedad de la sociedad limeña.

Herencia originalmente titulada Cruz de ágata sería dedicada al director de «Las tres Américas» en Nueva York, Nicanor Bolet Peraza. En esta novela Matto de Turner muestra que los funcionarios públicos son incompetentes no sólo en los pueblos alejados de la sierra peruana sino que también existe la hipocresía en Lima. Como sucede en Aves sin nido, Índole y su nuevo portavoz, Los Andes, Matto de Turner critica rigurosamente a la sociedad en cuestión arriesgándolo todo.

En este sentido, me interesa establecer que, ella, una mujer lúcida, siempre estuvo muy consciente de los peligros a los que estaba expuesta por ejercer su misión civilizadora. Ella misma lo reconoce en la carta que le escribiera a su «querido amigo, maestro y compadre» Ricardo Palma que se encontraba en Madrid, el nueve de enero de 1893:

«[...] Cuando fundé el periódico compadre, hize (sic) de cuenta que salía a la calle en aguacero y que era inevitable el mojarse, mucho menos acá donde los paraguas no se usan. Ya me han dicho zamba canuta [...] Sigo adelante sin levantar moño. Ya los venceré con la constancia, con la verdad y con el patriotismo».


(Correspondencia de Don Ricardo Palma con personalidades de la época, peruanas como extranjeras, ms. 45)                


Sin duda alguna, Clorinda Matto de Turner dedicaría su vida a defender sus ideales y los derechos de los sujetos que el patriarcado en poder marginaba. Por esta misma razón, cuando el régimen cacerista que valoraba la cultura andina fuera derrocado por las montoneras de Nicolás de Piérola, Clorinda Matto de Turner sería cruelmente agredida, sus derechos ultrajados y su imprenta y trabajo desbaratado. Matto de Turner relata estos acontecimientos en su libro Boreales, miniaturas y porcelanas (1902):

«Defendimos en la prensa, en nuestro semanario Los Andes, la política del partido constitucional, glorificamos el nombre del esclarecido ciudadano que descolló en nuestra patria, y fué llevado por segunda vez á regir los destinos del país; lo hicimos por patriotismo sincero, con desinterés manifiesto, y las consecuencias de nuestra inmiscuición las hemos arrostrado con serenidad, presenciando la destrucción de nuestro hogar, primero, después, la de nuestro taller de trabajo y por último aceptando el camino del extranjero para buscar el pan que no podíamos hallar en aquel suelo cargado de venganzas, de atropellos y de cuánto innoble puede producir la comandita del clericalismo con el pierolismo».


(23-24)                


El 25 de abril de 1895, la obrera del pensamiento dejaría el Perú para nunca más volver en vida12. Después de una larga travesía en el vapor «Maipo» y de visitar Chile, Clorinda Matto de Turner llegaría a Buenos Aires el 15 de mayo de 1895. Como su madre intelectual, maestra y amiga Juana Manuela Gorriti, Clorinda Matto de Turner pasaría la última etapa de su prolija carrera escrituraria en la capital argentina. Durante los catorce años (1895-1909) que vivió en Buenos Aires, Matto de Turner, una vez más, ocupó el centro del campo intelectual. No sólo publicaría sus ensayos en diarios locales, su texto escolar Analogía. Segundo año de gramática castellana en las escuelas normales, según el programa oficial (1897), sus traducciones al quechua de evangelios: Apunchis Jesucristoc Evangelion San Lucaspa Qquelkascan (1901), San Pablo Apostolpa Romanocu-naman Qquelkascan (1901), Apunchis Jesucristoc Evangelion San Juanpa Qquelkascan (1901), Apunchis Jesucristoc Evangelion San Marcospa Qquelkascan (1903), Apunchis Jesucristoc Evangelion San Mateoc Qquelkascan (1904), su colección de ensayos Boreales, miniaturas y porcelanas (1902), su Cuatro conferencias sobre América del Sur (1909) y las impresiones que recogiera del viaje que hiciera a Europa antes de fallecer Viaje de Recreo. España, Francia, Inglaterra, Italia, Suiza, Alemania (1909, póstumo); sino que, además fundaría un último periódico, Búcaro Americano. Periódico de las familias, el primero de febrero de 1896, que dirigiera con gran éxito hasta el 15 de mayo de 190813. Finalmente, practicaría la docencia enseñando en escuelas para mujeres.

