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ARAÚJO. L., Las aventuras y andanzas del Aurelio y la Constanza, en IV Concurso Iberoamericano de Dramaturgia Infantil. Bilbao, Centro de Documentación de Títeres de Bilbao, 1997.

 

32

RUIBAL. E. R., Brinquemos ó teatro, La Coruña, Xunta de Galicia, 1990.

 

33

VÁZQUEZ FREIRE, M. y SÁNCHEZ. G., A Princesiña Socorro, o trobeiro Carolo e o demo dos cornos, Hércules de Ediciones y Xunta de Galicia, 1995.

 

34

TORRADO, A., Serafim e malacueco na corte do rei Escama en Teatro às três pancadas, Porto, Civilizaçao, 1995.

 

35

VAZ, J., A carochinha vaidosa e o joâo gutao en A ilha mágica, Porto, Ediçoes Asa, 1998.

 

36

CORBERAN, C. y CLARAMUNT. E., Dracus B-7. El gos que no sabia lladrar y L'aneguet lleig, en La Mundia, nº 2 y La Mundia, nº

 

37

BAIXAS, J., Compare llop en La Mundia, nº 3, pp. 17-18. y DOMÍNGUEZ, J. V., La cova de les bruixes en La Mundia, nº 5, pp. 17-19.

 

38

RUMBAU, T., «Apuntes panfletarios de dramaturgia titiritil. El arte de la cachiporra», La Mundia, nº 3, UNIMA País Valencià, 1993. p. 11.

 

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En el BOE, de 12 julio 1975, una Orden Ministerial establecía lo siguiente: De acuerdo con lo establecido en el anexo I de la Orden ministerial de 22 de marzo de 1975, las obras literarias que se utilicen para las lecturas comentadas del Bachillerato serán seleccionadas de la relación siguiente: Edad Media (7 obras); Siglo XVI (9 obras); Siglo XVII (16 obras); Siglo XVIII (4 obras); Siglo XIX (12 obras) y siglo XX (30 obras)». Se añadía que tal relación podría «ser ampliada por la Dirección General de Ordenación Educativa cuando así lo aconsejen las necesidades de la enseñanza».

El Real Decreto 1179/1992, de 2 de octubre (BOE, 21 octubre 1992) establecía para el Primer Curso de BUP el estudio de las épocas de la Edad Media al siglo XX y de los géneros -narrativa, lírica, teatro y periodismo- proponiendo para ello la lectura, estudio y valoración crítica de una obra significativa de cada una las formas referidas». En el Segundo curso, esa misma normativa establecía el estudio de la Literatura del siglo XX (España e Hispanoamérica), añadía el género de ensayo y mantenía esa «lectura, estudio y valoración de una obra significativa, encuadrada en el siglo XX, de cada una de las formas literarias referidas».

 

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Para una ampliación acerca del concepto de Literatura Juvenil, véase mi artículo «Vuelve la polémica: ¿Existe la literatura... juvenil?», en Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, núm. 31, enero/abril 1998, pp. 101-110.