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Capitulo VI

De los errores que ocasiona la imaginacion.

     136 No es possible comprehender en muchos tomos los errores que ocasiona la imaginacion, pero propondrè los mas notables, y facilmente podrà el que fuesse atento conocer de quantas maneras nos engañamos por las representaciones desta potencia. Hase de tener presente, que nosotros formamos imagenes de todas las cosas que percibimos, no solo de las sensibles, sino tambien de las espirituales; porque las cosas que son corporeas empujan inmediatamente los organos de los sentidos, y el alma las percibe formando una imagen, ò representacion de ellas à la que hemos llamado idea sensible. Mas aunque no se perciban assi las cosas espirituales, no obstante en el modo que podemos hacemos sensibles sus imagenes, ò percepciones, porque al tiempo de pensar en ellas imprimimos la especie de la voz con que las nombramos, ò nos las figuramos como lineas, ò las comparamos à otros objetos sensibles, como largamente hemos explicado en la primera parte.

     137 Si considerassemos atentamente estas cosas, hallariamos dentro de nosotros un mundo espiritual mucho mayor que este que habitamos, y reducido à cortissimo espacio, es decir, hallariamos en nosotros mismos las imagenes que corresponden à los objetos que componen este mundo visible, y à los espirituales, è incorporeos que no son de su esfera, y lo que es mas todas reducidas al corto espacio que ocupa el celebro del hombre. Porque ya hemos mostrado en la primera parte, que el alma hace todas las percepciones en el celebro, y que en este se imprimen las huellas, ò señales de todas la cosas que el alma percibe assi corporeas, como espirituales. Consideremos pues quantos objetos se presentan à nuestros sentidos en el discurso de una larga vida, y hallarèmos que las imagenes de todos se hallan en el alma, y en el modo que hemos ya explicado se imprimen en el celebro. Consideremos tambien de quantas maneras combinamos, ò separamos tantos objetos, y veremos estampadas en el celebro las huellas que corresponden à las imagenes de tantas combinaciones, y separaciones. Pensemos despues quantas veces percibimos las cosas espirituales, de quantas maneras abstraemos la naturaleza de las cosas, y en fin la muchedumbre copiosa de puras intelecciones que hacemos en el uso de las ciencias abstractas, y hallaremos que todas las contiene el alma, y de todas quedan vestigios sensibles en el celebro. Si meditamos un poco sobre esto podremos decir, que este es un Reyno, ò mundo interior reducido à pequeño espacio, pero capaz de contener mayor numero de ideas que el de las cosas del mundo material que habitamos; y si levantamos debidamente la consideracion, avremos de reconocer la infinita sabiduria que ha fabricado tan maravillosa obra para ser la principal habitacion del alma y decir con el Apostol, que las cosas invisibles de Dios se hacen inteligibles à las criaturas racionales por las obras maravillosas que ha hecho.

     139 La disposicion del celebro causa la variedad que se observa en las imaginaciones. Si es capaz de recibir muchas imagenes hace una imaginacion fecunda; si recibe las imagenes, y las huellas se hacen hondas, serà la imaginacion fuerte; si con facilidad recibe las impressiones es la imaginacion blanda; si una vez recibidas con tenacidad las retiene es vehemente; si facilmente las recibe, y con la misma facilidad se borran es torpe; si con dificultad se imprimen, y tenazmente se retienen es violenta, y à este modo pueden ser infinitas las combinaciones que nacen de la diversidad de temperamentos, y diferente estructura de lo sessos humanos. Lo que principalmente se ha de notar es, que toda suerte de imaginacion nos puede ocasionar el error, porque puede engañar al juicio, de modo que, si bien lo consideramos, no ay error en la imaginacion sino en el juicio, à la manera que sucede con las percepciones de los sentidos. Debese pues poner el cuidado possible en governar bien el juicio, y en no dexarse llevar de las apariencias de la imaginacion. Aprovecharà mucho para conseguir esto saber, que las passiones casi siempre acompañan à la imaginacion, lo que es causa de muchos errores. Porque el miedo, el odio, la esperanza, y otros afectos suelen excitarse en el alma quando èsta percibe algun objeto, al modo que hemos explicado en la parte primera.

     139 Con estas advertencias serà facil descubrir muchos errores que ocasiona la imaginacion, y manifestar el modo de evitarlos, y para disponerlos con orden los distribuiremos en los que pertenecen à la religion, y al trato civil, donde comprenderemos los que atrassan los progresos de las artes, y ciencias. Gran parte de las heregias que en todos los tiempos han infectado la Iglesia, han nacido de imaginaciones fuertes, y fecundas. Pongamos en la antiguedad à Montano que imagina vivamente, que el Espiritu Santo ha dado à èl sus dones, y no à los Apostoles, imprimiendose profundamente en su celebro las huellas deste, y de otros errores. Entonces los humores del cuerpo, y las fibras del celebro de Montano se iban amoldando, y digamoslo assi, familiarizando con aquellas imagenes de la fantasia, à lo que se siguiò, que la razon flaca, y el juicio poco solido se dexaron llevar de la fuerza, y vehemencia de la imaginativa, y cayeron en la heregia. Fuele facil à Montano hacer creer como verdaderos los falsos entusiasmos de su imaginativa à Prisca, y Maximilla, que por el sexo, y falta de instruccion, logravan una imaginacion fuerte, y la razon flaca. Tuvo Tertuliano la imaginacion muy fuerte, y vehemente, y no la acompañava un juicio de los mas solidos; y recibiendo en su fantasìa los errores de Prisca, no supo enmendarlos. Pero en Tertuliano no era solo fuerte la imaginacion, sino vehemente, pues se le imprimian tan fuertemente las cosas, que arrastravan al juicio, y por la vehemencia las persuadia facilmente à los demàs. No obstante esto es preciso confessar, que su Apologia por la religion es ciertamente obra util, y de juicio, aunque resplandecen mucho en ella las fuerzas de la imaginacion vehemente; pero acabò de mostrarlas en el libro de palio, donde emplea la eficacia mayor, y toda la vehemencia que es decible en persuadir cosas inutiles, y de ningun momento.

140 Algunos colocan à Seneca entre los Escritores de imaginacion fuerte, y de poco juicio (55). No puede negarse, que Seneca tuvo la imaginacion fuertissima, y muy vehemente. Conocese en que igual eficacia emplea en las cosas improbables que en las ciertas, lo que es propio de los que tienen imaginacion indomita. Su descripcion del Sabio, no solamente es vana, sino ridicula, y como era su imaginacion fecunda, la hermoseò con tanta variedad de pensamientos, y sentencias, que ha embelesado à muchissimos lectores, ò tan imaginativos como èl era, ò de grande imaginacion, y pequeño juicio. No obstante se ha de advertir, que no fue Seneca de los Autores menos juiciosos, aunque creo que fue mayor su imaginacion que el juicio. Fue Estoico, ò quiso parecerlo, y se hallan en sus escritos sentencias, y maximas admirables para animar à seguir la virtud. Esto obligò à San Geronimo à contarle entre los Escritores Eclesiasticos y à tener por verdaderas las cartas de San Pablo à Sencca; mas los Criticos modernos no dudan que son apocrifas. Como quiera que sea tuvo Seneca eficacia loable en persuidir el camino de la virtud, como el unico medio para conseguir la felicidad humana; y ojàla que sus sentencias tuvieran mayor travazon, que assi serian mas estimables: de suerte, que ya en lo antiguo por esta falta fue llamado justamente el estilo de Seneca arena sin cal. He visto muchos libros modernos, que tratan, ò de maximas morales, ò politicas, y justamente puede atribuirseles la misma censura; y quizà su lectura fuera mas provechosa, si el entendimiento hallàra conexion entre las verdades que contienen.

     141 En nuestros tiempos tenemos hartos exemplares de los errores que ocasiona la imaginacion vehemente, y fuerte quando està acompañada de poco juicio. Tanto numero de Hereges fanaticos, seame licito usar desta nueva voz, como vemos en nuestros dias, tienen corrompida la imaginacion, y passa el contagio à corromper el juicio. Imaginan una cosa, y esta hace tan hondas las huellas, que continuamente excita vibraciones, y estas continuamente comueven la imaginacion. El juicio entonces dexa libremente llevarse de la fuerza de aquellas imaginaciones, y las tiene por verdaderas, y assi ocasionan el error. Mr. Jurieu, Luthero, Zuinglio, otros Hereges se imaginavan mil desordenes en la Iglesia Catolica, y el juicio assentia à que realmente los avia, estando solo en su imaginacion. En èstos acompañava à sus depravadas imaginaciones alguna passion, porque como ya diximos en la primera parte, siempre que el alma percibe algun objeto, y tiene presente la imagen que se pinta en la fantasia, suele excitarse alguna passion, ò de esperanza si puede lograrse el objeto, y se considera util, ò de miedo si se considera dañoso, y cercano, y assi de otras mil maneras. En las expressiones pues de semejante hereges se manifiesta, que à su descompuesta imaginacion acompañavan passiones desenfrenadas, ya de odio àcia la Iglesia, ya de esperanza de ser por esse camino memorables, y afamados, ya el deseo inmoderado de la singularidad, y en fin un amor propio extremado que los hacia parecer à ellos mismos unicos en razonar, y los solos en conocer, y distinguir lo verdadero de lo falso. La fuerza de tan vehementes imaginaciones junta con el desorden las passiones tan extravagantes, arrastravan al juicio, y los hacia caer en feissimos errores.

     142 Por otro camino yerran otros, y los precipita su imaginacion. Como todos sentimos, è imaginamos las cosas en la niñez, y entonces no razonamos, hacemos un habito de imaginar de tal suerte, que despues quando exercitamos la razon, casi nos vemos obligados à imaginar los objetos sobre que razonamos, y muchas veces no podemos percibir la cosa sino formamos idea sensible della en la imaginacion. Esta es la razon porque con solo el estudio theorico hacemos pocos progressos en las ciencias practicas, porque la sola theorica no ofrece ideas tan sensibles de las cosas como la practica, que las buelve mas perceptibles; sucede por esto, que algunos niegan todo aquello que no pueden imaginar. Calvino nunca pudo comprehender con su imaginacion, que el Cuerpo de Jesu Christo pudiera estàr en la Eucharistia, y en el Cielo à un mismo tiempo, porque la imaginacion no puede percibir à un cuerpo en dos lugares distintos à un tiempo; de aqui concluyò, que la presencia del Cuerpo de Jesu Christo en la Eucharistia no era real, y verdadera, sino mistica. Errò torpemente este Heresiarca, assi en esto, como en muchas otras cosas, por la fuerza de su imaginacion, y por dar à la imaginativa mayor extension de lo que le corresponde. No puede la imaginacion concebir à un cuerpo en dos lugares distintos à un mismo tiempo, porque el entendimiento entonces junta la idea de aquel cuerpo con la del lugar, y como las ideas de los lugares son distintas, hace distintas las del cuerpo, ò no sabe hacer à esta una sola. En este assumpto errò tambien Juan Clerico (56), y muchos Logicos entre los Modernos. Pero para desengañarse no es menester mas que ver lo que toca à la imaginacion, y ver lo que pertenece à la razon. Esta dicta, que Dios puede infinitamente mas de lo que podemos los hombres imaginar, y que por consiguiente aunque la imaginacion no comprehenda una cosa, debemos creerla si la Fè divina la enseña. Estos sectarios admiten por ciertas muchas cosas que no puede alcanzar su imaginacion. La eternidad no la podemos imaginar, y la tenemos por cierta. Tampoco podemos imaginar al infinito, y no obstarnte le tenemos por existente. Porquè pues se ha de dar tanto valor à la imaginacion en unas cosas, y no en otras? Yo creo que es, porque estos tales de puro imaginar no hacen otro exercicio que el desta potencia, y à ella temerariamente sujetan la razon, el juicio, y aun el soberano, è infalible dictamen de la Iglesia.

     143 Passemos aora à otros errores que ocasiona la imaginacion, y son muy frequentes, aunque por lo comun no tan peligrosos. Lusinda tiene la fantasìa blanda, y por su temperamento las fibras de los nervios son faciles en vibrarse, y en mantener las vibraciones recibidas. Dedicase à leer libros de piedad, y devocion, ò empieza à meditar, y pensar en las cosas divinas. Con la meditacion, y la letura se va llenando de imagenes la fantasìa de Lusinda de suerte, que apenas se excita en su imaginativa otras huellas que las que ha impresso la conntinua letura, y meditacion. En este estado se le excita la parssion, ò el dereo de lograr lo que lee, ò sabe aver logrado otras personas piadosas, es à saber, hablar con Dios; y continuando Lusinda en meditar las mismas cosas, la passion va creciendo al passo que crecen las huellas que ay en la imaginativa. La fuerza, y continuacion en imaginar calientan la fantasìa, y juntan ideas antes separadas, la vehernente passion empieza à dominar al juicio, y luego piensa Lucinda que ve à Dios en esta, ò la otra forma, que le habla en esta, ò la otra manera, que le representa su passion, y muerte, y otras mil cosas que le vienen à la fantasìa; de modo, que como su imaginacion es capàz de recibir muchas imagenes, y el juicio no sabe ya distribuirlas, facilmente las cree en el modo mismo, que las imagina. Entonces dice Lucinda que son revelaciones divinas lo que no es mas que entusiasmo de su imaginacion fecunda, y acalorada. Y si encuentra con un Dircetor que tenga la misma blandura en la fantasìa, y no tiene aquella prudente sagacidad que se requiere para estas cosas, facilmente tiene por revelaciones todo lo que Lucinda cuenta, y las estampa despues en los libros como venidas del Cielo.

