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Monumentos árabes del Cairo

Francisco Codera y Zaidín





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El Comité de conservación de los monumentos del arte árabe de Egipto ha remitido á la Academia por conducto del Ministerio de Estado, la Memoria que publica anualmente dando cuenta de los trabajos llevados á cabo en cada año1. Por encargo de nuestro digno director debo dar cuenta de lo más importante que en ella encuentro, y ocuparé por breves momentos la atención de los señores académicos.

La Memoria remitida es la décima, que se ha publicado, y contiene las noticias referentes á los trabajos de conservación y restauración llevados á cabo en el año 1893.

Hasta hace pocos años, aunque los monumentos del arte árabe en Egipto eran objeto de estudio por parte de los europeos, parece que el Gobierno egipcio se había preocupado poco de su   —224→   suerte, habiéndose pensado antes en la conservación de los objetos de civilizaciones mas antiguas, para cuya conservación se creó un museo especial: desde hace algunos años, las cosas van cambiando, y creada una Comisión encargada de velar por la conservación de los monumentos del arte árabe, se ha creado también un museo especial, que contiene ya multitud de objetos de todas clases, que se van retirando de las mezquitas y de todas las dependencias del Estado, además de las que regalan los particulares ó se adquiere por compra, aunque el Museo no tiene aún consignados fondos especiales; y aun su instalación es sin duda provisional; pero en 22 de Julio de 1893, el Consejo de Ministros acordó la construcción de un nuevo edificio destinado á Museo árabe y Biblioteca, siendo de aplaudir é imitar la invitación dirigida al Comité, de que expusiese las condiciones especiales á que debería someterse la instalación del Museo, condiciones que deberían tenerse presentes al ejecutar el plano y proyecto de las obras, plano y proyecto que no sabemos si se habrá sometido á un concurso internacional, como se ha hecho para el Museo de las antiguas civilizaciones del Egipto.

El Comité de conservación, bajo cuyo patronato está el Museo árabe provisional, se ve solicitado para la adquisición de objetos artísticos arqueológicos, que le proporcionan no pocos quebraderos de cabeza, pues allí, lo mismo que aquí, después de creer que los objetos arqueológicos nada valen, cuando se trata de que las adquiera el Museo, valen mucho: el Comité no es partidario de restauraciones por bonitas que sean, al menos no acepta el comprar objetos por preciosos que sean, si han sido restaurados, aunque se pida por ellos menos de lo que se dice que ha ofrecido algún extranjero.

También se ve en el caso de no aceptar la compra de mayor número de inscripciones sepulcrales, porque poseyendo ya el Museo más de mil de tales inscripciones, la Comisión correspondiente cree que no deben adquirirse ya sino las que tengan interés histórico: si llegan á publicarse tales inscripciones, sea por el mismo Comité, que ha iniciado la idea de publicar todos los monumentos árabes, de cuya conservación está encargado, sea por los miembros de la Misión arqueológica francesa del   —225→   Cairo2, podrán servir mucho para el esclarecimiento lingüístico y arqueológico de nuestras inscripciones árabes, con las cuales es de suponer tengan muchas analogías.

Como puede suponerse, el trabajo del Comité es muy complejo por tener que atender á que se restauren ó reparen, al menos, los edificios de importancia artística que amenazan ruina y á que no se destruyan ni deterioren los que están en buena conservación.

Cuando el Estado toma por su cuenta la conservación de los edificios, que por su mérito artístico merecen este privilegio, lo primero que parece debería hacerse es clasificar estos edificios; pero tal tarea que podría parecer sencilla, es por demás difícil, y sin duda no ha podido hacerse previamente, atendido el número considerable de tales edificios y á que no estaban estudiados bajo el concepto artístico.

Para facilitar las tareas del Comité está mandado que en ninguna de las mezquitas ni edificios contiguos se hagan obras sin licencia de la Comisión respectiva, la cual, para concederla, examina el edificio, y si lo cree de interés artístico-arqueológico, lo clasifica, ó como diríamos nosotros, lo declara monumento nacional y no consiente obras si no se hacen bajo la dirección de su arquitecto.