Durante el período que Matto de Turner dirigiera esta revista quincenal, se encargaría -como hiciera en el Cuzco, en Arequipa y en Lima- de difundir la vida cultural y política del país y poner en contacto a los intelectuales americanos. En este sentido, Matto de Turner fomentaría, con más diligencia, su proyecto americanista al presentar a escritores y estadistas de distintos países latinoamericanos. Con este propósito en mente, Matto de Turner iniciaría cada número con la foto y miniatura de una escritora o un estadista -siguiendo el formato que usara en El Perú Ilustrado. Pero, además, en el Búcaro Americano, Matto de Turner se ocuparía de abrir un espacio de reflexión sobre temas contemporáneos tales como, la emancipación de la mujer, su situación laboral, la educación, y su tarea como madre de los ciudadanos americanos. En este contexto, las escritoras hispanoamericanas y sobre todo las intelectuales, las escritoras y las educadoras argentinas, encontraron en este quincenario el lugar propicio para debatir la condición del sujeto femenino desde varias perspectivas.

En este orden de cosas, es significativo que en el primer número de su revista literaria, Matto de Turner publique su ensayo «Las obreras del pensamiento en la América del Sur» que presentara en el prestigioso «Ateneo de Buenos Aires» el 14 de diciembre de 1895. En este ensayo, Matto de Turner buscaría establecer lazos de sororidad y crear una comunidad femenina panamericana de pensadoras al enfatizar y catalogar el importante trabajo tanto de madres, hijas, hermanas, esposas como, precisamente, el de las escritoras: «las obreras del pensamiento». Primero, aludiendo a su propia persona, establece las grandes dificultades por las que tiene que pasar la mujer para poder entrar en el campo intelectual. Luego hace un recorrido por el continente americano exaltando la labor de cada una de las mujeres que escogiera14, situando la obra en el contexto de su país. Pese a la analogía que crea entre «la obrera» y «la escritora», para, justamente, validar la escritura como una profesión difícil y sacrificada, en este ensayo, no se ocupa de las mujeres obreras como lo haría posteriormente en su discurso «La obrera y la mujer» que presentara en el salón de sesiones del Consejo Nacional de Mujeres de la República Argentina el 8 de diciembre de 1904. En este sentido, Matto de Turner concluye su discurso reiterando el reto que representaría ser escritora en las naciones americanas durante el siglo XIX con las siguientes palabras:

«La enumeración, aunque incompleta, que he hecho, sirva de recuerdo agradecido para las obreras del pensamiento en América del Sur, verdaderas heroínas, repito, que no solo tienen que luchar contra la calumnia, la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades para obtener elementos de instrucción, sino hasta correr el peligro de quedarse para tías, por que, si algunos hombres de talento procuran acercarse a la mujer ilustrada, los tontos le tienen miedo. ¡Ah, no es tan desgraciado el ciego de nacimiento, sin idea de luz y color, como aquel que, en hora triste, sintió hundirse en la noche eterna la vida de las pupilas!

Consideremos por este simil la situación de la mujer que esta en la lucha abierta entre la ceguera que amenaza y la luz que es preciso dilatar».