     144 Bien sè yo que ay en la realidad revelaciones especiales, ò privadas, y que Dios habla à los varones santos, y les comunica algunas cosas para su utilidad, y consuelo; pero sè tambien que es muy dificultoso distinguir las verdaderas de las falsas, y que es muy facil que la fantasìa vehemente, y acalorada haga parecer por verdaderas revelaciones las que solo son apariencias de la imaginacion. El diablo suele transformarse à veces en Angel de luz, y para engañar à las criaturas se aprovecha desta flaqueza de la fantasìa en que tiene especial influencia. Por esto la Iglesia Catolica procede con gran cautela en el examen de semejantes revelaciones, y à su exemplo suelen examinarlas con mucho cuidado los varones santos, y juiciosos, que no quieren ser engañados. En efeto Priscila, y Maximila tuvieron por revelaciones divinas los errores del Herege Montano, y creìan que les hablava el Espiritu Santo, y les fue facil comunicar el contagio de su depravada fantasìa à un varon tan ilustre como Tertuliano, porque hallaron en èl una imaginacion fecunda, y superior al jucio (139). En nuestros tiempos tenemos otros exemplares recientes de muchos Hereges, que quieren hacer passar los delirios de su imaginacion por revelaciones especiales, y harto se han gloriado desto Luthero, y Mr. Jurieu, pero con risa, y desprecio de todos los sabios.

     145 Ay otras mugeres que hablan de revelaciones especiales, y su error està en la fantasìa, aunque se hace de otra manera. Gelarda muger sumamente devota, y piadosa està enferma de afecto histerico, y no lo conoce. Es este un mal que de ordinario gasta la imaginativa, porque tiene su assiento en aquellos nervios, que estendidos hasta el celebro, sirven para propagar las vibraciones de los objetos externos. Introducese poco à poco en el celebro de Gelarda aquella enfermedad, que se llama melancolìa, y suele acompañar al afecto histerico. Desordenado ya el celebro, se descompone el orden de las vibraciones, y como es ordinario que los humores en la enfermedad muevan las fibras en el modo que son mas faciles à vibrarse, siendolo respeto de los objetos de piedad, en que continuamente exercita Gelarda la fantasìa, es muy natural que en la enfermedad buelvan à excitarse representando cosas devotas, al modo que uno que delira, habla de las mismas cosas que en la salud mas pensava, bien que desordenadamente por el vicio de su celebro. Ocupada ya Gelarda de la melancolìa, empieza à delirar, y dice que ve à Jesu Christo en el Huerto sudando sangre, ù ve à la Virgen Santissima que se le aparece en su gloriosa Assumpcion, y le dice estas, ù las otras cosas; y si la fantasìa està muy caliente, tal vez dice que le da coplas, y redondillas para que las cante. Si la enfermedad no es muy fuerte, queda en este estado el delirio de Gelarda, y no es conocido sino de aquellos que en estas cosas saben la fuerza de la fantasìa, y no se dexan engañar. Un caso muy semejante à este me ha sucedido, y conocì el delirio, y lo previne, y con el tiempo se acabò de confirmar evidentemente mi pensamiento. Luis Antonio Muratori (57) cuenta que en Milan avia una Religiosa, que decia que cada noche hablava familiarmente con Jesu Christo, y assi lo creìa la mayor parte de aquel gran pueblo. El Arzobispo, que era entonces Federico Borromeo, varon de gran juicio y singular dicernimiento, quiso assegurarse por sì mismo, y dixo à la Religiosa, que se hallava con una alhaja muy estimable, y de gran valor, pero que para saber lo que debia hacer della lo preguntasse à Jesu Christo, y con esso sabria que no podia errar. Tuvo la Religiosa sus imaginadas habladurias, y diò de respuesta, que vendiesse la alhaja, y la repartiesse entre los pobres. El caso fue, que la alhaja de que hablava el Arzobispo era su alma, y si Jesu Christo huviera hablado con la Monja, no le huviera dicho que la diesse à los pobres. Otra Religiosa decia, que Dios todos los dias la subia hasta el Sol, y la hacia ver la hermosura de aquel Planeta. Preguntòla el mismo Prelado quan grande era aquel Astro, y respondiò que como un Cesto. Conociò claramente este insigne Varon, que no eran otra cosa semejantes revelaciones, que entusiasmos de imaginaciones valientes, y pervertidas.

     146 Para que esto no cause dificultad no ay mas que considerar la viveza con que la imaginativa representa una cosa en los ensueños. No parece sino que la tenemos presente, y que en la realidad nos sucede lo que soñamos. Entonces no obra el juicio ni la razon, y por esso no corregimos lo que se nos presenta. Sucede pues en la vigilia, que la imaginacion representa algunas cosas con la misma fuerza, y tal vez mayor que en los ensueños; sucede tambien, que el juicio no corrige à la fantasìa, y assi ocasiona èsta mil errores.

     147 No pretendo con esto introducir la terquedad, y obstinacion en no creer estas cosas que pertenecen à revelaciones especiales, como hacen algunos, intento solo descubrir la verdad, y deseo que se hagan los hombres à exercitar la razon; y siempre tendrè por prudencia desconfiar de las relaciones de muchas personas devotas concernientes à este assunto, y examinarlas con toda la diligencia possible para evitar el error. Porque algunas destas revelaciones, ò mejor imaginaciones, son à la verdad inocentes, esto es, no incluyen cosa opuesta à los sagrados dogmas, ni disciplina de la Iglesia; pero ay otras llenas de peligro, y no fuera dificil mostrarlas en algunos libros donde se hallan impressas. Por esta razon quisiera yo que algunos de los que trabajan Vidas de personas Venerables por su santidad y virtud, tuviessen mejor gusto, y las escriviessen con mejor Logica. Alabo el zelo de semejantes Escritores, pero no el juicio. El escrivir la vida de una persona virtuosa, es instituto muy loable, porque es ofrecer à los lectores un exemplo de virtud para imitarle, y aspirar à la misma perfeccion. Pero he visto muchos libros que no muestran el fondo de virtud de sus heroes, ni manifiestan el modo con que exercitavan la humildad, la paciencia, la caridad, la mortificacion, la honestidad, y demàs virtudes, antes se trata esto de passo, y muy de proposito se ponderan las revelaciones inmensas, las apariciones sin numero que tuvo la persona Venerable, y casi se intenta probar la gran santidad de un Varon por el copioso numero de revelaciones, y no por la prueba real, y verdadera de sus eminentes virtudes. Lo peor es, que despues de aver llenado un libro de revelaciones, no se halla en todo èl ni una sola prueba, de si fueron, ò no verdaderas, y es, porque los Escritores no lo dudan. Ya se quexa destos descuidos nuestro SS. Padre, y Señor Benedicto XIV. que al presente rige la Santa Madre Iglesia, en su admirable Obra de la Canonizacion de los Bienaventurados, donde de proposito trata este mismo assunto. Y pocos dias hace que se publicò el tratado de Revelaciones del famoso Critico Eusebio Amort, merecedor de que le lean los que han de examinar semejantes revelaciones, porque se trata este assunto con buena Logica, y justa Critica.

     148 Para no caer pues en semejantes errores, serà bien exercitarse en distinguir lo que es propio de la imaginacion, y lo que toca al juicio. Se ha de saber, que la imaginacion no hace otra cosa, que representar al vivo las imagenes de los objetos; pero al juicio toca assentir à sus combinaciones, y hallar la verdad de las cosas que ofrece la fantasìa, y como desde niños nos hacemos à imaginar mas que juzgar, serà bien exercitar continuamente la razon, y sobre todo saber dudar quando convenga, y no juntar con precipitada facilidad el juicio con la imaginacion. Si le trata de conocer lo que sucede en otra persona, demàs de lo dicho serà conveniente examinar si la govierna alguna tercera passion, y muchas veces se hallarà, que el deseo que tiene una mujer de parecer santa, ò el apetito de fama de virtuosa, ò la ambicion, y deseo de mandar, ò tal vez el despecho por no venirle las cosas como desea, han corrompido su fantasìa; y de aqui nace que juzgue por revelaciones sus delirios. Tal vez la malicia es el mobil destas fingidas apariciones. Tal vez alguna oculta enfermedad, que no es conocida, porque no se manifiesta por defuera. En fin la razon dicta, que quando se ofrecen semejantes revelaciones, empiecen los hombres sabios à examinarlas dudando, averiguando las passiones, la eficacia de la imaginacion, y la conformidad que tienen con los dogmas, y diciplina de la Iglesia.



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Capitulo VII

Continuase la explicacion de los errores que la Imaginacion ocasiona.

     149 Hemos propuesto en el capitulo antecedente algunos errores que ocasiona la imaginacion en assumptos de Religion, y de piedad; en èste manifestarèmos los que principalmente ocasiona en el trato civil, y en el exercicio de las Artes, y Ciencias; y para hacerlos mas comprehensibles, los dividiremos en varias classes, segun las varias influencias que suele tener en ellos la fantasìa.

     150 En primer lugar suelen ocasionar el error las imaginaciones pequeñas, entiendo por pequeñas imaginaciones las que se llenan, y satisfacen de cosas de ningun momento, y suelen hacer que el juicio las tenga por grandes, y se ocupe en ellas. Esto suele observarse en los niños, y mugeres, y por esso las vemos casi siempre ocupadas en cosas pequeñissimas, mirandolas como grandes, y dignas de su palicacion. La moda, la cortesìa, el adorno, y la conversacion destas mismas cosas es el atractivo de su juicio, como en los niños los juegos, las bagatelas, y las diversiones. De ordinario las imaginaciones pequeñas suponen las fibras del celebro delgadas, y faciles en vibrarse, y por consiguiente dispuestas à recibir los movimientos de qualesquiera objetos. Por otra parte la substancia del celebro es muy blanda, y consiguientemente facil en recibir las impressiones de los objetos por pequeños que sean. Siguese desto, que las cosas de ninguna importancia se imprimen vivamente en los sellos assi dispuestos, y como sea esta la disposicion del celebro en las mugeres, y niños, por esto su imaginacion recibe, y retiene con tanta facilidad las cosas que nada aprovechan. Añadese, que assi las mugeres como los niños no tienen principios fundamentales con que razonar sobre objetos mayores, conque es natural que el juicio se ocupe todo en los otros objetos que llenan su fantasìa. Por esta razon si alguna vez acontece que un niño, ò una muger logren la constitucion del celebro mas firme, y menos blanda, y por otra parte se procure formar el juicio desde los primeros años, proponiendole las maximas fundamentales de la rozon humana, en tal caso no se ocupàran en cosas tan pequeñas. Deste modo se ha visto un niño que à la edad de siete años ha defendido publicamente las principales Ciencias con acierto (58), y mugeres que han excedido à los hombres en el juicio. Muchos exemplos pueden serse de uno, y otro en los Autores, en especial en Plutarco (59), y entre los Modernos en Mr. Baillet (60).

     151 No faltan hombres afeminados de imaginacion bien pequeña. Algunos usan mas adornos que las mugeres, otros continuamente exaltan cosas pequeñas; unos exageran las cosas de poca importancia, otros se hacen entremetidos, dando à entender que son grandes hombres, y solo se mezclan en las cosas de ningun momento. Cleobulo se altèra de lo que no debe, se admira de bagatelas, y no sabe hablar de otra cosa que de su dolor de cabeza, de lo que ha trabajado, de lo cantado que le halla, y en ello emplea toda una tarde, y tal vez todo el dia. Evaristo se halla en una conversacion, y no hace otra cosa que ponderar la desigualdad del tiempo, las niñerias de sus hijos, y sus gracias; y despues, por hacer demostracion de su saber, se pone à hablar de los vestidos de los Macedonios, del orden de batalla de las Amazonas; y si se le ocurre, no omite tal qual lugar de Quinto Curcio. Este vicio es el que llaman los Modernos pedanteria, que consiste en entretenerse solo el entendimiento en cosas de ninguna substancia, mas propias de niños que de adultos, proporcionadas à la pequeñez de su fantasìa, y objetos dignos de su corto juicio. Ellos tales no suelen hacer otro daño con estos errores, que causar enfado à todo el mundo, y en especial à los hombres que hacen uso de la razon.

     152 Si la pedanteria quedasse solo en las conversaciones fuera tolerable, el caso es que se halla en infinitos libros de todas facultades, y sus Autores nos hacen perder el tiempo, y el dinero en inutiles niñerias. Menkenio desprecia con donaire algunos Gramaticos que disputaron mucho tiempo sobre sola una voz (61), y en nuestros tiempos hemos visto empeñados dos hombres famosos en averiguar si ha de escrivirse Virgilio, ò Vergilio. Y què cosa mas comun, y mas inutil, que examinar aquello que despues de averiguado para nada aprovecha? Todo el año emplea Ariston en averiguar si Ciceron estudiava sentado, y ò passeando, si los vestidos que usava eran varios, ò uniformes. Cleobulo està afanado para saber què figura tenian las evillas de los Romanos, y hace un tomo entero para probar que no usavan espuelas, y trata con mucha extension de los anillos, de los juegos, y otros divertimientos de aquellos tiempos. Alguna vez puede esto ser un poco util, pero si se considera el estrepito con que algunos han tratado esta materia, bien se podràn comparar à la mosca de Isopo, que estando sobre la rueda de un Carro, decia: Quanto polvo levanto!

     153 Otros emplean gruessos volumenes en explicar una sola voz de algun Escritor antiguo. Yo siempre he tenido por hombres de imaginacion pequeña à los que se detienen en una palabrilla, en un accento, en si se ha de entender esta voz en este, ù en otro significado, y sin llegar à conocer lo util de las cosas, solo se contentan de lo superficial. Parecense estos à los Cazadores, que no llegando à saber cazar las aves, y bestias utiles para el mantenimiento del hombre, se emplean en cazar ratones, ò tal vez se hacen cazadores de moscas.

     154 Lo mismo debe decirse de aquellos que se tienen por grandes hombres porque saben hacer un verso, ò una redondilla. O! Narcisso es mozo de grandes esperanzas, porque hace un Epigrama, y forma versos que es una maravilla. Examinando bien las cosas, se halla que Narcisso es hombre de pequeña imaginacion, y de poco juicio, porque sabe hacer versos que nada mas tienen que el sonido, el metro, y la cadencia, cosas propias de la imaginacion, pero no incluyen sentencias graves, ni instructivas en que resplandezca el juicio. De què puede servir hacer versos con letras forzadas, y anagramas obscurissimos, sino de atraer aquellos que admiran todo lo que no entienden, y celebran lo que no alcanzan (62). Bien pueden estos compararse à los niños a quien el color del oropel hace creer que es oro, lo que es plomo, y tal vez madera podrida.

