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Veánseles citados y ampliamente aprovechados en las pp. 130-133 del citado vol. I de la Enciclopedia lingüística hispánica; y cf. también la p. 208 para otros característicos conservatismos en comparación con innovaciones de otras partes de la latinidad.

 

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Hay que reconocer que son, desde luego, más numerosos los casos en que tanto el conservatismo como la innovación se hallan representados en los resultados peninsulares, como es, por ejemplo, el deferuere (mantenido en port. y en esp.) frente a bullire (en cat.). La abundante bibliografía suscitada por los intentos de resolver la polémica acerca de la subagrupación de esta última lengua (cf. K. Baldinger, La formación de los dominios lingüísticos en la Península Ibérica, trad. española de E. Lledó y M. Macau, Madrid, 1972, pp. 261-266) parece que permite precisar que esta distribución es la más abundante en los casos de discrepancia. Y es lógico, por cuanto el catalán resalta ser la menos marginal de las tres lenguas neolatinas de España. Pero no deja de darse el caso opuesto, por ejemplo, en mustela frente a commatercula, domnicella y otras (por lo menos, en su mayoría), en auunculus frente a thius, en pollex frente a su derivado pollicaris y, sobre todo, porque es en catalán donde la pervivencia es más viva, en el mantenimiento del neutro hoc.

 

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Una amplia panorámica de posturas en pro y en contra, críticamente presentadas, puede verse en la nota 100 de la obra de Baldinger citada en la nota precedente, pp. 106-108.

 

14

Die lexikalische Differenzierungen der romanischen Sprachen, München, 1954, donde insistentemente (pp. 27 y 92) sostiene que el catalán es, en lo esencial, «eine “dépendance” des Provenzalischen». Pero léase la atinada observación de M. Alvar en la n. 3 de la p. 151 de su traducción castellana de la propia obra, Madrid, 1960.

 

15

Véase la justa valoración de esta observación de Mohl -especialmente meritoria en época en que era poco menos que general la consideración de que el latín exportado era fundamentalmente un latín de «soldados, mercaderes y colonos», de lo más «vulgar», por tanto- por parte de Coseriu, Das sogennante «Vulgärlatein»..., Darmstadt, 1978, p. 266.

 

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En diferentes etapas, que culminan en la obra citada en la Bibliografía.

 

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Orator 48. 161. Por lo que hace a ejemplos de la influencia escolar de Virgilio atestiguada por resultados románicos, en la línea de Wartburg, remito a lo que ya anoté en la Enciclopedia lingüística hispánica, I, p. 204, nota 14.

 

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Cf. por ejemplo, las reservas mantenidas en su Introduction au latin vatgade, París2 1967, párr. 129, donde, pese a admitir que la innovadora es la parte de la Romania sin -s, señala como relativamente reciente la época del cambio y ve dificultad para confirmar la hipótesis wartburgiana del carácter escolar de la conservación en Occidente.

 

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Concretamente, es abundantísima la omisión de otras consonantes finales, como la -t y la -m.

 

20

Circunstancias que no se dan juntas en el caso de las otras dos consonantes finales aludidas en la nota anterior: importantes, sí, como posibles morfemas en tal posición (aunque, en realidad, menos que la -s), pero cuyos procesos de desaparición suelen ser más simples que la de la silbante (cf. p. ej., la anusvara en el propio sánscrito. Por lo que toca al andaluz, resulta muy significativa al respecto la también relativa rareza de la omisión de -s en la escritura de indocos que, en cambio, cometen en abundancia otras faltas de ortografía).

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