Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

31

«La estructura de los cantos israelitas se aproxima a la de sus vecinos los griegos. Sobrepasan raramente el espacio de una cuarta y muestran de manera muy pronunciada la estructura tetracordal que después fue convertida por los griegos en un sistema fijo. A esta estructura pertenecen los modos que en la teoría griega son designados con los nombres de dórico, frigio y lídico: las melodías se mueven dentro de estos modos como en los inmediatos: hipodórico, hipofrigio e hipolídico. Clemente de Alejandría observaba por el año 200 que en la música judía dominaba el modo dórico. Con esto se puede sentar el prevalecimiento de un carácter severo y solemne en la antigua música de los israelitas. No es posible ya dudar de que los caracteres con que los griegos definían cada uno de los modos fueron comprendidos por los judíos en muy parecida manera. Un ligero examen de melodías religiosas judías antiguas nos enseña lo siguiente: las piezas épicas son en su mayoría dóricas; los extáticos salmos son frigios y los alegres cantos de alabanza, lídicos. Esto no significa de ningún modo que los griegos dependan musicalmente de los judíos; pero sí que su música tuvo sus raíces en el suelo del arte oriental». Curt Sachs: La Música en la Antigüedad. p. 47. (Barcelona, 1927.) Véase sobre este punto: Rev. W. O. E. Oesterley: The Music of the Hebrews. Volumen de introducción a la Oxford History of Music.

 

32

El Creador nombró al Día y a la Noche, al Cielo y a la Tierra; enseguida creó las lumbreras en la expansión de los Cielos para alumbrar sobre la Tierra (Génesis, I, v. 5 a 17), pero fue Adán quien puso nombres a toda bestia y ave de los cielos y a todo animal del campo (Ibid., II. v. 20).

 

33

)Aoidh/ [théatron], teatro, sitio de una acción (Plutarco), asamblea, proviene del verbo qea/mai [theáomai], ver. La terminación tron [tron] pudiera proceder de la raíz stray [straph], girar, de donde stro/mboj, strombos, dar la vuelta al rededor, con la partícula sustantiva. Acaso esa terminación «tron» no sea sino contracción de dos sufijos de sustantivo.

Por lo que se refiere a ara, véase más adelante la etimología del vocablo thimelé, que designa el altar central en el teatro griego. En cuanto a ella misma, la palabra ara es sinónimo de altar y de hoguera. Altar es, simplemente, lo alto, como altatus, lo elevado. Véase ya esta identificación en la Biblia, Primer Libro de los Reyes, Cap. III, V. 2 y 4.

 

34

El nombre de Dionysos pudiera, en efecto, ser considerado bajo esa etimología, quizá más poética que real. La etimología más prosaica lo hace derivar de Dio/j, dios, genitivo de Zeus, es decir; «hijo de Zeus». Según el poeta griego Nonnus, Dionysos era hijo de un rey de Creta así llamado, como el Padre de los dioses, quien más tarde resucita al joven dios-rey después de haber sido descuartizado y comido por los gigantes. La estrecha vinculación de Dionysos con el teatro observa en la locución «e)nDionu/sou» [en dionýsou], que significa: en el teatro o en la asamblea o en el templo de Dionysos.

 

35

Escena proviene de skhnh/ cabaña, tienda, lo cual indica un avance material sobre el simple templo al aria aperta. El vocablo templo no deriva en griego de ninguna raíz anterior, con lo que se comprende así su primitividad, su sentido original.

 

36

Un ejemplo de templo al aire libre, con altares de sacrificios y con consulta sacerdotal o profética de augurios puede verse en la Biblia: Números, Cap. XXIII y Cap. XXIV, v. I.

Altar, en el sentido de elevación de terreno al aire libre donde se celebraban los sacrificios, se encuentra en Gonzalo de Berceo, como interpretación directa del texto bíblico:


Quando corrie la ley - de Moysen ganada
del cielo de Dios misme - escripta e notada
sobre altar de tierra - non de piedra labrada
fazie sus sacrificios - la hebrea mesnada.


(El Sacrificio de la Misa. Estrofa 3ª)                


 

37

Cristo, el ungido, del verbo xri/w [chrío], verter.

 

38

Proviene de los sacrificios humanos para remediar la esterilidad de la tierra (todavía en la Biblia, Samuel: Lib. II. Cap. XXI). Los sacerdotes expían en sí mismos el mal que se hace a la tierra madre (Cibeles) hiriéndola (con el arado) y le sacrifican en holocausto su propia semilla, sus propios órganos fecundantes, por un principio elemental de magia imaginativa.

 

39

Algunos pueblos agrícolas del Mediterráneo ofrecían a Adonis víctimas humanas sobre un tronco seco en el campo árido que bebía la sangre propiciatoria para la resurrección de las cosechas.

 

40

Como el niño Dios en la religión cristiana y el niño Baco en el mito dionisíaco. Muy tempranamente, un niño era sacrificado al dios que representaba. Los sacrificios humanos para propiciar al dios abundan en los ritos primitivos y la castración sacerdotal cuyo producto se arroja a los campos yermos tiene un sentido análogo. Una supervivencia de esas costumbres míticas se encuentra aún en la Biblia Segundo Libro de Samuel, Cap. XXI y aún probablemente Cap. I, v. 21 y de una manera posible en el Nuevo Testamento, Evangelio de San Mateo, Cap. 27, v. 8.