     155 En segundo lugar coloco yo las imaginaciones llenas, y llamo assi aquellas que se llenan de muchas imagenes, ò ya se adquieran, y recojan con la aplicacion, ò ya naturalmente sea dispuesta la fantasìa à formarlas. Es menester confessar, que si à las imaginaciones llenas se junta buen juicio son muy estimables, y solo de ellas han de esperarse grandes ventajas en el descubrimiento de la verdad, y en el exercicio de las artes, y ciencias; pero si à una imaginacion muy llena no acompaña un juicio atinado, suele ser causa de muchos errores. O! Fulano es muy leno! Què de noticias tiene! Què de cosas sabe! De qualquiera assunto que se hable en todo entiende. Este es el lenguage del vulgo en la calificacion de los sugetos. Si el juicio no coloca en el debido lugar las noticias, si à la muchedumbre dellas, no acompaña un gran dicernimiento de lo verdadero, y de lo bueno, y un conocimiento de lo util, y superfluo, de lo bello, y de lo rustico, nada mas seràn todas aquellas noticias, que un monton de trigo, cebada, heno, paja, y polvo donde ay algo de bueno, pero mezclado con muchissimo sucio, malo, y abominable. En efecto la llenura de la imaginacion es como la del cuerpo que siendo governada por la naturaleza es sana, y loable, y en siendo desordenada causa la enfermedad, y la cacoquimia.

     156 Esta enfermedad, ò disposicion cacoquimica de la imaginacion, es comun en las oraciones, y en los escritos. Llena Cleobulo su celebro de noticias vulgares, de lugares comunes, porque las Poliantheas son sus delicias, y en los Diccionarios hace su mayor estudio. En un sermon vacìa quanto ha leido en estas fuentes de vulgar erudicion, y doctrina, y no ay Autor que no cite, ni noticia que no participe à su auditorio. La desgracia es, que le acompaña poco juicio, y no coloca las cosas en el lugar que les corresponde, ni las aplica en el modo necessario para instruir, ni añade verdad alguna que penetre en el corazon de los oyentes. Los que tienen la imaginacion muy llena son intolerables en las conversaciones. Hablese de lo que se quiera, luego salen vertiendo noticias fuera del lugar, y tiempo, y èstas à veces tan mal digeridas, que no parecen sino un aborto, ò una de aquellas insufribles evacuaciones, que por descargarse excita la naturaleza.

     157 No es possible tratar aqui individualmente de todos los Escritores, que siendo de imaginacion llena, muestran tener poco juicio, porque son inumerables, y oy mas que nunca reyna la moda de querer los hombres parecer sabios, amontonando citas, y noticias, aunque sean inutiles, y vulgares. Propondrè dos solamente, y assi se podrà formar juicio de los demàs. No puede dudarse que Caramuel fue Escritor de vasta erudicion, y que en sus Obras muestra aver tenido una imaginacion llenissima, assi por la variedad de assumptos que trata, como por las noticias con que los adorna. No obstante un Critico moderno dice, que Caramuel tuvo ocho grados de ingenio, seis de imaginacion, y dos de juicio. Lo mismo puede decirse del P. Kircher. En la Medicina està muy celebrado Miguel Etmullero, y no puede negarse que es Autor llenissimo, pero de poco provecho, porque no acompaña gran juicio, ni aun mediano, à tanta baraunda de cosas inutiles como propone. Este Autor es aquel que estudian muchos que no professan la Medicina, para hablar della en sus discursos, y mostrar que la entienden radicalmente, y à la verdad hallan en èl un fondo inagotables de noticias para embelesar à los que se contentan de la abundancia de la imaginacion; pero nunca agradaràn à los que solo se goviernan por el juicio. O quantos libros llenan los estantes, sin aver en ellos mas que amontonamiento de noticias falsas, vulgares, ò inciertas, pero regladas de modo, que puedan hacer impression en la fantasìa!

     118 En tercer lugar pueden colocarse las imaginaciones profundas, y llamo assi aquellas que estàn juntas con huellas hondas, y muy arraigadas en el celebro. De tres maneras se hace profunda la imaginacion, ò por temperamento, ò à fuerza de meditar, ò por enfermedad. Los que tienen el temperamento melancolico, de ordinario son de imaginacion profunda. Tal vez debe de consistir en que su celebro es firme, y sus fibras retienen fuertemente las impressiones de los objetos. La imaginacion naturalmente profunda, junta con buen juicio, suele aprovechar mucho, porque suele causar mucha constancia en las cosas que emprende, y esta constancia nace de la duracion de las ideas de una cosa ocasionada de la firme composicion de los sessos. Como en estos tales no se borran sino con dificultad las huellas, y señales una vez impressas, por esso son tenaces en su proposito, y no dexan la cosa hasta que la apuran del todo. Aquellos que han tenido buen juicio, junto con semejante imaginacion, han hecho progressos en las empresas loables, y dificiles. Por el contrario, si la imaginacion es profunda, y el juicio es corto, se siguen muchos errores, y lo que es peor los acompaña una tenacidad invencible. Suele ser muy comun à los que tienen la imaginacion profunda, andar pensativos, y no reparar en las cosas triviales, mayormente si ocupan el juicio en cosas de importancia. Ariston va por la calle tan profundo, que no repara en los que encuentra, ni saluda à sus amigos, ni se entretiene con la hermosura de los balcones, y ventanas. Crisias lo mira todo, de todo se divierte, ni en una mosca que vaya bolando dexa de reparar. Destos dos Ariston tiene la imaginacion profunda, y Crisias pequeña.



     159 El hombre mientras està velanlo, ò no duerme, siempre piensa, y siempre se presentan à sus sentidos objetos que los impressionan; pero ay la diferencia, que los objetos de poca substancia no ocupan la imaginacion de Ariston, y llenan la de Crisias. Quando van èstos por la calle, los dos piensan, pero se distinguen en que Crisias piensa en las ventanas, en los balcones, en las rejas, y otros objetos que se presentan à sus ojos, y son bastantes para entrener su fantasìa. Ariston tiene presentes los mismos objetos, pero como por la rectitud del juicio no le admiran, y por la profundidad de la imaginacion tiene presentes dentro de su celebro otros objetos tal vez mas dignos de su aplicacion, ò à lo menos mas profundamente arraigados, por esso piensa mas en estos, y apenas se ocupa de aquellos. Bien creo yo que tambien es menester justa medida en la profundidad de imaginacion de Ariston, porque de otra forma se bolverà inutil, è intratable, y en esto es menester que el juicio tenga presente ne quid nimis.

     160 A fuerza de meditar se hace profunda la imaginacion. La razon es, porque meditando mucho se exercitan, vibrandose continuamente las fibras del celebro, y à puro de exercitarse contrahen facilidad de repetir las mismas vibraciones à que corresponden las imaginaciones que les pertenecen. Sucede en esto lo mismo que en el exercicio del cuerpo, cuyos miembros con el continuo trabajo se habituan à aquel movimiento en que mas se exercitan. Cartesio es de los Filosofos que mas han meditado, y su imaginacion fue sumamente profunda. Si la mucha meditacion de un objeto và acompañada con poco juicio, puede inducir con el tiempo los errores que ocasiona la imaginacion profunda, y hemos dicho en el parrafo antecedente.

     161 Por enfermedad suele hacerse tan profunda la imaginacion, que ocasiona muchissimos errores. Es de advertir, que algunas veces la enfermedad que daña la imaginacion, dexa al juicio sano, y èste corrige los errores, y desordenes de aquella. Otras veces la enfermedad del celebro daña la imaginacion, y al juicio, y los que assi padecen, yerran neciamente. De uno, y otro he visto exemplares en mi practica de la Medicina, y de ambas cosas hablò muy concertadamente Galeno, y despues otros Autores. He conocido un sugeto muy literato que padece la primera enfermedad de la imaginacion. No ay desatino que èsta no le proponga, pero como tiene sano el juicio, y le tiene muy solido, y atinado, con facilidad rechaza los errores de la imaginacion. Aqui se ha de notar, que à veces es tan poderosa la fuerza de la fantasìa, que el juicio por mas que quiera apartar della algunos objetos, no puede conseguirlo, y esto sucede en aquellos que por enfermedad tienen viciada la parte del celebro donde reside la imaginacion. El remedio cierto que ay para no errar en este caso, es derpreciar las representaciones de la fantasìa, y fortalecer el juicio para que la domine, y sè yo que haciendo buen uso de la razon, y acostumbrandose à vencer, y moderar la fuerza de la imaginativa, se consigue el alivio. Desta enfermedad de la imaginacion deben tener noticia, y procurar conocerla los directores espirituales de las almas, porque della nacen casi siempre las conciencias escrupulosas, corrompiendo poco à poco en ellas la imaginacion al juicio. Quando la enfermedad del celebro de tal suerte vicia la imaginacion que comunique el daño al juicio, se sigue la locura, ò bien melancolica, ò maniatica. Destos ay algunos que solo deliran sobre una cosa, y estan sanos en lo demàs. Qual dice que es Rey, qual Papa, qual que es Leon, qual que es hormiga. La impression destos objetos ha echado raices tan hondas en su celebro, que es dificil borrarlas, y por la enfermedad no puede el juicio corregir este error. Desto puede el Lector tener larga noticia viendo algunos Autores de Medicina, y en especial à Paulo Zaquìas en las questiones Medico-Legales.

     162 Siguense las imaginaciones contagiosas, y llamo assi aquellas, que con facilidad comunican sus impressiones à otras, y las arrastran. Desto ay infinitos exemplares en el trato civil, y nada es mas comun que dexarnos llevar los hombres por la fuerza de la imaginacion de aquellos, con quien mas familiarmente tratamos. Es bien sabido que la vista de un objeto asqueroso nos provoca à bomito, y la tristeza de un amigo nos entristece: Si vis me flere, decia Horacio (63), dolendum est primum ipsi tibi. Estas cosas suceden por contagio de la imaginacion, porque la vista destos objetos excita en nuestra fantasìa las mismas impressiones, y movimientos que en aquellos donde se hallan, y por esso nos excitan las mismas passiones.

     163 Nada es mas comun, que imitar nosotros aquellos con quien tenemos familiar comunicacion. Si nuestro amigo viste de moda, vestimos nosotros, si habla con algun tonecillo, insensiblemente le vamos adquiriendo, si tiene algun vicioso estrivillo, tal vez le tomamos sin poderlo evitar. Esto sucede, porque las fibras de nuestro celebro se van habituando con el trato à aquel modo que observamos continuamente en otro. Por esto, es bien buscar para el trato familiar aquellos sugetos en quien resplandezcan las virtudes, y el juicio, porque al fin teniendo en nuestras operaciones tanta parte la fantasìa, es muy conveniente hacerla à recibir imagenes de lo bueno, y razonable.

     164 La imaginacion de los hombres de autoridad es muy contagiosa. Ya la grandeza, ya la ostentacion, y las dignidades suelen ocupar la fantasìa de los subditos, è inferiores, porque estos consideran en aquellas cosas una suma felicidad. La sujecion en el inferior por otra parte dispone el animo à recibir las impressiones del superior. De aqui nace, que poco a poco se va haciendo la fantasìa de los domesticos, y sujetando a las mismas ideas de los dueños, y la de estos por cierto modo de contagio, arrastra la de aquellos. Por esta razon es importantissimo, que los que se hallan en grandes dignidades, y empleos no exerciten si no obras de virtud, procurando enseñar à los demàs con el exemplo, y no ay que dudar que puede ocasionar gran daño, en la imaginacion de los subditos el desorden del superior, por el contagio de la imaginacion.

     165 Esto se ve practicamente en la crianza de los hijos. En vano seràn los castigos, en vano las amenazas, y en vano qualquiera diligencia de los Padres, si estos no procuran poner el fundamento de la educacion en el buen exemplo. Los niños no exercitan otras operaciones que las de los sentidos, è imaginacion, y aun quando ya empiezan à razonar no tienen otros principios sobre que exercitar, y fundar la razon, que aquellas cosas que se les comunican con el trato, porque vienen al mundo como un lienzo raido, como ya hemos dicho (115).Como por sì mismos en este estado alcanzan poco, miran à sus padres como unicos Maestros, y como estan sujetos à ellos, les sujetan tambien el entendimiento, porque en esto tiene gran parte la autoridad. Reciben pues como regla infalible lo que los padres les dicen, y muchissimo mas lo que les ven hacer, porque dice muy bien Horacio, que mayor, y mas pronta impression hacen las cosas que se presentan à los ojos, que las que excitan al oido (64). Por otra parte se ha de considerar, que los niños no son capaces de distinguir con toda claridad si lo que los padres les amonestan es bueno, ò malo, y assi lo siguen ciegamente por la autoridad, y respeto con que los miran. Añadese, que el celebro de los niños es muy blando, y su fantasìa dispuesta à recibir qualesquiera impressiones; de suerte, que una vez recibidas, y arraigadas con dificultad se borran. Por todas estas razones han de cuidar con suma solicitud los padres que quieren educar bien à sus hijos, no hacer delante dellos cosa que no sea buena, y capaz de producir loables impressiones en la imaginacion dellos, y por otra parte han de empezar muy temprano à enseñarles los principios, y maximas de la Religion Christiana. Este punto es importantissimo al publico, y yerran muchissimos padres en la crianza de los hijos, porque no consideran que su imaginacion es contagiosa, y que los hijos la reciben, y se forman à su modelo. Plutarco escriviò un Tratado de la educacion de los hijos, y en nuestros tiempos vemos muchos libros que tratan christianamente tan importante assunto, y creo yo que el poco fruto que se saca de tales escritos, nace de que los padres no consideran que la principal leccion para educar bien sus hijos, consiste en obrar ellos mismos loablemente, en hablar delante de los hijos con modestia, en mostrarlos con su exemplo lo que es feo, y lo que es abominable, lo que deben seguir, y evitar, y deste modo la imaginacion de los niños se va llenando de imagenes, y de señales que en llegando al uso de la razon, le sirven de fundamento para razonar con juicio. Lo mismo que hemos dicho de los padres ha de entenderse de todos los que se hallan al rededor de los niños, y es bien cierto, que los padres que no pondran cuidado en la familia, y en el buen exemplo de sus domesticos nunca lograràn buena crianza en sus hijos.

