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1

Neologismo, formado sobre «latente», justificable por ser mucho més expresivo que ninguno de los tecnicismos lingüísticos ya existentes que podrían sustituirle, incluido «elipsis», el de sentido más próximo.

 

2

N. S. Trubetzkoy, Principes de phonologie, trad. Cantineau (París, 1949), pp. 63-66.

 

3

Conferencia sobre el sistema cinemático del francés, dada en el Círculo Lingüístico de Copenhague en 1949, apud E. Fischer-Jorgensen, Remarques sur les principes de l'analyse phonémique. «Trav. du Cercle Ling. de Cop.» 5 (1949), p. 226.

 

4

Cf., p. ej., Una paradoja fonemática: Váleri/Valéri, «Helmantica» 17 (1954), pp. 145 y 156-157.

 

5

De paso, nótese que ninguna de estas rectificaciones afecta a la validez de las afirmaciones del artículo citado. Efectivamente:

1.º Lo interesante allí no era que hubiese una e latente en duc, sino en redúc, con acentuación aguda, insólita en latín; y esto subsiste a pesar de la rectificación: si duc puede darse como vocablo de estructura nnormal en latín, no así redúc por efecto de su misma acentuación insólita; si, por tanto, el criterio negativo que acabo de indicar no les afecta, la latencia /e/ en estos imperativos oxítomos, como el citado será admisible. Y esta claro que no les afecta dicho criterio: formas como redūce, maledīce, etc., que, con la presencia efectiva de dicha /e/ pudiera oponerse significafivamente a los imperativos indicados, no se hallan en latín.

2.º Sigue también, aun con la rectificación, la imposibilidad de que pueda suponerse una /e/ latente en el voc. Váleri, pues a ello se opondría, justamente, la acentuación proparoxítona que, de acuerdo con el testimonio de Nigidio Figulo, intenté demostrar admisible en aquel trabajo; en otros términos, Váleri (como duc) es un vocablo de estructura prosodemática normal dentro del latín: falta en él todo indicio de latencia fonemática, que, en cambio, se hallan en gen. Valéri (como en redúc, tantón, etc.), a saber, una acentuación insólita.

 

6

La diferencia de proceder es justificada: los sonidos detalladamente discutidos merecían serlo. Tal, p. ej., v, que funciona como fonema independiente y de notorio rendimiento en gran parte del dominio catalán, si bien no lo sea en el cat. central, como bien dice Alarcos; los sonidos africados; los consománticos y y w, indebidamente postulados éstos como fonemas independientes por A. M.ª Badía (Gramática histórica catalana, Barcelona,1951, pp. l08 y 111.)

 

7

Gramática... pp. 109-110.

 

8

Mi habla, aun correspondiente al catalán central, sobre el cual operan, en tanto no adviertan lo contrario, así Alarcos Llorach como Badía, puede parecer no probante del todo por pertenecer a la de una comarca can rasgos dialectales muy definidos (Campo de Tarragona). Pero los testimonios que aduzco en al texto han sido contrastados con hablantes de fuera de mi comarca y, concretamente, de Barcelona. Aparte de que, en cuanto yo sepa, no se ha señalado diferencia alguna en este punto concreto entre el habla de mi comarca y el resto del cat. central.

 

9

Efectivamente, como señala Alarcos Llorach (Sistema..., p. 145), y es natural en vista del gran rendimiento funcional que les confiere su gran abundancia, provocada por la pérdida de vocales finales, el mantenimiento de las distinciones de localización consonántica en final de palabra es lo corriente en catalán. Por consiguiente, no debe extrañar que la oposición de localización de los fonemas nasales finales pueda mantenerse aun ante consonante. Hay, con todo, unas diferencias algo complejas. El más fijo parece ser -ŋ: cf. Badía, Gramática..., p. 115, ļuŋ en «lluny que és», sin anotación de variación alguna, e ibid., p. 108, refiriendo la asimilación a sólo el alguerés; sólo en locuciones muy fijas conozco, en boca de hablantes poco cultos y en la pronunciación despreocupada, indicios de neutralización: am en «l'any passat» (pero los mismos hablantes no neutralizan fuera de estas locuciones hechas: an en «any pobre»). Síguele en fijeza ŋ, cuya asimilación es propia sólo del habla rápida. Pero aun en ésta se advierte mucho más ante las series más distantes (labiales) que ante las cercanas (palatales e incluso alveolares); no ocupen ejs. en el citado § 40 (pp. 115 y ss.) de Badia; pero cf. lo que diré en el texto a propósito de su transcripción de «sangtraït» en § 38. La -m se mantiene en el habla cuidada, en tanto que su neutralización es propia (y frecuente) en el lenguaje rápido, sin preferencias determinadas por el punto de la consonante siguiente: cf. Badia Gramática..., p. 97 y sus anotaciones en el § 40, donde da como habitual la -m, con indicaciones de asimilación por rapidez en cada caso (p. ej., notas 12, 16, 19 y 20 a pp.114-115). En cambio, -n aparece asimilada normalmente, sea cual sea el punto de localización de la consonante inicial siguiente: cf. Badia, Gramática.... p. 102 y passim en § 40, sin advertencia alguna de no asimilación, ni siquiera en el lenguaje declamatorio.

 

10

Gramática..., p. 110. El ejemplo es absolutamente válido, puesto que su carácter de compuesto es evidente al mantenerse el timbre de la a (e. e., no reducirse a la vocal neutra) en su primera parte, cf. los dos acentos con que lo transcribe Badia. Por otro lado, la relacción semántica del compuesto (=«equimosis») con el simple «sang» es percepción facilísima, visual.

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