(Búcaro Americano, 1 feb. 1896, vol. I, n.º 1: 13-14)                


Si bien es cierto que, en el Búcaro Americano, Matto de Turner se dedicaría a la literatura panamericana -absteniéndose en los primeros años de representar la realidad peruana-, y a discutir la condición de la mujer, al final de su carrera periodística volvería a publicar artículos y estudios sobre el Perú. En este sentido, es también representativo, en el contexto de la producción global mattiana y de su incansable lucha por reivindicar a los olvidados andinos que, en el primer número del último año que saliera el Búcaro Americano, Matto de Turner publicara el ensayo «El triunfo del indio» de Dora Mayer15, la nueva defensora de los derechos de los indígenas en el Perú. En este ensayo, Mayer, como Matto de Turner, ve la necesidad de incorporar al indígena a la nación peruana y denuncia el desapego de la élite en lo que concierne a la cultura andina. Además, al reclamar el mundo andino, Mayer advierte al lector, ya no de su superioridad moral, sino más bien, de su superioridad como trabajador/productor en las artes, la guerra, la agricultura, y lo une a figuras conocidas de descendencia indígena o nacidos en la sierra (Ramón Castilla, la misma Clorinda Matto de Turner y José Olaya). En este sentido, después de demostrar que el indígena es el verdadero ciudadano peruano, Mayer concluye haciendo eco al pensamiento mattiano: «La raza incaica no ha muerto: sus virtudes duermen en la presente generación cuzqueña y cajamarquina. Ninguno honrará esta tierra como sus hijos legítimos; o triunfa el indio ó no triunfa el Perú» (Búcaro Americano 18 enero 1908, vol. VIII, n.º 64: 993). Como Matto de Turner le advirtiera al Presidente de «La Unión Católica» del Cuzco, Fernando Pacheco, en su carta de defensa, «la semilla esta[ba] sembrada» y habrían «generaciones venideras» que «salvarían y redimirían» al indígena de sus explotadores.

Finalmente, en este mismo número del Búcaro Americano se publicaría una nota reivindicativa -del importante lugar que Matto de Turner ocupara como escritora en su tierra natal- que los editores del nuevo diario cuzqueño Pinceladas enviaran, así como dos poemas en los que individualmente, dos queridos amigos, Cristina y Numa Pompilio Liona elogian la importante y prolífica labor escrituraria de Clorinda Matto de Turner. El último número que Matto de Turner editara del Búcaro Americano se lo dedicaría al Perú y, en él se despediría de sus lectores anunciándoles su próximo viaje a Europa. Su amigo arequipeño, Carlos Forga, con quien trabajara años atrás en La Bolsa, le enviaría un poema alabando su labor periodística.

Clorinda Matto de Turner, la obrera del pensamiento, trabajó sin descanso con su obra y con su vida por defender su postura política, sus ideales y su tarea como escritora. Desde el inicio de su prolija carrera como poeta, periodista, ensayista, educadora, editora, traductora, organizadora de tertulias literarias y narradora, Clorinda Matto de Turner dio a conocer al Perú y al resto de mundo la historia de la región sur andina, poniendo especial atención en establecer la difícil situación de los indígenas y de la mujer. Además, se dedicó a crear redes comunicativas entre los escritores americanos y, sobre todo, a forjar una heterogénea comunidad de mujeres letradas. Su determinación por denunciar abiertamente la corrupción, su convicción de la necesidad de educar a la mujer, su lucha por reconocer la labor de las obreras del pensamiento, pese a todos los prejuicios del orden hegemónico de su época, es realmente inigualable.

Clorinda Matto de Turner pertenece ahora a una generación del pasado pero la importancia de sus reflexiones y experiencia como intelectual y escritora en una sociedad patriarcal sigue vigente en el siglo XXI. Su incansable esfuerzo y persistencia para lograr su independencia económica, para construirse una exitosa carrera como narradora y periodista y para dedicarse enteramente a la misión de escribir con el claro propósito de reformar, atestigua su fortaleza y valentía. Sin duda, la actividad intelectual de Clorinda Matto de Turner dejaría una huella muy profunda en la historia de las letras americanas.






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