     166 Tambien es contagiosa la imaginacion de los Maestros respeto de los dicipulos, porque la atencion con que èstos los miran, y la autoridad que los Maestros tienen sobre ellos, dispone su imaginacion à recibir qualesquiera impressiones, y en efecto sucede que los dicipulos suelen tomar los mismos modelos los de los Maestros. Por esta razon es necessario que los que han de enseñar publicamente sean hombres de buen exemplo, y conocida literatura, porque suelen las letras, y costumbres de los Maestros pegarse, digamoslo assi, à los dicipulos. En efecto lo que hemos dicho de los padres respeto de los hijos, puede decirse de los Maestros respeto de los dicipulos, con sola la diferencia, que los niños son mas dispuestos à recibir qualesquiera impressiones, que los adultos.

     167 Ya se ve que muchos errores nacen deste contagio de la imaginacion, y son de mayor, ò menor entidad segun su objeto. Quantos infelizmente han bevido la heregia, y la han sostenido hasta la muerte, por averseles comunicado de los padres, ò de los Maestros! No ay mas que leer las historias de nuestros tiempos para tener desto muchos lastimosos exemplares. Aun en otros assumptos es tan dañoso el contagio de la imaginacion, que suele atrasar mucho los buenos progressos de las Artes, y Ciencias. Bien ve Ariston que estas cosas nuevas de la Filolosia son mas comprehensibles que las que ha aprendido, pero no se atreve à abandonar las maximas de sus Maestros. O! dice Crisias, yo oì à mi padre, que lo contava muchas veces, que en casa salìa un Duende, y assi no ay duda que ha avido Duendes. Cleobulo dice: Esto es cierto, yo lo lo he oido contar muchas veces à mi abuela, y à fe que era una Señora bien racional, que una noche bolò una bruja, y passò el mar, y se fue à Napoles, y luego bolviò, etc. A estos tales es dificil desengañarnos, porque se les pegò quando eran niños la errada imaginacion de sus padres, y abuelos.

     168 En ultimo lugar coloco yo las imaginaciones apassionadas, y llamo assi aquellas que van acompañadas de alguna vehemente, ò desordenada passion. A la verdad nunca imagina el hombre cosa alguna sin que alguna passion acompañe sus percepciones, como ya hemos dicho muchas veces; pero suele en algunas ocasiones ser tan vehemente la passion que acompaña à la fantasìa, en la percepcion de algun objeto, que juntas arrastran al juicio, y ocasionan graves errores. A un niño se le amenaza con el Duende, ò porque no llore, ò por imprudente conducta de los que los educan. Excitasele la passion del miedo, y se le imprime tan vivamente aquella especie, ò imagen, que despues nadie es capàz de desengañarle. Si ha de ir de noche à algun lugar, y se le ha dicho que sale una Fantasma, cada sombra, cada ruido, cada mata le parece que lo es, y que ha de tragarle, cosa que dura aun en los adultos si no regulan el juicio, y con èl moderan la passion del miedo. La mayor parte de las visiones, y apariciones de Almas, y de Duendes, y Fantasmas no son otra cosa que apariencias de la fantasìa alterada con la passion del miedo, ò del espanto. Si semejantes cosas se presentàran por sì solas al alma, no harian grande impression; pero como van juntas con el miedo, con dificultad se borran. Porque se ha de saber, que el miedo no es otra cosa que un movimiento que se excita en el hombre, con el qual se aparta de algun objeto que considera como dañoso, como que puede causarle algun gran mal. A los niños se les hace creer que la Fantasma ha de tragarlos, ò que ha de hacerles algun otro daño, y por esto en presentandoseles semejante objeto, temen, esto es, se excita un movimiento para apartarle. Todo esto dexa raìces, y impressiones muy hondas en el celebro, de suerte que muchas veces suele el juicio dexarse llevar dellas, y cae en el error.

     169 Lo mismo sucede quando à la fantasìa se allega alguna otra passion. Ama Narcisso extraordinariamente à Lucinda, y tiene la imagen de èsta tan viva en la imaginacion, que en ninguna otra cosa piensa. Como el amor es aquel movimiento con que queremos un objeto, que, ò realmente es, ò à lo menos nos parece bueno; por esto no ay perfeccion, ni bondad que no tenga Lucinda, segun el juicio de Narcisso. De suerte, que en siendo semejante passion desordenada, suele pervertir de mil maneras al juicio, y nada es mas comun en las historias, que exemplos de hombres perdidos por el amor. Aun el cariño, y aficion con que tratarnos à los hijos, à los amigos, y bienhechores, hace tal impression en nosotros, que de ordinario suelen el juicio governarse mas por la passion, que por la verdad (65).

     170 El deseo de una cosa de tal suerte muda la fantasìa, y altèra al juicio, que si es muy vehemente nos hace errar. Cuenta Muratori, que conociò à un Religinso venerable por su virtud y literatura, el qual deseava con sumo ardor el Capelo. Este deseo le gastò la fantasìa de manera, que ninguna otra cosa imaginava con mayor vehemencia. La imaginacion deste objeto, junta con el deseo de posseerle, de tal modo, trastrocaron al juicio, que llegò à creer que era Cardenal, y se enfadava de que no le diesse el tratamiento correspondiente à esta dignidad. En todo lo demàs hablava racionalmente, pero en esto nunca, ni huvo fuerzas para apartarle de su error. No ay cosa mas facil que conocer lo que puede la fantisìa dominada de alguna vehemente passion, y pudiera poner exemplos inumerables, discurriendo sobre cada una de las passiones, porque el theatro del mundo ofrece cada dia con abundancia; pero no lo permite la brevedad deste escrito, y con los exemplos propuestos pueden los lectores atentos conocer semejantes cosas.

     171 Para evitar todos estos errores se ha de saber, que la imaginacion solamente los ocasiona, y caemos en ellos, porque libremente dexamos que el juicio se govierne por la imaginacion. De suerte, que quando decimos en esta obrilla, que la fantasìa arrastra, pervierte, corrompe al juicio, entendemos solamente la grande influencia que tiene la imaginativa en nuestras operaciones, bien que siempre suponemos, como varias veces hemos dicho, que el juicio libremente assiente, ò dissiente à las cosas que se presentan à los sentidos, ò se imprimen en la imaginacion. Serà bien pues que cada qual exercite el juicio, y que se haga à distinguir lo que toca à la fantasìa, y lo que pertenece à la razon; y para fortalecer el juicio serà conveniente pensar, que nada ha de governarle sino lo bueno, lo verdadero, y lo util, y que moderando las passiones, y refrenando el vigor de la fantasìa, tiene lugar el juicio para examinar mejor las cosas. La Filosofia Moral aprovecha mucho para lo que toca à las passiones. Quisiera yo que todos tuvieran presente la famosa maxima de Epicteto, celebre Estoico: Sustine, et abstine, es à saber, sufre, y abstente. Y por lo que toca à las Artes, y Ciencias, quisiera tambien que se tuvieran presentes los errores que se notan en este breve escrito, para que conociendolos, sea mas facil evitarlos.



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Capitulo VIII

De los errores que ocasiona la pura inteleccion.

     172 Por pura inteleccion conoce el hombre, no solo las cosas espirituales, las maximas de la razon natural, sino que abstrae, esto es, separa las cosas, y assi forma razones universales. Esta manera de conocer por abstraccion suele acarrear graves errores sino se modera con el juicio. A dos pueden reducirse los errores generales que ocasiona la pura inteleccion, es à saber, ò quando atribuimos à las cosas lo que entendemos, ò dando al entendimiento mayores fuerzas de las que realmente tiene.

     173 Algunos han creido, que se hallava en las cosas aquello mismo que pensavan. Considera el entendimiento la razon de hombre en Pedro, Francisco, y todos los individuos de la especie humana; por pura inteleccion abstrae la razon comun, esto es, separa el sèr de hombre del de Pedro, y piensa en ella sin determinarla à ninguno en particular. En la realidad no ay naturaleza humana que no estè contraida à determinado individuo, con que yerran los que hacen reales los universales, ò como dicen en las Escuelas, los que juzgan que estàn à parte rei. Y no ay que dudar, que si se hace reflexion en lo que sucede quando el entendimiento abstrae de todos los hombres la razon comun hombre, se hallarà que esta razon solo està en el entendimiento, ò en el modo de concebir, porque à parte rei, ò realmente no ay naturaleza humana que no sea particular. Por esto ha de tenerse por sofistica, y puramente contenciosa la famosa question que sobre esto huvo en otros tiempos entre Realistas, y Nominales.

     174 En la antiguedad huvo algunos Filosofos que creìan que no era la ciencia otra cosa, que lo que parecia al entendimiento quando pensava en los objetos. Platon rechaza agudamente este error en el Dialogo intitulado Theatetus. Lo cierto es que algunos Gentiles assintieron à que Dios era corporeo (66), y que lo era tambien el Alma, porque el entendimiento por mas que abstraiga no puede comprehender las cosas espirituales, sino imprimiendo huellas, y señales sensibles en el celebro, como hemos dicho en la parte primera. Pero la razon dicta, y la Filosofia enseña, que el hombre en esta mortal vida no puede conocer sino con dependencia del cuerpo, y que forma imagenes sensibles aun de aquellas cosas que son puros espiritus, por consiguiente sabemos, que no puede el alma percibir a Dios sino representandose alguna imagen sensible (48); pero sabemos tambien que Dios es puramente espiritual, y que como à puro espiritu no puede el alma percibirle claramente, segun el tosco modo con que piensa unida con el cuerpo. En efeto es cosa certissima, que no han de atribuirse à los objetos aquellas circunstancias conque los percibimos por inteleccion, porque puede ser el objeto de cierta naturaleza, y no podremos nosotros formar idea que le corresponda. El juicio es el que ha de moderar las intelecciones, y à èl toca, segun los fundamentos de la Fè, y de la razon, determinar la naturaleza de las cosas que no pueden percibirse sino por abstraccion.

     175 Los Mathematicos professan ciencia abstracta, y mientras tratan de su objeto por abstraccion consiguen la evidencia; pero si quieren que las cosas corporeas tengan lo que ellos piensan quando abstraen, suelen engañarse, y assi ha sucedido à muchos que han querido aplicar las demostraciones del Algebra à las obras de la naturaleza. Conque assi yerra el que quiere que sus intelecciones se conformen con los objetos corporeos, como el que quiere alcanzar la naturaleza de los objetos espirituales con sus puras intelecciones. Esta es la razon porque los muy especulativos, y hechos à tratar las ciencias abstractas, suelen ser poco expeditos en los negocios del trato civil, y en las ciencias practicas, pues de ordinario quieren que las cosas que tratan se conformen con sus especulaciones, y como tienen habituado el entendimiento à ellas, casi intentan tratar por abstraccion los negocios, y muchas veces los confunden, y embrollan. O! Fulano, dicen, es gran Medico porque es muy Metafisico. Y no ay que dudar, que si no fuera tan Metafisico, fuera mejor Medico; y la experiencia muestra con frequentes exemplares, que los Medicos muy inclinados à la Metafisica, y à las abstracciones, son poco proporcionados para la practica. Y si es cierto lo que leemos en Professores bien juiciosos, creo que en este assumpto sucede en algunas otras ciencias lo mismo que en la Medicina.

     176 El otro error general, que ocasionan las puras intelecciones, consiste en hacer al entendimiento humano de mayores fuerzas de lo que le corresponden. Desto han nacido muchas heregias, porque algunos han negado todo lo que no han podido comprehender. Los Hereges Socinianos decian, que no han de creerse los misterios que no puede alcanzar la razon, y muchos Modernos han dado tantas fuerzas al entendimiento humano, que hacen superiores sus propias luces à las de la Fè (142). Juan Clerico niega el sacrosanto misterio de la Eucharistia, porque la razon humana no lo puede alcanzar. Siempre he tenido à este Escritor por Herege Sociniano, aunque dissimulado, pero no tanto, que no lo manifieste en algunas partes bastantemente. Mas es visto que el entendimiento del hombre es muy limitado, y desto se le pueden dar à Juan Clerico pruebas evidentes, haciendo reflexion robre el suyo, y creo yo que lo ha executado, convenciendole de limitadissimo, el celebre Muratori.

     177 No es dudable que la razon humana alcanza las primeras verdades, assi metafisicas como morales, y varias veces hemos probado la fuerza de la razon natural para la practica de las buenas costumbres; pero tambien hemos manifestado, que la luz de la Fè da inmensa fuerza à la luz de la razon (67). Y para desengañar à estos que dan tanta extension al entendimiento, no ay mas que presentarlos el menor acomo de materia, que yo sè ciertamente no han de poder hallarle el fin, ni han de poder comprehender la fabrica de un grano de arena, ni explicar como buela una mosca. Creo yo que estas especulaciones muestran los limites del entendimiento humano, y han de hacer confessar à todo hombre juicioso, que ay en realidad muchas cosas que no se pueden comprehender, y que es à propofito averiguarlas para abatir la presuncion, y para que conozca que ha de sujetar sus flacas luces à las verdades que la Iglesia le propone, y no ha de oponerse à ellas con el pretexto de no poderlas entender. Por otra parte contemple qualquiera quantos sabios huvo en la gentilidad, quanto cultivaron la razon, quanto trabajaron en alcanzar la verdad! Despues considere en què errores cayeron tan abominables por la flaqueza de la razon! Y aunque estos sabios, ò muchos dellos conocieron à Dios, pero le conocieron creyendo unos que era corporeo, otros que era mortal, y assi erraron de muchas maneras (68)

. En fin para conocer la flaqueza de la razon humana no es menester mas que ver los errores que vamos notando en esta Obrilla. Y como este assunto tiene mucha conexion con el que sigue, lo explicaremos mejor en el capitulo siguiente.



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Capitulo IX

De los errores que ocasionan el ingenio, y memoria.