En los edificios particulares de carácter artístico, cuando los dueños quieren hacer obras, tienen que someterse al Comité de conservación, el cual hasta pretende tener derecho á imponer obras de conservación que los dueños no pueden ó no quieren hacer (páginas 17 y 45); paréceme que el Comité en su celo por la misión que le está confiada, pretende atribuciones, que si la ley llega á reconocerle en virtud de la demanda contenciosa entablada en este sentido, habrá de producir no pocos disgustos: á nosotros nos parecería injusta esta medida y dudamos mucho que en último término resultara beneficiosa para la conservación de los monumentos, porque podrá hacerse odioso el culto á la antigüedad.

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Otra de las cuestiones enojosas, que se han planteado ante el Comité, es la de las excavaciones hechas por particulares en busca de objetos árabes antiguos. El Comité se opone á tales trabajos, al menos en propiedad del Estado, y ha conseguido que se vigile el área de terreno donde se hacían excavaciones por particulares y que se pongan guardas al efecto: en mi sentir hubiera sido más acertado autorizar y organizar las investigaciones, mandando que se presentasen al Museo los objetos encontrados, y que si una vez examinados, éste no quería ó no podía adquirirlos, autorizase la venta á particulares; el liberalismo de Suecia y Noruega en este punto nos parece más aceptable y más práctico, que todas nuestras restricciones, que por lo visto son también del agrado del Comité egipcio.

Los fondos de que dispone el Comité para la conservación de los monumentos árabes son de alguna importancia, pudiendo en cada año llevar á cabo obras por valor de algunos miles de libras esterlinas: el presupuesto, ó mejor dicho, la cuenta de 1893 á 1894 asciende á 4.000 libras esterlinas; para el de 1894, estaban presupuestadas 8.000 libras; pero para conservar y reparar tantos edificios, como merecerían conservarse, necesitaría cantidad mucho mayor; el presupuesto de las reparaciones más urgentes de la mezquita del sultán Haçan, la más importante de las mezquitas de Egipto, asciende a 20.000 libras y supongo que nada habrá podido hacerse en ella durante el año 1894.

En Egipto, como aquí, el gusto del público, ó al menos el de los encargados de ciertos edificios no está de acuerdo con el de los anticuarios: las superficies encaladas son más del agrado de los administradores de algunas mezquitas que los ricos arabescos y elegantes inscripciones, y el Comité, como harían nuestras Comisiones de monumentos, se desespera y rabia al apercibirse de que grandes superficies de arabescos é inscripciones que habían sido puestas en buen estado á costa de no pocos esfuerzos, cuando menos lo piensa, han sido encaladas de nuevo, desapareciendo todos los detalles bajo la espesa capa de cal.

Una de las cosas que más llaman la atención del Comité, es la conservación de las inscripciones históricas, siendo de aplaudir que haya publicado algunas que han sido objeto de su especial   —227→   solicitud: digamos de paso que las palabras Inscripción árabe que aparecen en dos de ellas (páginas 36 y 60) no significan «el siervo de los dos nobles imames» como se dice en la traducción, (le serviteur des deux nobles Imams), sino el servidor de las dos ilustres mezquitas ó ciudades de Meca y Medina, pues el nombre Palabra árabe en dual se refiere á las dos ciudades santas del islamismo.

Como el Comité publica las Memorias de sus trabajos anuales con objeto de distribuirlas á los Representantes de las Potencias para que sean remitidas á las Bibliotecas de más importancia, y probablemente tendrá existencias de todas las Memorias publicadas, pues de alguna de ellas (de la 1.ª) ha sido preciso hacer una 2.ª edición, pudiera la Academia encargar á nuestro representante en el Cairo que pidiese un ejemplar de dicha colección, excepto de la Memoria correspondiente al ejercicio de 1893 á 1894, que es la que nos ha puesto al corriente de lo que hace en el Cairo el Comité de conservación de los monumentos del arte árabe.





Madrid, 22 de Febrero de 1895.



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