1
Cueto, 1952, pág. 378. El texto de las Exequias editado por Cueto es el que ha servido de base para las ediciones modernas de la obra, entre ellas, la de Pedro Sainz Rodríguez en «Clásicos Castellanos». Conviene, sin embargo, tener en cuenta los problemas que plantea dicho texto, abordados por López, 1976, págs. 586-590.
2
Véase al respecto, López, 1976, pág. 586. Únicamente el Ms. 6795 de la Biblioteca Nacional presenta el rótulo «Sátia Varroniana», mientras que el Ms. 122 de la Real Academia, que responde a la primera redacción, inacabada, de la obra, y de gran importancia para comprender el designio inicial de Forner al concebirla y esbozarla, en un contexto bastante alejado del que presidirá su redacción definitiva, sólo comprende el título de la obra, sin subtitular. Esperamos poder desarrollar estas cuestiones en una próxima edición crítica de las Exequias de la Lengua Castellana.
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Citamos por J.P. FORNER, 1967. En adelante, señalaremos únicamente el número de página.
4
En más de una ocasión, y siempre a posteriori, a raíz de alguna polémica levantada por ellos, quiso Forner legitimar sus textos satíricos emparentándolos con las «críticas y sátiras urbanas» de Boileau o Pascal, e incluso, como es el caso de Los Gramáticos, con el Quijote; en ninguna ocasión, sin embargo, reivindicó explícitamente, en el texto mismo de la obra, su propia naturaleza al amparo de tan rancia tradición clásica. En cualquier caso, sus palabras venían a adelantarse a las probables críticas que pudiera recibir en nombre de la «unidad de las partes» horaciana, que tantas veces esgrimiera él mismo frente a las obras ajenas, y que le había sido recordada airadamente por Tomás de Iriarte ante sus Gramáticos.
5
No podemos abordar aquí la problemática textual de las Exequias, pero debe tenerse en cuenta que fueron con toda seguridad concebidas y esbozadas contemporáneamente al desarrollo del pleito sostenido por Forner con los Iriarte a raíz del intento de publicación de Los Gramáticos, luego a la altura de 1783-84, y que fueron reelaboradas y retocadas posteriormente a lo largo de la década, si bien se conformaron como texto completo hacia 1787-88, en el desarrollo de la polémica suscitada por su Oración Apologética. Los cambios que sufrieran en estos años, según se desprende del cotejo de manuscritos, son indicativos del distinto talante que moviera a Forner en el momento de su composición respecto del que presidirá su redacción definitiva, muy marcada por dicha polémica, si bien los últimos retoques del texto corresponden ya a los inicios de la década del 90.
6
Batjín
aborda su estudio de la menipea en un intento de perfilar el
fructífero ámbito de los géneros
«cómico-serios» -en el que destacan, por su
trascendencia posterior, el diálogo socrático y la
sátira menipea-, cuyo denominador común reside en la
percepción carnavalesca del mundo, clave de su
particular relación con la realidad, donde se difumina la
distancia épica o trágica, donde el peso de la
tradición cede a los imperativos de la experiencia y libre
invención, y donde la unidad de estilo se fragmenta en una
pluritonalidad y pluriestilismo en el que, junto a las
máscaras para el autor se observa una actitud radicalmente
nueva hacia la palabra -palabra «que
representa» junto a palabra «representada»
(Batjín, 1988, págs. 151-154). Este último
aspecto fue retomado por J. Kristeva en su
Semiótica, donde, bajo el epígrafe «La
menipea: el texto como actividad social», procede a un
análisis del discurso dialógico de la
menipea a partir de Batjín. Para Kristeva, esa actitud nueva
hacia la palabra se cifra en que «el
lenguaje parece fascinado por el "doble" (por su propia actividad
de trazo gráfico que dobla un "exterior"), y por la
lógica de la oposición que reemplaza a la de la
identidad en las definiciones de los términos [...] la
menipea se estructura así como una ambivalencia, como un
hogar de las dos tendencias de la literatura occidental: la
representación mediante el lenguaje como puesta en escena, y
exploración del lenguaje como sistema correlativo de
signos»
(Kristeva, 1978,1, pág. 216).
7
«El contenido existencial cobró en (la
menipea) una forma genérica estable con una
lógica interna que determina la unión
indiscutible de todos sus elementos. Gracias a ello, el
género de la menipea pudo adquirir una enorme importancia
aún no apreciada por la ciencia, en la historia del
desarrollo de la novela europea... El principio unificador que
relacionaba los más variados elementos en un todo
orgánico de género, principio de una fuerza y
vitalidad excepcionales, fue el carnaval y la percepción
carnavalesca del mundo»
(Batjín, 1988,
págs. 168-69 y 189).
8
«Quand Frye, autre grand
artisan de fearful symmetries, observant
l'existence de trois types de fiction: personnelle-introvertie (le román
romanesque), personnelle-extravertie (le román
réaliste), et intellectuelle-introvertie (l'autobiographie),
en déduit celle d'un genre de fiction
intellectuelle-extravertie, qu'il baptise anatomie, et
qui rassemble et promeut quelques laissés-pour-compte de la
narration fantaisiste-allégorique tels que Lucien, Varron,
Pétrone, Apulée, Rabelais, Burton, Swift et Sterne,
on peut sans doute contester la prócedure, mais non
l'intéret du résultat»
(Genette, 1979, pág. 50).
9
Basándose en la Anatomy of Melancholy de Burton, «il piú grande essempio di sátira menippea prima di Swift», considera Frye que «la parola anatomía, nell titolo dell'opera di Burton, significa dissezione o analisi, ed esprime con molta precisione la tendenza intellettuale della forma usata. Perciò possiamo adottarla come il termine piú approppriato a sostituire l'impacciante e ai nostri giorni piuttosto fuorviante satira menippea» (Frye, 1969, pág. 421). Manejamos esta edición italiana por ser la única de que disponemos en este momento.
10
«La struttura
intellettuale che emerge dalla storia raccontata
-añade Frye- provoca violente
alterazioni nella normale logica narrativa, sebbene l'effetto di
trascuratezza che ne risulta rifletta solo la trascuratezza del
lettore o la sua tendenza a giudicare secondo una logica narrativa
basata sui principi del romanzo»
(Frye,
1969, pág. 418).