     178 Ya hemos explicado en la primera parte desta obrilla, què sea ingenio. Aora mostraremos de quantas maneras caemos en el error por ser ingeniosos. El ingenio de dos modos suele ocasionar el error, es à saber, ò por muy grande, ò por pequeño. Quando el entendimiento no percibe las cosas penetrando las circunstancias que las acompañan, ò sus maneras de ser, ò sus propiedades inseparables, ò por decirlo en una palabra no penetra mas que la corteza de las cosas, sin alcanzar el fondo, ocasiona mil errores, y engaños, porque el juicio no puede ser atinado con tan poca noticia como subministra el ingenio; y por esso los que son naturalmente de poca comprehension, y los que no aguzan el ingenio, ò con la buena crianza, ò con el trato civil, ò con el exercicio de las artes, y ciencias son rudos, y desatinados, porque juzgan de las cosas sin aver penetrado mas que su primera corteza. Por esto la gente vulgar en sus juicios no suele passar de la superficie de las cosas. Los grandes ingenios sino los acompaña un buen juicio suelen caer en errores de mayor consideracion que los pequeños. Algunos Hereges han sido muy ingeniosos, pero la falta de juicio los ha hecho errar neciamente. Y de ordinario quando un herege tiene ingenio penetrante es mas obstinado, y sus errores son mas dissimulados, porque el ingenio los encubre, los adorna, y los representa con otros colores que los que les corresponden. Por esta razon tanto mayor ha de ser la cautela con que se han de leer los libros de los Hereges, quanto estos son mas ingeniosos.

     179 A vezes los errores que ocasiona el ingenio son solamente filosoficos. Cartesio tuvo un ingenio singular, y el juicio no fue igual al ingenio. Quando dexava correr libremente el ingenio solia escrivir cosas, que mas parecian sueños que realidades. Tales son muchissimas de las que propone en los principios filosoficos. En las cosas de la Religion fue mas moderado, y acostumbrò hablar dellas con sumission, y obediencia. En esto tuvo mas juicio. De Caramuel dize Muratori, que mostrò un ingenio grande en las cosas pequeñas, y pequeño en las grandes. Raymundo Lulio tuvo buen ingenio, y muy poco juicio. Su Fitosofia no es à proposito sino para exercitar la charlataneria, y con ella ninguno sabrà mas que ciertas razones generales, sin decender jamàs al caso particular. Algunos se quexan de Aristoteles porque tratò las cosas fisicas con terminos generales, y vagos, y en esta parte creo yo que tienen razon. Pero es incomparablemente peor el modo con que trata Lulio todas las cosas. Porque no hace mas que reducirlas, qualesquiera que sean, à lugares comunes, à sugetos, y predicados generales que puedan convenirles, y deste modo habla un Lulista eternamente, y sin hallar fin; pero con una frialdad, y con razones tan vagas, que apenas llegan à la superficie, y à lo mas comun de las cosas. En efecto un Lulista podrà amplificar un assunto mientras le pareciere, pero despues de aver hablado una hora, nada util ha dicho. Reducese pues à ingenio todo el arte de Lulio, pero el juicio no halla de que poderse aprovechar. Este mismo juicio hacen de Lulio muy grandes Escritores, y en especial Gassendo, y Muratori; pero si alguno de mis Lectores le parece aspera la censura, ruego que vea las Obras de Lulio, y que medite sobre lo que llevo dicho, que creo se convencerà.

     180 En las Escuelas se tratan muchas questiones en que se aguza el ingenio, y no se perfecciona el juicio. La gran question de la trancendencia del ente, la del ente de razon, la del objeto formal de la Logica, la de la distincion escotica, y otras semejantes, son puramente ingeniosas, interminables, y vanissimas. El juicio nada tiene que hacer en ellas, porque no ay esperanza de hallar la verdad, y una vez hallada aprovecharia muy poco. Yo nunca alabarè que se haga perder el tiempo à la joventud entreteniendola en tales averiguaciones, que aunque son ingeniosas, pero son inutiles (69).Convego yo en que alguna vez à los jovenes se han de proponer questiones con que exerciten el ingenio. Pero si esto puede hacerle de modo que se aguze el ingenio, y se perficione el juicio, serà mucho mejor, y no ay duda que puede entretenerse la juventud en algunas disputas en que se consigan ambas cosas. El P.Mabillon fue varon docto, y juicioso, y en sus Estudios Monasticos aconseja, que se eviten semejantes questiones, porque no solamente son inutiles, sino que obscurecen la verdad. Y es de notar, que el habituar los jovenes à estas questiones suele ocasionar algun daño, porque los hace demasiadamente especulativos, y à veces tan tercos, que el habito que contrahen en ellas, le conservan en otros assuntos, y como el amor propio no cessa de incitarlos à su clevacion, por esso nunca se rinden, antes esta ciencia especulativa los hace vanos, y porfiados. Demàs desto siempre he juzgado que el tiempo es alhaja muy preciosa, y que siendo tanto lo que solidamente puede aprenderse, es cosa ridicula emplearlo en cosas vanas en que resplandece el ingenio, y no el provecho (70), ni la enseñanza. Algunos suelen celebrar con alabanzas extraordinarias la Carroza de marfil que hizo Mirmecidas con quatro cavallos, y el Governador dellos, tan pequeña, que la cubrian las alas de una mosca; las hormigas de Calierates, cujos miembros no distinguian sino los de perspicacissima vista, y otras cosas maravillosas por su pequeñez (71). Mas yo acostumbro medir las alabanzas destas cosas, por el provecho que puede sacarse de ellas, y assi me parece muy fundado en razon lo que dice Eliano hablando desto, es à saber, que ningun hombre sabio puede alabar tales Obras, porque no aprovechan para otra cosa, que para hacer perder vanamente el tiempo (72). Es verdad que en ellas resplandece la destreza, y ingenio del Artifice; pero yo nunca alabo solamente à un hombre por su ingenio, por grande que sea, sino por su juicio.

     181 Por lo general ninguno hace mayor ostentacion del ingenio, y con menos provecho que los Poetas, en especia los destos tiempos. Ciceron observò muy bien, que no ay ningun Poeta à quien no parezcan sus poesìas mejores que qualesquiera otras; y si huviera vivido en nuestros tiempos, huviera confirmado con la experiencia la verdad de su observacion. A los Poetas se les debe la gloria de aver sido los primeros que trataron las ciencias con metodo. Pero ya en lo antiguo sucedia lo mismo que aora, pues en aquel tiempo avia muy pocos Poetas buenos (73), y muchos malissimos. Piensan algunos, que para ser buen Poeta no es menester mas que hacer versos, y darles cadencia; y la mayor parte de los que juzgan, solamente se contentan del sonido, y tal qual agudeza de ingenio. Y se ha de tener por cierto, que para ser buen Poeta es menester ser buen Filosofo. No entiendo por Filosofo al que sabe la Filosofia en el modo que se enseña en las Escuelas, sino al que sabe razonar con fundamento en todos los assumptos que pueden tocar à la Filosofia. Assi serà necessario que el Poeta sepa bien la Filosofia Moral, y sin ella nada puede hacer que sea loable, porque no sabrà excitar los afectos, ni animar las passiones, que es una de las cosas principales de la Poesia. Muchos de nuestros Poetas, y algunos de los antiguos supieron muy bien excitar al amor profano, pero en esto mostraron su poco juicio, porque nunca puede ser juicioso el Poeta que excite los afectos para seguir el vicio, antes debe ser su instituto animar à la virtud; y no ay que dudar, que si los Poetas supieran hacerlo, tal vez lo conseguirian mejor que algunos Oradores, porque los hombres se inclinan mas à lo bueno, si se les propone con deleyte, y esto hace la Poesìa halagando el oido (126). Ha de saber el Poeta la Politica, la Economica, la Historia sagrada, y profana. Ha de saber evitar la frialdad en las agudezas, ha de ser entendido en las lenguas; ha de saber las reglas de la Fabula, y de la Invencion. Ha de conocer la fuerza de las Figuras, y en especial de las Traslaciones. Ha de hablar con pureza, y sin afectacion; y en fin ha de tener presentes las maximas que propone Aristoteles en su Poetica, y saber poner en practica los preceptos que han usado los mejores Poetas. Pero oy vemos que todo el arte se reduce à equivocos frios, à frases afectadas, à pensamientos ingeniosos, sin enseñanza, ni doctrina; y aun ay muchos Poetas celebrados, que no observan ninguna de las reglas que propone Horacio en su Arte Poetica, y no adquieren, el nombre sino por la poca advertencia de los que lo juzgan, y porque ellos mismos dicen que son excelentes Poetas (74). Descendiera en esto mas à lo particular, sino temiera conciliarme la enemistad de muchos vanissimos alabadores de los Poetas recientes.

     182 Siendo pues cierto, que el juicio ha de governar al ingenio para que èste aproveche, serà necessario saber, que los que professan las Artes, y Ciencias no deben tener otro fin, que aprender, ò enseñar la verdad, y el bien, y que toda la fuerza del ingenio ha de ponerse en descubrir estas cosas, y esclarecerlas para evitar el error, y la ignorancia. Bien puede el ingenio buscar à veces lo deleytable, pero ha de ser con las reglas que prescribe el juicio, y haciendolo servir solamente para que con mayor facilidad se alcance lo verdadero, y se abraze lo bueno. Segun estos principios han de desecharse todas las obras de ingenio que deleytan, y no enseñan, y que ponen toda su fuerza en agudeza superficial, que no dura sino el tiempo que se leen, ù oyen. (75)

     183 La memoria sino està junta con buen juicio, es de poca estimacion, porque importa poco saber muchas cosas sino se sabe hacer buen uso dellas. El vulgo està engañadissimo creyendo que son grandes hombres los que tienen gran memoria: y de ordinario para significar la excelente sabiduria de alguno, dice que tiene una memoria felicissima. A la verdad quando à un juicio recto se junta una memoria grande, puede ser muy util, y creo yo que necessita muchas veces el juicio del socorro de la memoria, pero no al que dudar, que por sì sola merece poca estimacion. Admirablemente dixo Saavedra en su Republica Literaria: Muchos buscavan el heleboro, y la nacarina para hacerse memoriosos, con evidente peligro del juicio; poco me pareciò que tenian los que lo aventuravan por la memoria, porque si bien es deposito de las ciencias, tambien lo es de los males; y fuera feliz el hombre, si como està en su mano el acordarse, estuviera tambien el olvidarse. La memoria deposita las noticias, y retiene las imagenes de los objetos, assi se hallan en ella todas las cosas indiferentemente, y es necessario el juicio recto para colocarlas en sus lugares. Es la memoria como una feria donde estàn expuestas mercancìas de todos generos, unas buenas, otras malas; unas enteras, otras podridas. Pero el juicio es el comprador, que escoge solamente las que merecen estimacion, y hace dellas el uso que corresponde, y desecha las demàs. Es verdad que si no ay abundancia, y riqueza, poco tendrà que escoger.

     184 Algunos leen buenos libros, estudian mucho, y no pueden hablar quando se ofrece, porque la memoria no les presenta con prontitud las ideas de las cosas. Estos por lo ordinario se explican mejor por escrito, que de palabra. Muchos han inventado diversas artes para facilitar la memoria, y se aprovechan de ciertas señales, para que excitandose en la fantasìa, se renueven los vestigios de otras con quien tienen conexion. Pero la experiencia ha mostrado el poco fruto de semejantes invenciones; y sabemos ciertamente, que nada aumenta tanto la memoria como el estudio continuado, y es natural, porque la continua aplicacion à las letras hace vibrar las fibras del celebro, y las exercita, con lo que contraen habito, y facilidad de moverse, lo qual aumenta la memoria. Lo que algunos dicen de la Anacardina es fabula, y hablilla que ha quedado de los Arabes, gente credula, y supersticiosa.

     185 Resta aora explicar los desordenes que acompañan à una gran memoria quando està junta con poco juicio, y mostrar quan poco estimables son los Autores en quien resplandece solamente aquella potencia. Cleobulo esrà continuamente leyendo, en todo el dia hace otra cosa, tiene una memoria admirable. Quièn no pensarà con estas buenas circunstancias, que Cleobulo ha de dar al publico alguna obra estimable? Luego vemos que nos sale con una Floresta, ò Jardin, ò Ramillete de varias flores, y acercandose, y mirandose de cerca, no ay en su Jardin sino Adelfa, y Vedegambre. Ay algunos que no estàn contentos sino hacen participantes à los demàs de lo que ellos saben, y como todo su estudio ha sido de memoria, no se halla en sus escritos sino un amontonamiento de noticias vulgares, ò falsas. Advertidamente dixo Bacon de Verulamino, que en semejantes libros, si bien se repara, no ay mas que molestas repeticiones de una misma cosa. Yo confiesso que apenas ay Autor que no se aproveche de lo que otro ha escrito, pero los que son buenos añaden de lo suyo, ò à lo menos dan novedad; y metodo à lo ajeno; mas esto no saben hacerlo sino aquellos que à la memoria añaden buen juicio (76). Otros quieren parecer sabios, teniendo en la memoria buena copia de Autores, y los nombran, y citan para mostrar su estudio. Pero el aver visto muchos libros no hace mas sabios à los hombres, sino averlos leido con metodo, y tener juicio para conocer, y discernir lo bueno que ay en ellos, de lo malo.

     186 No saben èstos mas, que los niños, à quien se hace aprender de memoria una serie de cosas, que la dicen sin saber lo que contiene, ni para que aprovecha. No ay cosa mas facil que citar una docena de Autores sobre qualquier assumpto, porque para esto estàn à mano las Poliantheas, los Diccionarios, las Miscelaneas, los Theatros, y otros semejantes libros en que està acinada la erudicion sin arte, sin metodo, y sin juicio. Dixo muy bien el P. Feijoò, que el Theatro de la vida humana, y las Poliantheas son fuentes donde pueden bever la erudicion, no solo los racionales, sino las bestias. Bien pudieran entrar en este numero muchos Diccionarios, y Bibliothecas. Y tengo por cierto, que semejantes libros solo pueden aprovechar en tal qual ocasion à los hombres de mucha letura, y de atinado juicio, ò para tener à mano una espccie, ò para bolver à la memoria alguna cosa que se avia olvidado.

     187 En la Medicina son infinitos los libros de erudicion desaliñada, y solo à proposito para cargar la memoria. Propondrè algunos Autores assi antiguos como modernos, y assi se podrà discurrir de sus semejantes. No ay Autor entre los antiguos, que aya recogido mas noticias, ni cite con mayor frequencia, que Senerto; pero es Escritor de pequeño juicio, porque entre tanta barahunda de noticias, opiniones, y Autores, de ordinario sigue lo peor. Si trata de calidades, las hace ocultas, y nada dice. Si trata de la generacion, admite la propagacion de las almas per traducem, lo qual es heregia. Sus observaciones especiales son vanissimas, y lo he conocido por propia experiencia. Si trata de curar las enfermedades, purga, y sangra como los demàs de su tiempo. Foresto es exacto en sus observaciones, y sus curaciones no son despreciables; pero sus preambulos largos para cosas pequeñas, y sus repeticiones de cosas que nada importan, hacen enfadosa su letura. No obstante le tengo por mas util que à Senerto, y ambos pueden aprovechar en manos de un Medico juicioso.

