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Archivo Histórico Nacional, Inquisición, Leg. 4448, N. 4, f. 13.

 

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Citado por Glendinning, ed. de 1961, p. lxxx.

 

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Citado por Helman, ed. de 1951, pp. 105-6. La edición de Madrid, Repullés, 1815, tiene dos estampas que Helman describe de esta forma (pp. 105-6):

... contra un fondo de noche, se representa una iglesia rodeada de árboles, algunos cipreses, y delante de la iglesia, dos figuras: Tediato envuelto en su capa, y Lorenzo, el azadón al hombro y la linterna en la mano; en la parte de arriba, un Cupido alado con trompeta en la mano. La otra estampa representa un calabozo con cadenas, en la cual están Tediato y el feroz carcelero que le dice: «-Este es el calabozo destinado para ti. En breve volveré».



 

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Cito páginas y líneas por la edición de 1961 de Glendinning.

 

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En Noches lúgubres se emplea catorce veces la palabra «templo» -voz típica de la Ilustración- mientras que se usa «iglesia» solo dos veces. Baso esta afirmación en una concordancia -inédita- del texto de Glendinning preparada por la profesora Carmen Chaves McClendon de Mississippi State University, quien amicalmente me prestó una copia.

 

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El Juez ha sido identificado con el Conde de Aranda. Esto ocurrió de esta forma: en la edición aparecida sin nombre de impresor en Madrid en 1822, en la que se publica por primera vez la «Noche cuarta», se incluía también por primera vez una curiosa carta, de un supuesto amigo de Cadalso, a que se refiere en el largo título de este tomo: Noches lúgubres escritas por el coronel D. José Cadalso, nueva edición. Corregidas y aumentadas con el final de la tercera y última noche, y carta de un íntimo amigo del autor que da noticia del objeto que dio motivo a escribirlas. En el interior del libro esta carta se titula: «Carta de un amigo a otro en la que manifiesta el resumen de los amores de Cadalso con la Ibáñez y da la idea de la obra que hace por este efecto». Resulta que este «amigo íntimo» tuvo que atar cabos para poder contar la historia: «aunque tan amigo de nuestro Cadalso, jamás me confió semejante lance: últimamente con noticias de esta parte, presunciones de la otra, memoria de aquí, palabra de allá, y a costa de mucha impertenencia he conseguido inmensidad de cabos para poder informar a V. de toda la historia...» Después de relatar los amores del soldado y la actriz y la enfermedad y la muerte de ésta en los brazos de aquél, el amigo afirma que «[a Cadalso] le perturbó tanto este golpe... que casi terminó en demencia... Últimamente paró su violento dolor en la estravagancia de desenterrar el cadáver... [y] pasó al pie de la letra todo lo que describe en la primera noche». El amigo reconoce que sus noticias son diferentes de lo que se lee en las otras noches del diálogo, pero -curioso es notarlo- afirma la verdad del fin de la «Noche tercera» que se había impreso, como sabemos, por primera vez en 1815: «Después de unas sabias y fundadas reconvenciones, lo desterró el Sr. Conde [de Aranda] de la corte; y recientes estos lances compuso el papel que con tanto motivo V. aprecia».

Ahora bien: al reproducir Leopoldo Augusto de Cueto esta carta en Poetas líricos del siglo XVIII, B. A. E., 61, (Madrid, M. Rivadeneyra, 1869), I, pp. 247-43, añade esta nota: «El juez de la Noche tercera es el Conde de Aranda».

 

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J. Cadalso, Cartas marruecas. Noches lúgubres, ed. J. Arce, Madrid, 1978, p. 64.

 

18

A. Bonilla y San Martín, El pensamiento de Espronceda, en «La España Moderna», 234 (1908), p. 69, citado por J. R. Spell, Rousseau in the Spanish World before 1833. A Study in Franco-Spanish Literary Relations. Austin, 1938, pp. 54-55, nota 54. Por otra parte, el norteamericano George Ticknor en su History of Spanish Literature (New York, 1849), III, p. 302, nota 9, sin dignarse nombrar siquiera las Noches lúgubres, menciona, despectivamente «some unfortunate prose imitations of Young's Night Thoughts...».

 

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La conclusión de la «Noche tercera», aunque la atribución a Cadalso es y será dudosa, parece consecuente en su relación con la totalidad del diálogo y aun con la vida de Cadalso. Al confiar sus manuscritos a Juan Antonio Meléndez Valdés, Cadalso le había escrito referente a las Noches lúgubres: «Las leyó Vd. en Salamanca y le expliqué lo que significaban: la parte verdadera, la de adorno y la de ficción». Cito de Felipe Ximénez de Sandoval, Quince cartas inéditas del Coronel Cadalso, en «Hispanófila», 4 (1960), 10, pp. 21-45, p. 26. Con estas palabras parece confesar Cadalso que realidad, adorno y fantasía entraban en la composición de la obra.

 

20

Cito, modernizando ortografía y puntuación, de la «Noche cuarta» publicada como apéndice por Helman, ed. de 1951, p. 131.

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