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Según la nota tesis de Austin sobre el acto lingüístico, el aspecto perlocutorio -«perlocutionary act»- se refiere a los efectos que el hablante con su discurso produce o intenta producir sobre los oyentes (por ejemplo, persuadir, convencer, etc.).

 

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En opinión del crítico domenicano, el elogio de C. Colón, pronunciado por Caballero en 1796 con motivo del supuesto traslado de los restos del Almirante genovés desde Santo Domingo hasta La Habana «se conserva como uno de los más interesantes modelos de oratoria cubana de aquel tiempo» (M. Henríquez Ureña I: 122-3).

 

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En este sentido, debe recordarse que la joven oradora, en las primeras dos Cartas, era el personaje que en modo más vehemente había manifestado su hostilidad al periódico, acusándolo de plagiario: «la Señorita, preciada de culta, dixo en tono magistral: que hallaba [...] ser absolutamente inútil dicho trabajo [la publicación del periódico], sin dar otra razón, que por no ser propios los pensamientos que se vertían en dicho papel» (51).

 

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Sobre el concepto de opinión pública y los cambios semánticos que dicho sintagma experimentó en las últimas décadas del siglo XVIII, véase N. Glendinning (157-164). Cfr. también P. Álvarez de Miranda (578-584), quien destaca la mayor estimación y respetabilidad hacia el concepto de voz pública en la cultura dieciochesca, como inmediato precedente del mencionado sintagma, el cual por otro lado adquiere en el último decenio del siglo XVIII un nuevo alcance semántico que sanciona su «ingreso en el dominio de la política» (581).

 

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La Biblioteca Pública fue creada en junio de 1793 con un fondo de 77 libros, siendo su dirección confiada al Sr. Robredo. En julio de 1794, tan sólo un año más tarde, contaba ya con más de 1400 volúmenes (327).

 

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De ambos periódicos lamentablemente no ha llegado, hasta nuestros días, ningún ejemplar. Se conservan tan sólo algunos números de una Gazeta de la Havana, sucesora, aunque parece ser sin nexo directo con la primera Gaceta, y cuyo primer número fue publicado en noviembre de 1782. Véanse al respecto las valiosas informaciones ofrecidas por el historiador andaluz J. de la Pezuela en su monumental Historia de la isla de Cuba (I: 47-8). Véase también el primer Apéndice en La literatura en el «Papel Periódico de la Havana» (320-1). No debe olvidarse, asimismo, la existencia en estos años de una tercera publicación, la Guía de Forasteros, anuario que, a imitación de los modelos peninsulares y bajo la dirección del que años más tarde sería el primer director del Papel Periódico, capitán Diego de la Barrera, comenzó a publicarse en 1781.

 

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En este sentido, se destaca que la publicación habanera no sólo, como ya se ha señalado, fue fundada por Las Casas, sino que en 1793, al crearse la Real Sociedad Patriótica de La Habana (luego Sociedad Económica del País), el mismo capitán-gobernador decidió confiar a ésta la dirección y administración del periódico. Como recuerda Caballero: «El mismo Excmo. Sor. Presidente [Las Casas] viendo ya erigida con Real aprobación la Sociedad Patriótica, que habían promovido sus desvelos por el bien de este público, propuso al nuevo Cuerpo se encargase de la edición de Periódicos» (325).

 

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Aunque referido al ámbito hispánico, R. Herr ha señalado tempranamente la primacía de la clase media urbana como núcleo del público consumidor de la prensa periódica. El historiador inglés ha recordado que «sin la ayuda de esta clase media, rasgos vitales de la Ilustración, tales como los periódicos y las sociedades económicas, hubieran fracasado» (164). Concordamos asimismo con las consideraciones de M. Di Pinto, cuando señala que los periódicos «sono la causa e l'effetto allo stesso tempo, del primo affiorare delle classi medie, se non alla partecipazione del potere, almeno alla coscienza delle proprie istanze» (54).

 

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Sobre los efectos que dicha resolución provocó en la prensa periódica española se remite a las consideraciones de M. D. Sáiz (238-248).

 

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Respecto a este afán de polémica que caracterizó la publicación, un autor anónimo que firma su artículo con el seudónimo de Un buen habanero y que algunos críticos han identificado con el mismo Caballero declara: «Nada adelanta más ventajosamente el descubrimiento de la verdad como el choque de opiniones [...] Así se empieza á comparar, se piensa, se comunica, se escribe, y se sabe. De este modo se han perfeccionado las Ciencias [y] engrandecido las Sociedades», «Críticas a las consideraciones (sobre la Havana)», en el Papel Periódico de la Havana, n. 67, 19 de agosto de 1792. Las réplicas a las Cartas de El Amante del Periódico, en efecto, no tardaron en hacerse sentir, como testimonian unas «Décimas» firmadas con el seudónimo de El Amante de la Patria: véase el número 31 del Papel Periódico de la Havana del 17 de abril de 1791. Cfr. también F. García-Marruz (28-9).