     188 Juan Doleo hizo una Enciclopedia, en que comprendiò los pareceres de muchos Autores sobre cada enfermedad, señalando distintamente el dictamen de cada uno. No puede aver cosa mas à proposito para facilitar la memoria de los Medicos, ni mas propia para corromperles el juicio. Porque este Escritor en el decir es fantastico, lleno de frases poeticas, y rimbombantes. Introduce terminos obscurissimos, con gran perjuicio de los letores, porque ya la Medicina necessitava de acerse mas comprehensible, familiarizando infinito numero de voces Griegas, que ni se han hecho Latinas, ni Españolas, lo que ocasiona embarazo, y confusion. Y despues de todo esto nos viene el Señor Doleo con Microcosmetor, Cardimelech, Gasteranax, y Bitnimalea, repitiendolos à cada linea, y no significan otra cosa que el celebro, corazon, estomago, y utero, ò los espiritus especiales destas partes, y que sirven para sus funciones. Demàs desto no ay en sus curaciones aquel nervio de observacion que se hallò en los Griegos; ni sus remedios son otra cosa que medicamentos comunes. Hoffman es tambien Autor de varia leccion, si juicio mediano; pero su imaginacion fecunda, y la memoria grande, su estilo, es asiatico, y poco nervioso, dice, y repite las cosas sin medida, y cita mas de lo que sabe. No obstante es Autor que puede aprovechar mucho si se sabe hacer buen uso de sus noticias. Finalmente para hallar locucion breve, y clara, metodo, enseñanza, y buen juicio, es necessario leer entre los antiguos à Hipocrates, Areteo, Celso, y à sus seguidores Marciano, Dureto, Lomio, y los dos Pisones; y entre los Modernos à Sidenaham, Boherave, Bellino, y algunos pocos.

     189 No sè si entre los Theologos, y Letrados reyna este defecto como entre los Medicos. Sè muy bien que en ambas ciencias ay Professores de erudicion exquisita, y de atinado juicio. Pero como salen à luz tantos tratados de Theologia sin añadir novedad ninguna unos a otros, tantos Autores de Poliantheas, de Sermones, de Miscelaneas, he sospechado que tal vez se hallaràn algunos que no avràn tratado ellos assuntos con la perfeccion necessaria. En efecto el Ilustrissimo Cano, el P. Mabillon, y Luis Vives, han hallado en algunos Theologos muchas superfluidades. Tal vez dirà alguno que esto es meter la hoz en mies agena pero la Logica dà reglas generales para governar al juicio, y es necessaria para dirigirle con rectitud, y hacer buen uso dèl en todas las ciencias. Por esso un buen logico puede conocer los defectos que por falta de cultura, y rectitud de juicio cometen los Autores que tratan la Teologia. Lo mismo ha de entenderse de la Jurisprudencia, en cuya ciencia son muchos los Autores que ponen toda su enseñanza en amontonar citas, y lugares comunes, y creo yo que no consultan los Autores originales, sino que unos fscan las citas de otros, y estos de otros mas antiguos, y todos estos son Plagiarios, y compiladores (77). Por lo menos en estas que llaman Alegaciones es cierto, que muchos muestran falta de Logica, y de cultura en el juicio, porque reyna en ellas erudicion desaliñada, y vulgar, y se pone mayor cuidado en amontonar citas, que razones solidas, y concluyentes. Saavedra en la Republica Literaria, ya se quexa del poco juicio de algunos Autores de Jurisprudencia. Acerquème à un Censor, dice, y vì que recibia los libros de Jurisprudencia, y que enfadado con tantas cargas de leturas, tratados, decisiones, y consejos exclamava: O! Jupiter, si cuidas de las cosas inferiores, porquè no das al mundo de cien en cien años un Emperador Justiniano, ù derramas exercitos de Godos que remedien esta universal inundacion de libros, y sin abrir algunos caxones los entregava para que en las Hosterias sirviessen los civiles de encender el fuego, y los criminales de freir pescado, y cubrir los lardos. Ciceron se quexava tambien de la poca cultura de los Juristas de su tiempo (78), y en varias partes los reprehende en especial en la oracion que hizo por Murena digna de ser leida, porque trata este assunto con extension (79).



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Capitulo X

De los errores del juicio.

     190 Todos los errores del entendimiento humano, hablando con propiedad, pertenecen solamente al juicio, porque este es el que assiente, ò dissiente à lo que se le propone. La fantasìa, los sentidos, las inclinaciones, el temperamento, la edad, y otras cosas semejantes no son mas que ocasiones, ò motivos por los quales yerra el juicio. Pero se ha de advertir, que ay dos caminos muy comunes por los quales se anda àcia el error, es à saber, la preocupacion, y la precipitacion del juicio, porque quantas veces cae èste en el error, casi siempre sucede, ò porque està preocupado, ò porque se precipita. La preocupacion es aquella anticipada opinion, y creencia que uno tiene de ciertas cosas. Por exemplo. Han dicho à un hombre codicioso, y credulo, que es facil hacer oro del cobre, ò del hierro. Por la credulidad facilmente se convence, por la codicia lo cree con eficacia, porque ya hemos probado, que qualquiera idea si va junta con alguna fuerte inclinacion, se imprime con mayor fuerza. Si este hombre oye despues à otro que prueba con razones concluyentes que no es possible convertir el cobre, ni el hierro, ni ningun otro metal en oro, lo oye con desconfianza, y las razones evidentes no se proporcionan à su juicio porque està preocupado, esto es, porque anticipadamente ha creido lo contrario, y, esta creencia ha echado raices en el celebro.

     191 No intento tratar aqui de toda suerte de preocupaciones, ya porque fuera impossible comprehenderlas todas, ya porque muchas han sido explicadas en los capitulos antecedentes; propondrè solamente algunas muy notables que nos hacen caer en muchos errores. Quando somos niños creemos todo quanto nos dicen los padres, los Maestros, y nuestros misms compañeros. El celebro entonces se va llenando de preocupaciones, y si no cuidamos examinarlas siendo adultos, toda la vida mantenemos el error. El amor que tenemos à la Patria, y à los parientes, y amigos nos preocupa fuertemente (80). Las ideas destas cosas las tenemos continuas, y las señales que hacen en el celebro se van haciendo de cada dia mas profundas. Por esto nos hacemos à juzgar conformando nuestros juicios con ellas, y muchas veces son errados. Despues cada qual alaba su Patria, y la prefiere à qualquiera otra. Su Patria es la mas antigua del mundo, porque ha oido contar à sus compatriotas, que se fundò en tal, y tal tiempo muy antiguo, y que se fundò casi por milagro. Esta preocupacion arrebata à veces hasta hacer decir à algunos, que nada ay bueno sino en su Paìs; y en los demàs todo es malo. Yo oigo con mucha desconfianza à estos preocupados alabadores de sus Patrias. Es noticia harto vulgar, que los Griegos tenian por barbaros à todos los que no eran Griegos; y aviendo sido los principales establecedores de las Ciencias, no pudieron librarse de tan vana preocupacion.

     192 Suele preocuparse el juicio frequentemente en las cosas de piedad, y religion. Ha creido uno quando era niño, que el Santuario de su tierra es un seminario de milagros, que un Peregrino formò la Imagen que en èl se venera, y que no puede disputarsele, ò la prerogativa de tocarse por sì misma la campana, ò de aparecer tal dia florecillas, ò otras cosas maravillosas con que Dios le distingue entre muchos otros. Algunos dexan correr estas relaciones, porque dicen son piadosas, aunque en parte sean falsas. Mas yo quisiera que se descartàran quando no estàn bien averiguadas, porque nuestra santissima Religion es la misma verdad, y no necessita de falsas preocupaciones para autorizar su creencia. Desto hablarèmos mas adelante. Lo que toca aora à nuestro proposito es, que estas cosas creidas con anticipacion ocasionan despues mil guerras, y discordias entre los Escritores que quieren, ò defenderlas, ò impugnarlas.

     193 La letura de algun Autor suele causar fuertes preocupaciones (81). Ay uno que en su joventud ha leido continuamente à Seneca, y despues no ay perfeccion que no halle en este Filosofo, y todos los demàs no han hecho cosa notable; ni ya se oirà de su boca otra cosa que lugares de Seneca, maximas morales sueltas, y descadenadas. En este assumpto tengo por cierta especie de felicidad preocuparse de un Autor bueno, porque aunque no lo sea tan universalmente como le hace creer la preocupacion, por lo menos ya en algunas cosas no le ocasiona error. Por esto ha de cuidarse, y es punto essencial de la buena crianza, en no dexar leer à los muchachos sino libros buenos, y que puedan instruir su entendimiento, y perficionarles el juicio; y me lastimo de ver, que apenas se les entregan otros libros que los de Novelas, ò Comedias, ò de Fabulas, con que se habituan à todo aquello que les hincha la imaginacion, y corrompe el juicio. No solamente se preocupan muchos de algun Autor, sino tambien de la autoridad de ciertas personas. Cree Fabio anticipadamente que Ariston es un hombre consumado en todas ciencias, precindo aora si lo cree con justicia, ò erradamente. Tratese despues qualquiera materia, y Fabio no dice mas, sino que ha oido decir à Ariston, que la cosa era desta manera, y no de otra. Si se le replica diciendole, que lo examine por sì mismo, y que no se fie de semejante autoridad, se enfurece, y con ademanes mantiene su opinion, porque està enteramente preocupado (82).

     194 Pudiera poner muchos exemplos desto en el trato civil, de suerte, que si bien lo reparamos, gran parte de los juicios humanos en el comercio de la vida se fundan en preocupacion, y no en realidad (83). Esto mismo es lo que sucede à aquellos, que en las letras no aprecian sino la antiguedad. No dudo que en ella se halla un tesoro muy precioso, y que qualquiera ha de consultar los Autores antiguos para perficionar el juicio, y para aprender, y enseñar las Ciencias humanas corformandose con las reglas del buen gusto, pues huvo entre ellos muchos que fueron exactissimos, y tuvieron un juicio muy recto en lo que toca à las Artes, y Ciencias profanas; mas esto no es bastante para preocuparse de forma, que no se aya de celebrar sino lo que sea antiguo, porque no se agotò en aquellos siglos la naturaleza, ni se estancaron las buenas Artes de suerte, que no pueda beverse la dotrina sino en aquellas fuentes. Yo he reparado, que los Romanos veneraron mucho à los Griegos, y se aprovecharon de su doctrina en muchissimas cosas; pero tambien en otras los dexaron, buscando nuevos caminos para alcanzar la verdad, y alguna vez se gloriaron de ser iguales, ò superiores à los Griegos (84).

     195 Galeno en el comento del primer aforismo de Hipocrates dice, que los Antiguos hallaron las Ciencias, pero no pudieron perficionarlas, y que los que les han sucedido las han aumentado, y perficionado. Ciceron afirma, que en su tiempo avia en Roma Oradores tan grandes, que en nada eran inferiores à los Griegos (85). Pues porquè nosotros hemos de creer, que nada bueno puede hallarse en nuestros dias? Y porquè no podremos decir de los Romanos, lo que èstos dixeron de los Griegos; (86) y de los Griegos, lo que ellos dixeron de otros mas antiguos? La razon dicta, que la verdad ha de buscarse en los Antiguos, y en los Modernos, y ha de abrazarse donde quiera que se halle. Los Antiguos tienen la ventaja de aver sido los primeros, y por esto los imaginamos como mas venerables, porque de ordinario formamos idea mas grande de los hombres famosos quando estàn distantes de nosotros; que quando estàn à nuestra vista, pues entonces hallamos que son hombres como los demàs, y sujetos à las mismas inclinaciones, y engaños que nosotros mismos, y por esto solemos apreciar mas lo que tenemos distante, que lo que està cercano. Pero si nos libramos de toda preocupacion, hallarèmos entre los Antiguos, hombres de grande ingenio, y juicio, de mucha erudicion, y doctrina, y tambien entre los Modernos; y entre èstos hallamos Sofistas, y no faltaron entre aquellos.

     196 La precipitacion del juicio se observa frequentemente en el trato civil, porque es muy comun juzgar de las cosas sin averlas averiguado. Uno disputa, y se descompone por defender la Filosofia, que no ha visto. Otro afirma, que tal Autor lo dice, sin averle leido. Qual apenas ha oido una palabrita à otro, ya forma mil juicios. Qual por un acaecimiento imprevisto, forma mil presagios. En efeto los juicios temerarios casi siempre se hacen con precipitacion, porque se hacen sin atender las circunstancias necessarias para juzgar; y si bien se repara, en el trato civil se hallarà, que son infinitos los juicios precipitados. En los libros son tambien frequentissimos, y cada dia vemos contender los Autores reciprocamente sobre si es cierta la narracion, ò falsa la cita, y las mas destas contiendas proceden de la precipitacion del juicio. De la misma nacen à veces las alabanzas vanissimas, y vituperios de los Autores: porque toma uno un libro en la mano, y luego que empiza à leerle, encuentra una cosa que no le satisface, y sin passar mas adelante dice, que el libro no vale nada, que es una friolera quanto el Autor escrive, y otras cosas semejantes. Por el contrario, si halla en el libro un estilo proporcionado à su genio, ò otras cosas que à los principios le contentan, dice que el libro es bueno, y es lo mejor que se ha escrito. Deste modo se hacen muchas criticas, y las hacen oy sugetos de buena recomendacion; pero fuera facil mostrar que se nacen con manifiesta precipitacion de juicio. A veces la precipitacion del juicio es muy peligrosa, porque ocasiona errores enormes. Oimos una palabrita à un hombre que miramos con odio, y luego la interpretamos, y echamos en mala parte, y el otro tal vez la ha dicho con sana intencion. En el juicio que algunos hacen de los libros sucede lo mismo, porque tal proposicion, que por sì sola puede parecer mala, acompañada con toda la serie de principios, y razonamientos con que està conexa, es sanissima.

