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No se ha ido


Manuel Galiana





No se ha ido. Buero Vallejo nos deja su obra, la dramaturgia española más importante de la última mitad de este siglo, y sobre todo el ejemplo espléndido de su vida. Una vida comprometida hasta el final con la ética.

Siempre años y años, Antonio Buero Vallejo ha sido ese referente al que muchos teníamos por guía. Su aparición dramática en los 50 con Historia de una escalera supuso un revulsivo total para el teatro español. Con él y su obra nos dimos cuenta de que sobre los escenarios había otras cosas que decir, que añadir al teatro que estábamos haciendo. Para toda una generación de gentes de la escena -autores, actores y directores- siempre fue un honor hacer una obra del gran dramaturgo del realismo. Yo tuve la fortuna de interpretar hasta enero de este año el último texto de Buero, Misión al pueblo desierto, una obra que para mí era su testamento político. Desde las tablas nos hablaba de concordancia y de recordar la historia para no repetir los mismos errores. Pero Misión al pueblo desierto tenía sobre todo la emoción de cerrar un círculo: su último texto se representaba en el Teatro Español, el mismo escenario donde había aparecido en 1949 con su famosa Historia de una escalera.

De su postrera puesta en escena me queda sobre todo entrañable de don Antonio Buero Vallejo en las tardes, cuando venía a buscar el homenaje de un público que ante su salida al escenario se ponía en pie. Y yo no he visto nunca jamás en ningún patio de butacas a unos espectadores más entregados en un aplauso, en una ovación que se hacía respeto a toda una vida. Era realmente emocionante saber que uno estaba de alguna manera ahí, compartiendo esa gloria, con el autor más grande del teatro de la segunda mitad del siglo XX.

Lo veo en los ensayos con el café que le permitía fumar su cigarrito diario, siempre ante la mirada vigilante de Victoria, su mujer. Todavía con esa fragilidad suya, de cuerpo débil y mente lúcida...

Ése ha sido mi contacto con Buero. Ahora que no está me quedo con el recuerdo de su voz antes de cada uno de mis estrenos, desde mi debut, siempre con una recomendación para mi trabajo.

La muerte de Buero Vallejo deja la tristeza de un amigo que ya no va a estar pero también una huella. La de una vida cumplida, la que sólo hace quien va siempre derecho, sin doblar.





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