     197 De otro modo precipitamos el juicio, haciendo de un hecho particular una razon universal. Assi vemos que Ariston ha faltado en una cosa, ò no se ha desempeñado bien en un assumpro, y luego le tenemos por un hombre inutil para todos los negocios; y deste modo precipitamos el juicio, trancendiendo de lo particular à lo universal. Pero nunca precipitamos mas el juicio, que quando nos dexamos dominar de alguna passion, y esto se observa en casi todas las disputas, en que no se tiene por fin el descubrimiento de la verdad, sino la vanagloria. Quando uno se calienta mucho en una disputa, de ordinario se arrebata, y su imaginacion tiene señales muy hondas de lo que intenta persuadir; desto se sigue, que no atiende à lo que dice el contrario, y si oye algo, lo acomoda à lo que domina en su fantasìa, porque èsta no admite sino muy ligeramente las impressiones distintas de aquel objeto que la ocupa De aqui nace, que muchas veces estàn disputando dos hombres serios con grande estrepito, y diciendo ambos una misma cosa; y es cierto que luego feneciera la contienda, sino huviera precipitacion de juicio en los contendores. Desto tengo yo bastante experiencia, como tambien de muchas sospechas que resultan despues de semejantes disputas, y nacen las mas voces de no aver puesto la atencion necessaria en lo que se dice, y de juzgar con precipitacion. En fin reflecte cada qual un poco, y hallarà que muchissimos juicios en el trato civil se hacen por el miedo, odio, amor, esperanza, ò segun la passion que reyna en el que juzga (87).

     198 Resta aora proponer el remedio para estos males del juicio. Ante todas cosas se ha de tener presente lo que hemos dicho en los capitulos passados, porque las preocupaciones, y precipitaciones del juicio por la mayor parte proceden de la fuerza de las passiones, de la imaginacion, del ingenio, de los sentidos, y demàs cosas que hemos explicado. Demàs desto serà bien acordarse de lo que ya hemos dichos, es à saber, que el hombre sabe las cosas, ò por la Fè, ò por la ciencia, ò por la opinion. No puede el hombre errar en lo que cree con Fè divina, tiene tambien evidencia de las cosas que ha de juzgar con ciencia, conque solamente el juicio ha de tener reglas para no preocuparse en las cosas que se alcanzan por opinion. Para governarse en èstas con acierto, serà importante ver lo que hemos dicho hablando de la extension de las opiniones, y aora puede añadirse, que nada es mas à proposito para evitar la preocupacion, que el saber dudar, y suspender el juicio con prudencia (88). Hagome cargo, que no puede el entendimiento mantenerse siempre en la duda, como hacian los Pirrhonistas; pero à lo menos es argumento de buen juicio saber dudar quando conviene.

     199 El entendimiento ayudado de las reglas de la Logica, ha de examinar las cosas, y si las halla conformes à los primeros axiomas, ò los fundamentos principales de la razon humana, que tantas veces hemos propuesto, entonces se resuelve, y passa de la duda à la creencia. Pero si en semejantes averiguaciones descubre poca conformidad de las cosas con la razon, y los principios della, ò dissiente, ò suspende de nuevo el juicio, hasta que averiguandolo mejor, se le presente claramente la verdad. Por esta razon han de examinarse con cuidado las opiniones que recibimos en la niñez, y muchas otras que se enseñan en las Escuelas, y las que se adquieren en la conversacion, y trato, y no han de creerse ciegamente, sino solo despues de bien examinadas. Debese aqui advertir, que en las ciencias practicas basta à veces la verosimilitud, porque en muchissimas cosas si huviera el entendimiento de hacer examenes para alcanzar la evidencia, se passaria la ocasion de obrar, y èsta no suele bolver siempre que queremos. Deste modo governamos la practica de la Medicina en muchos casos, y lo mismo acontece algunas veces en lo moral.

     200 Para no precipitar el juicio se han de tener presentes las mismas reglas que hemos propuesto para evitar las preocupaciones. Pero en especial conduce poner la atencion necessaria en las cosas antes de juzgar, y examinarlas de suerte, que no se determine el juicio sino despues del examen necessario. Las cosas suelen combinarse de muchas maneras, y si el entendimiento no atiende à todas las circunstancias, facilmente caerà en el error, porque solo juzgarà por la vista de una, y debiera hacerlo despues de atender à todas. El examen es tambien necessario, porque de otra forma lo que es incognito se tendrà por sabido, lo falso se tendrà como cierto, y lo dudoso como ciertamente verdadero (89). Esto se hace mas comprehensible con exemplos, y lo ilustrarèmos mas en los capitulos siguientes.



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Capitulo XI

De los sofismas.

     201 Antiguamente llamaron Sofistas à los Sabios, y viendo Socrates que en su tiempo avia muchos, que no tenian mas que una sabiduria aparente, y que procuravan engañar à los ignorantes con argumentillos caprichosos, y con sofisterias, empezò à dar à los falsos sabios el nombre de Sofistas. Lo mismo hicieron Platon, y Aristoteles, y ambos los rechazaron con eficacia, porque Platon (90) describiò los engaños de los Sofistas, y Aristoteles manifestò admirablemente todos los caminos de que se aprovechavan para formar sus sofismas; de suerte, que este Filosofo trartò con perfeccion este assunto. Oxala le leyessen los que se precian de Sectarios suyos. Los Romanos à imitacion de los Griegos llamaron Sofistas a los que se aprovechavan de argucias, ò vanos argumentos. Es pues el sofisma un razonamiento que nada concluye, y tiene apariencia superficial de concluir. Ay algunos sofismas tan claros, y tan faciles de conocer, que el mas rudo los desecha por engañosos. La sola Logica natural basta para conocerlos, y qualquiera en oyendolos, comprehende que el tal razonamiento no concluye, aunque no sepa la razon. Por esso los omitirè, proponiendo solamente aquellas fuentes generales de donde nacen muchos sofismas que cada dia observamos, assi en las disputas, como en los libros. En primer lugar puede colocarse aquel sofisma con que se prueba otra cosa de lo que se disputa. Llamòle Aristoteles ignoratio Elenchi. Y en las conversaciones es tan comun, que nada se observa con mayor frequencia. Unas veces disputa Ticio con mucho calor, y hace mil exageraciones para probar lo que no se le niega, y es que por tener acalorada la fantasìa, no atiende lo que su contrario dice. Otras veces con malicia, y de intento dexa de probar lo que le toca, ya porque no se halla con bastantes razones, ò porque se ha introducido en una question que no sabe, y no quiere confessar su ignorancia. Aqui es de advertir, que ay algunos que con mala fee atribuyen en las disputas à su contrario ciertas cosas, que èste ni las ha imaginado; y otras veces le atribuyen ciertas proposiciones, que piensan deducirse de la doctrina que el contrario enseña, aunque en la realidad èste las niega, y no ha tenido el animo jamàs de admitirlas; y esto lo hacen para triunfar del enemigo entre la gente ruda que no alcanza estos artificios. En los impugnadores de los libros es comunissimo este modo de sofisticar, y cada dia vemos atribuirse à un Autor lo que no ha dicho, y otras mil cosas que no son de la disputa. Assi lo hizo Juan Clerico encubierto con el nombre de Ferepono impugnando à San Agustin, y atribuyendo à este Santo Doctor algunas cosas que no dixo, è interpretando con mala fee otras muchas que avia dicho. Algunos atribuyen à Aristoteles este defecto, porque suponen, que quando impugnò (91) à Parmenides, y à Melisso que no admitian mas que un principio de todas las cosas, lo hizo, ò con ignorancia de lo que estos Filosofos quisieron dar à entender, ò con mala fee atribuyendoles que hablavan del principio de que se componen los Seres, siendo cierto que hablaron de Dios principio de todas las cosas. Tambien trata (92) Aristoteles de ignorantes à los Filosofos, y cree que no alcanzaron que la privacion fuesse uno de los principios naturales, y esta acusacion es injusta, siendo impossible que ignorassen los filosofos antiguos, que la materia de que se hace alguna cosa, no era esta cosa antes de hacerse. Por exemplo. Que el leño de que se fabrica una mesa, no era mesa antes de fabricarse. Es verdad que los Filosofos no hicieron caso desta privacion para explicar la naturaleza, pero por esso no son culpales, porque semejante conocimiento es inutil, como lo fuera para saber de què partes se compone un relox, el averiguar que aquella materia de que se compone, no debia ser relox antes de hacerse relox. Por otra parte se gloria Aristoteles aver descubierto, que la privacion era uno de los principios de que se compone el cuerpo natural, y este descubrimiento, es algo ridiculo, y no conduce para descubrir la naturaleza, porque para hacer una estatua, por exemplo, de Alexandro, serìa ridicula advertencia el prevenir al Artifice, que la hiciera de un marmol que no fuera la misma estatua, que queria hacer. No obstante esto, se ha de advertir que Aristoteles fue ingeniosissimo, y que supo descubrir, y conocer los sofismas como el que mejor; pero fue ambicioso de gloria, y esto tal vez le hizo impugnar à otros con mala fe (93).

     202 En segundo lugar puede colocarse aquel sofisma, que llamò Aristoteles peticion de principio, y se comete quando se trae por prueba lo mismo que se disputa. Ya se ve que la prueba de una cosa debe ser mas clara que la misma cosa, conque es contra la buena razon intentar persuadir un assumpto, aprovechandose del assumpto mismo para probarlo. No obstante usò Aristoteles deste sofisma, quando quiso probar que la tierra està en el centro del mundo, con este argumento: Las cosas pesadas por su naturaleza caen al centro del mundo. Las cosas pesadas caen al centro de la tierra, como muestra la experiencia: luego el centro de la tierra es el centro del mundo. Es claro que en la mayor deste silogismo ay peticion de principio: porque aunque sepamos por experiencia, que los cuerpos graves caen à la tierra, nunca puede saberse que caen por esso al centro del mundo, sino se supone que el centro del mundo es la tierra, que es lo que se disputa. Los Peripareticos de nuestros tiempos caen tambien en este sofisma, quando quieren probar las formas subtanciales distintas de la materia en los cuerpos inanimes, con este argumento: Si no huviera formas substanciales, el compuesto natural no serìa todo por sì (totum per se); el cuerpo natural es todo por sì: luego ay formas substanciales. El caso es, que por aquellas palabras totum per se, entienden un todo compuesto de materia, y forma, conque es lo mismo que si dixeran: Si no huviera formas substanciales, el compuesto natural no se compondria de materia, y forma; se compone de materia, y forma: luego ay formas substanciales. El Autor del Arte de pensar muestra muy bien, que las principales pruebas de que usan los Aristotelicos para probar semejantes formas, se reducen à esta especie de sofisteria. Para probar que la gravedad es intrinseca à los cuerpos graves, usan algunos deste sofisma, pues dicen que no ay ninguna causa distinta que los haga caer, y assi que caen por sì mismos. Suponen pues como cierto, que no ay causa externa que empuje los cuerpos àzia la tierra, y esto mismo es lo que se debe probar. Los circulos viciosos se reducen à este sofisma de peticion de principio; como si uno dixera que Dios existe, porque ay una causa que lo govierna todo con providencia, y añadiesse, que ay una causa que govierna las cosas con providencia, porque ay Dios, èste cometeria sofisma de peticion de principio, y circulo vicioso. A la misma especie de sofisma puede reducirse todos los argumentos que prueban una cosa obscura por otra obscurissima.

     203 En tercer lugar coloco yo los sofismas, en que se da por causa de una cosa lo que no es causa; y en general se cometen de dos maneras. Unas veces por ignorancia de las verdaderas causas de las cosas, porque se presentan muchos efectos, y las causas estàn ocultas, y el entendimiento lo atribuye à las veces à lo que se le antoja. Observavan los Filosofos, que nunca avia lugar alguno enteramente vacìo de toda materia, y dixeron, que era porque la naturaleza aborrece el vacìo. Vieron que el hierro se acerca al imàn, y dixeron, que la causa era la virtud atractiva. Las qualidades ocultas, las simpatìas, y antipatìas se han introducido de la misma manera; y en muchas ocasiones han señalado por causas de los efectos à la naturaleza, à las facultades, y otras cosas que nada sifnifican, ò à lo mas significan lo mismo que la voz causa.

     Otras veces se comete este sofisma por sobervia, y precipitacion, porque muy raras veces quieren los hombres confessar que ignoran una cosa, y esto los precipita à señalar ciertas causas de algunos efectos antes de examinarlas, y tal vez sin advertencia ninguna. En el trato civil cada dia se comete este sofisma, y ocasiona mil sospechas, y riñas, porque dan unos por causa de lo que observan en otros, aquello que no lo es, y està muy distante de serlo. De ordinario no se detienen los hombres en averiguar la cosa por todas sus partes, ni todos tienen el ingenio necessario para conseguirlo; y como pocos aman el trabajo, y cuesta examinar de raìz las cosas, por esso luego se precipitan, y dicen, que la palabrilla que Fulano ha dicho, ù la accion que Citano ha hecho, quieren decir esto, ù estotro, lo qual ni tan solamente imaginaron aquellos, de lo que se siguen mil vanas sospechas.

     205 A esta especie de sofisma se reducen las cosas maravillosas, que los Astrologos atribuyen à los Astros. Yo no soy de aquellos, que los niegan toda influencia, antes por el contrario creo que tienen algun poder sobre los elementos, y que à lo menos desta manera pueden influir en nuestros cuerpos; pero tengo tambien por vanissimas las predicciones astrologicas, y entiendo que no ay gente mas sofistica que los Astrologos: porque señalar por causas de tantos efectos como pronostican, à las disposiciones que voluntariamente dan à los Astros, à las casas celestes que han fabricado à su alvedrio, y otras mil cosas que fingen, y querer que los creamos sobre su palabra, es hacer burla de nosotros. No es necessario detenerme en esto, porque ya otros Escritores bien recomendables han probado la vanidad desta ciencia astrologica, y en especial la han mostrado Pedro Gassendo (94), y el P. M. Feijoò (95).

     206 A esta especie de sofisma puede tambien reducirse el comun modo con que el vulgo señala las causas de algunos efectos, es à saber: Esto ha venido despues destroto, pues esto es la causa de aquello. Beve un hombre un vaso de agua à tiempo que ya empieza una enfermedad grave, y no faltan algunos que la atribuyen al agua; y si comiò qualquiera otra cosa, la atribuyen à lo que ha comido, de suerte, que lo ultimo es siempre lo que causa el mal. En los juicios que se hacen sobre las curaciones de los grandes achaques, se cometen infinitos sofismas, atribuyendolas à causas que no han tenido conexion, ni dependencia ninguna con el efecto. Se ha perdido una batalla, el General tiene la culpa, es sofisma de esta especie, porque pueden concurrir otras mil cosas, que pueden ser causa de averse perdido la batalla, aunque el General aya aplicado de su parte quanto pudiera conducir para ganarla. Del mismo modo se pierde un Dicipulo, que estava à cargo de tal Maestro, y luego dicen: El Maestro no ha cuidado, y èl es la causa de la perdicion del Dicipulo. Muchas veces esto es sofisma, porque aunque el Maestro aya puesto por su parte todo el cuidado, y aplicacion necessaria para el buen govierno del Dicipulo, puede la mala inclinacion deste, ò las malas compañias, ù otras cosas, que à veces los Maestros no pueden estorbar, averle precipitado.

     207 En fin este sofisma se halla algunas veces en los Oradores, quando dan por causa de un sucesso una cosa que ellos se fingen à su alvedrio (96). Por exemplo: Pregunta un Orador, por què la zarza de Moyses ardia, y no se consumia? Y despues de varias razones dice, que la causa es por ... y señala por causa, no lo que es, sino lo que èl piensa. Deste modo se atribuyen algunos efectos à determinadas causas, y no ay otro motivo para hacerlo, que el capricho del que lo hace. Dixe que señala por causa, no lo que es, sino lo que èl piensa, porque la causa de semejantes efectos, en el modo que algunas veces la señala el Orador, es oculta, y la Iglesia no la ha declarado, ni los SS. Padres la han propuesto, sino que el Orador se la finge, y acomoda como le parece; y por esta especie de sofisma señala causas arbitrarias à los sucessos referidos en las sagradas Escrituras, y no los puede persuadir à los hombres de juicio, porque le faltan pruebas solidas con que poderlas fundar. El P. Vieyra ya conociò esto, y reprehendiò eficazmente à los Predicadores que hacen decir à las sagradas Escrituras lo que ellos se imaginan, y tal vez fingen; y aun prueba con argumentos concluyentes, que en esto cada dia faltan à su verdadero instituto. Encargo mucho que se lea sobre esto un Sermon de la Sexagessima, donde ya desengañado tratò de destertar del Pulpito los vanos conceptos, è interpretaciones arbitrarias de las sagradas letras. Ya sè yo que en este vicio no incurren algunos sabios Oradores, y hablo solamente de aquellos, que ponen toda su habilidad en la invencion de pensamientos agudos con perjuicio de la verdad.

     208 Los Gentiles usaron deste sofisma para calumniar la Religion de Jesu Christo en sus primeros principios, y decian: Quando la Religion Chistiana ha empezado à esparcirse, muchas calamidades han oprimido al Imperio Romano: luego la Religion Chistiana ha sido la causa dellas. No puede aver sofisma mas falaz, porque siendo clarissimas las causas de la decadencia del Imperio de Roma, y no aviendolas dissimulado algunos de sus historiadores, era necedad buscar por causa de aquellas calamidades à la Religion Christiana. Digno es de leerse sobre esto Tertuliano en su Apologia, cuya Obra ya hemos dicho es merecedora de alabanza; y es bien sabido, que San Agustin escriviò los libros de la Ciudad de Dios, con el animo de rechazar semejantes sofisterias de los Gentiles.

     209 En quarto lugar puede colocarse el sofisma que depende de imperfecta enumeracion, y es aquel modo de razonar con que concluimos que una cosa es de cierta manera que nosotros nos imaginamos, pudiendo ser de muy distintos modos. Caen en este sofisma con mucha facilidad los semi-sabios, ò los sabios aparentes. Porque de ordinario suelen estos estar muy satisfechos con su ciencia, y segun ella juzgan de todas las cosas sin dudar de ninguna. Proponese à uno destos tales averiguar, por exemplo, de que modo se hace la lluvia, ò de que manera circùla la sangre, ù otra qualquiera semejante duda, y de repente resuelve que es desta manera, y que no puede ser de otra, y es porque èl no alcanza otro modo de ser en aquellas cosas, aunque en la realidad puedan hacerse de diversas maneras. Tambien cometen este sofisma los que hacen juicio de las cosas que suceden en Lugares apartados, ò en Lugares donde no tienen comunicacion aunque esten cercanos, y para juzgar no tienen otros fundamentos, que muy pocas noticias de los hechos sobre que juzgan, ò no saben, ni alcanzan sino algunas razones del hecho, pudiendo averse governado los que le executan por otras distintas. Por esso cada dia vemos muchos que se quexan de los Jueces que han determinado esto, ù estotro, sin numerar perfectamente los motivos que ellos se propusieron, y no faltan politicos sofistas que con ligeras noticias quieren juzgar de los negocios mas secretos del Govierno, señalando por causas de los acontecimientos aquellas cosas que tal vez no las imaginaron los que goviernan. Los malos Criticos caen frequetemente en este sofisma quando explican el sentido de algun Autor de la antiguedad, y cada uno quiere que la mente del Autor sea la que à èl se le antoja, porque no alcanza que pudo aver sido muy distinta. Desto trae varios exemplares el ya citado Juan Clerico en su Arte Critico. No solamente los hombres poco instruidos cometen este sofisma, sino tambien los muy juiciosos no le han sabido evitar en alguna ocasion. Lactancio Firmiano se hizo cargo de las razones con que algunos probaban la existencia de los Antipodas, y no las enumerò todas, y aun omitiò las mas principales que pudieran aprovechar para mostrarle la existencia dellos. Lo mismo sucediò à San Agustin en estse assunto; y esto nos hace ver quanta atencion hemos de poner en las cosas para aver de juzgar de ellas con acierto. Algunos reducen à esta especie de sofisma la induccion defectuosa. Llamase argumento de induccion aquel con que de muchos particulares se saca una conclusion universal. Por exemplo. Los hombres de la Europa hablan, tambien los de Asia, assi mismo los del Africa, como tambien los de la America: luego todos los hombres del mundo hablan. Se hace defectuosa la induccion quando no comprehende todos los miembros, y los hombres suelen sacar conclusiones universales antes de aver examinado perfectamente todos los particulares, cuyo defecto cometen los que se apresuran en juzgar de las cosas dificiles. Mas todo lo que toca à las inducciones defectuosas se entiende muy bien con lo que hemos dicho de las imperfectas enumeraciones.

     210 Siguese el sofisma que llaman en las Escuelas falacia de Accidente, y se comete quando se atribuye à una cosa absolutamente, y sin restriccion alguna, aquello que solo le conviene por accidente. En la Medicina se comete este sofisma con frequencia, porque acontece, que despues de un medicamento muy saludable, se empeora el enfermo, y muchos ya aborrecen aquel remedio. Por exemplo: El laudano es medicamento utilissimo, y muy seguro quando le propina un Medico juicioso, no obstante se da muchas veces sin fruto, y en alguna ocasion despues de averle tomado se agrava la enfermedad. No ay que dudar que el agravarse el mal nace de otras causas que ay en el mismo que adolece, y sin embargo se atribuye al laudano, de suerte, que se le atribuye absolutamente lo que solo por accidente ha sucedido, porque ha sido accidental en aquel enfermo juntarse el aumento del mal con la medicina. Por este modo de sofisma se desacreditan la Kina, los emeticos, las sangrias, y otros remedios de suyo saludables, y utilissimos, y que solo por accidente ha acontecido empeorarse los enfermos despues de su legitimo, y prudente uso. El que mire con atencion lo que han escrito contra la Medicina algunos Criticos, assi estraños, como Españoles, conocerà que por la mayor parte es amontonamiento de razones sofisticas, pues se desprecia la Medicina en general, y absolutamente por sotos los defectos, ò ignorancia de sus Professores, lo qual le es accidental.

     211 Del mismo sofisma usan los que acusan toda una Religion por solo el defecto de algun individuo della; y lo mismo sucede à los que desprecian la Filosofia Moderna, y aun la Critica, porque la han cultivado algunos Hereges. Ya se ve que es accidental à la Filosofia que los que la professan, sean desta, ù otra Religion, y apenas se hallarà cosa ninguna que discurriendo desta manera no se halle defectuosa. Quièn duda que ay algunos abusos en la diciplina Eclesiastica? Se dirà por esso que ha de exterminarse la antigua diciplina de la Iglesia? Es cierto que la vana credulidad introduce muchos milagros falsos. Se dirà por esso que ha de apartarte de los fieles la creencia de los verdaderos? Yo creo que algunos hereges han perseguido à la Iglesia Catholilca con sofismas desta especie. Y de este modo razonan en assuntos distintos de la Religion algunos ingenios que solo alaban lo que les complace (97).

     212 Ay otro sofisma que se comete razonando del sentido compuesto al diviso, ò al contrario. Por exemplo dice Jesu Christo en el Evangelio, que los ciegos ven, y los coxos andan, y los sordos oyen, lo qual ha de entenderse en sentido diviso, esto es, que ven los que eran ciegos, y oyen los que eran sordos, y si alguno lo entendiesse en sentido compuesto cometeria sofisma, porque los ciegos no ven siendo ciegos, no oyen los sordos mientras estan sordos. Del mismo modo han de entenderse las sagradas Escrituras quando dicen, que Dios concede la salvacion à los malos, porque no salva à los que actualmente son malos, sino à los que lo fueron, y despues se han convertido. Por el contrario han de entenderse en sentido compuesto las palabras de San Pablo, con que dice: Los fornicadores, idolatras, y avaros no entraràn en el Reyno de los Cielos (98), porque significan que no entraràn en los Cielos si se mantienen en la avaricia, è idolatria, y si no dexan los vicios, y se convierten à Dios. Deste modo facil serà entender algunos sofismas pertenecientes à la Religion. A esta especie de falacia se reduce este sofisma: Tu tienes lo que no has perdido; no has perdido las riquezas: luego tienes riquezas. Pues la mayor se entiende en sentido compuesto, y la menor en diviso, y desta manera pudiera señalar otros semejantes sofismas capaces de engañar solamente à los muy estultos.

     213 Siguese aquella especie de sofisma que se comete atribuyendo absolutamente à las cosas lo que solo les conviene con cierto respeto. Por exemplo: El calor es respectivo à nuestro cuerpo de suerte, que sentimos algunas veces mayor, ò menor calor, segun la diversa disposicion de los organos de nuestros sentidos. Assi razonaria sofisticamente el que quisiera probar que absolutamente hacia gran calor solo porque èl le tiene. Deste modo discurren muchos en la aprobacion de los mantenimientos, porque si una vez les daña el vinagre, ya te tienen por dañoso para siempre, y la cosa que ha hecho mal à uno, se mira como nociva à todos. Y para entender esto mejor se ha de considerar, que los mantenimientos son saludables, ò nocivos segun la proporcion de los principios dellos con los de los humores, y partes solidas de aquellos que los usan. Esta uniformidad en los principios se funda, no solo en las afecciones individuales de los alimentos, y de los humores, sino tambien en las propiedades comunes. Siguese desto, que no son del todo inutiles las reglas generales que prescriben algunos Medicos para usar de ciertos alimentos con preferencia à otros, sobre lo qual han escrito con perfeccion Cheynei en su tratado de guardar la salud, y Lomio comentando el primer libro de Medicina de Cornelio Celso. El que ponga algun cuidado en observar los razonamientos de algunos Autores, hallarà este sofisma con mucha frequencia en los libros de Fisica, y Medicina.

     214 En ultimo lugar coloco yo el sofisma que consiste en la equivocacion de las voces. Consiste la equivocacion en que una voz significa cosas distintas, de modo, que el silogismo tiene quatro terminos. El silogismo tiene quatro terminos, quando el medio tiene una significacion en la mayor, y diferente en la menor, ò quando los terminos de la conclusion no se toman en el mismo sentido que en las premissas. El silogismo que hemos propuesto en la primera parte, cap. 14. num. 75. tiene quatro terminos como assi hemos mostrado. Cuenta Aulo Gelio, que un sofista le propuso à Diogenes el mismo silogismo (99), y que respondiò concediendo las premissas, y en llegando à la conclusion dixo, que la concederia si mudava los terminos, y empezava por èl mismo. Deciale el sofista: Vos no sois lo que yo soy: yo soy hombre: luego vos no sois hombre, y dixo Diogenes, concederè todo el silogismo si me arguyes desta manera: Yo no soy lo que tu eres: tu eres hombre: luego yo no soy hombre. Tambien tiene quatro terminos este silogismo: Si diciendo la verdad dices yo miento, mientes: quando dices la verdad dices yo miento: luego diciendo la verdad, mientes. Ciceron llamò à este sofisma el Mentiroso, y lo es por la equivocacion de las voces, porque en la mayor las palabras yo miento, significan aquello sobre que recae la mentira, y en la menor significan la misma proposicion que dice yo miento. Semejante à este es el sofisma que algunos llamaron Crocodilo, y tomò el nombre de esta fabula. Estava una muger junto à las riberas del Nilo, y un Crocodilo le hurtò un niño que llevava. Rogavale la muger que le bolviesse el niño, y el Crocodilo dixo que se lo bolveria con la condicion de que avia decir la verdad. Admitiò la muger la condicion, y dixo: No me lo bolveras. Acudiò luego el Crocodilo diciendo, que sea verdadero, que sea falso lo que has dicho, no te buelvo el niño. Porque si es falso, no has cumplido la condicion, y si es verdadero, còmo lo he de bolver, quando solamente puedes aver dicho verdad, no bolviendolo. La muger replicò, que sea verdadero, que sea falso lo que he dicho, has de bolverme el niño, porque si es verdadero has de cumplir la condicion, y si es falso me lo has de bolver para que lo sea. Los Filosofos antiguos fueron muy diestros en formar semejantes sofismas. Cuenta Laercio, que Eubulides inventò siete maneras de sofismas que se llaman el mentiroso, oculto, electro, encubierto, sorites, cornuto, y calvo, de los quales hace mencion Ciceron en algunos lugares, y todos consisten en la equivocacion de las voces. Pero es de advertir, que semejantes sofismas no pueden engañar si no à los muy estultos, y por esso los omitimos.

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